Juliette D.

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Forigirl
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Juliette D.

Mensaje por Forigirl »

Derrumbada en el suelo, envuelta en fuego y sangre, las lágrimas no paraban de brotar de sus ojos.

Tan solo unas horas antes todo transcurría con normalidad en su casa y nada hacía presagiar lo que estaba a punto de ocurrir. Su madre, una hermosa elfa de rasgos muy finos se dedicaba a enseñar a sus hijos mientras su padre, un poderoso hechicero de raíces inciertas, ese día terminaba de ultimar las provisiones para su siguiente destino. De repente alguien tocó el picaporte de la puerta y como siempre, Juliette corrió rauda y veloz a abrirla.

Ante ella se postraba un hombre con ojos reptilianos, escamas por prácticamente toda su cara y ropajes un tanto peculiares. Se la quedó mirando un instante y sin mediar palabra pasó hacia delante tirándola a un lado.

- GROOOOGAAAAAAAAAN!! *el extraño pegó un grito que retumbó por toda la casa y fue directo a la habitación de estudio del hechiero donde se encontraba el resto de la familia*

Juliette presa del miedo corrió a esconderse esperando a que ese hombre se fuera. Una vez en su escondite empezó a escuchar gritos, sollozos y el ruido de varios objetos estrellándose contra el suelo. Se acurrucó sobre sí misma, tapándose los oidos, esperando a que todo terminara, esperando que fuese una pesadilla hasta que de repente escuchó un grito atronador alejandose, un ruido de lo que parecía una bestia enorme. No sabía cuanto tiempo había pasado ni si todo eso había sido real así que fue corriendo a la habitación de su padre y ahí lo encontró junto a su madre, los dos yacían en el suelo envueltos en sangre. Toda la habitación había sido destrozada, los libros quemados y sus padres asesinados. No había ni rastro de sus dos hermanos, los buscó, les llamó, pero no obtuvo ninguna respuesta. ¿Se los habría llevado ese hombre? ¿Habrían huido? ¿Los habría asesinado también como a sus padres?

De repente estaba sola en el mundo, sin lugar al que ir. Cogió un poco de comida y empezó a andar, con rumbo desconocido. Al cabo de unos días, un matrimonio de granjeros la encontró, yacía en el suelo sin apenas energía, y la llevaron a su casa. Allí la pequeña intentó explicarle a esa pareja lo que había ocurrido pero aparte de darle cobijo, poco mas pudieron hacer para ayudarla.

Pasaron los años y poco quedaba ya de esa niña. Se había convertido en granjera para ayudar a sus padres adoptivos, pero no conseguía integrarse con el resto de ciudadanos. Ella siempre intentaba acercarse a ellos, hablar y ser una más, pero nunca lo consiguió, el resto siempre la repudiaba, decían que estaba maldita y que era ella quien había matado a sus padres. El odio que vivía en era cada vez más fuerte e intenso. No pasaba día que no se acordara de lo que le había ocurrido a su familia, de aquello que tanto le hacía sufrir.

Era el momento de partir, de buscar respuestas, de encontrar a ese hombre y vengarse. Además tampoco perdía la esperanza de poder encontrar a sus hermanos con vida, esperaba que ellos también hubiesen podido huir y poderse reencontrar con ellos.

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Todo estaba negro, ella deambulaba entre la negrura intentando vislumbrar algo, intentando averiguar dónde se encontraba. De repente la oscuridad desaparece y todo son llamas a su alrededor, todo arde, ve a gente huir despavorida, otros retorciéndose de dolor mientras mueren entre las llamas, y ella ahí, en el centro sin sentir ápice de dolor y complacida por lo que está viendo. Un sentimiento de tranquilidad y gozo la invade y no puede evitar reir al ver la devastación y el dolor a su alrededor.

El escenario vuelve a cambiar y dónde hacía unos segundos contemplaba el dolor y sufrimiento ahora tan solo se veía a ella, rodeada de grandes espejos. ¿Qué era eso? ¿Qué estaba ocurriendo? Sin pensarlo corrió hacia uno de los espejos y ahí se vio. Ahí estaba ella con su rostro repleto de escamas, sus ojos habían cambiado dando forma y color de ojos reptilianos. No podía ser ella! Se llevó las manos a la cara y vio que sus manos también habían cambiado, se estaba convirtiendo en una bestia.

