Erand
Nombre: Erand
Edad: 32
Deidad: Lazhander
Descripcion: Te encuentras con un hombre rubio, alto, de porte atlético y que mide 1.85m. Lleva barba, aunque no es demasiado larga y parece cuidada. Tiene algunas cicatrices a lo largo de sus brazos y una pequeña que la cruza la mejilla derecha. Cuando habla, notas que ha pasado mas de un invierno y que hace algunos años dejo de ser un joven, aunque sus bellas facciones difieren de ello (Carisma Base 14).
Sueles verlo con unas ropas cómodas y corrientes por Nevesmortas, no suele estar parado , aunque alguna que otra vez, le gusta fumar tranquilamente mientras cae la nieve en las escaleras que están al lado de la fuente.
No lleva joyas ostentosas ni armaduras ornamentadas, sus atavíos, podrían incluirse una armadura completa de bronce meramente por protección junto a un escudo y un martillo de guerra.
Social, afable y amable. De buen ánimo cuando se ve con más gente.
Allá donde esté un problema o alguien herido, Erand acude. Al principio, crees que podría tratarse de un clérigo más del montón, pero cuando lo conoces más, hay algo diferente. Su motivación no ha sido siempre llevar el bien a las tierras y podría tener algo mas en su historia pasada de lo que en un principio podría parecer.
No hace mucho, se le ve por Nevesmortas, junto a una bella mujer de facciones nobles. Parece bastante alegre y contento, portan armaduras similares y podría deducirse que son de la misma deidad.
Historia ( 1º Parte ) : La ausencia de uno de los cuatro asientos donde estaban reunidos rompió el silencio en aquella sala. Las figuras cubiertas, se impacientaron y una en concreto alzó la voz denotandose al resto.
- " Enviadlo "- *Dijo la primera figura de una mujer, cuyos ropajes eran de fino hilo, cuyo rostro estaba cubierto*
- " Si lo hacemos , la matará..." - *Comentó el segundo hombre, que parecía estar mirando el asiento donde no habia nadie.*
- " Atalpedzruc Dnare, cumplirá con su cometido, nadie sale de la orden y vive para contarlo "- *Comentó el ultimo, cuya barba blanca sobresalía de la capucha, jugando con un amuleto, de la forma de dos dagas entrelazadas.
Una mujer de bellas facciones, se prepara para dormir esta noche. Apaga dos velas y entrecierra la ventana, su suerte sin embargo es incierta pues sabe que algo la persigue y no terminará hasta encontrarla. Se encoge y se cruza las manos delante de sus rodillas cuando se acuesta, frotando en sus pequeña manos una esmeralda.
- " Todo este lio por una simple gema " - *Susurra la mujer mientras mira la puerta, a cada poco rato. Los tres guardias que ha tenido que pagar,
han estado vigilando el lugar durante dias.*
A mitad de la noche, el sonido ahogado de los hombres del exterior, hacen eco en las paredes de la casa dando un fuerte golpe. La mujer se levantó asustada corriendo a por su espada de debajo de la cama. Apago la única vela que estaba encendida y descalza, caminó despacio hasta detrás de la puerta, un pequeño charco de sangre entro por la rendija llenando el pie de ella. Se tapó la boca con la mano , intentaba disimular el grito de pánico que le afligia. El pomo de la puerta giró, ella sabia que no tendría tiempo de escapar así que se aguardó en un rincón, rezándole a Tymora por su suerte.
La puerta se abrió , ni rapido ni despacio, la madera crugia como si el viento soplara tenuemente , haciéndose visible el hombre. Una armadura de metal pesada, adornada con signos de batalla, sus ojos se veian al otro lado del yelmo que portaba y en su mano, un martillo rojo como el fuego.
*El caballero, cruzó la mirada en la habitación y vio a la joven, la cual se acercó y cogiéndola de su suave camisa. Le exclamó*- ¡¿Donde esta?!- *La dama soltó su arma con temor y pavor, temblandole ambas manos llevándoselas al rostro*
- ¡Ha partido haciala Marca Argentea ! , ¡Os lo suplico, dejadme! -
- Detesto pegar a las mujeres...- *Así, la soltó en ese rincon, mirandola con desden, levantando su gran martillo rojizo y entonces...*
