Brenn, un amable hijo de puta.

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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varang
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Brenn, un amable hijo de puta.

Mensaje por varang »

Estoy algo oxidado en esto, pero bueno, ahí va la primera parte.

Capítulo I.

Brenn vino al mundo una tarde cualquiera, en una habitación cualquiera de la que iba a ser su casa, rodeado de una familia cualquiera.
¿Aburrido, verdad? Pero a que si añadimos que la habitación estaba dentro de un burdel de Aguasprofundas llamado El Salón de la Luna Oculta, y que su madre y familia eran las personas que allí vivían y trabajaban, cambia un poco el asunto… ¿verdad?

Con semejante pedigrí, igual que el hijo de un Noble Paladín de de Tyr tiene cierta predisposición a llevar cierto tipo de vida, Brenn, hizo lo propio como “hijo de puta”; viviendo una juventud llena de todas las cosas que un lugar así puede brindar, fiestas, excesos, delitos, malas compañías y peores costumbres. Desde muy pequeño aprendió a vivir la vida aprovechando sus escasas habilidades y las debilidades de los demás, a conseguir las cosas simplemente cogiéndolas cuando podía.

Aunque un burdel no es, en teoría, el sitio más indicado para que un niño crezca, Brenn tuvo una buena infancia (más o menos) llena de alegría, una gran familia con sus tías y tíos que allí vivían y los amigos que todas las noches venían a disfrutar de la vida, la fiesta, el arte y un etcétera muy eufemístico.

Pero sí, así era aquel establecimiento (aparte de lo obvio), en ese lugar se podía conversar y se conversaba sobre cualquier cosa: política, arte, religión, filosofía, magia… de una forma más o menos acertada, tampoco es que fuera un foro cultural, claro.

La clientela habitual del salón era muy dispar, pero a la vez todos formaban un conjunto casi armonioso; desde personas de relativa importancia social, banqueros, cargos públicos, comerciantes locales y extranjeros… a bardos, escritores, pintores, bailarines y todo tipo de artistas o aspirantes a ello, que buscaban su inspiración entre los placeres que el local ponía a su disposición.

Serían destacables de aquel lugar estos espectáculos, en los que la dueña, la Dama Lyss de Villaluna, ponía un especial esfuerzo y dedicación, ya no como estrella, pues el paso de los años no perdona, pero sí como directora y maestra de los jóvenes talentos que iban entrando en el negocio.

Brenn no tardó en crecer y espabilar, podría decirse que su infancia duró más bien poco. Criado por el día en las calles y por la noche, en el burdel o el calabozo (demasiadas veces en éste último). Ninguna gran hazaña ni aventura destacable se puede contar, excepto su día a día burlando o sobornando a la guardia, acumulando pequeñas riquezas, para luego repartirlas entre los suyos, ayudando a su familia cuando había que hacerlo, ya fuera haciendo de fontanero, carpintero, camarero, matón o incluso enfermero o contable, aunque nunca pisó un colegio, se puede decir que tuvo una educación que ya hubiese querido más de un burgués para sus hijos. La dama Lyss, como amante del arte en todas sus formas y buena sierva de Sharess, prefería usar los conocimientos de los artistas que tenían sus cuentas en negativo para su gente, antes que recurrir a cualquier otro tipo de ajuste de cuentas.


Cuando Brenn ya era reconocido en su pequeño reino, fue forjándose amistades entre los clientes más convenientes, aprendió de la Dama Lyss, que es mucho mejor tener amigos que enemigos; y el que más destacó entre ellos fue Xernat. Éste le acabó abriendo una puerta que casi ningún chico de la calle podría llegar a esperar ver abierta; una oportunidad de cambiar de vida, con un trabajo como mensajero para el Banco de la ciudad, no era un gran trabajo, no era el gran sueño al que nadie aspira cuando es pequeño e imagina historias de dragones y espadas, pero claro, no pudo evitar pensar: “¿Un trabajo? ¿Dinero legal? ¿no más calabozos ni palizas?… no suena mal”. Para alguien que no conocía ese estilo de vida eso era casi una “aventura”, a demás de una posibilidad de no acabar en algún sitio peor que en el calabozo (cosa bastante probable dada su trayectoria).

