Parte XI - La sombra de Netheril
Viajaban hacia el Oeste a través del Camino Negro. Era la novena jornada de viaje a través del Anaurokh, y salvo el desagradable encuentro con una pareja de escorpiones gigantes, el viaje había transcurrido sin incidentes. Hasta esa noche.
La oscuridad había caído sobre ellos como un negro manto, y no tardaron en notar que algo no iba bien. Las estrellas habían desaparecido del firmamento, y las antorchas arrojaban una luz antinatural y difusa que apenas lograba alumbrar el camino. Una sensación extraña y familiar invadió a Aku conforme la caravana se adentraba en aquella insondable oscuridad.
Un grito de horror a sus espaldas sacó lo sacó de su sopor, y se giró con el arco listo, pero incapaz de ver nada. Vio un movimiento furtivo por el rabillo del ojo y al momento escuchó un segundo grito en el otro extremo de la caravana. En ese momento se dio cuenta de que estaban rodeados.
Las extrañas figuras se movían deslizándose por la oscuridad de una forma casi imperceptible, como si formasen parte de ella, eliminando a todo aquel que se cruzaba en su camino.
Aku disparó contra una de esas figuras, que se desvaneció en las sombras junto antes de ser alcanzado por la flecha, y al instante apareció por su espalda, apuñalándolo en el costado.
Cayó al suelo aturdido, esperando un segundo golpe que pusiese fin a su vida, pero el ataque no llegó. La figura había desaparecido.
Entonces las escuchó: Eran las mismas voces que lo habían acompañado en la infraoscuridad, y que ahora volvían a susurrarle directamente a sus pensamientos.
Se arrastró por la arena a ciegas, asustado y dolorido, tratando de alejarse de aquel lugar.
//He decidido eliminar el último párrafo del anterior capítulo en el que se mencionaba al hermano desaparecido.
Las desventuras de Aku Stachel
Moderadores: DMs de tramas, DMs
Re: Las desventuras de Aku Stachel
Parte XII - Un elfo peculiar
El carruaje se detuvo de golpe cogiendo por sorpresa al elfo, que viajaba completamente absorto en su lectura.
Al no escuchar ninguna señal de peligro, esperó a que reanudasen la marcha, incapaz de volver a concentrarse en las páginas, pero al cabo de un rato cerró el libro y se bajó del carruaje de un salto.
Se protegió los ojos del cegador sol del desierto con una mano, y avanzó con cautela por la hilera de caravanas, sintiendo la arena abrasadora bajo sus pies.
Finalmente llegó hasta el carro que encabezaba la caravana, y allí encontró a tres hombres que discutían junto al cadáver de un humano tirado en mitad del camino. El elfo escuchó con atención sin intervenir.
Trataban de decidir lo que hacer con aquel hombre, que al parecer estaba malherido pero no precisamente muerto. Ninguno de ellos quería hacerse responsable de aquel desagradable encuentro, y trataban de buscar un motivo para abandonarlo y continuar la marcha. Al cabo de un rato concluyeron (convenientemente para ellos) que, por su arco y atuendo, debía tratarse un bandido de las dunas, y que lo mejor era dejar que el desierto se hiciese cargo de él.
El elfo trató de contener su rabia ante tal muestra de egoísmo, y buscó algo en su zurrón. Se acercó a uno de los hombres, al que había identificado como el conductor de la caravana, y le puso un puñado de relucientes monedas en la mano.
-"Esto servirá para pagar de sobra el pasaje de este hombre. Aseguraos de que bebe agua y atienden sus heridas, si no me aseguraré de hacérselo saber a las autoridades cuando alcancemos nuestro destino".
Tras contar las monedas, el conductor llamó a un par de mozos, que llevaron el cuerpo a regañadientes hasta su carruaje, y al cabo de unos minutos retomaron la marcha.
Aquel particular elfo se llamaba Satori.
El carruaje se detuvo de golpe cogiendo por sorpresa al elfo, que viajaba completamente absorto en su lectura.
