VETERANOS INTELECTUALES:
Desde pequeño he venido de una familia de lumbreras cuya inteligencia ha brillado entre la gente más mundana. Todo se remonta a mi abuelo.
Cierto día el en cuartel de la capital de Sembia (Realmslore), mi abuelo se decide jubilar junto con dos generales que ya estaban bien entraditos en años. Se les propuso un cobro de 100.000 monedas de oro por cada metro que midiesen entre 2 partes de sus cuerpos.
Estas fueron las medidas de cada uno: El primer General decide que el examinador le tome las medidas desde la planta del pie hasta lo alto de la cabeza. Después de medirle, el examinador le atribuyó una cuantía de 183.000 monedas de oro.
El segundo General decide estirar los brazos hacia los lados, manteniéndolos paralelos al suelo, y pide ser medido desde la punta de los dedos de la mano derecha hasta la punta de los dedos de la mano izquierda. El examinador le midió y le atribuyó una cuantía de 205.000 monedas de oro.
Cuando llega el turno mi abuelo, para espanto general, pide ser medido de la punta del pene hasta los testículos, a lo que los presentes responden con una sonora carcajada. El examinador intentó disuadirlo durante algunos minutos, pero al ver que mi abuelo estaba firme en sus propósitos, decidió concederle su voluntad, mandándole bajarse los pantalones. Colocó una punta de la cinta métrica en la extremidad del pene y cuando está comenzando a medir, exclama:
- ¡¿Pero dónde diablos están los testículos?!
A lo que mi abuelo respondió:
- En Beregost, en la cueva de un jodido lobo.
Los presentes parece que no comprendieron el intelecto de mi abuelito y lo hecharon a patadas con solo 100.000 monedas de oro, aun así con dicha paga, el imperio Valentine empezó a cobrar relevancia en la sociedad.
Vincent Valentine, la historia de una leyenda
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Re: Vincent Valentine, la historia de una leyenda
LA APUESTA Y EL INFALIBLE SISTEMA:
Pero mi abuelo no era el único genio de la familia, como él, mi padre era otro caso a parte de toda la humanidad, así que él fue el que construyó el imperio Valentine que hoy en día se conoce y engordando nuestras arcas haciendo apuestas, porque él tenía lo que no tiene ningún otro jugador… ¡UN SISTEMA!
Después de las andanzas de mi abuelo por Realmslore, no pudimos quedarnos por mucho tiempo puesto que la familia era vista como un atajo de aprovechados y truanes sin honor alguno. Pobres infelices, eran incapaces de ver la genialidad de nuestras obras. Así que nos mudamos a la costa de la espada, y pasamos gran parte de nuestras vidas en Neverwinter.
De todas sus hazañas que mi padre llevó a cabo, ahora solo contaré una por ser de las más emblemáticas y que dieron gran honor a la familia y eso solo cuando él solo tenía 24 años; era todo un genio.
Un día, mi padre y nuestro criado fueron a la casa de Piettrello, un rico comerciante, cargados con grandes sacos llenos de monedas de oro.
Allí, el mayordomo les paró, pero mi padre insistió en ver al dueño pues tenía una oferta que no podría rechazar. Al mucho insistir, el mayordomo les dejó pasar hasta el despacho de Piettrello.
En la estancia se encontraban el señor Piettrello y su joven hija. La muchacha más preciosa de Neverwinter; piel tersa, blanca como la nieve, ojos verdes y una melena dorada que le llegaba a su hermoso culito… (bueno no me desvío).
La muchacha al ver a los invitados, abandonó la instancia. Y su padre preguntó porque unos pocamonta como los Valentine querían hacer negocios con uno de los hombres más rico de Neverwinter.
Mi padre vació los dos sacos de monedas sobre la mesa.
- Ahí hay 100.000 monedas de oro.
Piettrello, naturalmente, sentía curiosidad por saber de donde había sacado tanto dinero, y le preguntó: "Señor, me sorprende que lleve tanto dinero encima. ¿De donde lo ha sacado?"
Mi padre bien orgulloso contestó: "Hago apuestas".
- ¿Apuestas? - Preguntó Piettrello. - ¿Que tipo de apuestas?
