Retrospectiva

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Bizarro

Retrospectiva

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PRELUDIO

Anochecía. A lo lejos, bajo la leve cortina de agua que caía incesante, podía vislumbrar las dobles puertas de la Villa amurallada que era Nevesmortas, una lechuza ululaba entre los árboles.
Solo el sonido de la lluvia al golpear su ligera armadura de cuero endurecido acompañaba su caminar, bajo su capucha, un mechón de pelo negro asomaba. Casi podía ver la silueta de los guardias apostados en la entrada, sus ojos marrones escrutaban los alrededores del camino, más curiosidad que vigía, buscando en la oscuridad que lo cubría todo. Aligeraba el paso, pues a medida que cae la noche se hacen más peligrosos los caminos, sobre todo aquí en la Marca y de sobresaltos ya andaba sobrado. Cada vez más cerca, podía casi oír el imperceptible sonido de los habitantes en sus quehaceres cotidianos, muchos a estas horas camino de sus confortables casas o de alguna de las tabernas del lugar.
El tintineo del agua sobre las armaduras metálicas de los guardias de la Villa, le indicaban su cercanía, mantenía el paso seguro, pues ya hacía unas lunas completas que había arribado a estos lares. La Marca Argéntea seguía siendo un lugar peligroso para los descuidados y los confiados, fue una de las primeras cosas que aprendió, a pesar de las patrullas de Caballeros por los caminos y el gran número de aventureros que llegan cada poco. Trasgos, Osgos, Orcos y todo tipo de animales salvajes pululaban por los bosques y caminos.
Se detiene un momento antes de entrar, echa un mirada hacia atrás y observa el camino que lo trajo hasta aquí, una sonrisa asoma a su rostro al empujar la pesada puerta, las luces y las sombras del pasado caminan por su mente.


Torre Negra - Tablero Blanco (parte I)

-Biz, cariño, venga que es hora de levantarse... -Bizarro se hacía el remolón bajo las sabanas de su cama-. Venga hijo que llegarás tarde a la escuela y sabes que eso no le gusta a tu padre, no le hagas esperar mucho. -De repente, una claridad que le hizo cerrar los ojos con mucha fuerza, se apoderó de su habitación-. ¡No te lo diré dos veces Bizarro! Si viene tu padre a buscarte sabes que te ganarás un buen castigo y puede que hasta quedarte sin cena, así que en pié.

-¡Jooo!, ¡mamá no quiero ir a la escuela, estoy cansado! -metió la cabeza bajo la almohada-.

-¡Ya está bien! tienes cinco minutos para levantarte y salir corriendo afuera, sino me enfadaré -Esas últimas palabras las pronunció de una forma tan serena que hizo que se le erizaran los vellos de la nuca. Sabia que no tenía más oportunidades-. Cinco minutos -fueron las ultimas palabras de su madre-.

Tras oír como se cerraba la puerta, Bizarro se movió rápido, en un parpadeo estaba junto a la silla sobre la cual descansaba su ropa. Su madre le había dejado colgada tras la puerta una capa de piel de ciervo, esta iba acompañada de un gorro, también de piel del mismo color. Una vez se había vestido, bajó raudo por las escaleras que unían su habitación, una pequeña buhardilla que él llamaba "su refugio", con el pasillo lateral de la casa, esta era de tipo solariega pues en el Valle de la Sombra eran raros los inviernos muy fríos siempre con temperaturas agradables. Aunque hay excepciones y este era una de ellas, este invierno era mas frío de lo normal, una pequeña capa de nieve cubría los campos y los caminos.

Vio a su madre en la cocina, se acercó a ella sigiloso y le dedicó un gran beso sonoro en la mejilla, -Te quiero mamá, hasta después. -recogió su pequeño macuto y con una hogaza de pan de centeno tostado en la boca, abrió la puerta que daba a la salida de su casa. Corriendo se dirigió hacia la cerca, donde le esperaba su padre al borde del camino. Vestido con una túnica forrada, en la cual llevaba bordado el símbolo de Deneir, "la vela sobre el ojo", como todo buen seguidor de su iglesia, cubría su cabeza con un chambergo de piel. Portaba en su mano un libro, con una encuadernación marrón y plata, posiblemente fuera la copia en la que llevaba trabajando varios meses, tras llegar a su altura lo miró con una sonrisa en la cara y le dijo:

-¿Has visto? -Señalando todo lo que se extendía ante ellos-. Mira, creo que nunca habías tenido ocasión de ver un paisaje igual en tus dieciséis primaveras, de hecho creo que hace mucho tiempo que yo tampoco lo veía, es una espléndida mañana -miró a su hijo mientras abarcaba con su mano el horizonte-.

-¡Vaya! -exclamó el joven con la boca llena de pan-. Nunca me había fijado en la Torre padre, ahora si que destaca, parece una pieza de ajedrez "La Torre Negra de Ashaba sobre el tablero blanco".

Caminaban por el lado derecho de la calzada adoquinada, esta ya con gran trasiego de personas y mercancías que se dirigían al Valle de la Sombra. La riba de Ashaba era paso obligado para todos aquellos que venían del sur, ya fuera de otros valles o de Cormyr. Bizarro se ensimismaba contemplando las estalactitas formadas con las gotas del rocío, en las pocas flores que habían aguantado la helada de la noche. Procuraba estar atento a las placas de hielo para no resbalar, aunque con gran dificultad, pues se distraía con el simple vuelo de un escarabajo buscando el calor del sol, que ya ascendía en el horizonte. Al este se divisaban los árboles que conformaban el antiguo y espléndido bosque de Cormanthor, lugar de gran belleza y magia, en el que aún residían pequeños asentamientos de elfos lunares, protectores de los secreto de sus ocultas ciudades y aliados de nuestro Lord Mourngrym. El valle era conocido por el sinfín de aventureros que pasaban por allí, o por lo s que acababan estableciéndose de forma definitiva, Bizarro nunca había pensado en eso, no estaba seguro de si su familia era oriunda del valle o sus padre se instalaron antes de él nacer, pero sí había una cosa segura que le rondaba por su cabeza y era que siempre fantaseaba con adentrase en la espesura y vivir grandes aventuras junto a sus compañeros de juego, aunque rápidamente se hacia a la idea de que él no sería un gran aventurero.

-¿Padre? -hizo una pausa mientras daba forma a las palabras de su pregunta-. ¿Tú crees que algún día podría llegar a ser aventurero? -mientras se miraba las manos, como si portara algún arma-.

-Puede ser, debes buscar tu camino, no debes fijarte en el que siguen los demás. Tú eres como tu madre -se quedó pensativo por unos instantes dudando en que palabras utilizar-. Me gustaría que fueras como yo, un buen escriba y traductor de Deneir pero creo que tienes mas sangre de mamá que mía.

-Pero padre, si mamá lo único que hace es cuidar de nosotros y viajar cada dos por tres a Cormyr, siempre va a visitar a nuestros parientes los Wyvernspur, y ¡ni siquiera sé quienes son! -con un deje de ofuscación que asomaba a su voz-. Yo no soy como Gael, no sé manejar ni el arco ni la espada y ya no digo la Urdimbre ¡como Briseida!, ¡pero padre ni siquiera tengo tu Fe o la de Roy! -dándole una patada a una piedra el camino-.

-Ja ja ja ja -rió a carcajadas su padre-. ¡Claro que no! tu eres diferente, todos tenemos una senda en la vida, algunos la recorremos y otros ignoran que la tienen, pero está ahí. Bizarro, la vida está llena de sorpresas y aventuras, ¡eres un Wyngs! no lo olvides -con una sonrisa de orgullo reflejada en su rostros-.

-Sí, soy un Wyngs, ahora que lo pienso -entrecerrando los ojos, como si hubiera descubierto un secreto largo tiempo guardado-, ¿por qué llevo el apellido de mamá? -se quedo fijo mirando a su padre-. ¿Por qué no llevo el tuyo?

-Pues.... -Dudando de la respuesta que debía darle- es algo que tu madre te contará en su debido momento, pero no creo que sea un problema cual es tu primer apellido -intentaba mantener la mirada al frente para no cruzarla con su hijo-. Bueno ahí está la escuela -cambiando rápidamente de tema y señalando un edificio de techumbre grisácea-, ¿has quedado después de clase con tun amigos? Ya sabes que dentro de poco es la fiesta del solsticio de invierno, tenéis que estar los cuatro para poder participar, así que no hagáis tonterías.

