Yarnlock, el cuervo negro

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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elviki

Yarnlock, el cuervo negro

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Dejando el nido
Sigilosos pies en el bosque, esquivando ramas quebradizas que el pasado uktar ha dejado tendidas en el suelo. La nieve se cuela suavemente por entre las copas de los pinos, casi imperceptible a la vista por momentos pero cubre en gran parte el lecho del bosque. Y es allí donde, debajo de un escudo redondo y una pesada capa de pelambre oscuro, un hombre analiza cuidadosamente los rastros grabados fugazmente en los cúmulos.
No tiene una brillante armadura ni parece un gran guerrero. Tan solo una armadura hecha en pieles teñidas de negro, o eso es lo único que deja ver.

Parecen huellas de algún animal grande. Tal vez algo que alimente al cazador y le permita descansar en paz esta noche, tal vez algo de lo que sea mejor esconderse. Se levanta, mirando hacia el este. Sabe que en el Bosque Luna los tigres no son la mayor amenaza, hay algo todavía peor, algo que se alza al norte donde el frío es aún más penetrante y la respiración se acorta en los largos inviernos de La Marca.

Mantiene su paso cauteloso hacia el este por entre los árboles tratando de seguir el rastro, aunque por momentos lo pierde de vista. En su mente la idea de una buena cena se hace cada vez más fuerte, pues está oscureciendo y aún queda mucho camino por recorrer.
Por momentos se ve melancólico mirando tristemente por sobre el hombro hacia el oeste, atrás, donde se alza la piedra del cuervo al sur de Mithril Hall pensando en la vida que ha dejado pero confiado en que el destino depara grandes cosas para este hijo de uthgardt.

De momento la cena es una prioridad, y comienza a ser un privilegio. Han pasado unas cinco horas desde que ha encontrado el rastro y aún no hay señales del animal. Tal vez si apresurara el paso llegaría a Quervarr antes del anochecer y podría descansar en la famosa taberna El Ciervo Silbante con un gran pichel de cerveza en la mano, escuchando las alegres melodías de los bardos. Parece un momento muy lejano con la panza vacía. Se cruza de brazos intentando callar el ruido de las tripas retorciéndose, sin éxito.

De pronto tras una hora de caminata, un gruñido y fuerte olor a suciedad. Las huellas se hacen cada vez más notorias hasta llegar al lugar indicado. El hombre prepara su arco y hace a un lado su capa dejando expuesto el carcaj de flechas que cuelga de su cinturón. Suavemente y procurando no hacer ruido toma una flecha, la coloca, tensa el arco y dispara.
elviki

Yarnlock, el cuervo negro

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Sombras en el bosque
Un disparo limpio sin dudas, aunque con poca experiencia del tirador todo queda a la suerte.
El lamento de un jabalí herido resuena en cada arbol del bosque y el atropello puede oírse a kilómetros. Con poca luz, guiado por el hambre, el cuervo negro corre detrás de su presa. Piensa qué pasará si se escapa, o si podrá soportar una noche tan fría sin algo de carne en su estómago. Sigue adelante, acelerando a cada paso.

Algunos metros, y todo vuelve a la calma. Un alma que se eleva para dar lugar a la carne.
El uthgardt saca su cuchillo para desollar, pero antes de acercarse a por el premio puede sentir que no es el único interesado en comer.
El mover de arbustos, las copas de los árboles, parece que algo acecha. De repente puede ver, y dos panteras se abalanzan sobre el cerdo que yace tendido en el lecho del bosque, cubierto de sangre.

Piensa qué hacer ante semejante espectáculo, qué serán esos gatos negros, cómo podría salir vivo de esta. Sin embargo parece que pasa desapercibido, al menos por ahora.