Mi padre, con la inteligencia que le caracteriza le contestó: "Bueno, por ejemplo: le apuesto a usted estas 100.000 monedas de oro a que los senos de vuestra preciosa hija son cuadrados".
Piettrello soltó una carcajada y dijo: "Esa es una apuesta estúpida. Usted nunca puede ganar con una apuesta de este tipo."
Mi padre lo desafió: "Bueno, ¿estaría usted dispuesto a aceptar mi apuesta?"
Ya sea por orgullo o por dinero fácil, este contestó:
- ¡Por supuesto! - Respondió Piettrello. - Apuesto 100.000 monedas de oro a que los senos de mi hija no son cuadrados.
- De acuerdo, pero como hay mucho dinero en juego, ¿puedo venir mañana a las 10 de la mañana con el notario para que haga de testigo? – respondió mi padre.
- Por supuesto. – contestó Piettrello entre una risa de victoria.
Aquella noche, Piettrello convenció a su hija para que estuviese presente y que no iba a ser nada del otro mundo, solo que ganaría 100.000 monedas de oro y que podría comprarle cosas bonitas o yo que se que le diría para convencerla.
A la mañana siguiente, a las 10 en punto, mi padre apareció con el notario de Neverwinter en el despacho de Piettrello. Allí se encontraban Piettrello, su hija, mi padre y el notario, nadie más. Se hicieron las oportunas presentaciones y repitió la apuesta: "100.000 monedas de oro a que los senos de esta muchacha son cuadrados".
Piettrello aceptó de nuevo la apuesta y mi padre le pidió a la muchacha que se quitara la parte superior del vestido para que todos pudiesen ver la verdad.
La muchacha miró mal a su padre, pero este con unos pocos argumentos, como que solo ellos lo iban a ver y que nadie más lo sabría, la convenció. Esta se quitó la parte de arriba del vestido mostrando sus redondos y preciosos senos.
Mi padre, no convencido, se acercó y miró sus pechos detenidamente y le pregunto si los podía tocar, pues se jugaba muchísimo dinero y no estaba convencido del todo. A esto tanto la muchacha como su padre saltaron pero mi padre argumentó que o se aseguraba o no iba a pagar tal cantidad de dinero porque estaba seguro de que le habían hecho trampas.
- Bien, de acuerdo - dijo Piettrello a regañadientes. – 100.000 monedas de oro es mucho dinero y comprendo que quiera estar absolutamente seguro.
- Gracias - contestó mi padre a la vez que tocaba aquellos maravillosos senos.
Entonces, Piettrello se dio cuenta de que el notario estaba golpeándose la cabeza contra la pared, por lo que Piettrello preguntó a mi padre: "¿Que le pasa al notario?"
A lo que mi padre contestó: "Nada, solo que he apostado con él 300.000 monedas de oro a que hoy, por la mañana, tendría los pechos de la hija del mercader más honorable y rico de Neverwinter en mis manos.”
Gran pensador y filósofo mi padre.
Pero mi abuelo no era el único genio de la familia, como él, mi padre era otro caso a parte de toda la humanidad, así que él fue el que construyó el imperio Valentine que hoy en día se conoce y engordando nuestras arcas haciendo apuestas, porque él tenía lo que no tiene ningún otro jugador… ¡UN SISTEMA!
Después de las andanzas de mi abuelo por Realmslore, no pudimos quedarnos por mucho tiempo puesto que la familia era vista como un atajo de aprovechados y truanes sin honor alguno. Pobres infelices, eran incapaces de ver la genialidad de nuestras obras. Así que nos mudamos a la costa de la espada, y pasamos gran parte de nuestras vidas en Neverwinter.
De todas sus hazañas que mi padre llevó a cabo, ahora solo contaré una por ser de las más emblemáticas y que dieron gran honor a la familia y eso solo cuando él solo tenía 24 años; era todo un genio.
Un día, mi padre y nuestro criado fueron a la casa de Piettrello, un rico comerciante, cargados con grandes sacos llenos de monedas de oro.
Allí, el mayordomo les paró, pero mi padre insistió en ver al dueño pues tenía una oferta que no podría rechazar. Al mucho insistir, el mayordomo les dejó pasar hasta el despacho de Piettrello.
