Representación

[--Savras--]

ACTO I

Encontraron el cadáver al norte de Nevesmortas, cubierto por la nieve. Su piel desnuda, mancillada tan solo por las heridas de las espadas que atravesaron su cuerpo. Ni una gota de sangre a pesar de la visible carnicería. Era joven, apenas debía llegar a los veinte años. Ninguno de los guardias la reconocía, aunque a todos le resultaba familiar. La pobre era un fantasma, una de esas personas que se mueve entre los demás pero nunca llama la atención de nadie.
Cuando apartaron la nieve vieron que la carne de la muchacha había sido cortara y retorcida para formar pequeñas flores en su torso. Pétalos de piel alrededor de capullos de carne. Los numerosos cortes que deformaban el cuerpo habían sido limpiados, cuidados. La visión era grotesca, extraña, un aborrecible jardín humano. Finalmente, asqueado, uno de los guardias tapó el cuerpo con su capa y, entre varios, se lo llevaron de ahí.

Más tarde, en el sur, hallarían un cadáver mutilado en el interior de una de las granjas. La escena era una carnicería ejecutada por algún sádico demente y salvaje. El cuerpo era apenas reconocible entre las numerosas heridas, pero pudieron cerciorar que se trataba de uno a los agricultores locales. Era extraño, como si hubiesen dejado ilesas las facciones concretas para que pudieran reconocerlo.

Los interrogatorios tan solo sirvieron para saber que ambos cuerpos eran marido y mujer.

Sentía el metal afilado abrirse paso en su cuerpo. Cada corte despertaba un dolor profundo e intenso. Sus gritos no eran escuchados por nadie, no salían de su desgarrada garganta. No podía moverse, no podía ver, no podía hablar. Tan solo sentir, tan solo escuchar. Tan solo sufrir.

“Moldeaste marionetas para que te obedecieran y bailaran al ritmo de tu voz. Lo intentaste, eso te lo concedo, pero no captaste la esencia. El dolor es un arte, y el arte es doloroso, Zack. No entiendes los conceptos básicos con los que intentabas trabajar, solo eres uno más de esos aficionados que temen evolucionar. Tu comprensión de la materia es burda e insultante. Despreciable a ojos de este noble oficio.”

Nuevos cortes. Desollamiento. Agua hirviendo. Dolor. Agonía.
El sufrimiento era lo único real en su oscuridad.

“Tu primer títere cortó los hilos, demostrando la imperfección de un aficionado en tus actos. Luego hubo más, ¿verdad? Siempre invisibles, a las que nadie preguntaría por esas marcas, a las que nadie echaría de menos. Hasta que llegaste a la flor más pura de ese barrizal. Era perfecta para alimentar tu ego y saciar tu creciente sed. Quisiste encadenarla y hundirla en el fango que hasta entonces la había mantenido. Mi pobre Zack, confundiste el arte con ser un dios. Es tan vulgar que un artesano caiga en ese tópico, tan… previsible. Careces de alma, de gracia. No fuiste capaz de apreciar el lienzo que había ante ti, una pieza perfecta que escondía en su interior un hermoso tesoro. Tan solo eres un monstruo que ha tratado de apoderarse de la belleza y guardar su arte tosco para sí, en vez de mostrarla al resto del mundo. Como artista lamentable, como ser humano, feo y ordinario.”

Ya no sentía los dedos. ¿Cuánto tiempo llevaba así? ¿Acaso estaba ya muerto y ese era el castigo por sus actos? Estaba comenzando a enloquecer en ese espacio oscuro, zambulléndose en sus turbias profundidades. ¿Acaso no había final?
Trató de gritar y luchar cuando algo afilado se abrió paso bajo uno de sus ojos. Los pensamientos se fundieron y ríos de agonía llenaron su mente y destruyeron cualquier consciencia de sí mismo. Ya no existía nada más en su mundo, nada más que el sufrimiento.

“Saborea la perfección del arte. Solos tú, y él. Tal vez así logres entenderlo antes de formar parte del olvido.”

El cuerpo reposaba con la armonía que se alcanza tras la muerte, descansando en paz en mitad de hermosas flores. Su obra estaba casi preparada para ser presentada al público. Pronto todos apreciarían la perfección de su arte. Había convertido la más pura fragilidad y la sumisión en belleza, desprendiendo la máscara que la ocultaba y mostrándosela al mundo. Sí, no hay nada más hermoso que el fango del jardín en el cual germinan flores únicas.
Todos habían ignorado el dolor y la vida de aquel hermoso cervatillo, pero ahora sería recordada, amada. Apartada de la oscuridad para ser mostrada ante una luz que atraería a todo espectador. Eterna en la magnificencia de su obra.
Sólo quedaba el último detalle para que diera por finalizada esa bella creación. La búsqueda de un último abrazo desesperado. Sí, así sería una presentación perfecta. Maravillosa.

Gloriosa.

[seba172]

No confíes.

Ya estoy muy viejo para esto.

¿cuando fue que baje la guardia? ¿Como es que me logro cazar?

