Seda

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

Moderadores: DMs de tramas, DMs

Responder
Daan
Araña Terrible
Araña Terrible
Mensajes: 150
Registrado: Lun Dic 10, 2018 6:54 pm

Seda

Mensaje por Daan »

Nevesmortas, una noche bastante tiempo atrás...

Era de noche en Nevesmortas y tras el mostrador de La Rosa y el Martillo la posadera sonreía, amable y familiar como siempre, a la joven que regresaba un poco achispada de la celebración con sus amigos.

—Querida, te guardo algo. Hoy te han dejado un paquete.

Con una ceja levantada y agradeciéndoselo a la anciana, la joven cogió alegremente una caja, haciendo equilibrio con una botella de negro amargo, y al llegar a su desordenado dormitorio la abrió descuidadamente.

Una mano amputada cayó de la caja al suelo. Una que conocía muy bien.

“Sabemos dónde estás”, era el mensaje de aquella mano.

Un escalofrío recorrió su espalda. Basilisco la había jodido pero bien con aquella encerrona.



Pocas semanas después, una figura corría de noche entre los callejones de Villanieve y había dejado ya detrás un par de cadáveres con la garganta cortada. Pensaba a toda velocidad para salvar su cuello. La gente con la que podía contar no podía ayudarla, sólo quedarían expuestos al peligro de nuevo, como había sucedido siempre. Tenía que salir de Nevesmortas. Cuanto antes. Sola de nuevo.

Robó un caballo a Gaffer de madrugada y salió a pleno galope corriendo hacia Cumbre, el único sitio donde podía esperar asilo, o al menos no un asalto directo. Pero le pisaban los talones. Nunca habían estado tan cerca.

Cabalgó sin apenas dejar reposar al pobre animal, y ese ritmo no dejaba eliminar las huellas. La cercaron en las montañas del Rauvin, en mitad de una tormenta de nieve, porque se equivocó de camino en un cruce.

“Mierda, sabía que algún día me iba a pasar esto”, se golpeó con la mano en la frente.

Tenía un pésimo presentimiento. Uno funesto. Unos ojos de serpiente en los dados.





La capa negra ondeaba en la tormenta y la capucha había caído hacia atrás. Entre la nieve blanca, había manchas rojas y cuerpos de tres o cuatro agentes de La Cofradía. Dos puñales goteaban sangre y humeaban, pero quedaban vivos bastantes más que se aproximaban con cautela.

—¡No os acerquéis más si no queréis uniros a ellos!

Dio un paso hacia atrás y sintió una piedra en su espalda desprendiéndose, golpeando y rebotando antes de caer a las corrientes del Rauvin.

—¡Estás acorralada! ¡Danos el anillo! —le gritaron entre la tormenta—. ¡Nos ahorraremos tiempo ambos y tu muerte será rápida e indolora!

Ella miró cómo la rodeaban, después al abismo a su espalda. Y apretó la mandíbula, siempre testaruda.

“Y una mierda. No lo tendréis nunca”, masculló entre dientes.

Y saltó a su muerte.



Esa misma noche, en algún lugar…

—¿Dónde están los pergaminos, Seda? ¿Dónde están los pergaminos? —preguntó el hombre con voz sibilina.

La joven se tambaleaba por la habitación. Su estado era demacrado, febril.

El hombre la observó negando y mascullando.

—Si te vas a morir al menos haz algo útil, Seda. Una débil como tú… ¡Ve a por ellos!



Llovía en Eterlund y el agua hacía temblar la antorcha que llevaba el grupo en un callejón mugriento de la ciudad. Dos hombres sujetaban por los brazos a una mujer con la cabeza caída sobre el pecho, cuya sangre se mezclaba con el agua. Un tercero le levantó la cabeza por el pelo, mientras un cuarto contemplaba dirigiendo la operación.

Ante las preguntas, la mujer murmuró algo en voz muy baja, musitando.

—¿Qué has dicho? ¿Por fin te decides a hablar? —preguntó el otro.

Murmuró un poco más haciendo que el hombre acercara la cara a sus labios.

—¿Por fin nos lo vas a decir?