Con rabia empezó a dar golpes a todos los espejos mientras los cristales rotos iban haciéndole grandes heridas, dejando un rastro de sangre a su alrededor. Se sentó en el suelo exhausta y pegó un gran grito de impotencia y rabia a la vez, un grito que le resultó muy familiar.


Se despertó con el pulso acelerado, el miedo la invadía y corrió rápidamente hacía el espejo de la habitación para mirarse. Ahí no había nada, tan solo su rostro de siempre.

Todo había sido una pesadilla, pero una pesadilla que se repetiría más de lo que ella hubiese deseado.
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Re: Juliette D.

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Abrió los ojos y ahí estaba de nuevo, la oscuridad.

- ¿Por qué lloras?

Miró por todo su alrededor. ¿De dónde provenía esa voz? Se llevó las manos a su mejilla y efectivamente, las lágrimas se deslizaban por ellas.

-Soy quien estás buscando. No puedes encerrarlo más tiempo, lo sabes.

De nuevo el fuego ardía en su interior, le corroía por dentro. Cayó al suelo de rodillas implorándole que parara.

-¿Quién eres? ¿Qué quieres de mi? MUESTRATE!!

- Acaso no lo sabes? Una risa maléfica inundó el lugar

- Soy la perfección, y tu, un error. No eres más que una pequeña hormiga. ¿Acaso no es este fuego interior aquello que prende tu alma, aquello que te hace sentir bien?

Ella tendida en el suelo, intentaba despojarse de su piel a arañazos para que aquello que tenía en su interior, fuera lo que fuera, saliera. No entendía nada. ¿Qué era esa voz? ¿Quién le estaba haciendo eso?

De repente un gran ojo reptiliano apareció de entre la oscuridad observándola, un ojo como el que ella había visto en su cara, en ese sueño


-Si no eres capaz de aguantar esto, tal vez no seas digna de regresar a mi lado. Entiende de una vez que está despertando en el volcán que yace en tu interior. Tu pasado se hace presente. Pero eres incapaz de verlo y de asumirlo. Eres una decepción para los nuestros.

- TÚ ME PERTENECES! Mírate, patética, débil... no eres digna de ser de los nuestros, de llevar nuestra sangre. Quizá haya mas suerte con los otros dos, aquellos a los que tú conoces tan bien. ¿O tal vez merezcan morir como tú?


A medida que esa voz se iba pronunciando, la ira se iba apoderando de ella. El dolor empezaba a desaparecer y fluía el fuego en su interior. Empezó a levantarse, luchando con ese fuego interior hasta conseguir ponerse totalmente de pie y dirigiéndose hacia ese ojo que la estaba desafiando.

- No le hagas daño, ya me tienes a mi! Abrió los brazos de par en par exponiéndose a su merced.

Otra risa malvada volvió a retumbar por todo su alrededor.


-Entonces,¿prefieres destruirte a ti misma, ser pasto de tus propias llamas?

Una nueva oleada de fuego se apoderó del cuerpo de la semielfa, esta vez con más fuerza y dureza si cabe. Haciendo que cayera de nuevo al suelo hincando la rodilla.

_Haré lo que me pidas. Pero no les toques a ellos. Ya tienes lo que querías, estoy a tu merced.

-Entonces que así sea. Tal vez te haya subestimado.

Dicho eso el ojo desapereció y notó como si algo estrujara su corazón con fuerza en su interior. Pegó un fuerte grito saliendo de su boca una gran cantidad de fuego, dejando escapar ese dolor interior.
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Re: Juliette D.

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- Todavía recuerdo el día que llegué por primera vez a la Villa, estábamos Nelline y yo muy ilusionadas con el nuevo rumbo que tomaría nuestra vida tras los incidentes pasados en la ciudad donde nos conocimos, teníamos ganas de comernos el mundo, de cambiar mil y una cosas y sobretodo montar nuestra propia cofradía de mercenarios, pero poco a poco esas ganas e ilusiones se fueron diluyendo con el tiempo con todo lo que fue aconteciendo y sobretodo por cómo fueron las cosas.