En la estancia se encontraban el señor Piettrello y su joven hija. La muchacha más preciosa de Neverwinter; piel tersa, blanca como la nieve, ojos verdes y una melena dorada que le llegaba a su hermoso culito… (bueno no me desvío).
La muchacha al ver a los invitados, abandonó la instancia. Y su padre preguntó porque unos pocamonta como los Valentine querían hacer negocios con uno de los hombres más rico de Neverwinter.
Mi padre vació los dos sacos de monedas sobre la mesa.
- Ahí hay 100.000 monedas de oro.
Piettrello, naturalmente, sentía curiosidad por saber de donde había sacado tanto dinero, y le preguntó: "Señor, me sorprende que lleve tanto dinero encima. ¿De donde lo ha sacado?"
Mi padre bien orgulloso contestó: "Hago apuestas".
- ¿Apuestas? - Preguntó Piettrello. - ¿Que tipo de apuestas?
Mi padre, con la inteligencia que le caracteriza le contestó: "Bueno, por ejemplo: le apuesto a usted estas 100.000 monedas de oro a que los senos de vuestra preciosa hija son cuadrados".
Piettrello soltó una carcajada y dijo: "Esa es una apuesta estúpida. Usted nunca puede ganar con una apuesta de este tipo."
Mi padre lo desafió: "Bueno, ¿estaría usted dispuesto a aceptar mi apuesta?"
Ya sea por orgullo o por dinero fácil, este contestó:
- ¡Por supuesto! - Respondió Piettrello. - Apuesto 100.000 monedas de oro a que los senos de mi hija no son cuadrados.
- De acuerdo, pero como hay mucho dinero en juego, ¿puedo venir mañana a las 10 de la mañana con el notario para que haga de testigo? – respondió mi padre.
- Por supuesto. – contestó Piettrello entre una risa de victoria.
Aquella noche, Piettrello convenció a su hija para que estuviese presente y que no iba a ser nada del otro mundo, solo que ganaría 100.000 monedas de oro y que podría comprarle cosas bonitas o yo que se que le diría para convencerla.
A la mañana siguiente, a las 10 en punto, mi padre apareció con el notario de Neverwinter en el despacho de Piettrello. Allí se encontraban Piettrello, su hija, mi padre y el notario, nadie más. Se hicieron las oportunas presentaciones y repitió la apuesta: "100.000 monedas de oro a que los senos de esta muchacha son cuadrados".
Piettrello aceptó de nuevo la apuesta y mi padre le pidió a la muchacha que se quitara la parte superior del vestido para que todos pudiesen ver la verdad.
La muchacha miró mal a su padre, pero este con unos pocos argumentos, como que solo ellos lo iban a ver y que nadie más lo sabría, la convenció. Esta se quitó la parte de arriba del vestido mostrando sus redondos y preciosos senos.
Mi padre, no convencido, se acercó y miró sus pechos detenidamente y le pregunto si los podía tocar, pues se jugaba muchísimo dinero y no estaba convencido del todo. A esto tanto la muchacha como su padre saltaron pero mi padre argumentó que o se aseguraba o no iba a pagar tal cantidad de dinero porque estaba seguro de que le habían hecho trampas.
- Bien, de acuerdo - dijo Piettrello a regañadientes. – 100.000 monedas de oro es mucho dinero y comprendo que quiera estar absolutamente seguro.
- Gracias - contestó mi padre a la vez que tocaba aquellos maravillosos senos.
Entonces, Piettrello se dio cuenta de que el notario estaba golpeándose la cabeza contra la pared, por lo que Piettrello preguntó a mi padre: "¿Que le pasa al notario?"
A lo que mi padre contestó: "Nada, solo que he apostado con él 300.000 monedas de oro a que hoy, por la mañana, tendría los pechos de la hija del mercader más honorable y rico de Neverwinter en mis manos.”
Gran pensador y filósofo mi padre.
Re: Vincent Valentine, la historia de una leyenda
LA ESTIRPE CONTINUA
Después de un tiempo en Neverwinter, mi padre conoció a mi madre y bueno ya se sabe lo que pasa cuando dos personas se quieren. Mi padre, obligado por mi abuelo, desposó a mi madre pues el linaje de los Valentine debía continuar, y a poder ser con un hijo varón. De ese matrimonio salí yo, Vinvent Valentine, el que debería seguir con la casta de genios.