—Mi patrón devorará vuestras entrañas por esto —les escupió.

Un nuevo puñetazo, sangre salpicando desde el labio partido.

—Repito, o empezaré a cortar esa lengua larga. ¿Dónde están los pergaminos? —un cuchillo brilló a la luz de la antorcha.

El encapuchado negó con la cabeza, dando una orden, hastiado. Llevaban demasiado tiempo con ello, sin resultado. El interrogador cruzó miradas con el otro, sin palabras. Y con un movimiento brusco y un suspiro de cansancio, golpeó el estómago de la chica. El aire saló y parecía negarse a entrar.

Sin embargo, tras el puñetazo…

—Buscaremos por otra vía.

Ya no la sujetaban, cayó hacia atrás sintiéndolo todo en cámara lenta y se golpeó la cabeza con un bordillo.
Llegó la oscuridad.



Despertó a oscuras, con un fuerte dolor en el antebrazo. Abrió los ojos sin poder contener un grito y contempló a un gorrino mordiéndole y desgarrando carne.

Los gritos alertaron a los dueños de la pocilga, que aparecieron en ropa de cama en mitad de la noche y sacaron del estiércol un cuerpo dentro de un círculo de cerdos que iban a darse un festín. Se desvaneció.




Ellas sintieron frío, un relámpago de calor y algo caliente bullendo bajo su piel…




Era una aventurera, empapada, malherida y que parecía haber buscado refugio en su granja.

—¡Maila! Rápido. Esto es un regalo.

Marido y mujer se afanaron en apartar a los cerdos. Le quitaron las armas, las joyas, rebuscaron en las mochilas y sacos de la aventurera. Minutos después la arrastraban de nuevo a las aguas del Rauvin y la lanzaron.

El golpe contra el frío agua del río fue duro, el cadáver fue abrazado por ellas y arrastrado por la corriente.




Abrió los ojos mirando el techo de madera de una habitación desconocida iluminada por la luna, y apenas agitó las pestañas una voz grave comenzó a hablar en tono divertido y altisonante desde un rincón oscuro.

—Siempre igual, maldita inútil. Te mando a un recado y tengo que salvarte el pellejo encontrándote medio muerta.

Ella se sentó en la cama e ignoró la voz en la oscuridad. A estas alturas ya estaba muy harta de discursos grandilocuentes y tenía un problema mayor. Se sentía extraña, torpe, aturdida… Aquellas no eran sus manos, el pelo era demasiado largo y… ¿le habían crecido las tetas? ¿En serio? ¿Y cómo había llegado allí?

Recordaba la escapada, la caída infinita, el arrastrarse con todas sus fuerzas por la orilla, desmayarse al encontrar refugio en una granja… pero una oscuridad mayor que la del Plano de las Sombras, profunda y asfixiante, tirando de ella… la reclamaba.

Apretó sus sienes con las manos, se levantó rápidamente de la cama hacia un espejo de la habitación y casi vuelve a caer al suelo tropezando con unas piernas que no eran del tamaño habitual. Trastabillando, apoyada en la mesilla de noche, vio con la boca abierta un rostro y un cuerpo que no era el suyo.

Una tos irritada llamó su atención.

—¿Y los pergaminos, Seda? ¿Lograste que te los dies…? —la voz se cortó de improviso—. Tú… tú no eres Seda.

Se giró y miró fijamente a la oscuridad, irritada.

—No, no lo soy. Y tú no eres Jarol, así que cierra la boca y deja de interrumpir.

Apenas terminó de hablar, la chica se dio cuenta de que acababa de meter de nuevo la pata hasta el fondo, traicionada por su bocaza. Se hizo un silencio incómodo para ella. La negrura era profunda en ese rincón, pero casi pudo sentir la amplia sonrisa de la criatura extendiéndose con satisfacción.

—Jamás hubiera imaginado encontrarme con esta extraña casualidad en todos mis milenios de vida.

“Daan, ¿por qué siempre lo jodes todo igual?” se recriminó. Algo le decía que acababa de meterse aún en más problemas.