Trata de retroceder en silencio mirando fijamente a los dos felinos destrozar la cena, su cena. Hasta que sucede.
Pisa una rama, se quiebra, ahora se convierte en objetivo. Sin sentir más que miedo, toma su escudo y abanica su hacha delante de la pantera que se aproxima. La otra espera en la penumbra, tal vez preparándose para dar emboscada.
Levanta el hacha por sobre su cabeza, listo para dar un golpe mortal, pero ocurre lo inesperado. Desde las sombras del bosque se escucha un bramido y el felino que estaba delante del hombre se apacigua. Comienza a retroceder lentamente.
Atónito sigue en guardia, cree que no ha pasado el peligro, pero se equivoca. La pantera que permanecía oculta sale de entre los arbustos con una pata de jabalí en la boca, la cual deja tirada a unos metros del uthgardt.

Y de repente no hay más panteras, no hay más lamentos. Piensa qué seran estos animales, por qué lo ayudarían, será que la magia de Faerun hace estas cosas. Sin más demora toma el trozo de carne, lo carga al hombro y retorna su marcha al este.

Hoy hay cena. Y una larga noche por delante.
elviki

Yarnlock, el cuervo negro

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Viejos hábitos
Otra vez el sonido de un estómago vacío, de pies cansados de tanto andar. Un par de horas y todo terminará, o realmente dará comienzo.
Sin más que pieles y hierros, el hombre da un paso tras otro esperando llegar a salvo, intentando no pensar en los extraños felinos de la noche anterior. Parecían tigres pero sin rayas, y de color negro, pero no eran tigres en absoluto. Por qué esas bestias rondarían por estos bosques, se pregunta, por qué no las había visto antes en sus días de caza.

Lo cierto es que el tiempo apremia, y Quervarr no está lejos. Por momentos, en el silencio más tenue, puede escucharse como un eco lejano el cantar de las hachas golpeando los rígidos pinos. Tambien el camino del sur parece transitado a estas horas. El resoplar de caballos se siente cerca, y una alegre melodía flota en el aire.

El cazador se acerca a mirar, tal vez impulsado por sus costumbres, las mismas con las que se mantiene en guerra constante. Puede ver una carreta y un hombre, al parecer un campesino. Piensa que pasará si lo descubre, si alertará en la aldea la llegada de un uthgardt como un mal presagio, despues de todo la gente del bosque es un tanto supersticiosa con estas cosas. Trata de convencerse a si mismo para mantener el silencio, pero no logra controlar sus instintos.

"Buenos días", hubiese sido un gran comienzo. Pero el único sonido es el de un hacha cortando el viento, seguido de una espina dorsal partida al medio por un filo oxidado.
El hombre se adelanta en busca de su recompensa. Quita la pequeña hacha del cadaver, un tiro certero sin duda. El resto es rutina. Libera el caballo del anclaje, al parecer la carreta no es más que un peso, pues no tiene nada en su interior. Carga la evidencia, la cual se desploma contra las viejas maderas en la parte trasera de la carreta, cubiéndola de sangre.

Y es donde lo más extraño tiene lugar. Saca su cuchillo de desollar y lentamente comienza su tarea.
Sin nada que recubra la parte superior del huesudo craneo, el cadaver queda abandonado allí a un lado del camino.

El caballo sirve de montura, y el cuervo se convierte en jinete. Será facil llegar a tiempo.
Última edición por elviki el Mar Sep 25, 2018 4:12 pm, editado 1 vez en total.
elviki

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Civilización
El sol se filtra por las altas copas de los árboles y deja ver la pequeña muralla que se funde con el bosque. Una empalizada de troncos resecos de pino rodea lo que parece ser una pequeña villa, Querrvar. Afuera dos hombres armados con lanzas guarecen el portón cerrado y otro mira desde una almena construida con la misma madera que abunda en este lugar. El sonar de las hachas y un profundo resquebrajar seguido por un temblor en el suelo.

El hombre desmonta y se acerca, revisando sus manos en busca de algo que delate aquel encuentro previo. Nada a la vista.
Al llegar al portal un guardia se acerca. Un par de preguntas, de dónde viene, a dónde va, si se ha cruzado con bandidos. Nada real, pero él no lo sabe.
El cazador piensa qué pasará si lo descubren, qué pasará si saben de su pasado. Extiende la mano, el guardia le entrega una gran moneda de plata y con un gesto de cabeza avisa a su compañero que abra las puertas.