Algunos podrían decir que mi vida ha sido más sencilla que la de los demás, por eso de tener padres ricos y tal... pero mi tendencia a meterme en lios y mi afán de aventuras (todo debido a mis genes) me procuraron problemas, refriegas de bar y otro tipo de curiosas historias que... ya iré contando más adelante.
No nací siendo el fornido y formidable hombre que soy ahora, pues mi persona ha pasado por peligros indescriptibles y experiencias inexplicables que trataré de explicar para que podais comprender que raudo y sagaz joven se os pone delante.
Ahora empieza el tiempo de Vincent Valentine, la saga...
Después de un tiempo en Neverwinter, mi padre conoció a mi madre y bueno ya se sabe lo que pasa cuando dos personas se quieren. Mi padre, obligado por mi abuelo, desposó a mi madre pues el linaje de los Valentine debía continuar, y a poder ser con un hijo varón. De ese matrimonio salí yo, Vinvent Valentine, el que debería seguir con la casta de genios.
Algunos podrían decir que mi vida ha sido más sencilla que la de los demás, por eso de tener padres ricos y tal... pero mi tendencia a meterme en lios y mi afán de aventuras (todo debido a mis genes) me procuraron problemas, refriegas de bar y otro tipo de curiosas historias que... ya iré contando más adelante.
No nací siendo el fornido y formidable hombre que soy ahora, pues mi persona ha pasado por peligros indescriptibles y experiencias inexplicables que trataré de explicar para que podais comprender que raudo y sagaz joven se os pone delante.
Ahora empieza el tiempo de Vincent Valentine, la saga...
Re: Vincent Valentine, la historia de una leyenda
LA CARTA DEL SUICIDA
Cuando cumplí la mayoría de edad, mi padre, siguiendo el mandato de mi abuelo (que por si a alguien le interesa sigue vivo, no se como dura tanto ese carcamal...) me obligó a elegir doncella y casarme para poder seguir algún dia el linaje de los Valentine con un hijo varón. Busqué por Neverwinter a una buena mujer, entiendase por buena estar buena y no ser buena, ya me entendeis... pero la desgracia se cernió sobre mi persona y por algunos motivos que ahora no vienen al caso (infidelidades contra mi, pirateria, problemas con el alcohol, pérdida de dinero mediante el juego y otra larga lista de cositas sin importancia) tuve que divorciarme... pero un Valentine no puede divorciarse como un cualquiera... no, eso no es posible... y como que mi mujer no queria dejarme ir... (no se porque) dedicí trazar un plan con mi padre.
Con mi gran intelecto aproveché los líos de familia que había para poder simular mi suicidio, nada grave, solo que en esa ciudad me dan por muerto. Tengo que dar gracias a mi padre que me ayudo con el plan… y luego también fingió su suicidio. Después de eso nos dirigimos a Alaghon (Turmish) donde establecimos ya nuestra casa definitiva, por lo menos hasta la fecha, pero eso es otra historia.
Junto al cadáver de un suicida (claramente no el mío, era un vagabundo que encontré muerto por ahí a quien le puse mis ropajes, que fue lo único de que me lamenté, perder una de mis mudas… pero que se le va a hacer) se encontró una carta explicatoria diciendo:
Sr. Juez: No culpe a nadie de mi muerte, me quito la vida porque dos días más que viviese no sabría quién soy en este mar de lágrimas, y sería mucho martirio. Verá Usted Sr. juez.
Tuve la desgracia de casarme con una viuda, ésta tenía una hija, de haberlo sabido, nunca lo hubiera hecho. (Claramente lo hubiese hecho con su hija que era muchísimo más bella).
Mi padre, para mayor desgracia era viudo, se enamoró y se casó con la hija de mi mujer (Maldito papá, fue más listo que yo…), de manera que mi mujer era suegra de su suegro, mi hijastra se convirtió en mi madre y mi padre al mismo tiempo era mi yerno.
Al poco tiempo mi madrastra trajo al mundo un varón, que era mi hermano, pero era nieto de mi mujer de manera que yo era abuelo de mi hermano.