-No sé que tonterías puedo hacer yo -quejándose de forma cómica-, ¡ni siquiera tengo una navaja! Gael lleva su espada y su arco, Briseida su estoque, ¡pero si a Roy le ha regalado su padre una maza y un escudo! y yo, y yo -repitió con un mohín-, yo ni un cuchillo -miró desconsolado, su padre le dedico una sonrisa y un abrazo, tras lo cual dejó a su hijo en el porche-.

Bizarro observó como su padre se perdía entre las gentes que ya llenaban las calles de la Villa, bufó un instante, tras lo cual giró sobre sus talones y atravesó sin volver la vista la puerta de la escuela.

Final de la Primera Parte.

-Nota del autor: algunos de los hechos y pjs que aparecen en esta narración pertenecen a jugadores, con los que una vez tuve el placer de jugar (hace alrededor de 15 años ya ¡como pasa el tiempo!), es la historia de Bizarro Wyngs, historia que se desarrolló durante diferentes sesiones de una aventura inolvidable en una partida de mesa, para la cual lo creé. Este es quizás el pj con el más me he divertido jugando y con el que espero seguir divirtiéndome en La Marca.
Bizarro

Re: Retrospectiva

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Torre Negra - Alfil Negro (Parte II)

Bizarro seguía aquellas imperceptibles huellas por el bosque, intentaba recordar las lecciones de su amigo Gael -siempre hay un rastro Biz, una rama rota, unas hojas ligeramente aplastadas, solo has de saber observar-. Allí estaba, veía el contorno de unas botas -ya te tengo- susurró en voz baja. Mas allá, a unos diez metros, lo vio, se recortaba la figura de el elfo oscuro junto a un arbusto -(ha sido más fácil de lo que pensaba)- sonreía bajo la capucha, a poco menos de dos brazos de longitud levantó la mano para asir la capa de su presa, en ese momento, una sombra apareció a su izquierda y una hoja de fino acero plateado se colocó a pocos centímetros de su garganta -Biz estas muerto-.

Negaba con la cabeza, sentado en el suelo con las piernas cruzadas miraba a los ojos de color malva de su amigo de tez oscura -Gael, me has engañado de mala manera-.

-¿Tu crees?- con una sonrisa de burla en su rostro, mientras guardaba en su funda su espada larga.

-No, tienes razón seguramente me hice ilusión y eso que fuera descuidado, tenia que haberme parado y reflexionar el siguiente movimiento en vez de ser tan impulsivo.

-No me prestas atención, no es tan difícil, solo has de hacerme caso y mirar bien-, era un reproche velado, eran amigos desde hacia tiempo y siempre intentaba enseñarle cosas acerca del bosque y de los animales, incluso entre él y Briseida le estaban enseñando el idioma élfico que quizás era lo que mejor se le daba.

-Lo siento Gael, no consigo centrarme, lo intento pero... -por un momento se quedó allí de pié entre los árboles-. ¿Recuerdas en la escuela? ¿Cuándo para leer me tenía que poner las manos en los oídos? Pues es porque oigo todo a mi alrededor, me desconcentro, igual que antes.

-¿Te estas quedando conmigo? ¡Venga Biz! se que mientes mejor, lo he visto.

-No miento-. Su cara se sonrojaba por momentos -¿hacemos una prueba?- mira al elfo oscuro con cara desafiante. -Toma- sacó un pañuelo de su macuto y se lo tendió a su amigo -tápame los ojos con esto-.

-¿Seguro? -miraba a Biz con cara sonriente- a mi me da igual, ¡tu verás! -le vendó los ojos con el pañuelo-. Ya amigo.

-Vale, ahora date un paseo y vuelve por la dirección que quieras -bajó los brazos y mantuvo la respiración constante, al norte oía el viento mecer las hojas de los robles, al oeste el canto de un gorrión de ceja blanca, al sur en la distancia el berrido de un cervato llamando a su madre y en el este.. en el este el silencio y el sonido del roce de unas flechas en un carcaj, sonrió y levantó el índice en esa dirección -vienes por el este Gael, oigo tus flechas en el carcaj-.

-¡No me lo puedo creer! ¿Cómo es posible? Pero, si me he esforzado al máximo en no hacer ruido! -El elfo observaba a su amigo sin poder creérselo, mientras miraba de un lado al otro del bosque-. Creo que es hora de marcharnos, mañana seguiremos con las prácticas, quiero enseñarte a acercarte a los animales salvajes sin que te ataquen. -Aguantó una risa-.

-¿Que quieres que? Espero que sepas lo que haces, porque sabes que corro más que tú -no pudo aguantar la risa desbordante-.

Fin de la Segunda Parte
Bizarro

Re: Retrospectiva

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Torre Negra - Reina Blanca (parte III)

Esgrimía su espada corta aguantando los envites de la elfa, esta con un arma de mayor tamaño no paraba de acosarlo. Bizarro intentaba esquivar lo mejor posible, se movía rápido y utilizaba todo lo disponible a su alcance, sabía de sobra que en un combate en igualdad de condiciones ella acabaría rápidamente con él. Un momento después se encontraba en el suelo, su arma a cierta distancia y la de su enemiga le apuntaba directamente al pecho.

-¡Levanta! -le espetó la elfa con una sonrisa- ¡será posible! ¿no me escuchas cuando te hablo? -Con cierta mirada de malicia y algo de despropósito también-.

-¡Claro que te hago caso! pero tu arma es más grande y eres mucho mejor que yo -respondió sin mucha convicción-.

-Eso es consuelo de tontos -Briseida le dedicó un duro reproche- si no quieres aprender me lo dices, pero no me hagas perder el tiempo Biz, dejo mis clases arcanas durante unas horas todos los días para enseñarte esgrima -se encogió de hombros mientras se daba la vuelta y se dirigía hacia sus cosas-.

Ahora sabía porque se descentraba, realmente siempre lo había sabido, miraba aquellas caderas alejarse y notó como se le enrojecìan las mejillas. Era una elfa muy bella, pero también una espadachín sublime y una arcana excepcional, no hacía mucho que entro en la edad adulta pero parecía la misma que cuando la veía muchos años atrás.

De un rápido movimiento se puso en pié, recogió su corta y caminó hacia donde se encontraba la elfa. Notaba el sudor correrle por la frente y la espalda, agarró la funda y guardo la espada a continuación se cambió de camisa, se sacudió las hojas y miro alrededor.

-¿Crees que progreso? -Sin levantar la vista-.

-¿Tu que crees? -notaba la mirada clavandose en su nuca-.

-No lo sé -se encogió de hombros-, por eso te pregunto, puede que no sirva para esto -chasqueó la lengua en un signo de negación- quizás debería ser escriba como mi padre.

-¿Sabes que te iría mejor? -Mantenía la mirada fija en el humano-.

-No, dime -Biz consiguió por unos instantes levantar la cabeza-.

-Deberias ser cocinera y ama de casa como tu madre, sí eso creo yo -su rostro no dejaba ver ningún atisbo de sentimentalismo. Bizarro notó como se le cambiaba la cara y su rostro se tornaba blanquecino-. ¡Que no tonto! -una desboordante risa surgió de la garganta de Briseida a la vez que se le saltaban las lágrimas-. ¡Tenías que haberte visto! ¡pensé que te desmayabas! -le salían las palabras a tronpicones entre accesos de risa incontrolada.

-No le veo la gracia, se que no soy el mejor espadachín del mundo -notaba como le subian los colores, muerto de la vergüenza-.

Pasado un rato ambos amigos salian del bosquecillo donde se solían reunir, caminaban contemplando el atardecer, a lo lejos veian las divisiones que formaban los campos de labranza y a cierta distancia los manzanos de Grello, el viejo Grello, era conocido por su mal carácter y su racanería. Biz hizo una seña para que la elfa vigilase mientra él saltaba la cerca.

-¡Biz no! ¿que haces? si te ve Grello se lo dirá a tus padres o algo peor.

-¡Vigila! -haciendo caso omiso a las indicaciones de Briseida, se dirigió hacia uno de los árboles, el cual tenía las manzanas más rojas que habian visto en mucho tiempo. Bizarro le dirigió una mirada a la elfa mientras recogía los frutos de las ramas más cercanas al suelo. Un chasquido le hizo volver la vista hacia un lado, alli estaba Grello y uno de esos perros que tenía, grandes como una oveja, sintió un nudo en el estomago. Su amiga contemplaba la escena manteniendo la respiración, agachada tras unos arbustos al borde del camino, y rezando porque el perro no oliera el rastro. Bizarro se quedó muy quieto, apenas un hilo era su respiración, perro y amo pasaron a un metro y medio de distancia, hubo un momento en el que juraría que el chucho le miró a los ojos, pero pasado unos segundos observó como se alejaban sin más. Llegó hasta el borde del camino a gatas y con la ropa llena de tierra y verdín.