Empezaba a relatar Juliette sentada en la mecedora de su nueva casa mientras sostenía en su mano izquierda una copa de vino.

- No teníamos mucho dinero así que al principio hicimos muchos viajes de mercancías con los bueyes de Pather - suspiró y su cara era de tedio y asco a la vez - Como ya sabes nunca he sido una mujer a la que se le den muy bien las relaciones con la gente, además como habrás podido ver los habitantes de Nevesmortas no es que sean muchos ni la alegría de la huerta ni se presten mucho a ser amables con ellos, pero eso ya es otro tema con el que no quiero aburrirte ahora - hace un gesto con su mano libre restándole importancia -. Siempre que se requirieron de mis servicios y ayudas lo hacía con gusto pero se ve que no estaba bien visto exigir unos pagos acordes con el esfuerzo hecho, ¿Desde cuando eso es normal? Hacer las cosas por amor y por gusto, ni que con eso te alimentaras y sobrevivieras! - se puso a reír para luego dar un sorbo a su copa y continuar.

- Lo que te decía, por eso y por mi simpatía natural empecé a ganarme algunos enemigos, aunque creo que era mas envidia que otra cosa, para que engañarnos. Llegó hasta tal punto que por matar unos cuantos bueyes y quemar a algunas personas me metieron en prisión y celebraron un juicio en mi contra - sonríe recordando - Al final me salió caro el querer ganarme unas monedas extra, aunque fue divertido ver como al final todos son muy parecidos y les puede mas el morbo y el cotilleo que otra cosa. En el juicio se me acusó de todo lo que quisieron y más, llevaba un abogado para defenderme, pero creo que me hubiese ido mejor si me hubiese presentado sola, no veas que desastre de juicio. Lo que mas me molestó ¿sabes que fue? el que me hicieran limpiar en el templo, como si fuera una vulgar criada -resopla indignada dando un largo sorbo de la copa. Se incorpora levemente para coger la botella de vino y rellenarse de nuevo la copa.

- A día de hoy algunos todavía me lo siguen sacando a relucir, son así de básicos y son incapaces de pasar página, de ver más allá, pero que le vamos a hacer?. Después de eso tuve que moderarme un poco porque tenía a todos observando cada gesto y cada palabra que hacía y la verdad, no me apetecía nada tener que estar dando explicaciones por todo. He intentado ir cambiando mi carácter hacia el resto, aunque siga pensando que todos son unos completos idiotas ya no lo demuestro tan abiertamente, aunque a veces me es imposible controlar esos instintos y se me escapa alguna bordería, pero nada importante ni grave. -hace una pequeña pausa meciéndose lentamente y pensativa -. Ni me acuerdo ya la de veces que he ayudado a esos inútiles y a sus gentes... Aunque siendo realistas, al final le estoy cogiendo cariño al lugar y a algunos de ellos.

- Ahora mismo como bien sabes me junto mucho con Kalen, mira que al principio no era santo de mi devoción pero se ofreció a ayudarme a canalizar y potenciar mi poder, aunque fui muy reticente al principio vi que realmente necesitaba una mano, yendo a la fuerza bruta como estaba yendo me estaba dando mas problemas y sustos de los que hacían falta, y la verdad, desde que le hago caso e intento aplicar los conocimientos que me enseña me va todo bastante mejor y noto que controlo más todo lo que hago y ocurre a mi alrededor. Lo que más me está costando es controlar mi ansia, mi inquietud, y quiero correr sin saber caminar. - su cara cambia como si estuviera molesta o disgustada consigo misma -.

- Podría contarte mil historias que he pasado con gente como Korissa, Zalcor... o de toda la gente que he ido conociendo pero... - mira la botella a la cual le queda ya solo un poco de vino que termina por verter en su copa y luego agita la botella - se ha terminado lo bueno. Sigo creyendo que le hace falta un cambio a mi vida, el cambio que esperaba hacer en cuanto llegué no ha surgido, todavía no he encontrado ese no se qué que me motive, que me haga ilusionar y sobretodo que me llene de nuevo de esa ilusión, pero estoy segura que llegará.
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Re: Juliette D.

