Lobo viejo, trucos nuevos

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Dae
Forero Epico
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Re: Lobo viejo, trucos nuevos

Mensaje por Dae »

"Cuando miras largo tiempo al abismo, el abismo también mira dentro de ti."

Capítulo 3 de 3: La Oscuridad Vacía



"Quizá no sea el lugar preferido de muchos, pero es definitivamente uno de los mejores en mi lista" dijo Daedelath pensando en voz alta mientras entraba al precario local. "Es el lugar ideal para encontrar cualquier negocio, desde el contrabando de huevos de Grifo hasta un contrato de mercenario. El único detalle a tomar en cuenta: lleva tu propio licor." Ni el más ebrio de los enanos se dignaría a tomar de eso a lo que esa tabernera, Hadush, llama cerveza.

Con sólo abrir la puerta de la taberna, el olor a fetidez, decadencia y ebriedad abofeteó el rostro de la singular pareja.

"Quien diga que uno puede acostumbrarse a cualquier olor, nunca ha puesto pie en este lugar" replicó Anwhyn intentando controlar sus náuseas.



La puerta se cerró mágicamente detrás de ellos con un estruendoso impacto. Las miradas de todo el lugar se voltearon hacia ellos y rápidamente reconocieron las clásicas ropas insignia de negro y rojo que Dae vestía. Al instante perdieron interés, reconociéndole como uno más, y pronto regresaron a su muy importante misión de aportar su pequeño grano de ilegalidad al mundo.

"Hadush, tan hermosa como siempre," abrió Dae con su sonrisa entre burlista y juguetona.

La tabernera, con su actitud digna de un orco, clavó sus ojos sobre el par, respondiendo: "¿Hoy qué quieres, medio elfo?" Seguidamente regresó a su tarea de limpiar la jarra en mano con el trapo más sucio que Anwhyn hubiese visto.

"Sólo busca algo para pasar el rato." Dijo el medio elfo mientras se rascaba la barba y dejaba su 'cuota voluntaria' de tres rubíes sobre la mesa.

Los ojos de Hadush se apartaron de la jarra en sus manos en dirección a la mesa "¿Tú tienes un primo que llamado Sven?"

"No, pero una vez tuve un barbero llamado Dominique," replicó Dae sin perder el ritmo.

Satisfecha con la contraseña, Hadush accionó algún mecanismo, el cual abrió una compuerta en el suelo, al otro lado de la barra.

Daedelath se acercó a la puerta trampa, la levantó y esperó ver las mismas escaleras de madera de siempre. Lo que vio fue totalmente diferente. Un líquido espeso y negro como tinta rebalsaba y extendía, consumiendo el suelo y manchando sus botas.

Antes de poder decir nada, un tentáculo se formó de este espesor negro y se lanzó directo al rostro de Dae. Todo se tornó negro. Las voces se dispararon en su cabeza una vez más, como miles de ideas ajenas rondando entre sus pensamientos.

"¿Huir? No puedes huir. No entre tus recuerdos, no de mí."

"Puedo intentarlo" replicó Dae, con su característica sonrisa tranquila. Había estado atrapado en este vórtice de oscuridad más tiempo del que puede ser contado.

"Y vaya que puedes. Verte huir me fortalece. Corre una vez más, conejillo. Corre" retó otra voz en medio de la nada.

Daedelath se hundió en su propia mente una vez más, buscando la seguridad de otro recuerdo. Poco a poco fue forzando la oscuridad a su alrededor tomar forma y sonido una vez más. Con cada nuevo recuerdo le era más difícil controlar las Sombras.

"El Viejo Sabio ha dicho que el traidor de Uthgar se encuentra en Bosque Frío." Comenzó a materializarse un enorme hombre de cabello y barba pelirrojos con más músculo que un oso.

"Esto es Bosque Frío, gigantón" replicó el recuerdo de Dae.

"Eso explica el frío." Erik Hachasangrienta tenía la tendencia a decir exactamente lo que estaba en su cabeza.



"Y el bosque." Daedelath tenía la tendencia de divertirse a costa de esta costumbre.

"¿Qué sabes de este supuesto Traidor de Uthgard?"

"Uthgar" corrigió el pelirrojo.