Al no escuchar ninguna señal de peligro, esperó a que reanudasen la marcha, incapaz de volver a concentrarse en las páginas, pero al cabo de un rato cerró el libro y se bajó del carruaje de un salto.
Se protegió los ojos del cegador sol del desierto con una mano, y avanzó con cautela por la hilera de caravanas, sintiendo la arena abrasadora bajo sus pies.
Finalmente llegó hasta el carro que encabezaba la caravana, y allí encontró a tres hombres que discutían junto al cadáver de un humano tirado en mitad del camino. El elfo escuchó con atención sin intervenir.
Trataban de decidir lo que hacer con aquel hombre, que al parecer estaba malherido pero no precisamente muerto. Ninguno de ellos quería hacerse responsable de aquel desagradable encuentro, y trataban de buscar un motivo para abandonarlo y continuar la marcha. Al cabo de un rato concluyeron (convenientemente para ellos) que, por su arco y atuendo, debía tratarse un bandido de las dunas, y que lo mejor era dejar que el desierto se hiciese cargo de él.
El elfo trató de contener su rabia ante tal muestra de egoísmo, y buscó algo en su zurrón. Se acercó a uno de los hombres, al que había identificado como el conductor de la caravana, y le puso un puñado de relucientes monedas en la mano.
-"Esto servirá para pagar de sobra el pasaje de este hombre. Aseguraos de que bebe agua y atienden sus heridas, si no me aseguraré de hacérselo saber a las autoridades cuando alcancemos nuestro destino".
Tras contar las monedas, el conductor llamó a un par de mozos, que llevaron el cuerpo a regañadientes hasta su carruaje, y al cabo de unos minutos retomaron la marcha.
Aquel particular elfo se llamaba Satori.
Re: Las desventuras de Aku Stachel
Parte XIII - Nieves Muertas
Había pasado más de un mes desde el sanguinario asalto en el Anaurokh.
Aku se había despertado sobre un frío camastro, aturdido, dolorido e incapaz de mover un músculo. Había tardado una semana en poder incorporarse por si mismo, y dos semanas más para poder caminar sin ayuda.
Se encontraba en el sanatorio de un templo de Lathander, en una villa de la que nunca había oído hablar antes: Nevesmortas, no muy lejos de la frontera occidental del Anaurokh. Hablando con los novicios supo que un elfo solar lo había llevado hasta aquel lugar, después de que su caravana lo encontrase tirado en mitad del desierto.
Aku Stachel se sentía en deuda con aquel elfo, así que tras averiguar su nombre, cogió sus escasas pertenencias y partió en su búsqueda.
Aquella aislada villa resultó ser un auténtico hervidero de viajeros y exploradores ávidos de aventuras, y no le fue complicado dar con el Elfo, que se había instalado en una pintoresca posada de la villa llamada "La Rosa y el Martillo"
Subió las escaleras y llamó a la puerta de la habitación del elfo, sin saber muy bien que decir o hacer a continuación...
Había pasado más de un mes desde el sanguinario asalto en el Anaurokh.
Aku se había despertado sobre un frío camastro, aturdido, dolorido e incapaz de mover un músculo. Había tardado una semana en poder incorporarse por si mismo, y dos semanas más para poder caminar sin ayuda.
Se encontraba en el sanatorio de un templo de Lathander, en una villa de la que nunca había oído hablar antes: Nevesmortas, no muy lejos de la frontera occidental del Anaurokh. Hablando con los novicios supo que un elfo solar lo había llevado hasta aquel lugar, después de que su caravana lo encontrase tirado en mitad del desierto.
Aku Stachel se sentía en deuda con aquel elfo, así que tras averiguar su nombre, cogió sus escasas pertenencias y partió en su búsqueda.
Aquella aislada villa resultó ser un auténtico hervidero de viajeros y exploradores ávidos de aventuras, y no le fue complicado dar con el Elfo, que se había instalado en una pintoresca posada de la villa llamada "La Rosa y el Martillo"
Subió las escaleras y llamó a la puerta de la habitación del elfo, sin saber muy bien que decir o hacer a continuación...