-¡Estás loco! ¿Sabes el susto que me has dado? ¡Pensé que ese animal te iba a encontrar! -La mirada de la elfa era mezcla entre alivio y enfado-. ¿Como has hecho para que no te viera? no, no, esa no es la pregunta ¿como es posible que ese perro no te oliera? -lo miraba con cierta cara de incredulidad, tras lo cual solo oyó una respuesta seguida de una gran carcajada-.

-¡Soy el mejor jugando al escondite!

Fin de la Tercera Parte
Bizarro

Re: Retrospectiva

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Torre Negra - Caballo Blanco (parte IV)


El templo de Lathander del Valle de la Sombra era reconocido por cualquiera que pasase por allí, dicen las malas lenguas que es demasiado ostentoso, de cristal irrompible y teñido de rosa con forma de fénix. Hacia allí se dirigía Bizarro, su buen amigo Roy era devoto del Señor del Alba y comenzaba su camino como iniciado en el sacerdocio. Se conocían desde pequeños, es más fueron juntos a la escuela. Biz consideraba al futuro clérigo como uno de sus mejores amigos junto a Briseida y a Gael, lo visitaba a menudo y compartían charlas sobre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, bueno más bien Roy charlaba y Bizarro se perdía en sus ensoñaciones, como era de esperar en él. A pesar de su diferencia de creencias, ninguno de los dos intentaba quedar por encima del otro en cuestiones Divinas, ambos aceptaban la fe contraria como algo que se debía a parte de un todo aún mayor.

-Bizarro, amigo mío -a pesar de haber cumplido los veintiún años, Roy parecía el mayor de los cuatro, de gesto adusto, modales sobrios y respetuosos que chocaban abiertamente con el desparpajo y la cordialidad de la que hacía uso Biz hacía todo el mundo, incluyendo en su vocabulario sobre todo la palabra "amigo", a la cual no le daba el uso común que se le da normalmente, para Bizarro era su muletilla, su apoyo en los momentos en que debía saberse un nombre y para eso era un negado-. ¿Qué te trae por el Templo del Señor del Alba? -una sonrisa asomaba al rostro del clérigo-.

-Lo de siempre Roy, te traigo un ejemplar que le encargasteis traducir a mi padre, el "Luminus Estinguis Oscuratis", estaba en subcomún. La verdad no nos ha venido mal, al menos me ha servido para poder aprender ese lenguaje y ¡solo en cuatro meses! ¿Que te parece? -Se quedó contemplando la cara de su amigo-.

-A veces me desconciertas Bizarro, ¡eres tan capaz de aprender una lengua que no has oído en tu vida como de olvidar el nombre de alguien a quien conoces hace años! -El clérigo negaba sonriente-.

-¡Vaya, no sabia que se me notara tanto!, lo intento compañero, pero no hay manera -mientras caminaba de un lado a otro de la sala- he optado por apuntarlos, pero luego confundo los nombres y no se que es peor -cogió una silla cercana y se sentó-.

-Bueno Biz no te preocupes, ¿quieres una copa de vino? -el futuro clérigo siempre se tomaba las cosas de una manera calma y sin prisas, al contrario que su amigo, pues este actuaba más por impulsos- estoy desarrollando un conjuro divino que me permite sanar -sonreía orgulloso- ya lo consigo con heridas abiertas, aunque no muy grandes claro.

Bizarro lo miraba incrédulo pues sabía que no todos consiguen méritos suficientes para que su Dios les concediera tal don -¡Lathander tiene que verte con buenos ojos Roy! -exclamó con un tono festivo-. ¡Me alegro muchísimo por ti amigo!.

-¿Te hago una demostración? -sonreía lleno de orgullo- no te preocupes no hace falta que te hagas una herida, aunque sé de sobra que eres experto -rió el divino con desmesura-.

-¿Seguro que no me dolerá? ¡Tú sabes de sobra lo miedica que soy! -Bizarro lo miraba con cierta desconfianza- además, acuérdate del día que me enseñaste a vendar heridas ¡que casi me dejaste sin circulación el brazo por solo un rasguño! -la duda le asaltaba recordando aquel episodio reciente-.

-¡Que nooo! -negaba con la cabeza- no seas miedica amigo- Roy colocó su mano izquierda sobre el brazo de su compañero, acto seguido asió su medallón con la diestra y comenzó a relatar una salmodia. Bizarro sintió un leve pero a la vez cálido hormigueo en su brazo, que iba creciendo a medida que el clérigo alzaba la voz en su oración. Podía ver el sudor que caía por la frente de su amigo, una vez completó el salmo desapareció esa sensación de calidez tal como había comenzado-.

-No se que decirte, solo que me siento orgulloso de ser tu amigo Roy -acto seguido, se levantó y abrazó al clérigo todo lo que su fuerza dio de sí-. ¡Que sensación, pero espero no tener que sentirla porque me haya pasado algo! -soltó una carcajada que se hizo más sonora al estar en el espacioso y diáfano templo- ¡uy, lo siento! -sentía las miradas de los que por allí andaban y la cara de su amigo sonrojándose- Bueno, creo que marcho antes de que me echen -volvió a reír- ¡Cuídate amigo!

Fin de la Cuarta Parte.
Bizarro

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Torre Negra - Jaque Mate (parte final)

Allí se encontraban los cuatro amigos, eran los últimos juegos del solsticio de invierno en los que participarían, cada uno pertrechado con los útiles necesarios para la aventura que sería aquel día. Cada equipo constaba de entre tres y cinco componentes, casi todos jóvenes y en edad de empezar a aventurarse por los caminos o a escoltar caravanas que salían del Valle diariamente. Las armas de metal estaban prohibidas así que se utilizaban unas de madera replicas a las originales de cada joven, Roy portaba una cota de mallas y un escudo acompañado de una maza de madera, Briseida solo su espada de madera de arce labrada, Gael un arco de tejo y una cuchillo también de madera labrada, las flechas de este llevaban las puntas recubiertas de una especie de caucho y Bizarro solo una corta de madera de pino.

Cada grupo debía de encontrar una serie de banderas que se habían repartido por el valle y las lindes de los bosque circundantes, el que más consiguiera era el ganador. Las reglas eran simples y además estaba la opción de eliminar a los grupos adversos y quitarles las banderas que habían conseguido, de ahí el que se portaran armas de madera. Cinco grupos se habían presentado esta vez, cada uno representado por un pañuelo que debía ser visible en todo momento, a los cuatro compañeros les tocó el pañuelo plateado.

-¿Creéis que este año lo conseguiremos? -Habló Briseida, los demás esperaban que alguien lo dijera esta vez- yo creo que sí, he preparado una serie de conjuros -dijo en voz baja-, esta vez no fallaremos -su voz sonó segura y en cierta manera desafiante-.

-Yo estoy completamente seguro -sonrió el clérigo- sino, no me hubiera presentado, además siempre nos hemos quedado cerca, incluso de más pequeños quedábamos por encima de otros de más edad -afirmó con seguridad-.

Gael y Bizarro asintieron a sus dos amigos al unísono, los cuatro mantenían cierta complicidad y eran un grupo unido. Esperaron pacientes a que los jueces del concurso dieran el visto bueno mientras realizaban las últimas comprobaciones. La villa era una algarabía de gente que disfrutaba de las fiestas, a pesar de hacer cierto frio, el cual combatían con litros de aguamiel, cerveza y vino caliente, se podía oler los guisos y los asados de venado y jabalí. Venían incluso de otros valles a vender sus productos en estas fechas, con sus puestos y carromatos ambulantes. No era difícil perderse entre el gentío a pesar de que la guardia redoblaba sus esfuerzos en la villa para mantener el orden y evitar altercados por culpa del alcohol y los excesos.
Una vez hechas las comprobaciones se daría inicio a los juegos.

-Bueno ya sabeís cuales son las normas, los que traigan tres de las cinco banderas serán los vencedores -Jaum el herrero enano de la villa era el representante de Severo Amcazhra, el Señor del Valle, para los juegos-. ¿Estáis listos? -grito con voz atronadora- ¡pues que empiecen los juegos!

Sonó una trompeta y al instante una veintena de jóvenes salían corriendo en direcciones dispares, unos hacia el norte, otros se dirigían al rio, dos grupos se mezclaron entre el gentío de la Villa y solo uno permaneció quieto decidiendo el camino a tomar.