Con el correr del tiempo mi mujer trajo al mundo un varón que, como era hermano de mi madre, era cuñado de mi padre, y tío de sus hijos.
Mi mujer era suegra de su hija, yo soy, en cambio padre de mi madre, y mi padre y su mujer son mis hijos; además, yo soy mi propio abuelo.
Sr. juez: Me despido del mundo porque no sé quien soy. (Y por cierto, no se de donde han salido tantos varones porque no tuve relaciones… “íntimas" con ella) (Maldita estrecha que ni casada me dejo meterle mano…)
Firmado: El cadáver.
Cuando cumplí la mayoría de edad, mi padre, siguiendo el mandato de mi abuelo (que por si a alguien le interesa sigue vivo, no se como dura tanto ese carcamal...) me obligó a elegir doncella y casarme para poder seguir algún dia el linaje de los Valentine con un hijo varón. Busqué por Neverwinter a una buena mujer, entiendase por buena estar buena y no ser buena, ya me entendeis... pero la desgracia se cernió sobre mi persona y por algunos motivos que ahora no vienen al caso (infidelidades contra mi, pirateria, problemas con el alcohol, pérdida de dinero mediante el juego y otra larga lista de cositas sin importancia) tuve que divorciarme... pero un Valentine no puede divorciarse como un cualquiera... no, eso no es posible... y como que mi mujer no queria dejarme ir... (no se porque) dedicí trazar un plan con mi padre.
Con mi gran intelecto aproveché los líos de familia que había para poder simular mi suicidio, nada grave, solo que en esa ciudad me dan por muerto. Tengo que dar gracias a mi padre que me ayudo con el plan… y luego también fingió su suicidio. Después de eso nos dirigimos a Alaghon (Turmish) donde establecimos ya nuestra casa definitiva, por lo menos hasta la fecha, pero eso es otra historia.
Junto al cadáver de un suicida (claramente no el mío, era un vagabundo que encontré muerto por ahí a quien le puse mis ropajes, que fue lo único de que me lamenté, perder una de mis mudas… pero que se le va a hacer) se encontró una carta explicatoria diciendo:
Sr. Juez: No culpe a nadie de mi muerte, me quito la vida porque dos días más que viviese no sabría quién soy en este mar de lágrimas, y sería mucho martirio. Verá Usted Sr. juez.
Tuve la desgracia de casarme con una viuda, ésta tenía una hija, de haberlo sabido, nunca lo hubiera hecho. (Claramente lo hubiese hecho con su hija que era muchísimo más bella).
Mi padre, para mayor desgracia era viudo, se enamoró y se casó con la hija de mi mujer (Maldito papá, fue más listo que yo…), de manera que mi mujer era suegra de su suegro, mi hijastra se convirtió en mi madre y mi padre al mismo tiempo era mi yerno.
Al poco tiempo mi madrastra trajo al mundo un varón, que era mi hermano, pero era nieto de mi mujer de manera que yo era abuelo de mi hermano.
Con el correr del tiempo mi mujer trajo al mundo un varón que, como era hermano de mi madre, era cuñado de mi padre, y tío de sus hijos.
Mi mujer era suegra de su hija, yo soy, en cambio padre de mi madre, y mi padre y su mujer son mis hijos; además, yo soy mi propio abuelo.
Sr. juez: Me despido del mundo porque no sé quien soy. (Y por cierto, no se de donde han salido tantos varones porque no tuve relaciones… “íntimas" con ella) (Maldita estrecha que ni casada me dejo meterle mano…)
Firmado: El cadáver.
Re: Vincent Valentine, la historia de una leyenda
NOTA DEL HIJO:
Una vez en Alaghon, cuando cumplí los 20 años de edad, se despertó en mi una venada de aventuras, me moría por salir a explorar el mundo y el mundo estaba preparado para que otro Valentine saliera a darle caña. Pero para ello tenía que despedirme de la familia, pero se que las despedidas de seres queridos no son lo mío así que pensé… ¿que haría mi padre…? Y entonces… la inspiración divina de la familia Valentine me inundó y empecé a tejer mi plan.