"Ése. ¿Dónde le encontramos?"

"Al lado de Tempus, blandiendo su hacha gloriosamente."

"Me refiero al traidor."

"En Bosque Frío."

"Estamos en Bosque Frío."

"Lo sé, está frío."


Daedelath bufó frustrado y divertido al mismo tiempo. Sabiendo que la conversación no rendiría fruto alguno, cambió su rumbo en dirección al pino más cercano y comenzó a escalar. Luego de enterrar a Erik bajo la nieve que el árbol retenía entre sus ramas, llegó a la cima y comenzó a buscar en el firmamento.

Al cabo de unos segundos encontró una chimenea de humo proviniendo del Norte. Antes de poder avisar a su compañero, la cortina de humo cobró vida propia.

El humo se condensó en el firmamento, formando un cometa que devoraba luz en vez de emitirla. A una velocidad imposiblemente rápida, voló en dirección de Dae e impactó directamente sobre su pecho. El batidor comenzó a caer del árbol, mientras la ilusión se disipaba. Nunca tocó el suelo, pero escuchó la voz una vez más.

"¿Por qué intentas huir hacia tu pasado, Daedelath? Si tantas veces huyes de él." El nuevo tono grave de la voz sonaba con una potencia que no poseía antes. Con cada recuerdo, su fuerza crecía.

Daedelath evitó responder y se forzó a sí mismo a materializar su siguiente recuerdo.

Las imágenes comenzaban a materializarse apenas. La Flecha del Destino. Eowÿl y su legión de sombras. La coronación de un Príncipe Asesino y una herencia de Oscuridad pura.

Pero esta vez el recuerdo no logró terminar de tomar forma. Entre más cercana fuera la imagen conjurada a recuerdos relacionados al Plano Sombrío, más poderosa se volvía la voz.

"Estás vacío por dentro, Daedelath. Lo sé porque estoy aquí, contigo." La voz en su cabeza fue reemplazada durante un instante por el eco de una roca lanzada dentro de una cueva vacía.

"No puedes llenar ese vacío. Lo has intentado. No con una pasión ridícula por árboles y animales; ni con una obsesión perversa a matar. Puedes sonreír tranquilamente cuantas veces desees, pero dime si has sentido algo más que tu rostro mutar con cada sonrisa. Puedo verte roto por dentro. Eres un gesto vacío."

"Tu propia concepción fue una derrota. Siempre lo has sabido, y sin embargo intentas. Una y otra vez. Y fallas de nuevo, una y otra vez. Tu familia, tus alianzas, tus planes. Derrota tras derrota. Y pronto te derrotaré una última vez. Ven, vamos al siguiente recuerdo."

"¿No te cansas de hablar?"


Detrás de Dae, finalmente se materializó la primera figura sólida desde que llegó a esta prisión mágica: Un par de ojos rojos como la sangre para cada voz, acompañado por una boca, soltando carcajadas. Miles de figuras se aparecieron sin romper la oscuridad, y algo le decía al asesino que todo esto pertenecía al mismo ente.

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Bajo la luz reflejada desde el blanco de los mil ojos, Dae notó finalmente que su cabello había cobrado un tono blanco, casi plateado. ¿Habría sido a causa de este conjuro? ¿O había pasado tanto tiempo confinado a este plano entre planos?

"¿Quieres el siguiente recuerdo? ¿Para qué? ¿Para devorar mi esencia, memoria a memoria, Umbra?"

Las risas se hundieron en los oídos de Dae con la fuerza de una catarata. "¿Umbra, dices? ¿Eres realmente tan pobre de vista? No, los Umbra y el antiguo Netheril poco figuran en esta historia. Pronto seré un dios. ¡Pronto todos recordarán el poder de Karsus!" Tras estas palabras, una infinidad de risas macabras se hicieron notar, y poco a poco se fueron fundiendo en una sola risa profunda y repleta de demencia. Las sombras que contenían los ojos rojos comenzaron a tomar una forma humanoide que se iba solidificando poco a poco.

"Lo siento, falté el día en el que impartieron la clase de deidades con voz pre-pubescente." La fuerza de voluntad del medio elfo estaba rota, pero su lengua no parecía haberse percatado.