-Bueno, ¿hacia donde? -Bizarro miró a sus compañeros- está claro que una se encuentra en al Torre Espiral y sería una perdida de tiempo, otra estará posiblemente entre las tiendas yo los carromatos de los mercaderes, pero las demás no se me ocurre -se encogió de hombros-. Sus compañeros asintieron al unísono, todos estaban de acuerdo.

-Tengo un par de conjuros de adivinación preparados, pero no sé si eso es hacer trampa -miró a sus amigos- ¿qué creéis?

Roy sonrió de manera inconsciente -que no hay nada escrito sobre eso, así que no veo el inconveniente, pero deberíamos salir ya-.

-Estoy de acuerdo -aseveró el elfo oscuro- no podemos perder más tiempo.

En cuestión de minutos ya se encontraban cruzando el rio dirección sureste y dejando atrás la villa. Se mezclaban los campos de cultivo con partes de bosque que hacían las veces de divisiones entre los terrenos, apenas media hora de que comenzaran los juegos los cuatro ya se encontraban a las afueras. Pararon en un claro junto al camino, vigilando que nadie les siguiera, Briseida comenzó a recitar un conjuro, todos quedaron en silencio para no descentrar a la arcana y esperando que sirviera de algo. Un instante después terminó.

-Veo un perro -dijo con voz queda- solo eso, un gran perro. ¿Qué puede significar?

-¡Ni idea! -dijeron al unísono explorador y clérigo-.

-Yo lo sé -se giraron y miraron interrogantes-. Está en los campos de Grello, posiblemente entre sus árboles frutales -miró decidido a sus compañeros-, es el único que tiene perros grandes -con una sonrisa de oreja a oreja-.

Los juegos terminaban a eso de las cinco de la tarde, pues en invierno anochecía antes y no era seguro andar a horas intempestivas por ahí. Los cuatro discutían el próximo paso a dar, habían localizado una segunda bandera al sur en el aserradero, esta no muy difícil de encontrar. Al sol apenas le quedaba una hora de luz, yendo por la vereda norte del camino, al este del río, se podía ver la Vieja Calavera, un promontorio de granito casi blanco salpicado de cuevas.

-Allí debería estar -señaló Gael- ahí lo pondría yo, es un sitio poco transitado, además de por las leyendas que se cuentan -rió como si lo hubieran sacado de una historia de terror-. ¿Qué os parece?

-Por mi vale -miró Roy al resto del grupo asintiendo conjuntamente- entonces movámonos rápido.

Ascendieron hacia la parte norte del promontorio, pues era el camino más directo a la cima. El camino bien delimitado por los años de uso de los pastores, quedaba a veces oculto tras un recodo o por alguna piedra de gran tamaño.

-Bien chicos estamos cerca-, exhaustos por el esfuerzo y las horas de camino, optaron por descansar unos segundos.

-Creo que he oído algo -Bizarro miró hacia los lados a la vez que mandaba callar a sus amigos con un ademán de la mano- Estoy seguro chicos, una voz grave, como cuando Roy se pone el yelmo.

-¿Estás seguro Biz? -preguntaron al joven, este asintió con total seguridad.

-Deberíamos ir a ver -habló esta vez Gael-.

-Será un pastor o alguien dando un paseo, ¿no creéis? -la voz de Briseida era apenas un susurro-.

Unos minutos después asomaron lentamente por encima de una roca, un poco más allá, cercanos a un borde con caída de varios metros, se encontraban unos sujetos portando armas y armaduras de diferentes tipos. Uno de ellos, el más corpulento, daba órdenes a otros dos -¡venga! tenemos que irnos rápido, ya tenemos lo que queremos y a este -señaló un fardo en el suelo- no lo encontraran en varios días, así que tendremos tiempo de huir sin problemas.

-¿Habéis oído? tienen a una persona ahí, tenemos que hacer algo -habló como era de esperar el clérigo-. No podemos dejarlo y ha de ser rápido.

-Llevan armas de verdad, por si no te has dado cuenta, Roy -le espetó Bizarro en voz casi inaudible, a la vez que sentía como le temblaban las piernas-.

-Briseida, eres la más rápida, así que serás tú quien avise a la guardia -el clérigo los dirigía como a un ejercito de tres soldados-.

-De acuerdo -asintió la elfa- dadme algo de tiempo y o hagáis locuras.

A continuación bajó parte de trecho sin hacer ruido y en cuanto se alejó lo suficiente salió disparada como alma que lleva el diablo, cualquiera que la hubiera visto pensaría que era un mensajero con prisas. Los tres compañeros aguardaron sin hacer ruido y observando a los tres bandidos, de vez en cuando podía verse como el fardo se movía, al cual respondía el tipo grande propinándole una sonora patada. El nerviosismo era palpable a medida que pasaban los minutos y no aparecía nadie. Unos instantes después uno de los bandidos señaló hacia algún punto de la parte baja del promontorio, enseguida se movieron con rapidez.

-¡Tiradlo por la ladera! -instó el grandullón a los otros dos-.

-No podemos dejar que hagan eso y escapen -Gael asió su arco- dispararé al más nervioso y rezad porque le dé en la cabeza, me lanzaré hacia el que está más al este y tu te encargarás del grandullón Roy. Biz cubre que no escape ninguno.

-De acuerdo -respondió el clérigo descolgando el escudo y su maza de madera- ese es mío.

-De.. de acuerdo, pero tened cuidado -a Bizarro le tembló la voz mientras sujetaba su corta de madera-.

Acto seguido, Gael salió al camino y en un visto y no visto disparó una flecha que dio de lleno en la garganta del bandido más cercano, este, se llevó las manos al cuello y quedó ahogándose con la tráquea aplastada. Roy lanzó un bramido y se dirigió rápidamente hacia el más corpulento de los tres, no paraba de exclamar el nombre de Lathander mientras propinaba un fuerte golpe al casco del bandido, a todo esto, Gael se encontraba encima del otro enemigo forcejeando y golpeándolo con todo lo que encontraba a su alcance, puños, mordiscos y patadas, Bizarro solo podía distinguir un revoltijo que eran los dos cuerpos, mientras seguía oculto tras las rocas. A lo lejos pudo oír los gritos de la guardia que se dirigía hacia el lugar guiados por Briseida, todo parecía que acabaría pronto, giró su cabeza para alentar a sus compañeros cuando se le heló la sangre, el más grande tenía al clérigo acorralado cerca de la caída, mientras propinaba tremendos golpes con su clava al escudo de Roy, este trastabilló, perdió el escudo y la verticalidad a la vez que aquel grandullón alzaba su clava. Por un momento, los colores desaparecieron, todo se volvió de tonos grises, Bizarro caminaba hacia aquel bandido, el cual lo miraba sin el yelmo ya, perdido durante la trifulca. Sonreía mientras le gritaba improperios que el joven no llegaba a comprender, de repente, el bandido quedó mirando a la nada, el jovencito que se acercaba con una espada de madera, había desaparecido, como por arte de magia, un segundo después con mirada atónita y ojos desorbitados lo vio aparecer lanzándose sobre él. Bizarro sintió dolor en el rostro, un vacío inmenso y todo se tornó oscuridad.


Fin
Bizarro

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Pre-Marca


-Biz, cariño, despierta hijo.

Oyó la voz de su madre -mamá he tenido un sueño muy extraño -sintió que algo no iba bien- madre no veo.

-Tranquilo cariño, es por las vendas -posó las manos sobre su hijo-.

-¿Que vendas? -se palpó la cara- ¿qué ha pasado?

-¿No te acuerdas cariño?

-No -negaba mientras se llevaba las manos a la cara-. La Vieja Calavera -fue lo único que logró decir antes de perder el conocimiento-.

Oía una serie de voces a su alrededor, seguía como en un sueño cada vez que se despertaba. Hacía ya varias semanas del incidente pero seguía con el ojo vendado, aunque según decían había tenido suerte, pues no se hizo nada en la caída no como el bandido que se rompió el cuello. A medida que se le aclaraba la visión podía distinguir a sus padres y a sus amigos cerca de su cama.

-¡Ey! que estoy aquí y despierto -sonrió- no vayáis a decir nada indebido.

-¡Por fin! -le aclamaron-, ya es hora de que te levantes dormilón -sonreian sus amigos- ¡cualquiera diría que hiciste el trabajo tu solo alli arriba! Bueno te dejamos descansar, cuídate amigo.

-Cuidaos chicos -logró decir antes de que sus amigos desaparecieran por la puerta-.