Última edición por Daan el Mié Sep 07, 2022 3:03 pm, editado 2 veces en total.
Daan - Perista profesional y lianta ocasional en paradero desconocido
Seda - Brujipícara y juerguista en paradero conocido (cualquier taberna)
Troy - Metomentodo a sueldo de pelo verde
Nin - El ki al servicio de Selûne
Talhoffer - Tan sólo una espada
Daan
Araña Terrible
Araña Terrible
Mensajes: 150
Registrado: Lun Dic 10, 2018 6:54 pm

Re: Seda

Mensaje por Daan »

Música ambiental
En una habitación de La Rosa y el Martillo...

La habitación estaba desordenada. La colcha por los suelos, la ropa tirada por todas partes, una pequeña pirámide de botellas vacías en un rincón, y Jinx durmiendo con indiferencia en un cojín sobre los papeles del escritorio. Volvía a parecer su habitación de siempre, y Seda se sentía a gusto allí, sentada en la cama con las piernas cruzadas, despeinada de recién amanecida, contemplando una pequeña llama verde de energía mágica que hacía brotar de sus manos. Aquel caos era acogedor, a pesar de las broncas de Rosa, que sólo recordaba a una clienta que le hubiera dado tanto trabajo.

“¡Parece mentira que una joven tan bien plantada como tú sea capaz de generar tanto desorden!”, le abroncaba la mujer día sí, día también. “¡No entraré en tu cuarto hasta que recojas por lo menos la ropa!”

El recuerdo le hizo sonreír, y la llama se apagó con la distracción.

Un taco malsonante despertó a Jinx, y Seda volvió a concentrarse, encendiendo la llama con un chasquido de dedos y manteniéndola viva. Ya que aquel era su nuevo cuerpo, tenía que aprender a exprimir todo su potencial. Era débil ante el dolor. Había perdido facultades. Negocios. Costumbres. Aquello no podía seguir así. Armin la encorrería a collejas de estar a su lado, por idiota. Desde el principio.


Imagen


El ser con el que había despertado y la había llamado Seda por primera vez desapareció súbitamente, antes de que pudiera interrogarlo. Sólo le quedó claro que era más demonio que humano, pero como le apremiaba sobre todo la necesidad de aprender a coordinar su cuerpo para moverse, casi agradeció no tener la presión precisamente de un demonio de vete tú a saber qué plano quizás interrogándola a ella. Averiguar quién era ese tipo, de qué conocía a Jarol y por qué la había salvado era una de las cosas a apuntar en la lista mental de tareas para otro momento.

Aquello era un error, por supuesto. Pero lo aceptaba por las circunstancias. Cambiar de cuerpo es una buena excusa para estar distraída con otras cosas.



Tenía la boca demasiado grande. Disfrutaba demasiado tomando el pelo a la gente, y aquella era una oportunidad que no podía dejar pasar. Unas insinuaciones, viejos motes, secretos compartidos. La confusión era muy satisfactoria, el riesgo divertido. Val amenazó con destriparla por saber demasiado. Gregor casi le abre la cabeza con un hacha hasta que logró convencerle de quién era. Discutió con Korissa, Juliette la chamuscó, Zalcor… bueno, a Zalcor siempre podía tomarle el pelo y sacarle los colores. A Sannish se lo dijo borracha (en qué demonios estaría pensando), pero recibió un beso en lugar de una bronca para variar (borracha perdida, vamos…). A Jarol no tuvo que decírselo, lo sabía. El muy cabrón siempre lo sabía todo. Pero con Jean Dale tensó demasiado la cuerda.

Recordó el estoque corrosivo que la despertó pinchando en su cuello, en el dormitorio del Descanso de los Páramos, y la sonrisa alegre de Jean Dale mientras amenazaba: “Habla o muere”. La amenaza era innecesaria, pero la había atrapado en bragas y dormida, y aquello era un error imperdonable. Había bajado todas las guardias, las precauciones que la habían mantenido con vida hasta… bueno, hasta que apareció en el cuerpo de Seda.

Habló, claro que habló, aunque dejando claro que era porque quería (y prefería no imaginar otra casuística). Nunca estaba mal tener un Jack de Picas en la mano... pero le dolía el cuello y también el ego…



La llama se apagó de nuevo mientras recordaba el desliz. Seda dio un puñetazo en la cama y volvió a chasquear los dedos, testaruda.