Mi plan era simple, una temporada más en el norte, engarzar alguna hermosa gema en alguna hermosa pieza que algún estúpido aventurero perderá queriendo morder más de lo que puede masticar.

Pero tuve que involucrarme en donde no me llaman, esa sensación de adrenalina, de pensar que aún soy útil, la necesidad de querer ser visto cuando quiero mostrarme

Ya estoy muy viejo para esto, baje la guardia.

¿Quien mierda me manda a mi a meterme a ese pozo? ¿Que me obligó a tocar ese anillo? ¿Por que demonios corrí a ese claro?
Todos mis sentidos alerta, todos mis amigos lejos, todos enemigos hasta nuevo aviso, hasta que la muerte los alcancé. Es culpa mía por confiar en el maldito norte.

Tiene nuestras ilustraciones, ve a través de los ojos de otro. Me dan lástima ese muchacho y ese mediano, casi que me caían bien.

Es mi culpa, rompí mi regla, trabaja solo y no confíes en nadie, el sur me ablando demasiado, la Diosa me mostró un mundo mejor que aquí no existe, es mi culpa, baje la guardia.

Ya estoy muy viejo para esto, caí en su juego.

No puedo escapar ahora, no puedo llevarlo con los que aprecio de verdad, esto se tiene que resolver aquí.

Para terminar este juego de gatos y ratones, hace falta una pantera.

[--Savras--]

INTERLUDIO

El hombre se abrió paso tranquilo, sonriendo. Los caballeros que vigilaban la entrada le dieron el alto al aproximarse a los dominios de la orden.

- Disculpe, señor. ¿Podemos ayudarle?

El joven levantó sus delicadas manos, mostrando que no llevaba ningún tipo de arma y estaba indefenso.

- Soy el Basilisco, vengo a entregarme por mis crímenes.

Poco después, el Teniente Bardin ordenó que lo encerraran en una celda.

Maravilloso.

[Daan]

Una tarde cualquiera en Nevesmortas

Estaba con Korissa en la fuente de la villa, como tantos otros días. Viendo pasar aventureros, quedándose con las caras nuevas y charlando con las viejas. Lavainn y Alud hablaban del culto de Sharess, Zalcor se sonrojaba como de costumbre, Korissa permanecía en silencio bebiendo, Argyle se acercaba y entregaba un lienzo a Alud.

Las alarmas saltaron por todos lados para Seda: era el lienzo de Logan firmado por Basilisco.

Daan había perdido la pista de Logan mucho antes de tener que salir corriendo de Nevesmortas. Recordaba las últimas conversaciones del mago consigo mismo, sus amigos invisibles, y la vez que, intentando hacerle profundizar en lo que le atormentaba, le dieron una sobredosis de bacarán y casi lo matan entre Bardin y ella. Después, el mago simplemente desapareció, sin dejar noticia. Daan desapareció al poco también. Cuando volvió Seda, Logan ya no estaba, y sólo pudo averiguar que se encontraba en la lista del opus magnum de Basilisco.

La visión del cuadro, con ese Logan deformado por la locura, la llenó de ira y preocupación.

El proceso que siguió fue el de siempre. Investigar el cuadro buscando patrones, señales ocultas. A Basilisco le gustaba jugar con la gente. Y ahí estaba, la silueta avanzando hacia un carromato gitano, apenas perceptible entre las pinceladas. Preguntar a Argyle por el mensajero. Un tipo encapuchado con complexión de elfo, hacía ocho días, que había dicho llamarse Logan. Más alertas. ¿Estaría vivo? ¿Estaría bien?

Corrió hasta dejarse el aliento tras el resto del grupo, que se había dirigido a ver a los gitanos de Bifurcación. Obviamente no sabían nada directo, pero les dieron el nombre de alguien que podía saber. Ghalb. Por pura casualidad, Lavainn consiguió una camisa de fuerza con tamaño de elfo que habían encontrado tirada por el monte. Las alertas se dispararon de nuevo. Lavainn descubrió el emblema del Sanatorio de Mentes Enfermas de Ilmáter. Seda rebuscó nerviosa en la tela, palpó forros, abrió costuras… encontró tres letras medio borradas y entre quemaduras: G LB.

¿Ghalb de nuevo? ¿Demasiada casualidad? Un topacio se cambió por información entre preguntas apresuradas y conversaciones paralelas que escuchaba sólo como un eco. Un elfo joven, pálido y de pelo negro, desgarbado y sucio con ropas de mendigo pero que no olía mal y conocía muchas historias ¿Podría ser Logan? No fue la única en manifestar esa intuición. ¿Podrían estar tan cerca y tan lejos de él?

Seda se devoraba las uñas. Tenía que encontrar a Ghalb. Tenía que preguntar en el Sanatorio. Tenía que averiguar qué había pasado con Logan porque le debía una, porque era de los pocos en los que confiaba. Y tenía que ajustar cuentas con Basilisco. Estaba cabreada, preocupada, iracunda y frustrada, imaginando la sonrisa tranquila de aquel monstruo en su celda de La Orden.