Unos días después, durante el almuerzo, notó algo raro, sus padres se miraban y se indicaban uno al otro como queriendo decir algo, pero ninguno de los dos parece que se atrevían a pronunciar palabra -¿que pasa? sabéis que soy algo despistado pero esto ya es un descaro -miró a sus padres con gesto adusto-, ¡venga! decidme lo que sea.

-Ya es hora de que lo sepa Nayira -su padre hablaba con voz tranquila, como siempre, pero esta vez sonaba con una autoridad que nunca había escuchado-.

-Está bien Darius -su madre cogió la mano de su padre dulcemente y desvió su mirada hacia el joven Bizarro-. Cariño -hizo una pausa buscando las palabras adecuadas- sabes que en nuestra familia veneramos a nuestro señor Deneir, ¿cierto? -Bizarro asentía algo atónito- bien, papá es un reconocido traductor y escriba de su iglesia -volvió ha hacer una pausa- ¿sabes como nos conocimos? ¿nunca te lo has preguntado?

-No -fue la única palabra capaz de articular-.

-Crees que soy un ama de casa ¿verdad? -miraba a su hijo cariñosamente-.

-Y ¿no es lo que eres? -no sabía que decir, como actuar, todo aquello era muy extraño-.

-No -negó al tiempo que soltaba la mano de su esposo- yo también trabajo para la orden, pero no como lo hace tu padre, no como se esperaría de un clérigo -remarcó las palabras para que fueran suficientemente claras-.

-¡Ya está bien! ¿qué os pasa? ¿os estáis riendo de mí? -Biz se levantó de su silla enfurecido-.

-Fidelius -pronunció su madre el nombre sin apenas alzar la voz-.

Se quedó paralizado, no recordaba cuando fue la última vez que usaron su nombre de pila, debía ser algo de suma importancia y sabía que debía obedecer. Giró sobre sus talones y quedó observando a sus padre muy quieto.

-Bien, creo que ya me prestas atención -su padre se mantenía en silencio-, soy lo que se llama en nuestro gremio una Buscadora Divina, -hablaba despacio para que su hijo fuera asimilando las palabras-, me dedico a buscar objetos que se han perdido con el paso de las eras y que son importantes para nuestro Señor. Sobre todo textos que forman parte de un libro de conocimiento y sabiduría universal, ¿has oído hablar de él, no? -esperó a que su hijo asintiera- bien, nuestros dones son hereditarios, antes que yo mi padre y por lo que me contó Roy ahora tu también, por eso desapareciste y volviste a aparecer delante de aquel malhechor, nosotros usamos las sombras en nuestro favor, somos capaces de fundirnos con ellas y ser uno solo. He de decirte que también tenemos otros dones, pero cada uno lo desarrolla de una manera -por momentos la cara de Biz palidecía-, somos algo más que simples aventureros, debes tener esto en cuenta, pues habrá gente que desconfíe de tus dones, es preferible que sigas como hasta ahora, siendo un joven normal de cara a los demás.

-¿Es cierto todo lo que me estáis contando? -una mezcla de pavor, alegría, emoción y serenidad se arremolinaban en su interior-.

Ya anochecía cuando sus progenitores terminaron de contarle todo lo que debía saber, como habían sido sus vidas durante los años anteriores a que él naciera y las cosas que habían descubierto.

-Una última cosa hijo, ahora que lo sabes, deberías plantearte el viajar -una lagrima asomó al rostros de su madre-. Es un camino difícil el nuestro y toda experiencia que puedas acumular te será de gran utilidad.

-Comprendo -Bizarro asentía- ¿por donde debería empezar? -Hasta él se sorprendió de su pregunta-.

-Tu padre y yo creemos que el mejor sitio seria La Marca -hizo una pausa buscando el apoyo de su esposo- La Marca Argéntea, en Sundabar hay una gran Biblioteca y es sabido en nuestra orden que por allí no hay muchos colaboradores, así que serias de gran ayuda -se le inundaban los ojos de lágrimas-.

-Si creéis que es mejor destino allí iré -pronunció aquellas palabras con una seguridad que no había sentido nunca-, pero ¿como sabré que soy miembro de propio derecho?

-Cuando vayas a Sundabar pregunta en la biblioteca, allí el Bibliotecario Mayor te hará un encargo, cuando lo cumplas te dará un sello que solo tenemos los buscadores, solo cuando poseas dicho objeto serás uno de los nuestros.


Fin Pre-Marca
Bizarro

Re: Retrospectiva

Mensaje por Bizarro »

De tesoros, medianos y diarios.

Salió de sus ensoñaciones al oír el crujir de los portones cerrándose, sus pasos le guiaban hacia la fuente, ese era el lugar de reunión por excelencia de la villa. Allí siempre había alguien, ya hiciera solo, lloviera incluso nevando había gente, preparó su mejor sonrisa y su típico ¡ey amigos! Al llegar, para su sorpresa, no había nadie -(umm hace la típica noche) -pensó mientras miraba al cruce de caminos que era ese lugar. Por un instante le llegaron sonidos de bullicio en la posada de la Rosa y el Martillo, se encaminó raudo tiró del pomo y abrió la puerta, en la mesa del fondo se encontraban gran parte de algunos a los que ya consideraba amigos y a otros que conocía aunque en menor confianza.

-¡Buena noches amigos! -Saludo a los presentes en la mesa mientras se echaba hacia atrás la capucha-. ¿Qué tal va todo? -se dirigió hacia un taburete vacío y tomo asiento.

Se encontraban entre otros Hugh el mercenario, Hela, Kevlanan el joven paladín, la señorita Drum, Eowaran el pescador, un explorador elfo que al tiempo se enteró que se llamaba Guthmarr y un par de barbaros Karn y Mazacre. Allí estaban contando historias, anécdotas y hablando de cosas mundanas, a Bizarro le hacía gracia el juego del gato y el ratón entre la señorita Drum y el mercenario -(a lo mejor piensan que no sabemos que están liados) -agrandó más su sonrisa, si es que eso era posible, notó la tirantez de las cicatrices.

-Creo que voy a descansar un rato -habló el mercenario, levantándose de la mesa- ha sido un día largo.

-¡Que descanséis! -se oyó al unísono-, mientras todos volvían a sus charlas entre copas de vino, licor y jarras de cerveza.

A cierta hora, ya de madrugada, la puerta de acceso a la segunda planta de la posada se abrió y por esta apareció el mercenario con algo... más de intriga que de preocupación, con libro en la mano -mirad lo que he encontrado, parece que es el diario de algún aventurero y dentro una carta -todos los presentes callaron, alguno más que otro pensó que era una ofensa leer un diario ajeno. Le tendió el libro a la señorita Drum la cual lo leyó en voz alta, no cabía duda, el dueño que lo había olvidado seguramente estaría en peligro sino muerto.

-Dice que en una cripta en la fortaleza, el ídolo de oro -la señorita Drum pronunciaba aquellas palabras y se hizo aún más palpable el silencio- también que un rostro vacío de vida les atacó y que tomaron caminos diferentes -miró la carta- va dirigida a su hermana.

-Deberíamos investigar el suceso, puede que esa persona esté en peligro -Eowaran los miró a todos levantándose del taburete.

-Por mi bien -asintió Bizarro-.

-El problema es que no dice que fortaleza -ahora hablaba el explorador elfo- pero por las indicaciones yo creo que es la Ciudadela Felbarr -sin ápice de duda en su voz-.

Comenzaron las discusiones y las deliberaciones de acerca de donde podría estar, casi todos acordaron que debían dirigirse en primera instancia a Fellbarr. También surgieron algunas dudas pues algunos de los más expertos aventureros advertían de lo peligroso y mortal que era bajar a aquel sitio inmundo, pero esto es La Marca, si no quieres correr peligros hazte labrador, así que comenzaron los preparativos. Decidieron que alguno de los presentes debía llevar las decisiones del grupo, sin saber aún bien porqué fue Bizarro el elegido.

-¿Yo? -se apuntaba con el dedo el pecho- ¡pero si nunca he estado en la cripta esa de Felbarr! además del pánico que me dan los no muertos -mintió, tenía que salir del atolladero como fuera- ¿alguna idea? -pronunció esas palabras casi como una súplica-.

-Podríamos ir vía portal -fue Eow el que lo propuso- puedo abrir uno desde allí -miró a los presentes.

-No es mala idea -asintieron los mas expertos- esperamos tu regreso Eow.