Su cuerpo no era como el de antes. ¿Cómo pensaba enfrentarse a Basilisco y a los sicarios de su familia, si ni siquiera era capaz de descender un agujero sin acabar dolorida por una costalada o peor, quedar atascada por calcular mal sus dimensiones? Era vergonzoso. Sus pisadas ya no eran tan ligeras, las sombras permanecían calladas. Y estaba distraída. Poco atenta a las señales.

Sólo así se explicaba que Val le hubiera colado una trola tan grande e inverosímil y ella hubiera tragado con ella hasta el fondo. No pudo estar enfadada con ella más de unos segundos cuando se lo dijo porque, como cuando Armin le hacía trampas a los dados, la culpa era de ella por no verlo. Pero no veía, y eso le repateaba las entrañas.

Podía hacer cosas increíbles con sus sentidos, pero seguía estando ciega para muchas otras. Y pasaban muchas cosas a su alrededor. Los Avatares. Después de la fiesta de Sutchard, estaba medio enganchada a Felicidad, aunque había prometido tiempo atrás no volver a ninguna mala adicción. Quilmeash. El liche que tenía a todos locos, y que había apresado a Zalcor por testarudo. Los Lindeseco y los hermanos tiflin, que eran un asunto pendiente que tendría que enfrentar tarde o temprano, especialmente porque le gritaban desde su anillo metiéndole prisa pero sin explicar nada. Y Basilisco de fondo, como un lagarto en una madriguera. La causa de todo, que irracionalmente la ponía furiosa.

Bueno, irracionalmente… tenía motivos contra él, pero ahora bailaba una duda en su mente ¿les había jodido, a Lothar, a Logan, a ella misma… o les había dado una nueva oportunidad?



La llama chisporroteó y volvió a apagarse. “¡Concéntrate, idiota! ¿No eres capaz de fijar tu atención más de diez segundos?”. Cabreada, esta vez sacó dos llamas de energía, una con cada mano. Impaciente, testaruda y arriesgando como siempre. Jinx contemplaba mientras se relamía una pata.



Tenía mucho que hacer, tenía que fortalecerse, recuperar la agilidad en sus manos, sus recursos para cada ocasión, actualizar sus contactos. Joder a Basilisco. Recuperar la posesión de su alma. Ayudar a sus amigos. Recobrar su vida y vivirla. Y, sobre todo, volver a tomar posesión de su herencia, y asegurarse de que la familia Rillyn nunca consiguiera aquello por lo que la habían perseguido y posiblemente matado.



Con un estallido de ira, las llamas crecieron de golpe antes de desaparecer, chamuscaron el techo, saltaron chispas a la cama y el jergón se incendió. Mientras Jinx bufaba intentando salir de la habitación, Seda intentaba apagar el fuego con la colcha, después con el agua del lavabo, y finalmente haciendo un rebullo de sábanas chamuscadas y empapadas que arrojó rápidamente a un rincón como si quemara —espera, sí que quemaba—, con el aliento alterado por el susto y la boca llena de imprecaciones.

—¿Está todo bien, querida? ¡Huele a quemado! —le gritaba Rosa al otro lado de la puerta.

—Eeehm, sí, Rosa, tranquila. —mintió mientras se mesaba el pelo, suspirando.

Aquello le iba a costar una buena bronca.
Última edición por Daan el Mar Sep 20, 2022 3:42 pm, editado 3 veces en total.
Daan - Perista profesional y lianta ocasional en paradero desconocido
Seda - Brujipícara y juerguista en paradero conocido (cualquier taberna)
Troy - Metomentodo a sueldo de pelo verde
Nin - El ki al servicio de Selûne
Talhoffer - Tan sólo una espada
Daan
Araña Terrible
Araña Terrible
Mensajes: 150
Registrado: Lun Dic 10, 2018 6:54 pm

Re: Seda

Mensaje por Daan »

Música ambiental
En los suburbios de Eterlund...

