Vaen Tirariel
Era una tarde húmeda y oscura -casi había anochecido- cuando el viajero llegó a la posada de Nevesmortas. Su capa gris estaba empapada y sus viejas botas manchadas por el barro del cenagal en el que se había convertido el camino tras varios días de lluvia. Al primer vistazo no parecía nadie especial, menos aun al compararlo con quienes le acompañaban; más había algo peculiar en su expresión. Sus ojos se veían vacíos, casi opacos, y estaban acompañados de un semblante triste y pesaroso. Si bien era cierto que el día se prestaba a la nostalgia y que debían estar agotados por tan dura travesía, esto parecía insuficiente para explicar la sombra que le rodeaba. Su mirada era profunda -inteligente incluso- pero transmitía una honda sensación de pesadumbre, como la de alguien que ha vivido algo horrible o ha sido testigo de un gran mal. Cuando se sentaron, ocupó el lugar más alejado del gentío que a esas horas se reunía para beber y disfrutar de algo de compañía, aun cuando ese día era bastante inferior al habitual. Era difícil escucharlo, pues hablaba casi en murmullos, pero los parroquianos más cercanos a su posición lograron escuchar una voz grave y tranquila, de algún modo dulce, que capturaba con facilidad su atención a pesar de transmitir tanto o más pesar que sus ojos.
Aquel variopinto grupo pisó varias noches la posada, como tantos otros aventureros, y en estas ocasiones el sombrío viajero contaba viejas historias a quienes se acercaban a él. Historias de héroes y reyes, glorias de un tiempo pasado de grandeza y honor, si bien todas tenían en común una visión pálida del mundo, un final triste y una moraleja pesimista. Estaba claro que era un bardo, pero uno peculiar: sus cuentos no buscaban divertir, sino hacer pensar.
Trasfondo:
Vaen nació en el seno de una familia relativamente pudiente. Mediano de varios hermanos, desde corta edad le interesaron los libros de aventuras y leyendas y las historias de los bardos itinerantes. Quizás su familia confundió esto con inquietudes académicas, por lo que lo envió a una escuela, puede que con la idea de que aprendiera el saber arcano en el futuro. No puede decirse que su juventud fuera triste, pero sí que él lo era. Siempre parecía estar en las nubes, reviviendo mentalmente las historias que leía o escuchaba, modificándolas de forma que él estaba presente en ellas. Pero, al contrario que sus héroes, el sentía que no tenía ningún lugar en el mundo, ningún futuro más allá de continuar el aburrido negocio familiar. Poco antes de alcanzar la mayoría de edad, por suerte o por destino, se cruzó en su camino la oportunidad de formar parte de cierto grupo de aventurero. No lo dudó un momento, quizás al final sí que habría un lugar para él en las historias.
Descripción:
Vaen parece alguien corriente, un hombre al que no prestarías atención entre la multitud. Su vestimenta, sencilla y de colores neutros, ayuda a ello. De altura media, piel clara y cabellos negros, este joven que apenas supera la veintena parece abstraído, ajeno a su entorno. Quizás podría resultar algo atractivo, pero no parece poner interés en ello. Tal impresión cambia cuando le prestas algo más de atención. Su mirada es inteligente, analítica, pero a la vez triste y sombría; su voz grave pero suave, apenas un susurro. No le escuchas levantarla ni decir palabras malsonantes, al contrario, se expresa con soltura y claridad, quizás muestra de una educación académica. De vez en cuando pronuncia citas o anécdotas de antiguas historias y, al hacerlo, suele captar la atención de quienes le rodean.
Nota: el grupo al que hago referencia sería este http://www.marcaargentea.net/joomla/php ... f=1&t=9902