Tras esperar un rato y después de discutir la estrategia una especie de remolino apreció ante los aventureros, de él salió la figura del elfo que hizo indicaciones para que entráramos rápidamente.
Bizarro sintió como todo su mundo se ponía patas arriba, su estomago se revolvía y unas náuseas insoportables hicieron ademán de salir en plena teleportación, instantes después se agarraba a una columna de piedra de la parte baja de Felbarr, mientras su cena salía de la boca hacia el suelo.

-¡Por Deneir y todos los escritos! Prefiero la caravana -al parecer no fue el único en marearse-.

-¿Por donde Bizarro? -oyó la voz de Drum-.

Miró alrededor -(bueno creo que es hora de poner en práctica las enseñanza de mamá) -siempre intentaba recordar esas palabras-. Cariño, intenta siempre pasar lo más desapercibido posible, cuanto más te subestimen mejor para ti, procura que vean lo mínimo de tus habilidades y el que las vea que crea que ha sido suerte-. Bien -volvió a mirar en derredor- por allí -indicó justo el camino contrario a la cripta-.

-¿Como que por allí? -le espetó el explorador- es por aquí -señaló-.

Una sonrisa pareció en el rostro de Biz bajo su capucha, a continuación siguió al grupo al introducirse hacia la oscuridad. Recorrieron varios túneles hasta llegar una zona más abierta en la cual se podía ver los restos de lo que parecía un pequeño campamento.

-Por aquí debe ser -de nuevo el explorador-.

-Deberíamos entrar primero los más expertos y si no hay peligro el resto -propuso el mercenario-.

A continuación atravesaron unas puertas de hierro los más avezados mientras Bizarro, Hela, Akhylleis y el paladín Kevlanan aguardaban impacientes. De repente un hombre envuelto en llamas apareció por el umbral, Mazacre, corrieron a sofocar las llamas, gracias a la protección de su armadura las llamas no alcanzaron apenas la piel del bárbaro pero necesitó de unos minutos para recuperarse.

-Unos esqueletos en llamas -pronunció esas palabras mientras desaparecía el humo de sus ropa- nos atacaron al entrar.

-¿Habéis visto algo más? -interrogó Hela preocupada-.

-No -fue la rápida respuesta-.

Al cabo de un rato aparecieron el resto, parecía un juego para ellos, Bizarro sintió cierta envidia sana al ver el arrojo de aquellos aventureros y como en circunstancias adversas formaban un temible grupo. Hicieron indicaciones de avanzar sin hacer ruido, el explorador elfo abría la marcha, de vez en cuando aparecía algún que era cosido a flechas, espadas y conjuros. Investigaron a fondo las habitaciones que encontraron, rastreando por aquellos pasillos malditos si dar con el desaparecido. En un pestañear algo se abalanzó sobre Hela y la derribó, Bizarro corrió en su ayuda, pero allí estaba aquella cosa, un esqueleto del tamaño de un enano, le golpeó la rodilla haciendo que la hincara en el suelo del dolor, a continuación entró en un profundo sueño.
No sabía a ciencia cierta cuanto tiempo estuvo tirado inconsciente, de lo único que era consciente era del pitido en sus oídos y de la hechicera que intentaba decirle algo. Como pudo se alzó y miró buscando algún tipo de explicación, la cual halló al contemplar el rastro de huesos esparcidos por la sala, debió de ser un duro combate. Algo aturdidos y desorientados consiguieron alojarse en una sala a la cual solo se accedía al tirar de un mecanismo oculto, después de un rato de descanso, decidieron terminar de explorar lo que quedaba y volver si no encontraban nada.

Tras inspeccionar de nuevo las salas, optaron por atravesar un portón con runas, a Biz se le erizaron los bellos de la nuca, -¡tened cuidado! aquí habita algo muy peligroso y maligno-. Las palabras de Drum no hicieron que mejorar el ánimo de los aventureros, tras avanzar por unos puentes colgantes, desde los cuales solo se veía un abismo de oscuridad, y derrotando enemigos que salían la paso llegaron a una especie de tablero de ajedrez. Unas figuras de piedra lo decoraban -pisad solo las blancas -habló de nuevo la mestiza- solo las blancas. -Un aviso que tomaron al pié de la letra, pero algo debió de ir mal porque de la nada aparecieron, sus rostros pálidos y sus colmillos sedientos de nuestra sangre, vampiros. Empezó una lluvia de flechas, estocadas y hechizos, de correr de un lado a otro, mientras saltaban desesperados para no pisar las baldosas negras.

-¡Cuid....! -es todo lo que consiguió Bizarro decir a la hechicera antes de contemplar horrorizado, como su cuerpo comenzaba entumecerse, su piel y ropajes se volvían grises como la piedra, un grito ahogado resonó en su mente, no oía, no veía, no podía articular palabra y mucho menos mover nada de su cuerpo, era un alma encerrada en un cuerpo de piedra por la eternidad.
Un dolor mayúsculo le devolvía al mundo de los seres de carne y hueso, como una mariposa rompe el capullo para salir, así se sintió Bizarro al volver a tomar su forma y poder actuar con normalidad, gracias a unos pergaminos de piedra a carne, consiguieron traerle de vuelta.

-¿Os encontráis bien? -de nuevo Hela preocupada- ¡os quedasteis petrificado!

-Creo que me di cuenta de eso, pero tarde -rió más por nerviosismo que por la gracia de la situación-.

-¡Moveos! -les indicó Guthmarr- hemos encontrado al mediano.

Se movieron con rapidez hasta donde se encontraba el resto, allí tras una especie de mausoleo se encontraba el mediano autor del diario y la carta, había sucumbido a las heridas. Un ídolo de oro, una espada corta y varios objetos más eran sus pertenencias.
Bizarro pensó por un momento, que ese mediano podía haber sido cualquiera de sus compañeros, -intentaremos que eso no ocurra -habló en voz baja y para sí-. Debemos llevarnos sus cosas y enviárselo a la familia -asintieron, observó las espada, era de manufactura élfica, símbolos labrados en su hoja denotaban su antigüedad.

-Creo que eso no lo van a usar en su familia -señaló la mestiza rubia- alguno de nosotros le daría un mejor uso -miró al paladín-.

-Tenéis razón señorita Drum -Kev siempre tan educado, aunque cierta duda asomaba a su rostro-.

-Bien, salgamos de aquí y ya veremos quien se la queda -sonrió el elfo pescador-.

Unas horas después, se encontraban de nuevo en la parte baja de Felbarr, todos agotados y alguno más bien maltrecho. La vuelta a la villa sería rápida, de nuevo vía portal, pero antes quedaba una cosa por hacer.

-Bueno creo que lo justo seria que yo la sorteara, además de que no participaré pues no estoy conforme y mi conciencia no me dejaría dormir -el paladín pronunció lentamente estas palabra como último intento para convencerlos- bien, el que saque la pajita más corta, ¿os parece? -todos asintieron-.

Uno a uno fueron sacando las pajitas, a Bizarro le tocó la mas corta, Kevlanan se la tendió dentro de su funda, este la observó atónito, sin creer en su buena suerte y en lo que tenía entre sus manos, aquella espada era "Dos Filos", si sus conocimientos no le engañaban y no lo hacían, era un arma poderosa que se remontaba a las guerras con los Phaerim, unos seres que se alimentaban de magia, casi se desencajó la mandíbula de la sonrisa.
Bizarro

Re: Retrospectiva

Mensaje por Bizarro »

Reflexión hacia la Fe en un momento de irreflexiva ebriedad.

Hacía rato que había terminado la Fiesta de la Cerveza, aún se podían oír las risas en la posada de la Rosa y el Martillo. los parroquianos comentaban las anécdotas acaecidas durante la competición de monta de carneros, Eregul se había proclamado campeón en las carreras y como premio se le concedió un oso de monta ¡Vaya pintas!
Biz seguía bebiendo ya bien entrada la madrugada, a pesar de no haberse cogido nunca una borrachera, aquella noche se bebió toda la cerveza que no se había tomado en años.

-¿Por que? -arrastraba las palabras como una lombriz se arrastra por la tierra- nunca me echas una mano, soy tu fiel y devoto seguidor ¿no te he conseguido todos esos maravillosos libros mágicos?, ¿no me he arrastrado y metido por esas ruinas?, ¿Qué más quieres, que más he de demostrar? -Trago tras trago seguía con su conversación, solo como estaba en la mesa, miraba al techo como si allí se hallara su imaginario interlocutor-. Umm, sigo tus preceptos -señalaba hacia el techo- soy un estudioso, hablo varias lenguas, traduzco textos y tengo conocimientos que muchos ni imaginan- todo esto con movimientos bruscos que hacían que el líquido de la jarra saliera desbordada y se esparramara por la mesa- no sé por qué no sé por qué -repetía constantemente.

