La naturaleza carece de piedad y, cómo el arte, está impregnado de crueldad. El débil está condenado a servir al fuerte. La presa solo vive para alimentar a los depredadores. Es el patrón previsible de una obra imperfecta en manos de unos artistas carentes de imaginación que con orgullo desmedido se autodenominan dioses. Pero a veces se les escapa una pincelada de genialidad, y la estricta pauta que sigue su obra muestra unos colores que nadie esperaba ver. A veces el débil se alza ante el fuerte.
Maravilloso.
Sucede en pocas ocasiones, pero cuando ocurre es como presenciar un milagro de la naturaleza envuelto en una belleza infrecuente. Una flor de apariencia frágil que envenena a quién la toca, iniciando una suave melodía, primero Piano, para iniciar un hermoso Crescendo hasta desembocar en las bellas costas del silencio de la eternidad. Un insecto insignificante transmitiendo una pandemia mortal, incubando una muerte lenta y dolorosa, una obra cuyos actos dirigen al perfecto e inevitable final. Un buitre alimentándose de las entrañas de bestias que por naturaleza deberían ser sus depredadores, renovando los cimientos de un arte estancado que tan solo atrae parásitos.
Fabuloso.
La búsqueda de cultivar mi arte para ofrecer a mi público una obra maestra me ha permitido ser testigo de uno de estos inusuales destellos de inspiración de la naturaleza. Aguardando la tosquedad y previsibilidad de la obra de quienes dirigen Faerûn con tediosos actos, vislumbré una estallido de portentosos pigmentos que renovaron mi percepción del lienzo en el que pintamos nuestras vidas. El pequeño conejo desgarró la garganta del oso, tiñendo su blanco y trivial pelaje de un rojo de características únicas. Un rojo que expandía la belleza del alma de ese hermoso ser a su alrededor, como una bandada de cuervos que tratan de devorarlo todo. El éxtasis de dejarse engullir por ellos fue indescriptible.
Extraordinario.
Gracias, dama Shield, por tan valiosa revelación. Gracias por permitirme saborear el dulce néctar de la inspiración. Haré de ti una obra hermosa, cuando estés preparada.
El vuelo de la voluntad. Firmado por Basilisco.