"Poco importa ya. Tu esencia es suficiente para tocar el Hilar Sombrío. "

Daedelath sonrió a tal respuesta. Esa era la pieza final del rompecabezas. Vivió décadas entre recuerdos y oscuridad, siempre acompañado por este monstruo. Siempre sin saber qué se esperaba de él, cuál era su función dentro de este plan. Hasta ahora.

"¿Mi esencia? ¿De eso se trata todo esto? ¿Tocar el Hilar Sombrío sin requerir de magia o Mystra?"

"¿¡Qué sabe una cucaracha como tú sobre Mystryl?" La voz de Karsus comenzaba a tomar un tono irritado, reconociendo el error que recién había cometido.

"El Reino de Netheril siempre fue un punto de curiosidad para mí. ¿Una Magocracia que huyó de su propia destrucción escondiéndose en el Plano Sombrío? Cualquier Maskarita que valga su peso en sal debería conocer esa historia. Y ahora frente a mí, los patéticos restos etéreos de Karsus, el Gran Imbécil Arcano."

"¿Intentas acaso retar a un dios? ¿Deseas intentar y fracasar una vez más?"


"¿Un dios? Tú no eres un dios. Eres un parásito. Un recuerdo devorando sombras, desesperado por no caer en el olvido. Devoras oscuridad porque te has reducido a una cáscara vacía repleta de envidia y resentimiento." La voz del asesino perdió su tono que le enmascaraba en desesperación. El rompecabezas estaba completo, y era hora de reacomodar las piezas.

¿Así que quieres mi esencia?" Múltiples tentáculos sombríos nacieron de Daedelath, y salieron disparados en dirección de la figura sombría de Karsus. "Quieres ser un dios. Bien, toma mi conexión con las sombras. Mi conexión, mi voluntad, mi historia. Conviértete en la oscuridad misma. Adelante." La voz de Dae se convirtió en un susurro, mientras su conexión entera con el Plano Sombrío desaparecía de su cuerpo. "Toma mis recuerdos. Toma mi oscuridad."

Una última remembranza se formuló en su mente. Se vio a si mismo irrumpiendo en una cripta vampírica, y sonrió.

"Toma todo ese vacío roto que gritas." Conforme la memoria tomaba forma, la voz del asesino fue cobrando fuerza. "¡Toma toda mi oscuridad, parásito carroñero!"

El Daedelath del recuerdo atravesó rápidamente un calabozo repleto de trampas y evitando a los vampiros que montaban guardia sobre el tesoro impío que ahí se guardaba. Mientras tanto, la figura humanoide tuvo que plantar sus rodillas en el suelo, sobrecogido por la cantidad de energía oscura que se le estaba transmitiendo.

Dae sabía que tenía una sola oportunidad. El espíritu de Karsus habría planeado robarle su poder poco a poco, no de un solo golpe. El aturdimiento resultante sería su única oportunidad antes de perder su vida.

"Debo recordarte algo respecto a las Sombras, Karsus." El medio elfo abrió el alargado cofre de madera. La luz roja que emanaba de su interior iluminó el rostro de Daedelath, quien sonrió tranquilamente, sintiendo la emoción recorriendo su cuerpo. Ijerir y Loreat, las cimitarras vampíricas estaban de nuevo y por primera vez en sus manos. "No puedes llenar tu vacío con nada."

La ilusión se rompió, pero las cimitarras se mantuvieron en las manos del asesino, quien se abalanzó sobre su captor y soltó una despiadada ráfaga de ataques.

La única voz se rompió en mil una vez más, y el cuerpo que las encerraba tocó el suelo de la estancia hecho girones. El mundo alrededor comenzó a deshacerse, liberando a su prisionero.

Daedelath respiró profundamente, reconociendo la edificación a la distancia como la fortaleza de Adbar. Su ropa estaba hecha trapos y su mente exhausta. Cerró un instante los ojos y se desplomó sobre la nieve. El viento gélido movió su cabellera blanca para hacerla caer sobre su rostro. Cuando sus dedos se acercaron para quitar los rebeldes mechones, sintió la aspereza de sus arrugas en el rostro y soltó una risa seca.

"Ugh, estoy demasiado viejo para esto."

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