Korissa y Zalcor le dieron la colleja que necesitaba. Tenía que controlarse, pensar con claridad. “Si pierdes la cordura, él gana” le habían dicho las voces de Jarol. Y, por encima de todo, no quería que Basilisco ganara. Joder, necesitaba un negro amargo...

***

Varias semanas después…

Armin siempre decía que cuando menos buscabas las cosas, más fácil era encontrarlas. Daan siempre le replicaba que aquello eran idioteces de viejo y que, si no buscabas, difícilmente ibas a encontrar. Entonces discutían a voz en grito, insultándose hasta que los echaban de la taberna, y aprovechaban el alboroto para robar algunas bolsas. Nunca se ponían de acuerdo, pero al menos se lo pasaban bien.

Hacía mucho de aquellos tiempos, ahora Armin estaba muerto, descansando por fin en paz muy a pesar de Basilisco, y Seda reía entre dientes, dándole la razón al viejo, como siempre había tenido. Cuando buscó no encontró, pero ahora, delante de ella en la puerta de Nevesmortas, se hallaba el elfo lunar que había estado buscando y que se correspondía con la descripción dada por la gitana. Lo había encontrado por casualidad. Ghalb.

Al principio, le costó mucho distinguirlo bajo la roña, pero Zalcor y Val, que lo habían visto antes, tenían razón... ¡Se parecía tanto a Logan! Era un tipo amable, tranquilo pero espabilado, sucio y demacrado pero alegre. Compartiendo comida y bebida él le explicó que estaba cansado de que todos le confundieran con Logan. Ella le contó quién era Logan y por qué le confundían. Sin presionar.

A cambio, él le enseñó un diario, y unas bolsas que decía le habían dado en un sanatorio ilmarita, con cosas que afirmaba no eran suyas y que Daan podía reconocer: el bastón que había encontrado con el mago en Hlaungadath, el salvoconducto a Cumbre que le había dado Jean Dale a Logan (pero ahora con su nuevo nombre), sus runas, la túnica de Ioulaum con los colores que vestía habitualmente y que ella misma le había vendido... Todo apuntaba en la misma dirección. Incluso las letras G LB ¿G. Logan Bighat? ¿O ya estaba rizando demasiado el rizo?

Era difícil creer que Ghalb no fuera Logan. Pero él insistía que era sólo Ghalb. Que había despertado en el sanatorio sin recordar nada y le habían soltado con aquella mochila y diario. Que no era ni deseaba ser el mago que decían que era.

Ahora viajaba entre grupos de gitanos, contando cuentos a los pequeños, sin obligaciones ni nada que le atara. Parecía satisfecho sólo por sentir la lluvia, leer un libro, echar un trago o mascar algo de bacarán, y no reaccionaba a los recuerdos de Logan que Seda le iba contando como anécdotas con la esperanza de despertar algo en él.

Seda lo acompañó al Hospicio, esperando que Kerila pudiera examinarle, sin recordar que Kerila no estaba allí por culpa del maldito liche de marras. Aquello era un molesto inconveniente, pero ver a Ghalb, con vida y feliz, había aplacado su preocupación y ansiedad por Logan finalmente. No era la conclusión que esperaba, ni en sus mejores esperanzas, ni en sus peores presentimientos, pero, leyendo el diario... ¿Quién era ella para arruinar las nuevas oportunidades de otros? ¿Debía intentar traer a Logan de nuevo? ¿Le haría un favor o una putada imperdonable?

No lo sabía, solo tenía presente que le debía una a ese elfo.

Se despidió con un apretón de hombros, una oferta de ayuda para lo que quiera que necesitara el elfo y el deseo de poder volver a charlar con él si no le molestaba. Ghalb también le caía bien, y ella tenía mucho que pensar.

Y así se fue del Hospicio, con un suspiro agridulce, un trago de negro amargo y pensando que con aquel maldito y torpe cuerpo se había vuelto en el fondo una sentimental.

Maldito fuera Basilisco. Cómo odiaba los dilemas morales...

[--Savras--]

NOTAS ROJAS

El viento traía el olor de la ceniza, de los cuerpos. Se arrodilló frente a la calma de la laguna, contemplando la serenidad del agua que reflejaba las atrocidades de la guerra. Preparó el incienso, los vapores, realizó la ceremonia con precisión, con movimientos meticulosos y estudiados y, cuando pudo notar sus efectos, se llevó la flauta a los labios.


...

...

...


Había terminado. Revoloteaban a su alrededor, notas vivas nacidas de su música, alimentándose de aquel que había sido enviado para dar fin a su vida. Observó el rostro de aquel que fuera su hermano, sin satisfacción ni pena. Era el primero, vendrían más, lo música así lo decía. Debía encontrarlo rápido.
Caminó con los pies desnudos sobre la sangre que había derramado hacia la laguna, para que el agua la limpiara. La sangre siempre enturbiaba la serenidad, pero para traer paz, era imposible no derramarla.