Dave XIII, el afortunado.

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

Moderadores: DMs de tramas, DMs

Soleil

Dave XIII, el afortunado.

Mensaje por Soleil »

Me gustaría decir que llegue al mundo en un día soleado, acompañado de rayos del sonido de las arpas de los querubines mientras la urdimbre gemía de placer pero la realidad era bien distinta.

-Rapido pásame el cuchillo de la manteca!

Con esas sencillas instrucciones el recién autonombrado matasanos que hasta hace apenas unos segundos solo había visto el parto de una vaca y de lejos ya que ejercía como pastelero se puso manos a la obra. Todo salió mal, o amenos eso dicen. Un despropósito tras otro, ese ha sido el resumen de mi vida desde el tiempo de descuento como podéis ver. Pero la cosa no termina ahi... la cosa sigue sin embargo para llegar a ese punto hay que retroceder un poco.

Mi familia era un tanto peculiar, sin embargo me siento orgulloso de ver que la oveja negra en mi familia no era yo, sino ellos cosa que en cualquier otra familia hubiera sido imposible. Veníamos de una pequeña aldea rodeada de unos campos tan inertes que ningún reino se había propuesto discutir su propiedad y donde lo único relacionado con la cultura que podíamos encontrar era la manera de saludarse que tenían los pollos y las vacas entre ellos.

Mi madre decía que ella era alquimista, pero no era cierto... se dedicaba a mezclar plantas y bichos de manera completamente aleatoria y luego vendía los frascos como medicinas a las ciudades vecinas. Algunos la tildaban de bruja ya que normalmente no pasaba nada, pero de vez en cuando sonaba la flauta y zas!! alguno de los frascos hacia alguna reacción al ser ingerido. Pocas veces la deseada pero oye, cada uno vive de lo que puede. Unos de las aventuras... otros de las estafas... en fin, la cosa es que un día en medio del embarazo decidió mostrar que sus potingues podían hacer efecto, se tomo uno elaborado a base de perejil y PLAS! toma parto prematuro! Desde ese día la llaman la poción paritoria, todo un numero uno en ventas.

Mi buen padre, de tan bueno tonto.. la creía de pies juntillas. Ese era el futuro que me deparaba... rata de laboratorio involuntaria. Ja! planazo...

Que raros eran eh? sin embargo era un buen entorno. Sin rutina, sin vecinos (este dato sera importante), con una afición por el aprendizaje mediante la experimentación brutal... Todo apuntaba a que iba a ser el peor ganadero de la historia.

Siendo pequeño mi madre me instruía en eso de que la vida, la muerte y el azar va todo de la mano así que si alguien estiraba la pata un mes después de su potingue es porque se lo merecía porque ella sabia perfectamente lo que estaba haciendo. Ella lo llamaba la entropía. Joder, estaba como una cabra.

Parecia claro, loca de atar. Encima envenenaba al personal, de cabeza a la horca. Sin embargo mi opinion cambio con los años, ella tambien ayudaba ocasionalmente aunque por un nada módico precio. Sin embargo empezaba a encontrar algo de coherencia en sus frascos. Quiza se me empezaba a ir la cabeza a mi tambien, locura hereditaria!

Empecé a mostrar interés por aquello que hasta el momento tildaba de locura y parece que eso de bruja no se le iba a quedar nada corto. Mi buena madre rezaba a los bosques, a los elementos y les pedía consejo. Ella les obedecía ciegamente, decía que eran los que le daban el poder para elaborar sus potingues y nos ofrecían su poder si sabíamos como pedirlo. Nunca la creí hasta un día.

Se acercaba el invierno, las lluvias se volvían pesadas y el viento azotaba las paredes sin demasiada clemencia y entre el fango del suelo y las ráfagas de viento, no era necesario ser adivino para saber que eso se venia abajo. Ese día aprendimos dos cosas, que correr es bueno y que mi madre era una bruja.

Cuando el techo se vino abajo ya nos encontrábamos mi padre y yo fuera de la casa, las paredes se derribaron y dieron vista a una sala que no conocíamos. Bajo el suelo de nuestra casa una pequeña sala a la que se accedía por la parte trasera del cobertizo quedó al descubierto. En él encontramos unas docenas de libros, ingredientes de lo mas variopintos y docenas de frascos medio rellenados, me aproximé a dar un vistazo cuando involuntariamente moví uno de los frascos que se derramo sobre algo parecido a unos polvos de color morado que habían sobre un pequeño cráneo animal.

Esto era lo mas emocionante que había pasado en mi vida! Y en ese momento el olor que suele preceder a una llama se hizo mas que evidente. Como diantres iba a explotar algo entre tanta lluvia? pues si. Lo hizo. Gracias que no habían vecinos.

Mi madre debió escuchar la explosion porque vino corriendo, no fue un big bang pero si se hizo escuchar. Le pedimos explicaciones y nos las dio sin dejar de mirarme. Entendi que mi madre tenia algún tipo de sintonía con los elementos y que era capaz de destilar alguno de ellos y manejar otros pocos.
La explicación continuaba y no dejaba de mirarme, mi padre daba unos pasos atrás cual animal cauto. Me mire a mi mismo por primera vez y vi que algo había cubierto mi cuerpo, ese algo era la razón de que el fuego no me hubiera hecho ni el mas mínimo rasguño. Eso si, el olor a azufre estaba por doquier.

Parece que no solo había heredado la locura de mi madre, tambien había heredado esa sintonía que ella tenia. Sin embargo no quería acabar como ella, así que decidido a aprender me cogí mis camafeos, mis costumbres y me encaminé hacia el lugar donde decían que los requisitos para una escuela de magia no eran demasiado altos... Nevesmortas!

Llegue unos días después, por fin vî cosas nuevas. Desde entonces empecé a vagabundear, a tratar de ganarme la vida, aprendí a pescar, a encender un fuego sin rama y yesca y conocí a un mago que aunque trataba de enseñarme unas formulas que yo no entendía en absoluto, ver que era capaz de hacer me inspiraba para manejar mi entorno.

Este elfo era un mago, Idril me enseño como funciona la urdimbre y sus principios, aprendí el resto de algunos libros. A partir de aquí, empecé a comprender que era eso que mi madre llamaba entropia... la urdimbre. Sin embargo el respeto a lo que nos rodea nos evita la catástrofe natural a la que todo tiende, si algo puede salir mal... saldrá. Hay que estar atento!

Dioses, doy gracias de no ser un mago. Eso de estudiar magia y practicar en un laboratorio podría haber provocado el tercer cisma.

Un saludo.
Responder