La voz de El Rojo sonaba calmada pero amenazante. Seda tragó saliva inconscientemente, porque sabía que aquel hombre tenía suficiente poder y contactos como para ponerla en un buen aprieto. Intentó mantener la calma mientras caía el chaparrón y no hacer un gesto hostil, porque además estaba en su territorio, rodeada de sus esbirros. Daan quizás hubiera conseguido escapar corriendo —tenía controlado el camino más despejado hacia la salida y la posición de los guardias en aquellos instantes, y salir corriendo de los problemas se le había dado (casi) siempre bien—, pero probablemente Seda caería como un saco de patatas bajo toda la seguridad.

Al final, lo que había comenzado con la promesa de un trabajo interesante, se había convertido de pronto en un problema inesperado. Y, por una vez en su vida, por una sola vez, la bronca que recibía… no se la había ganado.



—Envíala a Menzoberranzan y un problema menos, padre —dijo la joven tiflin con gesto de desprecio.

Un segundo de silencio.

—Seda, respira —le susurró Val a su espalda.

Maldita fuera su estampa. Como si fuera tan fácil.



“Seda, ¿qué pretendías?”. “¿Qué debo hacer, Seda? La familia es familia, pero ni siquiera tu Patrón puede responder por ti ahora”. “Envíala a Menzoberranzan y un problema menos, padre”, “Espero una respuesta. Y debe ser tuya. Sin excusas”, “Eres demasiado blando, padre. Por más que sea sobrina de madre.”

¿Madre? ¿Familia? ¿Patrón? ¿¡Menzoberranzan!? Cada atisbo de la conversación que no entendía complicaba más el asunto y las futuras explicaciones, que cruzaba dedos para poder dar en privado. Además, Abogado había comenzado a gruñir.

¿Es que ese maldito cuerpo no le caía bien a nadie en ese lugar?



Rojo accedió a charlar en su despacho, un lugar que podría describirse entre sofisticado y siniestro. Continuaba con cara de pocos amigos y las primeras palabras fueron tan bruscas como el resto de la conversación.

—¿Quién eres? Si no respondes tú, te sacaré la respuesta. No me gusta perder el tiempo.

—Al menos te has dado cuenta de que no soy Seda... —aquello era un alivio, no tendría que dar explicaciones inverosímiles.

—Abogado tiene un buen olfato —deslizó un pergamino sobre la mesa—. Firma.

Lo hizo no sin reparos y precauciones, ante amenazas que eran demasiado creíbles. Comenzaba a estar harta de las presiones por todos lados, y más aún cuando estaba perfectamente dispuesta a colaborar.

Rojo contempló el papel pensativo.

—Una pérdida. Tus habilidades me eran útiles. Aunque eso explica lo del anillo. Yo de ti hablaría pronto con tu patrón, mi mujer no está contenta.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Y eso cómo se hace?

No obtuvo respuesta, Rojo regresaba ya a la taberna. Beshaba les llevara a todos, por crípticos.



Salió de La Moneda echando humo por la cabeza, con el orgullo herido por las pullas y amenazas de la tiflin, la lengua sangrando de mordérsela, el bolsillo vacío tras comprar información a Rojo a golpe de oro, el culo amenazado por los nuevos negocios, y al mismo tiempo interés por lo que les habían contado y lo que parecía un trabajo de los que le gustaban.

—¡No contéis conmigo para ese trabajo! —despotricó con las otras, gesticulando mucho en cuanto se hubieron alejado­— ¡Qué les jodan a todos! ¡Y a la tiflin primero!

“Seda, es un suicidio romper un trato con Rojo”, le gritaba una vocecilla en la conciencia.

Y en el fondo no quería romperlo tampoco. La curiosidad abrasaba. La promesa de recompensa era sustancial. Los contactos con Rojo valían su peso en lunas. Odiaba no entenderse a ella misma. ¿Cómo hacía siempre para meterse en tantos follones?

—¡Aaaagh! —le pegó una patada a una piedra del camino.