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Se llevó las manos as la cabeza y empezó de nuevo a retorcerse de dolor en el suelo, la cabeza le ardía y hundía los dedos en su cabeza intentando arrancar de ella ese infierno que la estaba matando hasta que se desmayó por el dolor.

De nuevo estaba ahí totalmente a oscuras sin ver nada y esa voz perturbando su mente.


- ¿Qué equieres de mi? ¿Por qué me torturas de esta manera?

Una risa maliciosa retumbaba en la habitación.

- Déjame en paz!

Gritaba mirando por todos lados intentando vislumbrar algo.

De repente todo se iluminó y pudo ver a su hermano mayor agonizando y suplicando atado de pies y manos mientras el fuego iba consumiendo su cuerpo.
De nuevo la risa maliciosa se podía escuchar por toda la habitación.


- ¿Ves? Todo esto es por tu culpa, hasta que sucumbas a mi y aceptes tu destino y bendición todo aquel que se te acerque terminará igual, en tu mano está que no sufran. Acéptalo.

- ¿Pero que és lo que quieres exáctamente de mi? ¿Qué tengo que hacer?

- La respuesta está en ti, deja de huir y la encontrarás.

Se levantó del suelo todavía algo aturdida, se sirvió una copa de vino y se sentó en la mecedora pensativa y reflexionando con lo que le había ocurrido y cómo podía encontrar la salida ya que no entendía nada.
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Re: Juliette D.

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De nuevo esa oscuridad que le impide ver nada, de nuevo esa sensación de estar indefensa, expuesta, vulnerable. Pero de repente todo son llamas que la envuelven, todo arde, ve a gente huir despavorida, otros son consumidos por las llamas y ella en el centro, sin sentir ápice de dolor y complacida por lo que está viendo. Ahora el sentimiento es de tranquilidad, un gozo y satisfacción le invade y no puede evitar reír al ver tanta devastación y dolor a su alrededor.

El escenario vuelve a cambiar y dónde hacía unos segundos contemplaba el dolor y sufrimiento ahora estaba ella rodeada de espejos en los que se veía a ella reflejada, poco a poco todo su rostro, su cuerpo cambiaba, estaba ella con su cara repleta de escamas, sus ojos habían cambiado dando forma y color de ojos reptilianos. No podía ser ella! Se llevó las manos a la cara y pudo ver como también habían cambiado, se estaba convirtiendo en una bestia.

Con rabia empezó a dar golpes a todos los espejos mientras los cristales rotos iban causándole grandes heridas, dejando un rastro de sangre a su alrededor. Se sentó exhausta y pegó un fuerte grito fruto de la impotencia y rabia a la vez, un grito que le resultó muy familiar, demasiado.

Y esa maldita risa que le perseguía en todas sus pesadillas retumbaba de nuevo en la habitación, en su cabeza.

Se despertó empapada en sudor y fue corriendo a mirarse al espejo presa del pánico y pudo comprobar que todo estaba en orden que todo había sido de nuevo esa horrible pesadilla.


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En esta ocasión todo es paz, tranquilidad... Nada que ver con los anteriores sueños, no está encerrada en ninguna habitación ni hay oscuridad. A su alrededor un bello paisaje, grandes montañas, árboles se amontonan en las faldas de esas montañas. Gira su cabeza y ve una enorme ala extendida y sin pensarlo golpea en el aire e impulsa su cuerpo hacia las alturas. La sensación es indescriptible, miles de sentimientos inundan su cuerpo. Tranquilidad, seguridad, poder, orgullo...

Observa el paisaje desde las alturas, siente que todo lo que está a sus pies es suyo. Grandes construcciones que desde la altura parecen nimiedades hasta que una de esas construcciones llama su atención. Siente como el fuego candente de una pira le llama los tambores que resuenan le susurran.