Mi padre entró en mi cuarto. Ve la cama desecha y un papel que descansa sobre la misma. Camina lentamente hasta alcanzar al papel pensando en lo peor. Empieza a leerlo:
Querido padre:
Para mí es muy difícil decirte todo esto, pero te lo tengo que decir. Te cuento que me estoy yendo de casa con Gwendon, mi actual pareja. Estoy enamorado de él, papá. El chico es muy atractivo, tiene un cuerpo increíble... Además tiene un montón de tatuajes y esas cicatrices que tanto me ponen... me encantan. También me gusta su súper caballo que los guardias nunca pueden alcanzar... Creo que lo amo, papi.
Pero además, no es sólo eso... la verdad es que descubrí que realmente no me gustan las mujeres. Lo intenté, pero no las puedo ni ver. Sé que usted no aprueba mi decisión y es por eso que decidí escaparme para vivir esta experiencia con Gwendon. Sé que seremos muy felices viajando por el mundo. Queremos viajar por el mundo sin conocer exactamente nuestro próximo destino, viviendo de vender las artesanías hechas por nuestras propias manos.
Pero para que sepas que lo nuestro va en serio, que no es una tontería, te cuento que Gwendon quiere que adoptemos hijos, que formemos una gran familia. El otro día, mientras nos fumábamos unas hierbas muuuuy alucinógenas, me lo propuso. Me pareció genial, fue todo lo que siempre soñé: tener mi propia familia. Eso sí, decidimos que una vez que los tengamos ya no usaremos más hierbas fuertes... sólo algunas hierbillas más ligeras. Es que cuando hay niñosde por medio... hay que pensar un poco más las cosas ¿o no?
Creemos que vamos a vivir en perfecta armonía. Nuestros hijos van a crecer en un ambiente muy sano, con muy buenos ejemplos. Y no te preocupes papá porque lo tengo todo clarísimo y se lo que quiero, así que... espérame porque algún día volveré y vas a ver que no me arrepentí en lo más mínimo. Te mando un beso grande y dile al abuelo que le quiero mucho y que intentaré seguir sus pasos.
Vincent Valentine.
Y cuando mi padre ya estaba casi por desplomarse sobre el suelo de la habitación de su único hijo varón, termina leyendo.
PD: Papaito, no te asustes. Era todo una broma. Me largo con Dynara, sacerdotisa de Tymora. Esa mujer está buenísima y… soltera. Esta carta fue sólo para mostrarte que hay cosas peores que el abandono de tu hijo. El hijo que quiere seguir tus pasos… Vincent.
A lo que mi padre gritó a los cuatro vientos: ¡Me siento orgulloso de ti hijo mío!
Una vez en Alaghon, cuando cumplí los 20 años de edad, se despertó en mi una venada de aventuras, me moría por salir a explorar el mundo y el mundo estaba preparado para que otro Valentine saliera a darle caña. Pero para ello tenía que despedirme de la familia, pero se que las despedidas de seres queridos no son lo mío así que pensé… ¿que haría mi padre…? Y entonces… la inspiración divina de la familia Valentine me inundó y empecé a tejer mi plan.
Mi padre entró en mi cuarto. Ve la cama desecha y un papel que descansa sobre la misma. Camina lentamente hasta alcanzar al papel pensando en lo peor. Empieza a leerlo:
Querido padre:
Para mí es muy difícil decirte todo esto, pero te lo tengo que decir. Te cuento que me estoy yendo de casa con Gwendon, mi actual pareja. Estoy enamorado de él, papá. El chico es muy atractivo, tiene un cuerpo increíble... Además tiene un montón de tatuajes y esas cicatrices que tanto me ponen... me encantan. También me gusta su súper caballo que los guardias nunca pueden alcanzar... Creo que lo amo, papi.
Pero además, no es sólo eso... la verdad es que descubrí que realmente no me gustan las mujeres. Lo intenté, pero no las puedo ni ver. Sé que usted no aprueba mi decisión y es por eso que decidí escaparme para vivir esta experiencia con Gwendon. Sé que seremos muy felices viajando por el mundo. Queremos viajar por el mundo sin conocer exactamente nuestro próximo destino, viviendo de vender las artesanías hechas por nuestras propias manos.