Y a grandes zancadas se fue a emborrachar.
Última edición por Daan el Mar Sep 20, 2022 3:47 pm, editado 4 veces en total.
Daan - Perista profesional y lianta ocasional en paradero desconocido
Seda - Brujipícara y juerguista en paradero conocido (cualquier taberna)
Troy - Metomentodo a sueldo de pelo verde
Nin - El ki al servicio de Selûne
Talhoffer - Tan sólo una espada
Daan
Araña Terrible
Araña Terrible
Mensajes: 150
Registrado: Lun Dic 10, 2018 6:54 pm

Re: Seda

Mensaje por Daan »

Mejor suerte la próxima vez...



Aguardaban en la marabunta de chabolas, tiendas y caravanas que conformaban ese caos que se llamaba Villanieve, con la mano cerca de las navajas, la cara medio tapada y un poco de hastío. A lo lejos se oían risas entre los carromatos de las chicas de Cara, y a los borrachos que salían a vomitar a la parte de atrás del local de Vándar para que la semiorca no les rompiera el cráneo.

Así, era una noche como cualquier otra, y ambos estaban trabajando como de costumbre.

Tío, tenemos que sacar pasta pronto. Mi churri quiere que le compre una capa de esas con pelo de ninfa que vende el gnomo y cuestan un montón de lunas —se quejaba uno haciendo girar la cachiporra.

Pues deja de gastarte el oro en bacarán, capullo. No es culpa mía la mala racha de golpes.

¡Tampoco es mi culpa!

¡Sí, si no te callas y no dejas oír! ¡Viene alguien! ¡Trabajo!

Unas pisadas tranquilas se acercaban haciendo ruido en la gravilla del camino. Los dos se escondieron entre cajas, listos para actuar, con el cuchillo y la porra en la mano.

Distinguieron una figura pasar por el callejón y saltaron coordinados, con la experiencia de muchos atracos, uno por delante, otro por detrás, pudiendo ver finalmente el rostro bajo la capa que se giraba alternativamente a uno y a otro.

¡Otra vez tú! —exclamaron con horror.

¡Otra vez vosotros! —replicó ella al unísono.

¡Esta vez no te nos escapas!

¡Y una mierda!

El pie de la mujer se adelantó un milisegundo al matón de la porra y le llenó los ojos de grava. Manoteando para recuperar la vista, se abalanzó contra ella, pero ella ya no estaba allí y chocó contra su compañero, que lo sostuvo un instante y apartó al siguiente para intentar su ataque.

El matón de la navaja lanzó un tajo cruzado que falló mientras la chica saltaba hacia atrás metiendo tripa, otro a la cara que obligó a la otra a agacharse cubriéndose la cabeza con los brazos, y un tercero al costado que la otra aprovechó para acercarse por su lateral, cogerle con una mano del pañuelo que tapaba su cara y estrellarle el puño contra los dientes.

¡Auch! —gritó ella agitando la mano con los nudillos despellejados— ¡Sí que tienes la cara dura!

La chica se concentró un par de segundos en golpear la cara, hasta que cedieron los intentos de atacarla, y dejó caer al bandido, que balbuceaba insultos, bajando la guardia. El segundo hombre, sin embargo, vio allí su oportunidad y se acercó sigilosamente con la porra en alto.

Por fin. Aquella era su oportunidad. Con las ganas que le tenían. ¿Cuántas veces se habían encontrado con esa cabrona? Y ahora la tenía a un solo paso más...

Pero hizo un ruido. Y al siguiente instante rodaba por el suelo sujetándose sus partes más íntimas con gran dolor.

La próxima vez te partiremos la cara, hija de perra —gimió desde el suelo.

¡Mejor suerte entonces la próxima vez! —se despidió la otra alegremente desapareciendo en la noche.

Los dos bandidos se revolvieron gimoteando en la oscuridad del desvencijado callejón. Qué difícil era ganarse la vida en Villanieve.