Última edición por mr_aku el Lun Ago 06, 2018 10:22 pm, editado 1 vez en total.
Re: Las desventuras de Aku Stachel
Parte XIV - Una nueva etapa
Habían pasado tres meses desde su llegada accidental a Nevesmortas, donde había conocido a Satori, el elfo que había evitado que abandonasen su cuerpo en el desierto.
Satori era un mago, el primero que Aku conocía. Un erudito de lo arcano que había acudido a la villa en busca de "algo" que al parecer ya no se encontraba allí. El elfo había agotado todo su efectivo para completar aquel infructuoso viaje hasta Nevesmortas, así que cuando Aku dispuso su arco al servicio del mago, este aceptó de buena gana.
La villa de Nevesmortas demostró ser una inagotable fuente de aventuras, puesto que a pesar de su apartada ubicación y su exiguo encanto, parecía ser el epicentro de todo tipo de sucesos extraordinarios e inusuales.
Juntos, el mago y el arquero hicieron fortuna participando en numerosas "gestas remuneradas", como a ellos les gustaba llamarlas. Combatieron contra una furibunda tribu de trasgos que amenazaba las granjas de la zona, derrotaron a un perverso nigromante que había instalado su laboratorio en las criptas de la villa, y depusieron a un caudillo orco asentado en las cuevas del río lanzagélida, ganándose con ello el favor de Lady Arlezha, la gobernadora de Nevesmortas.
Fue así como sin pretenderlo, Aku se inició como aventurero, una profesión que le depararía numerosas sorpresas y que arrojaría algo de luz sobre los misterios sin resolver de su pasado.
//He decidido reescribir este capítulo para reflejar algunas cosas que se quedaron en el tintero.
Habían pasado tres meses desde su llegada accidental a Nevesmortas, donde había conocido a Satori, el elfo que había evitado que abandonasen su cuerpo en el desierto.
Satori era un mago, el primero que Aku conocía. Un erudito de lo arcano que había acudido a la villa en busca de "algo" que al parecer ya no se encontraba allí. El elfo había agotado todo su efectivo para completar aquel infructuoso viaje hasta Nevesmortas, así que cuando Aku dispuso su arco al servicio del mago, este aceptó de buena gana.
La villa de Nevesmortas demostró ser una inagotable fuente de aventuras, puesto que a pesar de su apartada ubicación y su exiguo encanto, parecía ser el epicentro de todo tipo de sucesos extraordinarios e inusuales.
Juntos, el mago y el arquero hicieron fortuna participando en numerosas "gestas remuneradas", como a ellos les gustaba llamarlas. Combatieron contra una furibunda tribu de trasgos que amenazaba las granjas de la zona, derrotaron a un perverso nigromante que había instalado su laboratorio en las criptas de la villa, y depusieron a un caudillo orco asentado en las cuevas del río lanzagélida, ganándose con ello el favor de Lady Arlezha, la gobernadora de Nevesmortas.
Fue así como sin pretenderlo, Aku se inició como aventurero, una profesión que le depararía numerosas sorpresas y que arrojaría algo de luz sobre los misterios sin resolver de su pasado.
//He decidido reescribir este capítulo para reflejar algunas cosas que se quedaron en el tintero.
Re: Las desventuras de Aku Stachel
Parte XV - El Guerrero Tuerto
El fuerte hedor a orina y heces de trasgo era insoportable, y hacía que las lágrimas brotasen de sus ojos. Aku se cubrió la boca con un paño húmedo y avanzó a través de la oscuridad, tratando de no pisar ninguno de los huesos que descansaban esparcidos por el suelo de la cueva.
Unos pasos por delante, el robusto guerrero tuerto avanzaba con paso firme y decidido, y a su espalda, Satori cerraba la marcha cubriendo la retaguardia.
El elfo había aceptado aquel trabajo en Fuerte Nuevo, donde un anciano había sido secuestrado por unos trasgos. Fue en aquel lugar donde conocieron a Lothar: un hombre de armas tuerto, de aspecto rudo y descuidado, que parecía haber pasado la noche sumergido en una tinaja de cerveza rancia.