Pero para que sepas que lo nuestro va en serio, que no es una tontería, te cuento que Gwendon quiere que adoptemos hijos, que formemos una gran familia. El otro día, mientras nos fumábamos unas hierbas muuuuy alucinógenas, me lo propuso. Me pareció genial, fue todo lo que siempre soñé: tener mi propia familia. Eso sí, decidimos que una vez que los tengamos ya no usaremos más hierbas fuertes... sólo algunas hierbillas más ligeras. Es que cuando hay niñosde por medio... hay que pensar un poco más las cosas ¿o no?
Creemos que vamos a vivir en perfecta armonía. Nuestros hijos van a crecer en un ambiente muy sano, con muy buenos ejemplos. Y no te preocupes papá porque lo tengo todo clarísimo y se lo que quiero, así que... espérame porque algún día volveré y vas a ver que no me arrepentí en lo más mínimo. Te mando un beso grande y dile al abuelo que le quiero mucho y que intentaré seguir sus pasos.
Vincent Valentine.
Y cuando mi padre ya estaba casi por desplomarse sobre el suelo de la habitación de su único hijo varón, termina leyendo.
PD: Papaito, no te asustes. Era todo una broma. Me largo con Dynara, sacerdotisa de Tymora. Esa mujer está buenísima y… soltera. Esta carta fue sólo para mostrarte que hay cosas peores que el abandono de tu hijo. El hijo que quiere seguir tus pasos… Vincent.
A lo que mi padre gritó a los cuatro vientos: ¡Me siento orgulloso de ti hijo mío!
Re: Vincent Valentine, la historia de una leyenda
¡AGUAAAAA!
En uno de mis viajes, tuve que pasar por un desierto, pero claro… orientándome por allí… pues digamos que no salí muy bien parado. Pasó el tiempo y mi deshidratación iba a más así que llegó un momento en que avanzaba arrastrándome por el suelo de arena, casi muerto pidiendo con mis últimas fuerzas:
-Aguaaa... aguaa... agua... agua...
De pronto aparece una tienda en medio del desierto, me arrastré como pude y le dije al tipo que estaba en la tienda:
-Aguuaaa... deme aaguaa, me mueeerro... aaaguaaa...
El tipo de la tienda me dijo:
-Compañero, agua no tengo, pero yo vendo mocasines... mire, mire... tengo de todos colores, de todos los tamaños, mágicos o normales…
A lo que respondí:
-¡Pero que coño… necesito aaaguaaa!...
El vendedor me insistió:
-Ya le dije que no tengo agua, pero mire los mocasines, baratísimos, acepto cualquier tipo de moneda, tengo cambio de todo tipo.
Casi muerto repetí:
-¡Aaaguaaaa!
El vendedor me dijo:
-Bueno mira, como a 8 kilómetros hay una taberna de alto postín llamada el Oasis, allí a lo mejor tienen agua... pero, compadre, cómpreme unos mocasines... mire, mire.
No quise escucharlo más, estaba a poco de morir, así que me arrastré durante todo un día, no quería morir así que saqué fuerzas de flaqueza... Hasta que por fin divisé la posada el Oasis en medio del desierto. Llegué ya con mis últimas fuerzas y le dije al portero:
-Agguaaa... me muero... aaaaguaaaa.
Y el portero me contestó:
-Amigo, le daría el agua, pero es que no puede entrar sin mocasines.
En uno de mis viajes, tuve que pasar por un desierto, pero claro… orientándome por allí… pues digamos que no salí muy bien parado. Pasó el tiempo y mi deshidratación iba a más así que llegó un momento en que avanzaba arrastrándome por el suelo de arena, casi muerto pidiendo con mis últimas fuerzas:
-Aguaaa... aguaa... agua... agua...
De pronto aparece una tienda en medio del desierto, me arrastré como pude y le dije al tipo que estaba en la tienda:
-Aguuaaa... deme aaguaa, me mueeerro... aaaguaaa...
El tipo de la tienda me dijo:
-Compañero, agua no tengo, pero yo vendo mocasines... mire, mire... tengo de todos colores, de todos los tamaños, mágicos o normales…
A lo que respondí:
-¡Pero que coño… necesito aaaguaaa!...
El vendedor me insistió:
-Ya le dije que no tengo agua, pero mire los mocasines, baratísimos, acepto cualquier tipo de moneda, tengo cambio de todo tipo.