Así, Brenn empezó su nueva vida, un trabajo como mensajero y muchas posibilidades de ascenso, pues muchos altos cargos le conocían, sabían de dónde provenía, pero claro, no podían comentarlo, eso sería un compromiso incómodo para su imagen. Sin olvidar el hecho de que Brenn era un protegido de la Dama Lyss, y no convenía entrar en conflicto con aquella mujer.

La transformación de Brenn fue completa, ascensos, dinero, cierto prestigio, casa... ¡hasta esposa! A los 21 años, Kalym Merthen (nombre y apellido que se inventó él mismo para darse a conocer fuera del burdel), era un señorito acomodado en la clase media-alta, respetable y con grandes expectativas profesionales. De esto presumía ante sus compañeras la madre de Brenn que ahora corregentaba el Salón con la Dama Villaluna. Aunque Brenn lo veía con otros ojos: una vida aburrida, haciendo todos los días lo mismo durante mucho tiempo, para llegar a casa y encontrar a una extraña mutación de su gentil prometida, que por decirlo de un modo poco brusco, diremos que desde la boda, ya no era tan gentil y complaciente.

Tiara, una joven de una familia burguesa medio baja con pretensiones de ascender, se había fijado en Brenn prácticamente desde el comienzo de su carrera profesional. Había escuchado cosas muy buenas sobre el protegido de Xernat, de su desparpajo para manejar a la gente y de cómo iba ganándose ascensos y favores tan rápido que había conseguido en tan solo un año ponerse por encima del prometido que en ese momento Tiara tenía. Para semejante caza talentos, fue más que suficiente.

Poco tardó Brenn en volver al burdel, esta vez como cliente, junto con sus compañeros, jefes, colegas y clientes.
¿Ésta iba a ser su vida? ¿Atado por las obligaciones de una vida que no le gustaba, con la única y patética ilusión de ascender un poco para trabajar menos, cobrar más e ir a divertirse de vez en cuando al burdel?¿Y hasta cuándo iba a durar? la Dama Lyss no podría protegerle siempre… Estas y otras muchas preguntas invadían a Brenn las noches que pasaba en el Salón de la Luna Oculta.

Ya fuese un momento de inspiración divina o etílica, aunque él prefiere pensar que fue el destino, Brenn eligió esa noche volver a casa dando un rodeo, no tenía prisa.

Mientras deambulaba ebrio por las calles que le vieron crecer se topó con algo que, en alguna que otra noche tan solitaria y oscura como esa ya había visto alguna vez en su adolescencia; dos figuras encapuchadas armadas con hojas cortas y una tercera contra la pared del callejón.
Brenn se escondió rápidamente tras unas cajas, sin dejar de prestar atención a la escena. Le vino a la memoria aquel tiempo en el que él era uno de los encapuchados, que asustaba a algún despistado con una pequeña hoja de metal. Pero algo había de diferente en aquella escena, no parecía un atraco, observó con atención y sus sospechas se confirmaron cuando los susurros que se convirtieron en gritos ahogados, una aparente discusión que acabó con las espadas de los encapuchados manchadas de sangre.

Eso no es un robo habitual, ni lo han zarandeado, ni lo han golpeado un poquito, ni siquiera le han pinchado para asustar… ¿un ajuste de cuentas a lo mejor?...” discurría Brenn mientras los encapuchados registraban al cadáver. Se les escuchó decir algo en otro idioma que sonaba a maldición. Uno de ellos pateó al cadáver y volvió a repetir aquellas palabras, el otro sacó algo de su zurrón, Brenn no alcanzaba a ver qué era y en un intento por acercarse para ver de cerca la escena, dio un paso en falso un inoportuno tropezón que dejó a Brenn en el suelo, boca abajo.

- Estoy muerto –pensó-.

Cuando se levantó dispuesto a salir corriendo vio que las figuras doblaban una esquina al fondo del callejón. Se habían asustado tanto como él al escuchar el ruido y habían salido corriendo.

