Eowade Siadys’Variana

[Danowl]

Eowade Siadys’Variana nació hace 300 en la noble y antigua casa de los Siadys’Variana cuyos inicios tuvieron lugar en Evereska. Durante esa época, empezó el levantamiento de la casa y de sus costumbres, generación tras generación expandieron su influencia por todo Faerun, manteniendo los contactos con otros elfos de igual estatus.

Eowade se crio entre plata y oro, entre la doctrina y el rancio abolengo, preparándola para casarse con otra casa de igual o superior rango, invirtiendo en arriesgadas empresas y realizando una red de contactos que permitir mantener el legado que los había llevado a ser una de las principales familias.

Se realizó un matrimonio concertado que no trajo ni dicha ni descendencia pero que ambos novios aceptaron por el bien de sus casas.
Cuando el patriarca de la casa Siadys’Variana realizó una maniobra demasiado costosa, todo el poder acumulado, los contactos y la riqueza comenzaron a escurrirse como agua entre las manos. La familia cayó en desgracia y de sus miembros, la familia central los únicos en soportar el menosprecio, el resto rápidamente realizó nuevas alianzas y se separó.

Eowade, sin el sustento de su familia, comenzó a no ser “rentable” para la noble casa de Khersiwë y la ruina que el apellido Siadys’Varania empezó a traer cementó la decisión.

Eowade entró a formar parte del clero de Solonor, tanto por los contactos que aún quedaban en su familia como por su propia seguridad.
Allí, tutelada por un anciano Halcón Sangriento, Kherion, le enseño la doctrina y los conocimientos que tenía. Durante muchos años, no avanzó en su conexión con el dios, harto de la poca progresión de Eowade, la envió fuera de las comodidades del templo, a realizar un peregrinaje de humildad y comunión con los perceptos de Solonor llevando sus pasos a Nevesmortas.

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Al fin había llegado al pueblo infecto que su mentor le había dicho que fuera. Olía mal, las calles estaban embarradas y no tenia nada que ver con su bella Evereska o su templo. Estaba sucio y lleno de humanos que no tenían nada mejor que hacer que darle consejos a ella, por el amor de Solonor, si les cuadriplicaba la edad a todos.

Tomo un poco de aire por la nariz y la expulsó por la boca, primer asunto… darse a conocer al circulo druídico. Ante todo, modales, por suerte cuando llegó el guardián del bosque estaba en la villa, Zalcor, y tras las pertinentes salutaciones y promesas de presentarla al círculo cuando llegase la hora, se dirigió al bosque donde no olía mal ni había tanto humano.

Los días trascurrieron tranquilos hasta que empezaron a desaparecer niños, se realizó una misión de rescate de la que ningún humano tomo en cuenta sus sabias palabras hasta que les mordió en el culo y ella tuvo que desenajenar alguna mente que otra. Por suerte se resolvió satisfactoriamente y los niños fueron devueltos con sus padres.

Una cosa tenia que darle la razón al viejo chocho de su mentor, aquí podía conectar mejor con su dios, parecía que el acercarse a la verdadera esencia del bosque hacia que su mente llena de antiguas añoranzas se vaciara y se abriera al dios. Había conseguido hacer progresos cuando en meses que en 100 años no había conseguido. Sin embargo, seguía odiando el pueblo, aunque sus gentes habían empezado a caerles en gracia y una preocupación hacia ellos comenzó a surgir de su interior.

Seguían intentando imponer su opinión, cuando claramente ella, siempre tenia la razón, obviamente tenia los años apoyándola, que todos los años fueran en entornos protegidos y con sirvientes no tenia nada que ver

Tuvo una entrevista más con Zalcor que no llegó a ningún lado, y una promesa de que seguirían viéndose, estaba claro que era una prueba para medir su paciencia… sino no se lo explicaba.. aunque le informó de ese feo asunto de los Talonitas y una extraña enfermedad, por supuesto ella se ofreció a ayudar y aunque no llegó a participar, se encargó de vigilar el bosque mientras el guardián recuperaba el brazo.

Por lo que había podido ver al paso de los meses estas tierras no eran tan incultas como pensaba, Solonor era conocido por estas tierras, cosa que le llenó de orgullo, había un Lobo gris que iba y venía, un creador de arcos Elaras, cuyas magnificas piezas ella llevaba que también era devoto de Solonor, había otras personas remarcables, como el propio Zalcor, seguidor de Mielikki, y un agente de Silvanus, Cañamo.

Había cogido una rutina que le quizá la había puesto otra vez en sus antiguos vicios de complacencia… hacia pergaminos para los que los necesitaban, hacia rondas en el bosque para intentar aliviar la carga del guardián, guiaba a las nuevas personas que llegaban a este pozo llamado Nevesmortas…rutina ciertamente. Se sentía como si su dios esperara algo más, y ella no sabia que era y le estaba creando frustración, debía centrarse y alcanzar el equilibrio otra vez, revisar faltas y practicar la paciencia del arquero ante un disparo.

Puede que la llegada de esa sombra al bosque resultara la prueba que Solonor esperaba demostrara que ella era digna.

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Bueno...eso no se lo esperaba desde luego. Angela tenia razón.

Había sido descuidada y claramente Solonor le había dado un golpecito en los nudillos. No podía hacer pergaminos y compartir los dones de su dios así como así, tenia que ser mas cauta y cuidadosa, Angela se lo había dicho y aunque en un principio desechó la idea, que humana iba a decirle a ella como actuar, la retirada de su dios si se había hecho notar.

En cuanto se dio cuenta de su error Solonor volvió y con el la alegría de servirlo. Eso hizo reexaminar su doctrina y ver de que nuevas formas podría seguir con su camino. Puesto que no conocía ningún druida presente en Nevesmortas y Vildiara se encontraba en a saber donde, decidió ir al valle del Rauvin para hablar con el druida de allí. Por suerte y tras mucho suplicar y unas extrañas miradas cómplices con Zalcor que había aparecido allí, decidió enseñarle a empatizar con los animales.

Los inicios siempre eran duros...pero estos además eran dolorosos, por suerte y tras varios meses, parecía que los tejones ya no se lanzaban nada mas verla y aunque su nuevo Maestro no hacia mas que decirle humildad, humildad, al final fue Zalcor el que se apiadó de ella dándole unas buenas pistas de como comunicarse, olor, sonido y posición...Solonor lo bendiga y lo acompañe.