_________Estimada Dhelriensylel, flecha de hierba, azote de orcos,
_________Hace escasas lunas estuve a punto de morir. No te preocupes, estoy bien. No obstante me vi cara a cara con el olvido en una muerte abrasadora.
_________Comenzó cuando me encontré en el Descanso de los Páramos -una posada transitada por aventureros de todas las calañas- con algunos amigos y conocidos. Eran Felipín y Teralion, dos gnomos con los que he forjado cierta amistad (en algún otro momento te contaré de mi buen amigo Teralion); Mara Fryar, una paladina de la orden con la que tengo pendiente hablar; Zy’Lah, una misteriosa asalvajada que sin duda se ha ganado mis respetos; Katherine, una mujer que dice ser barda y que en cierta ocasión vi transformarse en pantera -ignoro si por medio de artes arcanas, divinas o cambiaformas-, y por último pero no menos importante la pequeña Iöna, aprendiz de aventurera.
_________Nos contrató Dorf, un enano arisco y autoritario que no tardó en espantar a la indomable Zy’Lah. El tal Dorf estaba acompañado por un congénere suyo, Rufus, amable para los estándares del pueblo robusto. Acordamos con el enano Dorf buscar a una mujer de su raza que respondía al nombre de Riaga. Tanto él como Rufus aseguraron que no era nada sexual y que la enana no sufriría ningún daño. Con un trato de cinco mil lunas aceptamos ir tras sus huellas.
_________Salimos presurosos hacia el Anauroch, pues los rastros en el desierto duran poco y Riaga nos llevaba ventaja. En algo menos de una jornada llegamos a las siniestras ruinas de Ascore, donde tiempo atrás me atrapó el monolito. Cruzarlas fue una aventura en sí, pero gracias a las capacidades arcanas de Felipín y las misteriosas invocaciones de Teralion pudimos superar sin dificultades varias emboscadas de los umbra que vagan sus pasillos y corredores.
_________Tras abandonar el arcaico puerto de Ascore, con sus quillas y cuadernas de madera fosilizada como costillares de ballenas varadas, nos hallamos surcando dunas bajo la luz de las estrellas. Nos encontramos con Zy’Lah, la misteriosa muchacha asalvajada y para mi sorpresa se prestó a acompañarnos para cruzar el desierto. Felipín tiene un ojo increíble para buscar rastros y guió la expedición. Tuvimos un encontronazo con unos aguijoneadores y un escarabajo de fuego gigante, nada a lo que no pudiéramos enfrentarnos. Recuerdo lo que gritó Felipín: “¡Por las cuatro tetas de Tymora! ¡Es más grande que Nevesmortas!”. Aunque el gnomo exageró tampoco lo hizo demasiado. Finalmente Mara tuvo que asistir a Katherine, casi destripada por la enorme criatura.
_________Sanados y de nuevo sobre nuestros pies continuamos la marcha tras las indicaciones de Felipín. Una terrible tormenta de arena se cernió sobre nosotros. Me embocé con capa y capirote pero la vorágine de arena no me dejaba ver, ni oir, y me perdí en una inmensidad de arena, riscos y piedras.
_________Esperé un día entero a que terminara la tormenta, meditando pacientemente al refugio de una pared erosionada. Aun habiendo visto cocatrices, hordas de orcos, manadas de osos enloquecidos, por primera vez temí realmente por mi vida, abandonado e impotente ante la fuerza de la naturaleza.
_________Cuando despejó, mi júbilo no tuvo límites al ver a Teralion, Felipín, Iöna y Zy’Lah en el horizonte; emocionado me abalancé sobre ellos. Me explicaron que Mara y Katherine habían seguido los pasos de la enana. Cualquier rastro se había perdido para nosotros. Creo que los dos gnomos y la joven asalvajada hicieron lo correcto, yo habría hecho lo mismo por cualquiera de ellos de haber ocurrido al revés. Ésto me hizo pensar qué llevó a una paladín de la orden, Mara, a dejar un compañero atrás; tras muchas cavilaciones la única explicación que se me ocurre es que la tal Katherine la convenciera, supongo que con lengua afilada ya que la voluntad de un paladín de Tyr, a mi ver, no es algo fácil de doblegar. Ya no solo porque en cierta ocasión viera a la barda convertirse en pantera y fingir que no sabía nada cuando volvió con forma humana… esa mujer irradia algo que me resulta de poca confianza. Tan solo espero no cruzarme con ella muy a menudo.
_________Volvimos a Nevesmortas sin poder completar la misión, no he sabido más de la enana o los contratistas, pero al menos salvé la vida y comprobé la fidelidad de mis compañeros de aventuras, aprendiendo una importante lección sobre confianza.
_________P.S.: He encontrado una copia del Tar’Ael Veluuzhra que por ahora guardaré a buen recaudo. Si quieres que lo envíe comunícamelo y usaré los medios convencionales.