El guerrero cargaba a sus espaldas un espadón casi tan grande como él, y también estaba interesado en el rescate del anciano, así que los tres llegaron a un acuerdo y se aventuraron juntos en aquel hervidero de trasgos subterráneo, conocido como el Fuerte Verluzh.
Tras unos minutos avanzando en silencio, Lothar se detuvo, señaló al frente y susurró:
-"Trasgos"
Dicho esto, el guerrero bramó algo incomprensible y cargó contra el enemigo, movido por una abrumadora furia que dejó a Aku paralizado por unos instantes.
Ver a Lothar combatir era algo casi hipnótico, y había cierta elegancia en la forma en que los trasgos se convertían en una pulpa sanguinolenta con cada acometida de su espadón. No tenían ninguna oportunidad contra el humano.
Después de aquel día el guerrero tuerto les acompañó en más de una ocasión, y a su lado, Aku encontraría la primera pieza de ese puzzle que trataba de recomponer desde su retorno de las entrañas de la infraoscuridad.
El fuerte hedor a orina y heces de trasgo era insoportable, y hacía que las lágrimas brotasen de sus ojos. Aku se cubrió la boca con un paño húmedo y avanzó a través de la oscuridad, tratando de no pisar ninguno de los huesos que descansaban esparcidos por el suelo de la cueva.
Unos pasos por delante, el robusto guerrero tuerto avanzaba con paso firme y decidido, y a su espalda, Satori cerraba la marcha cubriendo la retaguardia.
El elfo había aceptado aquel trabajo en Fuerte Nuevo, donde un anciano había sido secuestrado por unos trasgos. Fue en aquel lugar donde conocieron a Lothar: un hombre de armas tuerto, de aspecto rudo y descuidado, que parecía haber pasado la noche sumergido en una tinaja de cerveza rancia.
El guerrero cargaba a sus espaldas un espadón casi tan grande como él, y también estaba interesado en el rescate del anciano, así que los tres llegaron a un acuerdo y se aventuraron juntos en aquel hervidero de trasgos subterráneo, conocido como el Fuerte Verluzh.
Tras unos minutos avanzando en silencio, Lothar se detuvo, señaló al frente y susurró:
-"Trasgos"
Dicho esto, el guerrero bramó algo incomprensible y cargó contra el enemigo, movido por una abrumadora furia que dejó a Aku paralizado por unos instantes.
Ver a Lothar combatir era algo casi hipnótico, y había cierta elegancia en la forma en que los trasgos se convertían en una pulpa sanguinolenta con cada acometida de su espadón. No tenían ninguna oportunidad contra el humano.
Después de aquel día el guerrero tuerto les acompañó en más de una ocasión, y a su lado, Aku encontraría la primera pieza de ese puzzle que trataba de recomponer desde su retorno de las entrañas de la infraoscuridad.
Re: Las desventuras de Aku Stachel
2 años de aventuras y desventuras en la Marca Argéntea se suceden desde la publicación anterior a esta.
Parte XVI - El retorno del arquero
Ya había pasado más de un año desde que había decidido volver ahí abajo. Más de un año sin ver la luz del sol ni sentir la lluvia en su rostro, y esta vez había sido por propia voluntad.
Había dejado atrás muchas cosas, pero no tardó en darse cuenta de que había tomado la decisión correcta. Solamente allí, en las entrañas del mundo, encontraría las respuestas que tanto anhelaba.
Su extraño vínculo con las sombras se fortalecía por cada día que pasaba allí abajo, y estaba descubriendo capacidades de las que hasta entonces solo tenía sospecha. Gracias a esto era capaz de moverse con cierta libertad por la galerías de la antípoda oscura, evitando a las patrullas drows sin dificultades, y limitándose a dar caza a drows solitarios.
