
La noche estaba cayendo y la mezcla de vegetación y las luces de los fuegos daban un colorido verdoso al techo que nos cubría.
El anciano se aproximo hacia sus discípulos y dio con su cayado de roble un fuerte golpe en el suelo para que todos prestaran atención.
-Cada vez son más frecuentes los ataques a nuestra comunidad… *decía mientras elevaba el cayado con los brazos flexionados*
Todos centraban sus miradas al anciano que caminaba dando círculos por la hoguera mientras hablaba.
-Cada vez son más de nuestros hijos los que caen en la lucha contra los que una vez fueron expulsados. Shévarash no puede permitir que esto ocurra mas, por eso yo os convoco para dar un fuerte golpe que debiliten sus números y una vez así acabar con ellos para siempre!*dio un fuerte golpe con su puño cerrado sobre la palma de su otra mano*
Todos los allí presentes se levantaron con grandes gritos eufóricos y una vez más el anciano levanto su cayado para acallar las masas.
*el anciano se acerco a tres jóvenes elfos que permanecían sentado junto al anciano con las rodillas en el suelo*
-Aiwir. Llevaras a tu grupo a la grieta.
-Mhilion. Tu y tus hermanos caminareis sobre las copas.
-Y tu, Sioril. No permitiré que desobedezcas otra de mis órdenes. ¡Permanecerás aquí con los niños y los protegerás!
Este último se levantó de golpe y se pronunció.
-Bien sabéis que aquí no hago nada! Mis artes son más útiles al frente y bien lo sabéis. Mis conocimientos mágicos con el arco son más útiles allí abajo. ¿Es que no me vais a permitir luchar?
-Debisteis pensarlo mejor las últimas veces en las que me desobedecisteis. Ahora cumplid como os ordeno o me veré obligado a expulsaros.
El silencio reinaba en la copa del gran árbol mientras Sioril hacía por ver más allá de donde sus ojos llegaban.
-Maldición!*se giro a mirar al centenar de niños que allí estaban con él*
Pasaron algunas horas cuando ya se escuchaban movimientos en el bosque. Sin duda el ataque había empezado. Gritos, flechas silbando, crujir de árboles y sonidos de animales que se habían unido a la batalla.
-No puedo quedarme aquí… tengo que irme. *se giró a uno de sus hombres que sufrieron en deshonor con él y le agarró del hombro*
-Os dejo al mando, me acercaré a echar un vistazo. Estoy viendo algunos árboles agitarse hacia nuestra ubicación. Algo se acerca.
-¿sabes que ocurrirá si te vas de tu puesto? –Le dijo este sabiendo lo que le respondería.
-Ya me conoces. Somos lo que somos. *cogió su arco y saltó por las copas*
A medida que Sioril se acercaba los sonidos del combate eran más tronantes y caminaba por las copas al lugar donde le daba mala impresión.
-¿pero eso que es?
La araña más enorme que se había visto en miles de Decanas corría a ritmo forzado en dirección al Gran Árbol mientras media docena de exploradores hacían volar sus flechas sin éxito de llamar su atención.
Sioril sin pensarlo dos veces salto sobre la enorme cabeza del ser de la infraoscuridad. Su cabeza era enorme, se podía construir una casa humana sobre ella.
Los exploradores desesperados por no tumbarla lanzaban maldiciones sobre ella mientras Sioril preparaba su arco apuntando a uno de sus ojos.
-Comete esto maldita! *grito mientras su flecha impacto en uno de sus ojos y al alcanzarla se desató una enorme bola de fuego que hizo saltar por los aires a este*
Poco daño le causo a la araña pero llamó la atención del causante de tal explosión que se levantaba del suelo unos cuantos metros de allí.
Corrió tras él unos kilómetros mientras este corría como alma que traía el diablo.
La araña estaba centrada en Sioril y le vino bien, pues esta tomó otra dirección que la desviaba del Gran Árbol y de pronto… Sioril paró en seco.
Sus pies se anclaron al borde de un gran desfiladero y temió un instante de haber caído.
Cuando reaccionó se giro para ver la situación en la que se encontraba y lo primero que vio fue la araña semi-derrapando para arrollar a Sioril con ella sobre el desfiladero.
El grupo de exploradores que venían siguiéndola se asomaron en el desfiladero para confirmar que ambos cayeron.
-Sacadme de aquí hermanos….*dijo Sioril que se sujetaba en unas ramas que salían de unas grietas cuando temía por caer*
-La araña cayó y he perdido mi arco. Se bien que sobrevivirá de esta, pero la caída retrasará que vuelva pronto. Debemos volver.
La batalla trascurrió y terminó en una retirada para tomar fuerzas y atacar nuevamente. No sin antes de que el anciano se reuniera con Sioril.
-Habéis hecho un acto de valor, pero desobedecisteis mi orden. ¿Sabes que significa eso?
-Así es. *dijo este mirándolo fijamente*
-Debéis continuar con vuestras enseñanzas en otro lugar Sioril. Ya no eres uno de los nuestros.
Se giro y se marchó del lugar para no volver jamás.