// En homenaje a la pobre pareja de bandidos que despacha Seda todos los días al pasar por Villanieve y dedicado a Kurwen, que me hizo ver el drama social de esos PNJ
Última edición por Daan el Mié Sep 07, 2022 3:08 pm, editado 1 vez en total.
Daan - Perista profesional y lianta ocasional en paradero desconocido
Seda - Brujipícara y juerguista en paradero conocido (cualquier taberna)
Troy - Metomentodo a sueldo de pelo verde
Nin - El ki al servicio de Selûne
Talhoffer - Tan sólo una espada
Daan
Araña Terrible
Araña Terrible
Mensajes: 150
Registrado: Lun Dic 10, 2018 6:54 pm

Re: Seda

Mensaje por Daan »

Herencias recuperadas



Un Uróboros había aparecido roto. En Tornapetra. Tras ese Uróboros, las pinturas y profecías que Korissa le había mostrado. Unas pocas, perdidas entre los gritos de Dante, que hablaban ¿del futuro? ¿del pasado? ¿de aquel mismo presente? Entre ellas, Daan ahogándose en la corriente, como en el cuadro que había encontrado en la exposición de Argluna. El anillo escurriendo de sus dedos.

Un Uróboros había aparecido verde. En el Sanatorio. Tras ese Uróboros, las pinturas y profecías que parecían por venir. Muchos protagonistas, muchas escenas… cada uno retuvo unas pocas. En una, Seda estaba retratada sobre la tumba de Daan, con el anillo familiar de los Rillyn. Victoriosa. Deformada por la soberbia.

Ella no era así, pero ¿importaba acaso aquel retrato? En el cementerio de Fuerte Nuevo, resguardada por la noche, eludiendo la presencia de guardias, Seda clavo la pala profundamente en la tierra. Le daba igual seguirle el juego a Basilisco. Lleva mucho tiempo buscando aquello. No de esa forma, pero... era algo a lo que no podía renunciar.

Y Logan había dado completamente en el clavo, ¡qué diantres!

“Sé que la curiosidad te hará clavar la pala… y tú también lo sabes”.

Lo sabía. Así que trabajó, palada a palada. Había magia bajo sus pies, lo notaba. ¿Peligro? Al fin y al cabo era de esperar. Otra cosa la habría sorprendido. Palada a palada. Así cavó hasta que golpeó el ataúd.



—Sé que estoy cumpliendo con ese mural, con esa profecía… y no sé si es bueno o malo…

¿Ganaba así Basilisco? ¿Debía resistirse a mirar?

Apartó la tierra con cuidado. Forzó finalmente la tapa del ataúd.

Y allí estaba ella. El esqueleto de una mujer, fracturado como si una corriente la hubiera arrastrado. Una botella polvorienta de negro amargo. El anillo que era la seña de su identidad, su herencia, la marca de lo que pudo hacer y no hizo, de los límites que no debía cruzar, de su tenacidad.



Y una nota de letra inconfundible: “Gracias”.

—Vamos, vamos… —apresuraba Logan—. Tenemos que marchar. Alguien ha recibido un aviso. Saben que la tumba se ha abierto…

Se apresuró, pero había algo que necesitaba completar. Sentía que no podía dejar aquello sin más.

Seda vació el negro amargo sobre los huesos en una ¿despedida? ¿reencuentro?

—El último trago, joven calavera…

Y marcharon. En su mano, Seda llevaba su anillo. Detrás de ellos, quedaba una tumba solitaria a medio enterrar, con una lápida y un nombre.

Su nombre. El de verdad.

Había profanado su propia tumba, y no sabía si aquel encuentro era una victoria o una derrota, un principio o un final. Pero podía imaginar, sin duda, a Basilisco sonriendo, sabiendo perfectamente lo que iba a pasar.
Daan - Perista profesional y lianta ocasional en paradero desconocido
Seda - Brujipícara y juerguista en paradero conocido (cualquier taberna)
Troy - Metomentodo a sueldo de pelo verde
Nin - El ki al servicio de Selûne
Talhoffer - Tan sólo una espada
Daan
Araña Terrible
Araña Terrible
Mensajes: 150
Registrado: Lun Dic 10, 2018 6:54 pm

Re: Seda

Mensaje por Daan »

Muddy Waters
[media] [/media]
Las trampas que hace el sino

Dorothy era una niña rebelde en una mansión de la tiranía. Destinada a parir retoños de patricios egocéntricos y ser un peón más en las intrigas y maquinaciones de su padre —un seguidor de Bane que controlaba con mano de hierro a sus hijos—, para ella reincidir una y otra vez en la desobediencia a pesar del castigo se había convertido en su modo de vida. Sabía que aquello acabaría, tarde o temprano, mal, pero era lo que le había tocado vivir.