Pero todo había cambiado después de abatir a aquel mensajero drow. Tras leer el mensaje que este portaba, Aku volvió a su escondrijo y empaquetó sus cosas apresuradamente. Había llegado el momento de volver a la superficie.
Parte XVI - El retorno del arquero
Ya había pasado más de un año desde que había decidido volver ahí abajo. Más de un año sin ver la luz del sol ni sentir la lluvia en su rostro, y esta vez había sido por propia voluntad.
Había dejado atrás muchas cosas, pero no tardó en darse cuenta de que había tomado la decisión correcta. Solamente allí, en las entrañas del mundo, encontraría las respuestas que tanto anhelaba.
Su extraño vínculo con las sombras se fortalecía por cada día que pasaba allí abajo, y estaba descubriendo capacidades de las que hasta entonces solo tenía sospecha. Gracias a esto era capaz de moverse con cierta libertad por la galerías de la antípoda oscura, evitando a las patrullas drows sin dificultades, y limitándose a dar caza a drows solitarios.
Pero todo había cambiado después de abatir a aquel mensajero drow. Tras leer el mensaje que este portaba, Aku volvió a su escondrijo y empaquetó sus cosas apresuradamente. Había llegado el momento de volver a la superficie.
Última edición por mr_aku el Mié Ago 07, 2019 1:11 pm, editado 1 vez en total.
Re: Las desventuras de Aku Stachel
Parte XVII - Un trago amargo.
Aku atravesó el pasillo invadido por una fuerte sensación de nostalgia. La densa capa de polvo que cubría los muebles indicaba que hacía mucho que nadie entraba allí. Él mismo se había sorprendido al comprobar que la llave todavía encajaba en la cerradura de la entrada.
"La Piedra de Regreso" era el nombre que él y sus compañeros habían decidido ponerle a aquella mansión. Un lugar donde poder regresar.
Pero solo él había regresado.
Subió las escaleras que conducían a la planta superior, y abrió la puerta del estudio. Todo seguía en su sitio, tal y como lo había dejado antes de marcharse.
Solo él había regresado, y ahora su amigo estaba muerto.
Puede que los demás también estuviesen muertos...
Cogió una caja de madera de leñocaso cubierta de polvo. La abrió con cuidado, revelando una vieja botella de licor y la descorchó de un tirón, rompiendo el silencio que reinaba en aquel lugar abandonado.
- Este trago va por ti, amigo.
Dio un largo trago y se recostó en el polvoriento sillón. Por norma general no bebía alcohol, pero no se le ocurría un mejor homenaje para él. Aquella noche se emborracharía.
Sin previo aviso una figura femenina emergió de las sombras, sobresaltándolo y haciéndole soltar la botella, pero ella la atrapó en el aire antes de que esta tocase el suelo.
Aku atravesó el pasillo invadido por una fuerte sensación de nostalgia. La densa capa de polvo que cubría los muebles indicaba que hacía mucho que nadie entraba allí. Él mismo se había sorprendido al comprobar que la llave todavía encajaba en la cerradura de la entrada.
"La Piedra de Regreso" era el nombre que él y sus compañeros habían decidido ponerle a aquella mansión. Un lugar donde poder regresar.
Pero solo él había regresado.
Subió las escaleras que conducían a la planta superior, y abrió la puerta del estudio. Todo seguía en su sitio, tal y como lo había dejado antes de marcharse.
Solo él había regresado, y ahora su amigo estaba muerto.
Puede que los demás también estuviesen muertos...
Cogió una caja de madera de leñocaso cubierta de polvo. La abrió con cuidado, revelando una vieja botella de licor y la descorchó de un tirón, rompiendo el silencio que reinaba en aquel lugar abandonado.
- Este trago va por ti, amigo.
Dio un largo trago y se recostó en el polvoriento sillón. Por norma general no bebía alcohol, pero no se le ocurría un mejor homenaje para él. Aquella noche se emborracharía.
Sin previo aviso una figura femenina emergió de las sombras, sobresaltándolo y haciéndole soltar la botella, pero ella la atrapó en el aire antes de que esta tocase el suelo.
