La senda de Shamo

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Pulsar_one

La senda de Shamo

Mensaje por Pulsar_one »

" ..... Unas pisadas rápidas sobre el barrizal de las calles aledañas al paseo principal.

Pensaba que lo tenía todo bajo control. No era la primera vez que husmeaba dentro del fardo de un viandante distraído, mientras otro de los bribonzuelos hacía de gancho. No siempre les salía bien; de hecho, el pequeño Timott no se consideraba especialmente hábil en el arte del latrocinio, pero prefería esto a ser el gancho o la distracción.

Un giro abrupto hacia el callejón, con afán de escapar del alcance de su perseguidor.

Ni siquiera era un gran botín (si se podía considerar como tal). Un panecillo y una saca de monedas que pesaba realmente poco. Pero ni él ni el pequeño grupo de bribones se podía permitir ponerse exquisitos. Hacía una semana que no comían de forma decente; los viajeros desprevenidos no abundaban estos últimos meses debido a las recientes campañas militares de la frontera, y los que había, por tanto, o eran casi tan pobres como ellos o no eran tan ingenuos como para dejarse robar por unos simples chiquillos y un par de medianos.
Había "algo, - no sabría decir qué - en este individuo. De semblante sereno y paso firme, pero pausado a la vez, con ropajes muy sencillos, pero inusualmente limpios, a Timott le dio la sensación, durante un breve y fugaz instante, de que el hombre le miraba de soslayo justo cuando abría una de las correas medio sueltas del fardo colgante. Pero no podía ser; no. Cualquier persona que se diera cuenta, inmediatamente se giraría e intentaría evitar el acto de pillaje. Y, sin embargo, esta persona siguió andando, como si nada. No fue él quien lo descubrió, sino uno de los guardias que estaba hablando con uno de los tenderos del mercado. Dióse cuenta, en el acto levantó la voz para apelar al ladronzuelo mientras sacaba el arma y se disponía a correr detrás de Timott. En ese momento, la supuesta víctima se giró, como con curiosidad, como si la situación fuera completamente ajena. Lo veía Timott de reojo cuando empezó a escapar a trompicones entre la multiud. El hombre se había quedado quieto, mirándole fijamente, pero sin dar ni un solo paso. Una mirada que no sabría definir.


Salta sobre un barril hacia una cornisa. Cree que estará más seguro si corre entre los tejados. Se escuchan los gritos del guardia.

Abrir sencillos cerrojos, preparar algunas ( casi inofensivas ) trampas - una cuerda y un pequeño resorte, lo justo para que el comerciante o el panadero de turno tropezase de y pudiesen evitar ser atrapados - distraer a alguien, pequeños allanamientos en alguna casa solariega... eran pequeños golpes que él y los bribones se veían obligados a realizar para sobrevivir. No había casa de asilo en la ciudad, ya que el último quedó destruido por un desafortunado incendio, y los que sobrevivieron a él decían que era peor que una cárcel. No había otra forma si querías llevarte algo a la boca, pero de algo estaba seguro Timott: que eso no era su vida. No era como el resto de muchachos, quienes parecía, a ratos, que disfrutaban enormemente del pillaje diario. Algunos incluso deseaban ser reconocidos bandidos en un futuro. Pero él no disfrutaba nada, y creía, en el fondo, que quizá ese era el motivo de que no fuera alguien especialmente hábil. Conocía lo esencial de la "profesión", incluso era capaz de correr muy rápido si se lo proponía, pero durante las noches sentía una cierta desazón. "Eres un blando, Timott, ¡así no llegarás a nada!" - le espetaba Brett a menudo - . Brett se consideraba a sí mismo una especie de "líder" entre los bribones, y era el que organizaba qué iban a hacer al día siguiente. A Timott no le caía bien, pero era mejor que andar solo deambulando por las esquinas.

Se encarama a un pedazo de lo que fue la chimenea de piedra de una casa; de ahí al extremo de una barandilla y al suelo de nuevo. Corre dirección al arco que da acceso a la entrada de la ciudad. "¡Lo consegu......" - El panecillo y el pequeño saquito caen al barro, así como la cara de Timott al encontrar de bruces el suelo, fruto de un traspié de mala hora.
Tras unos segundos, sintiéndote ya casi entre los barrotes de un calabozo pensando que puedan atraparte, se encuentra con una mano tendida ante su cara. El hombre al que había saqueado, la "víctima" de rostro imperturbable. Permanecía quieto, con el otro brazo detrás de la espalda. Timott No entiende cómo diablos ha podido llegar tan rápido a su encuentro. No le había visto perseguirlo ni un solo momento.
"Has sido derrotado, pequeño. No por mí, ni por la suerte, sino por tus propios actos. Te has desequilibrado y has caído. Ven conmigo y yo te enseñaré a encontrar el verdadero equilibrio, tanto en tu cuerpo como en tu mente."

Timott se queda inmóvil. No sabe qué decir, ni qué pensar. Pasando el arco, a su espalda está lo que ha sido su vida: latrocinio, pillaje y fechorías. Una vida con la que nunca se sintió identificado. Ante él, sin embargo, la oportunidad de una nueva vida, un destino, aunque incierto. Vuelve a mirar al hombre, que continúa delante de él, observándole con detenimiento. No mostraba signo alguno de esfuerzo, pese a que la carrera tuvo que ser feroz para poder alcanzarle a esa distancia. Su ropa y sus sandalias no están manchadas con el barro de las calles. Sus ropajes sigues limpios. Pareciera una persona de cierta edad, mayor de lo que aparenta, salvo porque su cuerpo parece el de una persona mucho más joven. Sin embargo, el rostro de la experiencia está ahí.

Lo tiene decidido. Atrás quedará todo: la incertidumbre, las persecuciones, la mala vida en las calles....

"¿ A dónde vamos ?" - pregunta Timott. -

"Al monasterio, a tres días de viaje. Serás mi discípulo; A partir de ahora te llamarás "Shamo", que significa "el que se levanta". Yo te enseñaré a desarrollar tu potencial y a vislumbrar más allá del velo mundano, a desenvolverte en la sombra como si ella misma fueras, y en ella encontrarás la paz y el balance. Te convertirás en monje de la Orden."
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