Siempre fiel a la Orden de la Flor Olvidada y Corellon Larethian,
Y. E.
_________Hace escasas lunas estuve a punto de morir. No te preocupes, estoy bien. No obstante me vi cara a cara con el olvido en una muerte abrasadora.
_________Comenzó cuando me encontré en el Descanso de los Páramos -una posada transitada por aventureros de todas las calañas- con algunos amigos y conocidos. Eran Felipín y Teralion, dos gnomos con los que he forjado cierta amistad (en algún otro momento te contaré de mi buen amigo Teralion); Mara Fryar, una paladina de la orden con la que tengo pendiente hablar; Zy’Lah, una misteriosa asalvajada que sin duda se ha ganado mis respetos; Katherine, una mujer que dice ser barda y que en cierta ocasión vi transformarse en pantera -ignoro si por medio de artes arcanas, divinas o cambiaformas-, y por último pero no menos importante la pequeña Iöna, aprendiz de aventurera.
_________Nos contrató Dorf, un enano arisco y autoritario que no tardó en espantar a la indomable Zy’Lah. El tal Dorf estaba acompañado por un congénere suyo, Rufus, amable para los estándares del pueblo robusto. Acordamos con el enano Dorf buscar a una mujer de su raza que respondía al nombre de Riaga. Tanto él como Rufus aseguraron que no era nada sexual y que la enana no sufriría ningún daño. Con un trato de cinco mil lunas aceptamos ir tras sus huellas.
_________Salimos presurosos hacia el Anauroch, pues los rastros en el desierto duran poco y Riaga nos llevaba ventaja. En algo menos de una jornada llegamos a las siniestras ruinas de Ascore, donde tiempo atrás me atrapó el monolito. Cruzarlas fue una aventura en sí, pero gracias a las capacidades arcanas de Felipín y las misteriosas invocaciones de Teralion pudimos superar sin dificultades varias emboscadas de los umbra que vagan sus pasillos y corredores.
_________Tras abandonar el arcaico puerto de Ascore, con sus quillas y cuadernas de madera fosilizada como costillares de ballenas varadas, nos hallamos surcando dunas bajo la luz de las estrellas. Nos encontramos con Zy’Lah, la misteriosa muchacha asalvajada y para mi sorpresa se prestó a acompañarnos para cruzar el desierto. Felipín tiene un ojo increíble para buscar rastros y guió la expedición. Tuvimos un encontronazo con unos aguijoneadores y un escarabajo de fuego gigante, nada a lo que no pudiéramos enfrentarnos. Recuerdo lo que gritó Felipín: “¡Por las cuatro tetas de Tymora! ¡Es más grande que Nevesmortas!”. Aunque el gnomo exageró tampoco lo hizo demasiado. Finalmente Mara tuvo que asistir a Katherine, casi destripada por la enorme criatura.
_________Sanados y de nuevo sobre nuestros pies continuamos la marcha tras las indicaciones de Felipín. Una terrible tormenta de arena se cernió sobre nosotros. Me embocé con capa y capirote pero la vorágine de arena no me dejaba ver, ni oir, y me perdí en una inmensidad de arena, riscos y piedras.
_________Esperé un día entero a que terminara la tormenta, meditando pacientemente al refugio de una pared erosionada. Aun habiendo visto cocatrices, hordas de orcos, manadas de osos enloquecidos, por primera vez temí realmente por mi vida, abandonado e impotente ante la fuerza de la naturaleza.
_________Cuando despejó, mi júbilo no tuvo límites al ver a Teralion, Felipín, Iöna y Zy’Lah en el horizonte; emocionado me abalancé sobre ellos. Me explicaron que Mara y Katherine habían seguido los pasos de la enana. Cualquier rastro se había perdido para nosotros. Creo que los dos gnomos y la joven asalvajada hicieron lo correcto, yo habría hecho lo mismo por cualquiera de ellos de haber ocurrido al revés. Ésto me hizo pensar qué llevó a una paladín de la orden, Mara, a dejar un compañero atrás; tras muchas cavilaciones la única explicación que se me ocurre es que la tal Katherine la convenciera, supongo que con lengua afilada ya que la voluntad de un paladín de Tyr, a mi ver, no es algo fácil de doblegar. Ya no solo porque en cierta ocasión viera a la barda convertirse en pantera y fingir que no sabía nada cuando volvió con forma humana… esa mujer irradia algo que me resulta de poca confianza. Tan solo espero no cruzarme con ella muy a menudo.
_________Volvimos a Nevesmortas sin poder completar la misión, no he sabido más de la enana o los contratistas, pero al menos salvé la vida y comprobé la fidelidad de mis compañeros de aventuras, aprendiendo una importante lección sobre confianza.
_________P.S.: He encontrado una copia del Tar’Ael Veluuzhra que por ahora guardaré a buen recaudo. Si quieres que lo envíe comunícamelo y usaré los medios convencionales.
Siempre fiel a la Orden de la Flor Olvidada y Corellon Larethian,
Y. E.