Desciende hacia el lugar y el enorme cuerpo hace retumbar la tierra al aterrizar. A su alrededor pequeños esclavos de túnica negra con bordados rojos y dorados se postran ante ella. Sonríe al verlos, se siente y se ve superior a cualquiera de ellos. Y a su frente ve atada en un poste a una elfa, una ofrenda para ella. Lentamente se acerca al poste... y cuando está a punto de ver el rostro de esa mujer, cuando todo más nítido e intenso es... se esfuma



- Te gusta lo que ves? Esto es lo que te espera en cuanto aceptes tu naturaleza, tu destino.

Había decenas de esclavos con la rodilla hincada y la cabeza gacha mientras ella andaba con paso firme y seguro entre ellos. Se sentía más poderosa que nunca.

Al final de ese pasillo que formaban esos esclavos con túnica podía vislumbrar una gran figura, a medida que se acercaba el rostro se le iba haciendo más familiar hasta que estuvo lo suficientemente cerca y pudo comprobar que ese de ahí era su padre, con unas grandes alas que salían de su espalda y le tendía la mano con una sonrisa de oreja a oreja.


- Veo que al final lo has aceptado, que has dejado de huir. Bien hecho pequeña.
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Re: Juliette D.

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El día estaba transcurriendo con normalidad y habían decidido ir ambas destino a Bosque Alto junto a Zalcor, pues necesitaba hacerle unas preguntas a su padre o algo así le pareció entender a la hechicera, no tenía mucho más que hacer hasta que el resto de aventureros se preparara para ir al desierto con esos dichosos argénteos.

A medida que iban avanzando un extraño calor se iba apoderando de su cuerpo, al principio era casi imperceptible, algo molesto pero llevadero, pero poco a poco se fue intensificando y ya era algo molesto y abrasivo, se revolvía dentro de sus ropas, resoplaba, bebía agua... pero nada servía.

- ¿Vosotros no notáis que está haciendo mucha calor aquí? - decía Juliette encendida y roja como un tomate, costándole hasta el respirar.
El resto se miraron entre sí extrañados pues ellos no notaban nada extraño y no tenían esa calor tan sofocante y abrumadora. Apenas podía sostenerse y andar con normalidad pues parecía que el cuerpo se le estaba fundiendo a medida que el tiempo pasaba. Siguieron andando para poder acercarse al río y así poder refrescarse pero en cuanto empezó a andar un olor a chamusquina llegó a la nariz de todos y al echar la vista atrás vieron que toda la hierba que la semielfa pisaba se transformaba en cenizas. Raudo y veloz Zalcor empezó a verter el agua de sus cantimploras sobre las pequeñas llamas que se prendían entre el hierbajo y finalmente lo que restaba de agua se lo tiró sobre Juliette para ver si así le ayudaba a paliar ese insufrible calor.

Lejos de ayudarle eso hizo que la temperatura de su cuerpo todavía subiera más y el dolor fuera más intenso, desesperada se despojó de sus ropas ya que estas se le estaban pegando ya al cuerpo hasta que finalmente fruto de ese calor ta intenso cayó a plomo al suelo. Aunque no solo ella cayó desplomada al suelo, el caballero Alley también sucumbió y cayó en un profundo sueño.

El cuerpo quedó inerte en el suelo, el calor que desprendía desapareció pero parece que poco quedaba ahí de la hechicera más que su cuerpo. Un pequeño dragón de color rojo descendió a alta velocidad hasta quedarse sobre Juliette y mirándola fijamente aunque poco duró sobre el cuerpo ya que rápidamente Korissa se abalanzó sobre la semielfa cubriéndola del dragón.

- Vete a tomar por culo mierda de bicho! - estaba totalmente fuera de si, sobrepasada por la situación y no permitiría que nada ni nadie se acercara a Juliette.

Zalcor por el contrario, aunque no sin antes acomodar sus manos sobre los pomos de sus espadas le dijo a la cría que se marchara, que no la tocara.

- Es su hora, debo llevármela. - en todo momento se mostraba serena y con un propósito. - Ven conmigo y quizás lo entiendas.

- Dame más detalles o no la llevarás a ningún lugar.

- Ven conmigo y lo entenderás - repetía. ¿El resto, son de fiar?

- Ella es su pareja y el resto... no puedo hablar... son gente de honor.