Después de que desaparecieran, Brenn tardó un buen rato en salir del oscuro portal donde se había escondido. La calle seguía en silencio, nadie pasaba por allí, nadie había oído ni visto nada. Se acercó al cadáver. Ya que casi le cuesta la vida, qué menos que ver la cara a aquel personaje.

- ¡Me cago en la p..!- exclamó tapándose la boca a si mismo al escucharse-.

Brenn había atendido a ese hombre esa misma mañana en el banco. Era un varón, humano, esbelto, de unos 30 años, con aspecto norteño, se notaba que era extranjero y con dinero, por la calidad de la tela y los bordados de su capa. Decía venir de Calim (claramente mentía, pero en su momento a Brenn no le importó lo más mínimo) e hizo un ingreso en una caja de seguridad de unas cuantas piedras preciosas. Pero algo turbio había en su mirada, estaba demasiado nervioso, Brenn pensó que era porque no se fiaba de él o del propio banco, que sería un tarado, un rico excéntrico recién llegado.

Poco tardó en imaginar cuál había sido el motivo de la inquietud del extranjero y la razón de aquel asesinato. Esas piedras bien podrían valer la vida de un hombre para algunas personas.

- Buscaban una bolsa con piedras… –pensaba en voz baja mientras registraba el bolsillo donde aquel tipo-.

Allí estaba, justo en el bolsillo interior donde guardó esa misma mañana; el recibo del ingreso en la caja del banco manchado de sangre, pero aún legible.

Al incorporarse, vio junto al cadáver una bota de vino, la recogió y la descorchó con los dientes dispuesto a brindar por su gran idea, pegó un sorbo y escupió el líquido, que cayó sobre el cadáver (como si ya no tuviera suficiente el pobre) ¡aquello era óleo!

Entonces recordó que hubo algo que el asesino sacó y no había podido distinguir en la oscuridad, era esa bota. Arqueando una ceja y discurriendo más lento de lo normal debido a su aún ebrio estado, fue imaginándose poco a poco el plan de esos dos encapuchados:

- ¿Querían atracarte, matarte y quemarte? –le dijo al cadáver con una mueca de sorpresa mientras asentía lentamente- Pues ya podrías haber vestido un poquito más discretito, amigo.

¿Sabes esos momentos en los que no estás en plenas facultades mentales pero aun así, por el motivo que sea, se te ocurre una mala idea y piensas que es la mejor idea de la historia? Pues eso mismo le pasó a Brenn en ese momento, y vio ahí una nueva puerta que se abría ante él, una nueva oportunidad de cambiar su vida. Arrastró el cadáver a un rincón oscuro e intercambió sus ropas con el extranjero, cuidando los pequeños detalles, le puso sus anillos y su colgante de plata; y acabó el trabajo de los asesinos prendiendo fuego a ese pobre diablo.

Fue al banco esa misma noche, se coló con la inestimable ayuda de sus llaves y el guardia dormido en la puerta. Una vez en la sala de las cajas de seguridad, encontró la caja del Extranjero y la vació. Para borrar todo rastro posible se deshizo de la copia del registro que él mismo había hecho esa mañana para el banco, y dejó la llave de la caja en su sitio.

- Como si nunca hubiera sucedido –pensó-.

Volvió al burdel con su nueva apariencia, pero no entró por la puerta. Trepó por la parte de atrás hasta la habitación de su madre, como hacía de niño para salir a buscar algo de entretenimiento, y dejó una nota de despedida para su madre, seguramente una de las pocas personas que iban a llorar su muerte. También para aplacar las probables acciones de la Dama buscando justicia, ya que podrían destapar el pastel. Como pisa papeles, había una pequeña bolsa con unos cuantos diamantes.

Y así se fue por donde vino; con una sonrisa de oreja a oreja, un puñado de diamantes en una de sus botas y el amparo de la noche. Brenn dejó atrás su ciudad, su vida, su familia, su trabajo y hasta a él mismo.
Toda la oscuridad del mundo, jamás podrá apagar la luz de una velita.
Brenn / Elaras Nuelaf / Budd / Vulvayn / Deläggerson / Bakuh
D.E.P. Varang Grey, Naralas Nuelaf, Vulzart Klent, Jarol y Bandy. Víctimas del paso del tiempo.
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