Quervarr, una aldea de leñadores. Una pequeña colina que sube muralla adentro, terminando en una de las mejores tabernas de La Marca. "El Ciervo Silbante" es lo que dice el cartel adornado por la imagen de un ciervo plateado de gran cornamenta en un fondo verde. El sol brilla en lo alto del claro, y la taberna parece silenciosa a estas horas.

El hombre entra, pensando tal vez en el gran banquete con el cual se llenará el estómago, tal vez pensando en que el poco dinero que lleva no le será de ayuda mucho más. Mira a su alrededor, una cabeza de jabalí inmensa cuelga sobre un hogar en la pared oeste. Se pregunta quien tendría la fuerza suficiente para cazar una bestia de tal magnitud.

"Jé! ese lo liquidé yo" - dice una voz burlona desde un taburete. El cazador mira para ver a un viejo explorador, con botas embarradas, una capa verdosa (tal vez algún día fue verde pero ya no se sabe si mantiene el color o si el moho le ha dado uno nuevo), y un gran pichel en su mano derecha. Apoyado en la barra, como todo un borracho. Con un gesto invita al hombre a compartir el lugar, no sin antes pedirle que entregue al tabernero la moneda de plata. Se acerca el dueño trayendo consigo una botella, toma la moneda.

- "Cuidado con eso" - dice el explorador - "es puño de troll, ya veras por qué el nombre". Un sorbo, y la oscuridad total.
elviki

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De los lobos y otras calamidades
Abre los ojos, la oscuridad lo rodea. Un haz de luz entra por una hendija. Se pregunta donde estará, cómo habrá llegado allí. Se incorpora y toca el borde de la cama mientras se toca la cabeza. - "Puño de troll dijo?" - repite en la mente. Mira a su alrededor, sus pertenencias estan allí. Piensa que si estuviese cautivo ya se las hubiesen sacado. Se pone su capa, prepara su escudo, sus hachas, y sale.

Un pasillo revestido en madera de piño bien pulida, cabezas de animales del bosque colgando en decoración, olor a comida y una alegre melodía en el aire guían al hombre hacia el salón principal de la taberna, ahora lleno de gente. Un viejo sin miedos que parado encima de un taburete cuenta la historia del nombre del lugar, El Ciervo Silbante. El cazador busca con la mirada, aunque la luz le molesta, intentando encontrar al explorador que vió antes.

- "Jé! Al fin! Pensé que no la contabas!" - dice con su particular voz saliendo de entre la multitud - "te dije que era puño de troll, porque pega duro!". El hombre confundido se sienta en la barra y pide algo de comer, esperando no ser presa facil de un tabernero bromista. Mientras tanto el viejo comienza con su discurso, hablando de grandes jabalíes, ciervos con las cornamentas más grandes que se hayan visto, feroces tigres, y hasta de los peligros al norte del bosque.

- "Así que has matado licántropos en estas tierras?" - pregunta el hombre.
- "Jé! Cualquier cantidad!" - responde con una sonrisa el explorador.

Pasan las horas y el clima de fiesta aumenta cada vez más dentro de la taberna. No por nada es una de las mejores de La Marca.
- "Has oído de todas mi hazañas joven, pero todavía no me he presentado correctamente. Sernnus es mi nombre." - dice el viejo extendiendo la mano.
- "Yarnlock el mío" - responde el hombre con voz grave y ronca, estrechando la mano del explorador.

Sin más preámbulos, Sernnus le cuenta sobre la hondonada de la garra al norte, el campamento de licántropos que irá a atacar en unos días. Liderado por un antigüo amigo, Yarzhonn un hombre tejón, este asentamiento de servidores de Malar está causando terror en Quervarr.
Le cuenta que los hombres lobo vienen unos días antes de luna llena para llevarse a alguien. Los guardias intentan proteger la muralla pero siempre desaparece alguien a la vista de todos, y terminada la luna es encontrada mutilada en las afueras del pueblo. - "Cacería ritual, le llamamos" - explica el viejo - "y llega mañana".

El hombre, pretendiendo no querer saber más nada al respecto, toma su pinta de cerveza y se la acaba de un golpe.
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