Dagnir

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Griff

Dagnir

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http://www.youtube.com/watch?v=eDnldWUup_I

Acto 1

Ciudad de Luskan
En algún lugar en el bosque de Nevesmortas, junto a una hoguera un joven humano comparte campamento junto a un enorme e intimidante bárbaro norteño y un felino de las frías montañas del norte.
El crepitar del fuego y la carne cazada asándose, el ambiente es tranquilo, más los tres prestan atención a su entorno y como todo el mundo sabe una hoguera es el lugar perfecto para contar una historia. Esa noche, era el turno del joven cazador

Nací en la ciudad de Luskan, en el norte, no tengo muchos recuerdos de allí salvo que nunca conocí a mi padre y mi madre me abandono a mi suerte en las calles de la ciudad, mientras ella vendía su cuerpo por monedas. Me crie entre callejones, rodeándome de gente de toda índole, Matones prostitutas, piratas y rateros. Como puedes comprender desde pequeño supe que tenía que sobrevivir, a cualquier precio y que nadie me daría nada gratis.

Me junte con una banda de rateros de las calles cercanas al puerto. Rata, era el líder, un bravucón de unos 16 años, fuerte e intimidante. Luego estaban Tufo, un mestizo de orco, que no tendría más de 14 años, era igual o más grande que Rata, pero no tenía muchas luces y siempre “protegía” a su jefe. Sardina, la hija bastarda de algún pirata de los muchos que atracaban en la ciudad y alguna ramera, era una joven avispada y ágil que rondaría los 15 inviernos, de todos era sabido que era la “chica” de Rata, y que tenía un genio de mil demonios si se la contrariaba, caprichosa y voluble como el mar que tanto le gustaba. Luego estaba Florecilla, la hermana pequeña de Rata, tendría mi edad unos ocho inviernos, era guapa, o al menos así la recuerdo y tenía una bonita voz, ella se dedicaba a distraer a la gente con sus canciones y aligerar las bolsas de los menos atentos, o de los beodos en las tabernas y calles cercanas a ellas. Y luego estaba yo, Gato porque no era gran cosa, pero era ágil y me encantaba trepar por los tejados.

Con ellos pasé gran parte de mi infancia, aprendí mis primeras lecciones sobre abrir cerraduras y lo más importante pasar desapercibido. Como ves no tengo mucho musculo y no soy muy corpulento, así que para mí no ser visto era una bendición. Todos nosotros nos dedicábamos a robar mercancías de los muelles y aligerar bolsas de los borrachos o incautos que se ponían a nuestro alcance.

Justo cuando cumplí los nueve años, Sardina dejo la banda. Había conseguido su sueño enrolarse como grumete en una tripulación pirata. Eso hizo que Rata se volviera más irascible, junto a Tufo nos gritaba y y trataba mal a Flor y a mí. Sin Sardina. Habíamos perdido a nuestro contacto en los muelles y los golpes eran cada vez más escasos y pagaba su frustración con todos los demás. Un día a raíz de un mal golpe, una de los oficiales de una cofradía de ladrones locales, se fijó en Flor y en mí, hablo con nosotros y nos ofreció ingresar como aprendices, pues mi agilidad y la de la hermana de Rata les interesaba. Aquello fue el principio del fin.

Rata nos reunió la semana antes de que Flor y yo partiéramos con la cofradía, quería realizar un último golpe juntos. Algo fuera de lo común, un golpe en los bosques, nuestro “Jefe” y Tufo se habían unido a una banda de salteadores de caminos, o al menos eso decían y estos le habían dado el soplo de un lugar lleno de mercancía fácil de vender y sin mucho riesgo. Tendría que haber sospechado algo, pero era nuestro último golpe y posiblemente no volviéramos a vernos, así que acepte ayudar.

Nos adentramos en los bosques de noche, estaba un poco nublado pero la luna brillaba y nos daba algo de luz para avanzar. Llegamos al lugar indicado, era una vieja pozo natural, vacío ya hacía mucho tiempo, oscura y no muy grande el hueco para bajar. Rata ilumino el fondo con su antorcha, no estaba equivocado allí había cajas así que decidimos entre todos que yo bajaría a recuperar el género.

Atamos una cuerda a una gran roca y empecé a deslizarme hacia el fondo del pozo, al tocar el suelo Rata tiro otra antorcha y la encendí, revisando los cofres y cajas. Estaban vacíos, y parte de la madera podrida, allí hacia largo tiempo que nadie guardaba nada. Arriba escuche gritos y pelea, era la voz de Florecilla, gritar y patalear. Algo había salido mal y trate de trepar por la cuerda que fue cortada, estaba atrapado.

Grite, y Rata se asomó junto a dos hombres rudos que sujetaban a Florecilla. No es nada personal Gato, dijo, pero ni tu ni la estúpida de mi hermana vais a brillar más que yo, tu morirás ahí en ese pozo, y ella acabara en algún burdel perdido de la mano delos dioses. No es nada personal “amigo” solo son negocios. Y desaparecieron escuchándose solo los gritos y llantos de la niña alejarse de aquel lugar.

No sé cuánto tiempo paso, ¿tres o cuatro días? ¿una dekhana?. Tenía frio, hambre y me había magullado entero tratando de trepar por la pared de roca. Y Aquel día llovía con fuerza. Justo cuando cayó la noche y ya había perdido toda esperanza escuche un gruñido desde arriba del pozo. Una figura de un gran can gruñía hacia el fondo de la cueva y tras ella deslumbre a duras penas la figura de un hombre.

Solo recuerdo algo de aquella confusa noche antes de desfallecer, las palabras de aquel hombre al enorme lobo de pelaje oscuro. Sigue vivo, quizás podamos hacer de él un cazador. si sobrevive
Cuando encuentre imagenes y sepa como ponerlas lo editare, hasta aqui la infancia del canijo
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