-Perdone joven -una túnica gris era lo único que podía vislumbrar Biz desde la posición en la que se encontraba, frente sobre la mesa y brazos estirados.- Joven ¿le importa que me siente?

-Si no le importa compartir mesa con un escéptico, todo suyo -el tiempo parecía ir lento mientras pronunciaba esa frase.

-¡Vaya! ¿Tan olvidado le tiene su Dios?

-¡Já! ni siquiera creo que sepa que existo. -A continuación levantó la mano para que la camarera le trajera otra cerveza.

-Comprendo y... -Su interlocutor hablaba de forma tranquila y pausada, como hablaría un maestro a su alumno- ¿le reza a menudo? solo por curiosidad.

-Bueno, rezar lo que se dice rezar, nunca pero siempre lo tengo presente, vamos que no.

-¿Entonces? Hay clérigos que se pasan todas su vida rezando y apenas alcanzan algo de la infinidad de su dios, aunque no creo que tu Deidad te exija tanto.- El extraño pronunciaba las palabras como si saboreara cada sílaba, cada letra, destacando la falta de acento, cualquier oyente no sabría decir a que región pertenecía.

-Ya, eso lo sé -Biz levantaba poco a poco la mirada, la túnica seguía siendo gris pero podía distinguir ahora ribetes púrpuras en puños y cuello, una barba bien recortada, poblada y pulcra, rostro de cierta edad quizás rozando la ancianidad y unos anteojos caían sobre su nariz.- ¡Vaya! discúlpeme soy un maleducado, me llamo Bizarro, Bizarro Wyngs, y ahora mismo me encuentro en un deplorable estado de embriaguez. -Intentaba mantener la compostura, algo difícil en tal situación.

-Encantado señor Bizarro -le dedicó una sonrisa casi paternal- puede llamarme Denny y solo soy un simple mercader de antigüedades, para servirle.

-¿Ha venido por la Fiesta de la Cerveza?

-¡Eh! a si claro, claro, la Fiesta de la Cerveza.

La camarera dejó sobre la mesa una nueva jarra de cerveza, retiró las que allí se hallaban ya vacías, pasó un paño y limpió de líquido derramado la mesa. A Biz ya le costaba de por sí hablar, ya incluso los ojos le pesaban, notaba como su cuerpo dejaba de responder a sus órdenes o lo hacía con retardo.

-Pues lo dicho querido Bizarro, quizás debiera dedicarle unas palabras más de vez en cuando, creo que ante una vela llegando el ocaso es el momento idóneo.

-¿Tú crees amigo? No lo sé,

-Piensa en lo que te digo hijo mío, si no le hablas ¿Cómo pretende que te escuche? y ahora deberías descansar.

Acto seguido, Bizarro se sumió en un profundo sueño, casi como cuando era solo un niño y dormía acurrucado a sus padres, solo tranquilidad y descanso. Bien entrada la mañana Biz consiguió por fin abrir los ojos, solo la luz de una vela iluminaba la habitación, pues las cortinas seguían corridas. Un martilleo constante le repicaba en la cabeza -¡Dios! ¿Qué pasó anoche?- puso los pies sobre la fría pero pulida madera del uso, a continuación se fijó en la vela que ardía en la mesa de noche -no recuerdo haber encendido ninguna, aunque tampoco que me acuerde de mucho- seguidamente sopló y extinguió la llama. Largo rato después, aseado y limpio, bajaba las escaleras en dirección al gran salón de la posada. Con paso ligero y decidido fue hacia la barra dirigiendo se a Jedrick.

-Buen día maese Jedrick, venía a abonarle todo lo de anoche -sacó una bolsa de oro.

Jedrick lo miró con cierta cara de no entender y sin saber a ciencia cierta que decirle.- Su amigo se encargó de pagarlo todo anoche maese Bizarro.

-¿Amigo? -con expresión de sorpresa en el rostro- ¿Qué amigo?

-Pues el que se sentaba a su mesa anoche, con el que conversaba como si se conocieran de toda la vida, -¿como me dijo que se llamaba? -se quedó pensativo por unos instantes- Denny, creo que dijo. -Al ver que Biz seguía con cara de desconcierto, Jedrick intentó sacarlo de dudas dándole más explicaciones- yo le pregunté si te conocía, ese tal Denny o Dennir me contestó y digo palabras textuales "Conozco y cuido a Fidelius desde el día en que su madre Nayira lo trajo a este mundo". Lo dijo tan convencido que no dudé en ningún momento.
Bizarro notaba como desaparecía el dolor de cabeza, este era reemplazado por una especie de duda y atisbos de lucidez que asomaban en su mente. Denny o Dennir demasiado parecido, la vela encendida, que lo conociera desde su nacimiento, pero sobre todo ¿como era posible que supiera el nombre que solo sus padres usaban?, su nombre verdadero. Incredulidad, asombro y cierta tranquilidad llenaban su interior como un remolino. Dio media vuelta y subió las escaleras de la posada como alma que leva el diablo, torció el pasillo y avanzó con paso firme hacia la habitación, se paró ante la puerta y tomó aire antes de entrar latiéndole el corazón a mil por hora.
Al abrir la puerta una clara y tenue luz se esparcía por el cuarto, la vela volvía a estar encendida, un extraño sentimiento de paz, felicidad y tranquilidad lo inundaba, hacia sí veía venir todo ese conocimiento que había adquirido y descubierto a lo largo de los años de estudio y experiencias vividas.

-No te defraudaré -fueron sus únicas palabras antes de arrodillarse y comenzar a recitar una letanía, la cual recordaba como si su padre y su madre se encontraran a su lado rezando con él. Tras terminar, apagó la vela y salió sonriente pero sobre todo lleno de renovada Fe.
Bizarro

Re: Retrospectiva

Mensaje por Bizarro »

Historias compartidas

A veces vas y vienes no te planteas los motivos (o al menos yo no lo hago), es algo rutinario o al menos en eso se ha convertido, sabes que eres ya un tipo avezado y experto en salir airoso de situaciones complicadas y difíciles. Estas de paseo, es ese descenso que haces en busca de las vetas de diamante azul "un paseo", o eso crees, hasta que te topas con algo imprevisto o con lo que no estas acostumbrado a lidiar (y no me refiero a minotauros jejeje).

Un día cualquiera, Bizarro hace una pausa en su descenso hacia el lago de la Infraoscuridad, es algo normal, pasas de largo a los Sharitas (no son nada divertidos), bajas un trecho más hasta que dejas atrás a los micónidos y en ese momento de calma decides tomarte un respiro.

-Salud viajero -una voz de la nada hacia que a Biz se le erizaran los vellos de la nuca- no voy ha hacerte nada, vengo como amigo.

Por más quieto que estaba y oculto en las sombras, en ese semiplano por el que no muchos saben caminar, alguien lo veía y no era Drum. Un frio sudor le corría por la sien a la vez que intentaba vislumbrar a su interlocutor, por no decir que instintivamente se había llevado las manos a las empuñaduras de sus cortas gemelas.

-Por favor, no desenvaines, te repito que vengo como amigo y no me juzgues por mi apariencia -seguidamente a esto, un drow, sí un drow esos de piel negra como la obsidiana, apareció frente a BIz-.

-¿Co.. como sé que no es una trampa? -solo consiguió articular esa frase-.

-Si lo fuera -el drow se encogió de hombros- ya estarías muerto.

Esa afirmación dejó a Biz descolocado, tenia toda la razón ese desconocido de piel oscura, podría estar muerto sin ni siquiera haberse enterado. Tras esto no le quedó otra opción que salir de las sombras, eso sí sin separar las manos de las empuñaduras. -Cierto compadre, podrías haber acabado conmigo, pero los drows tenéis fama de retorcidos, así que entiende que no me fíe de ti.

-Lo comprendo -alzó las manos en señal de no agresión -ves, no he desenfundado y no tengo esa intención, soy un aliado de algunos aventureros de la superficie, digamos que soy quien avisa cuando los míos intentan una incursión. Me conocen con el nombre de Heianfein -acto seguido hizo una leve reverencia-.

-Puedes llamarme Bizarro -fue la respuesta corta y tajante-.

-Encantado Bizarro, ¿puedo saber el motivo de tu presencia por estos lares? -preguntó directo el drow-.

-Voy al lago, busco piedras preciosas.

-Puedo acompañarte si no te incomoda mi presencia -hablaba con demasiada tranquilidad y confianza, como el que sabe que puede acabar con esto en un abrir y cerrar de ojos-.