- No te la vas a llevar a ningún sitio, como lo intentes te mataré, me bañaré en tu sangre y me comeré tu corazón - Korissa estaba alterada y fuera de si, no permitiría que nada le ocurriera a Juliette.

Nadie más entendía que era lo que estaban hablando entre el dragón y Zalcor pero este con buenas palabras intentó explicarles lo que ése le transmitía. Y casi antes de que pudiera terminar de explicarse y como si de un espejismo se tratara estaban en un enorme salón siniestro prendido en llamas.

- ¿Pero que mierda es esta? - Korissa miraba por todo su alrededor inquieta y apuntando con su estoque.

El dragón pasó la pata sobre Alley y éste recobró el conocimiento.

- No pidas... un discurso sobre lo sucedido... porque no está... del todo claro - Le susurraba el semielfo mientras le tendía la mano para que se levantara.

- Si sobrevive a esto será ella quien os lo cuente. Pero es algo que ella misma sabía que debía pasar.

- Lo que suceda aquí, deja que lo decida Korissa - Le remarcaba Zalcor al caballero para que no intercediera ni hiciera nada.

- ¡Apártate de ella! - apuntaba con el estoque la humana desafiante al dragón.

- Apartaos.....es su destino, está escrito desde el día que nació. Nuestra sangre corre por sus venas.

Zalcor en todo momento se mantenía alerta sin perder detalle de todo lo que ocurría tanto frente a sus ojos como a su alrededor, intentando guardar la compostura aunque con cierto nerviosismo.

Lejos de amedrentarse por las constantes amenazas de Korissa el dragón arañó el brazo de Juliette, rasgó una pata suya haciéndose una herida y la posó sobre el brazo de esta.

- ¿¡Pero que mierdas te crees que haces!? - Korissa estaba a punto de perder por completo la poca cordura que le quedaba en el momento, su respiración estaba muy acelerada y viendo lo que estaba ocurriendo era incapaz de guardar la compostura y pensar con serenidad.

- Resucitarla. ¿O prefieres que la deje morir? Conozco vuestro vínculo. Tú decides, sigo o la dejo tal y como está?

Esas palabras paralizaron a Korissa que lo único que fue capaz es de quedarse agarrando con fuerza la empuñadura del estoque hasta que finalmente miró a la hechicera y con un suspiro de resignación acabó por bajar el estoque.

- Me tomaré eso como que debo continuar.

- Como nos la juegue no descansaré hasta acabar con el último de tu especie, aunque me lleve 100 vidas. - Se arrodilló junto al cuerpo inerte.

Mientras tanto el caballero y Zalcor continuaban mirando atónitos la situación.

- Ten confianza - le decía el explorador mientras empezaba a rebuscar algo en su bolsa.

El dragón empezó a musitar unas palabras que ninguno de los presentes era capaz de entender.

- Para volver a comenzar tu andadura debes morir. Aunque tu cuerpo ya ha reconocido la muerte. Ahora debe ser tu alma la que dicte sentencia. - empezó a conjurar sobre el cuerpo de la muchacha terminando así con su vida.

- ¿¡Qué haces!? ¿¡Pero que coño te pasa por la cabeza!?

En ese momento Zalcor se acercó a Korissa entregándole un pergamino enrollado mientras que el dragón seguiía a lo suyo, conjurando para traer a la hechicera de vuelta.

Korissa desenrolló el pergamino rápidamente y sin pensarlo empezó a leerlo, pero el dragón enseguida que se dió cuenta de lo que estaba a punto de hacer le replicó.

- ¿Estás segura?

- No es lo que has pedido?

- Si lo haces, deberás enfrentarte a ella pues tu serás la culpable de que nunca sea lo que ha querido ser desde que nació. Tú mejor que nadie deberías saberlo. Si lo hacéis a vuestra manera, volverá. Pero... no de la forma que debe hacerlo y tarde o temprano esto volverá a ocurrir, es su destino.

Con rabia y tras escuchar eso, Korissa arrugó el pergamino y lo lanzó lejos y pegó un fuerte puñetazo al suelo.

- ¿¡Pero qué haces!? - fue corriendo a recoger el pergamino intentando alisarlo de nuevo y guardarlo - (Si esto vale casi tanto como mi casa).