Imagen

Daan nació con la intriga por el giro de unos dados, y cambió cuando descubrió que el bombeo de la adrenalina en la nuca superaba cualquier otra emoción o droga. Descubrió el compañerismo con un mentor que fue su amigo, y que aquella vida era más interesante que provocar a su familia. Por un momento creyó que podría escapar por sus propios medios, y que aquello podría acabar bien, al fin y al cabo. Pero un golpe salió mal, mataron al viejo Armin y casi lo lograron con ella.

Fueron Ellos. La mano de hierro tras sus problemas era la misma. Pudo haberla cortado de raíz en una noche de furia, con una daga en un cuello dormido, pero simplemente dejó que todo ardiera y se llevó el orgullo de su padre en la mano. Huyó, fue perseguida, apreció la emoción de cada revés superado y el valor de la paranoia para sobrevivir. Llegó lejos al Norte y vivió aventuras hasta que el Reptil Dorado puso sus ojos en ella, mancilló lo que más apreciaba en aquel mundo y perdió el control de los acontecimientos. Sabía que aquello acabaría, tarde o temprano, mal.

Imagen

Y así fue, Daan murió con su pasado a la espalda, un anillo mágico en el dedo y la voluntad de que su padre jamás se hiciera de nuevo con él. Y mientras ella moría hundiéndose en las aguas, Seda moría asesinada en aquel mismo momento en un callejón de Eterlund y despertaba poco después frente a un ser diabólico… algo confuso por la situación.

Seda no era Seda, Seda era Daan. O Daan era, ahora, Seda. No sabía cómo, pero tenía prioridades. Tenía que averiguar muchas cosas, y recuperar muchas otras, y saldar cuentas pendientes, y volver a ver a los compañeros que creía perdidos y, sobre todo, aprender primero a mover su nuevo cuerpo y potenciar sus capacidades.

Así que Seda aprendió poco a poco a extraer poder de su rebeldía, del descaro y el deseo de venganza y resistencia. A calcular bien el precio de la información y el valor de los contactos. A ver los hilos de la Urdimbre y canalizar una parte muy oscura de su interior, cuyo origen concreto no tenía claro pero era útil.

Imagen

Mientras tanto, recorrió La Marca, tanto en su superficie como en la Infraoscuridad, buscando huellas del Reptil Dorado y tratando de deshacer sus planes, guiada por la ira y el dolor, sin más efecto que el de un puñetazo final guiado por la frustración. Se topó con un peligro mayor en forma de orog contra el que salió perdiendo, una y otra vez, levantando en cada ocasión los huesos y el orgullo magullados con la esperanza de lograr hacerle pagar cada nuevo golpe. Se esforzó por cumplir pactos de deudas que ponían su misma alma en peligro, y establecer otros que terminaron por remover los huesos de su pasado hundido en las aguas del Rauvin. Pasó una semana, tres meses, un año encerrada en los infiernos sólo por su testarudez.

Pero cuando abrió los ojos en las estribaciones de Argluna, tras atacar a sus propios aliados en una feroz batalla, se dio cuenta de que, en el fondo, siempre había perdido. De que nunca había tenido control de nada. Y que, tras haber sido amenazada, marcada, engañada, torturada, convertida en incubadora y utilizada sin voluntad como una mera herramienta, la rebeldía, resistencia y testarudez habían sido tan solo fachadas que no sólo no habían podido mantenerla libre de sus distintos enemigos, sino que la habían hundido en todos sus problemas.

Imagen

La libertad que buscaba no existía. Sólo existía la supervivencia y Sannish tenía razón. En el fondo sólo quedaba el miedo… y no sabía si luchar contra él o dejarse llevar.

Daan - Perista profesional y lianta ocasional en paradero desconocido
Seda - Brujipícara y juerguista en paradero conocido (cualquier taberna)
Troy - Metomentodo a sueldo de pelo verde
Nin - El ki al servicio de Selûne
Talhoffer - Tan sólo una espada
Responder