-Puedes, pero discúlpame si no te doy la espalda -salió una media sonrisa del rostro de Biz, sabía por experiencia que algunos drows eran rebeldes, otros huían de la crueldad a la que se veían sometidos, sobre todo los varones, y otros que la superficie y sus habitantes eran un lugar para hacer fortuna y buenos negocios-.

El camino discurrió con cierta calma tensa, a veces Heianfein hacía alguna pregunta que Biz respondía lo más escueto posible, en ningún momento se bajaba la guardia, el camino por la Infraoscuridad es peligroso incluso para sus habitantes. Lo que más le incomodaba a Bizarro era la facilidad con la que ese drow podía verlo, no paraba de darle vueltas y vueltas, buscaba algún tipo de solución pero esta no llegaba, al final su conclusión fue clara y le dolió como si le hubieran apuñalado con una cuchara "no era todo lo bueno que había llegado a creer", un error que había visto en algunos aventureros y en el que él no quería caer, debía mejorar, aprender y observar a los demás, ver los fallos antes de que se produjeran.
Una vez llegados al lago, los dos aventureros se acercaron lentamente a los basiliscos que moran allí abajo, la sorpresa fue mayúscula al ver que aquel tipo era capaz de relacionarse con los mortíferos lagartos, conclusión: sería un explorador y de los buenos, de ahí su capacidad de dar conmigo tan fácilmente.

-Bueno aquí esta lo que buscas -señaló hacia unas vetas de mineral-.

-Así es compadre, voy a ponerme a ello ya que no me gusta estar mucho tiempo por este sitio -acto seguido sacó sus cinceles y con sumo cuidado empezó a trabajar sobre las vetas del preciado mineral. Era un maestro consumado en esto, apenas rompía lo suficiente sin desperdiciar ni un centímetro-.

Tras un rato de arduo trabajo, Bizarro tenía lo que había ido a buscar. Le indicó al drow que había finalizado y que podían marcharse a lo que aquel extraño personaje asintió, subieron de nuevo aquel conocido trecho sin apenas incidentes, dejaron atrás a las setas (algunas pasaron a mejor vida todo sea dicho) y justamente cuando se acercaron a la salida hacia el pozo Heianfein se detuvo y se dirigió a su casual compañero.

-Voy a darles su merecido a esos Sharitas, ¿me ayudará? -tenia una cierta sonrisa cruel en los labios, como el que disfruta con la sensación de quitar la vida, aunque sea a viles seres-.

-No me caen bien esos tipos, son malvados y disfrutan haciendo sufrir, así que cuenta conmigo.

-Bien -volvió esa sonrisa a su rostro- subamos y no dejemos a ninguno, aunque son empecinados y siempre traen a nuevos reclutas.

Tras esto subieron raudos hacia el lugar donde se suelen congregar, el elfo oscuro soltaba tajos a diestro y siniestro con su espada, era un espectáculo digno de ver, a Biz le costaba llevar el ritmo de tal avezado luchador, pensó en algún momento que era mejor tenerlo como aliado que enfrente.
Tras un rato de escaramuzas, acabaron con los Sharitas y sus secuaces no muertos, habían dejado un rastro de cadáveres y huesos esparcidos por los salones y pasillos de aquel lugar maldito, justamente hasta la entrada del pozo.

-Bueno maese Bizarro -hizo una leve pausa- aquí toca separarnos.

-Señor Heianfein -no podía creer que casi le cayera bien aquel tipo- gracias por su ayuda -tras esto Biz comenzó la subida a la superfcie, cuando empezaba el ascenso el drow le dedicó unas ultimas palabras-.

-Maese Bizarro -este se paró y miró a su interlocutor- si ve a otro drow que no sea yo hágame un favor "mátelo" -tras esto desapareció-.

Curioso lo que nos deparan los caminos y los días que uno piensa que serán tranquilos, sales de una aventura inesperada para meterte en otra aún mas inesperada si eso fuera posible. Había hecho un alto en el camino sentándome en el campamento de los gitanos, en la misma bifurcación. Son buenas gentes aunque de mala fama, al menos conmigo siempre están dispuestos a compartir su comida y su fuego, yo se lo agradezco obsequiándolos con algún objeto de mis viajes o algunas monedas. Pasas un rato agradable y casi olvidas lo que pasa a tu alrededor, pero eso es demasiado bonito y dura poco, tan poco como tardó mi amigo Turek en pasar cerca del campamento y perderse de nuevo. Resoplé como suelo hacer cuando veo que volveré a meterme en problemas y salí disparado tras el norteño. Sus pasos me llevaron hasta la posada de la bifurcación, allí me lo encontré, sentado junto al pozo contemplativo y diría que perdido en sus ensoñaciones.

-¡Eyyy compadre! -típico saludo, se acercó sonriente preparado para contarle su última aventura. La cara de Turek no era precisamente la de alguien dispuesto a oír una de esas ahora, su rostro reflejaba una duda sombría, una idea debía rondar la cabeza de aquel fabuloso herrero. Biz no sabía bien como preguntarle lo que le ocurría, pues no es de los que le guste entrometerse en la vida de los demás si estos quieren guardárselas para ellos-. Amigo, ¿estás bien?.

No dio tiempo a contestar, por la puerta de entrada aparecía aquel semielfo (por llamarlo de alguna manera), Malakai el cambiante, un tipo de lo más singular y de los mas poderosos que Biz había visto por la marca, era conocido por casi todos y más por la facilidad que tenía de transformarse en diferentes razas. Se acercó a donde se encontraban los dos compañeros y los saludó.

-Salud señores -su voz tranquila y aparentemente falta de énfasis- ¿Qué les trae por aquí?

-Yo daba un paseo y vi a Turek con algo de prisa así que decidí ir tras él a ver que ocurría.

Este con voz trémula comenzó a explicar los motivos por los que había ido hasta allí, estaban relacionados con su padre y el Liche que habita en el bosque Vordrorm, su historia se remontaba a la llegada de su padre y pertenencia a la Orden de caballeros. Siguió durante un rato mientras Bizarro y Malakai lo escuchaban atentamente, en ese rato Biz comprendió el motivo por el que su compañero había llegado a esas tierras, veía el sufrimiento que le acarreaba aquella falta de conocimiento sobre el paradero de su progenitor y el ansia de buscar respuestas. Les propuso ir a ese bosque maldito, a lo cual asintieron ambos aventureros pues la causa era noble (aunque si no lo fuera tanto Bizarro hubiera ido de todas formas, para eso están los amigos), trazaron un plan a seguir y tras un descanso partieron.

Podría contaros los detalles de la aventura que aconteció después, pero creo que sería mejor que la oyerais de boca de Turek, es él el que debiera dar su versión a los que quieran escuchar, pues yo solo fui un mero actor secundario que por casualidad vivió un día inolvidable en una inolvidable historia para compartir.
Bizarro

Re: Retrospectiva

Mensaje por Bizarro »

Rima a la belleza escondida (en lo más profundo)

A Biz siempre le gusto la música y la poesía, a cuestas con su laúd de una calidad excepcional y que mima en demasía. A veces se para para ver en su conjunto, escribe unas notas y en su solitarias noches decide escribir en busca de la inspiración de la que sabe que carece, no es fama lo que busca, no es el reconocimiento de un bardo pues él no lo es. Escribe y toca por afán y por llenar su vida con algo más que templos olvidados y cuevas en las que cada dos por tres debe entrar en busca de antiguos objetos y manuscritos deseados por su orden. Es su momento de paz, de relajación, de mirar en su interior y ver lo que podía haber sido y no es pero que no ceja en buscar, a veces le gusta tocar y rimar para sus amigos a sabiendas de que a estos les horroriza el momento de ver desenfundar su laúd, pero hay amigo! a veces tocas una sencilla melodía con unos simples acordes acompañados con una rima ligera y he aquí que te encuentras con una sorpresa y es que gusta tanto que hasta acabas oyéndola por los caminos, en las tabernas de otras ciudades e incluso los labriegos la tararean en sus quehaceres diarios.
Los que estaban presentes aquella tarde sabrán de lo que se oculta en su ligera letra, pero para aquellos que no estabais o acabáis de llegar a la Marca aquí os dejo la rima creada y ya famosa por estos lares:

Oh Sarah!
Tan fría y distante
como el lucero de la mañana,
sombra frugal de la noche
oíd estas palabras
pues son de verdad sinceras,
de belleza singular y estrecha cadera
mordáz y austera,
espada rápida y oscura silueta.
Mirad! La mañana espera.
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