- Estáis cegados por la amistad que os une y no prestáis atención. Ahora estaos quietos y dejadme hacer mi trabajo de una vez. - la paciencia del dracónido se estaba agotando.

El alma de Juliette abandonó por última vez su antiguo cuerpo. Un aura rojiza cubrió la estancia. El calor empezó a ser insoportable para los presentes. Y finalmente un último conjuro cayó sobre el cuerpo de la hechicera.
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Re: Juliette D.

Mensaje por Forigirl »

Tras lo ocurrido su mente estaba confusa, llegaron a la Villa y miraba a su alrededor extrañada, no reconocía nada, ¿Dónde le habían llevado? ¿Qué lugar era ese? Aunque sin que le diera tiempo a preguntarle a Korissa esta la cogió del brazo y tiró de ella con una amplia sonrisa aunque también algo nerviosa.

- Mira, mira aquí recuerdas? Aquí nos pasamos muchas horas trabajando. - No había terminado la frase que la estaba llevando a otro lugar - Y mira, tenemos una casa! - la metió en la que decía que era su casa y mostrandole todo con entusiasmo y orgullo.

La verdad que la presencia de la humana le daba tranquilidad y seguridad y todo el miedo e incertidumbre que podía tener desaparecía cuando estaba a su lado. Aprovechando que Korissa estaba descansando decidió salir a dar una vuelta por Nevesmortas a conocer un poco tanto la Villa como los alrededores, si quería que la gente no sospechara mucho debería esforzarse en recordar todo y no parecer una foránea. Aunque nada más lejos de la realidad, no había dado muchos pasos cuando ya se encontró con un elfo postrado en uno de los postes cerca de la fuente.

- Saludos Juliette.

Esta frunció el ceño. (Me conoce?) Se le acercó algo dubitativa y sin pensárselo dos veces le preguntó.

- ¿Y tú quien eres? - una pregunta que tendría que hacerse demasiadas veces para su gusto.

Éste le miró de forma extraña y sospechosa, pensando que la semielfa la estaba tomando el pelo, pero aún y así y viendo las preguntas que le estaba haciendo optó por contarle un poco quien era. Ese elfo le ponía nerviosa era muy meticuloso, tanto que le hacía sentir incómoda.

Los encuentros con otros aventureros se fueron sucediendo y por suerte en algunas ocasiones estaba junto a Kori y podía preguntarle entre susurros que a ver quienes eran esas personas y de qué se conocían. No había persona con la que se cruzara que pareciera no conocerla lo cual la incomodaba mucho porque parecía que las miradas se clavaban en ella cada vez que preguntaba algo o simplemente optaba por quedarse callada para no levantar más sospechas.

Muchas veces sentía la necesidad de mandarlos a todos a la mierda, de cerrarles esa boca, que panda de inútiles, que de tonterías eran capaces de decir en poco tiempo, era exasperarte. Por suerte se encontró con un mediano llamado Buppi y una enana que parecían no conocerla tanto de antes y que no la acribillaban a preguntas e interrogatorios por cada frase que decía, así que el tiempo que no estaba con Korissa prefería pasarlo con ellos. Además le ayudaron mucho a explorar la zona, reconocer los alrededores y poner a prueba su destreza en batalla.

Notaba que le faltaba soltura, seguridad y sobretodo contundencia. Sus conjuros eran un juego de niños que apenas hacían cosquillas a las alimañas que se encontraban por el camino, así que tras hablar con Kori, ésta le regaló una lanza, le comentó que antes solía usar una pequeña daga pero que ella prefería que usara ahora la lanza para ver si así era capaz de guardar un poco más las distancias. La verdad que al principio se notaba un poco extraña y le costó hacerse con ese arma pero con el paso de los días se fue sintiendo más cómoda y aprovechando el margen de maniobra que le daba la lanza conseguía incrustarla en sus cráneos sin mucho esfuerzo.

Su cuerpo estaba experimentando muchos cambios, unos más dolorosos que otros pero lejos de amedrentarse eso hacía que se fuera sintiendo mejor consigo misma y su ego aumentaba a pasos agigantados (si es que era posible tener todavía más).
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