Casi muerto repetí:
-¡Aaaguaaaa!
El vendedor me dijo:
-Bueno mira, como a 8 kilómetros hay una taberna de alto postín llamada el Oasis, allí a lo mejor tienen agua... pero, compadre, cómpreme unos mocasines... mire, mire.
No quise escucharlo más, estaba a poco de morir, así que me arrastré durante todo un día, no quería morir así que saqué fuerzas de flaqueza... Hasta que por fin divisé la posada el Oasis en medio del desierto. Llegué ya con mis últimas fuerzas y le dije al portero:
-Agguaaa... me muero... aaaaguaaaa.
Y el portero me contestó:
-Amigo, le daría el agua, pero es que no puede entrar sin mocasines.
Re: Vincent Valentine, la historia de una leyenda
SUSTO EN LA NOCHE:
Después de otras interesantes y elocuentes vivencias, mi camino me llevó hasta la Marca Argentea. (Quien quiera saber más sobre mis vivencias que me pregunte directamente... no voy a escribirlo todo que me canso...).
Mientras me dirigía a Nevesmortas en una noche muy oscura y muy lluviosa estaba yo en medio de un solitario camino pidiendo que alguien me llevara. Llovía tan torrencialmente que no se veía nada a más de dos metros.
De pronto, lentamente y sin mayores ruidos apareció un carruaje de la nada, sin caballos, y se detuvo ante mí.
Sin pensarlo me subí, y el carruaje se puso lentamente en movimiento...
Grande fue mi sorpresa y temor, ya que al mirar hacia el asiento del conductor me di cuenta que no había nadie. Mayor fue mi angustia cuando vi que en el camino venía una curva... Me afirmé lo mejor que pude, esperando lo peor, cuando de pronto al enfrentar la curva, el mastil de los caballos fue cogido por una mano que salía de las sombras y guió el carruaje a través de la curva. Esto mismo se repitió cada vez que había una curva, y yo, con un miedo indescriptible de pronto salté del carruaje y corrí lo más rápido que pude hasta llegar a Nevesmortas.
Cuando llegué, (aún muy asustado) entré en la posada a calmar mis nervios y a relatar lo que me había sucedido. Al cabo de media hora de entrar en calor, secarme, contar mi odisea y tomar unos tragos, entraron dos hombres a la posada, mojados hasta los huesos y cansados a más no poder, y al verme uno le comentó al otro:
- Mira William... ahí esta el malnacido hijo de perra que se subió al carruaje mientras nosotros empujábamos.
Después de otras interesantes y elocuentes vivencias, mi camino me llevó hasta la Marca Argentea. (Quien quiera saber más sobre mis vivencias que me pregunte directamente... no voy a escribirlo todo que me canso...).
Mientras me dirigía a Nevesmortas en una noche muy oscura y muy lluviosa estaba yo en medio de un solitario camino pidiendo que alguien me llevara. Llovía tan torrencialmente que no se veía nada a más de dos metros.
De pronto, lentamente y sin mayores ruidos apareció un carruaje de la nada, sin caballos, y se detuvo ante mí.
Sin pensarlo me subí, y el carruaje se puso lentamente en movimiento...
Grande fue mi sorpresa y temor, ya que al mirar hacia el asiento del conductor me di cuenta que no había nadie. Mayor fue mi angustia cuando vi que en el camino venía una curva... Me afirmé lo mejor que pude, esperando lo peor, cuando de pronto al enfrentar la curva, el mastil de los caballos fue cogido por una mano que salía de las sombras y guió el carruaje a través de la curva. Esto mismo se repitió cada vez que había una curva, y yo, con un miedo indescriptible de pronto salté del carruaje y corrí lo más rápido que pude hasta llegar a Nevesmortas.
Cuando llegué, (aún muy asustado) entré en la posada a calmar mis nervios y a relatar lo que me había sucedido. Al cabo de media hora de entrar en calor, secarme, contar mi odisea y tomar unos tragos, entraron dos hombres a la posada, mojados hasta los huesos y cansados a más no poder, y al verme uno le comentó al otro:
- Mira William... ahí esta el malnacido hijo de perra que se subió al carruaje mientras nosotros empujábamos.