Se apretó con cuidado la venda que le cubría la herida en el muslo y volvió a maldecir en silencio. Esto le costaría horas del trayecto, todo por confiarse…. la guerra estaba apunto de acabar eso lo sabían todos, pero la cuestión era cuan mal acabarían si no conseguía llevar la información y no por primera vez se preguntó si había elegido el bando adecuado para conseguir el dinero, quizá en vez del sobrino habría tenido que elegir al tío…
Se levantó con cuidado de la madriguera que había encontrado en un árbol y afinó los oídos… parecía que la escaramuza no había dado lugar a persecución, por una vez Tymora le había sonreído y ahora rezaba a Silvanus para que consiguiera cruzar las patrullas que habían cortado el acceso a la base y al comando central.
Se movió como una sombra en la noche, pero con más cuidado que antes, pisaba en roca o en raíces, afinaba el oído y la vista y para que negarlo iba con el culo prieto. Logró esquivar dos patrullas de puro milagro y decidió dar un rodeo por el este, tardaría mas debido al denso bosque, pero le facilitaría la ocultación, y ahora mismo con lo que le dolía la pierna, podría ser que fuera por donde fuera no llegara a tiempo.
Avanzó con las precauciones que los 7 años de experiencia en esta contienda le habían dado, lo que no contaba es con que la pierna le fallara y acabara en un agujero, por suerte no se había roto nada, solo había perdido la dignidad. Miro alrededor mientras la pierna le daba unas punzadas horribles y la venda se tornaba carmesí. Estaba claro que no podría trepar, por lo menos de momento, aunque no era muy profundo la tierra estaba suelta, necesitaría un asidero o una raíz o que la pierna dejara de dolerle como si se le fuera a caer a trozos, se sentó derrotada en el suelo, dos noches sin dormir, un ataque por sorpresa y una caída a un agujero.
“Y así acabó la vida de la exploradora Mera Galuin, muriendo en un hoyo, demostrando a todo el mundo las habilidades de su profesión” pensó no sin cierta amargura. Se volvió a aplicar unas vendas en la herida, bebió un poco de agua de la cantimplora y comió un poco de carne seca. Cerraría los ojos un segundo, descansaría unos minutos e intentaría trepar. Cuando los volvió a abrir vio la cabeza de un lobezno que la miraba con ojos inquisitivos.
¡Hey bonito! - dijo en voz baja. El lobezno la miró fijamente a los ojos y sintió como la juzgaban, como la median palmo a palmo a ver si era digna, contuvo la respiración mientras el lobezno empezaba a olfatear el agujero y vio como daba una vuelta alrededor de el sin perder de vista a Mera. Una vez concluida la inspección debió encontrarla apta, porque volvió al poco arrastrando una raíz de árbol.
Consiguió agarrarla y comenzó a subir la tierra suelta con cuidado, recordándole su pierna que no estaba para muchos más azares. Cuando llego arriba jadeando, el lobezno la estaba esperando sentado. Acercó la mano y fue recompensada con un lametón. Este lobo decididamente no era normal, pero cuando lo volvió a mirar a los ojos no encontró ya esa mirada inquisitiva sino la de un simple cachorro. Agradeció a Silvanus que le hubiera concedido ese don y apretando los dientes se puso en marcha con el cachorro siguiéndola sin ninguna dificultad.
A veces tomaba la delantera el lobezno y le indicaba el camino, otras se mantenían detrás, poco a poco consiguieron cruzar. Tendría que ponerle nombre, pero antes tendría que cumplir con su misión, volvió a tocar el sobre con papeles que llevaba debajo de la camisa metidos en la alforja especial y continuó por la espesura hasta llegar al lugar donde tendría que jugársela, como los de guardia la confundieran… se puso el blasón de la tropa en el pecho y avanzó con dificultad tragando saliva, el lobezno desapareció en cuanto salió de la linde lo vio marcharse con un poco de pena, lo volvería a ver estaba segura, pero aun así...por suerte no llovía.
La reconocieron pronto, y la llevaron prestos a la tienda del comandante, un hombre enjuto, canoso y con arrugas en su ceniciento rostro, tenía una cicatriz que le recorría parte del cuello y desaparecía debajo de la armadura. Lo encontró apoyado con las manos sobre la mesa leyendo reportes de la pila a su derecha. Al verla entrar sus ojos chispearon y una sonrisa iluminó el cansado rostro.
-Cabo Galuin, por fin, ya os dábamos por muerta lleváis días de retraso – dijo el comandante Férrez
-Señor – respondió ella levándose el puño al corazón donde se encontraba el escudo del noble por el que había sangrado. – Traigo lo que pedisteis. Se metió la mano debajo de la camisa y se desabrocho la bolsa porta documentos de cuero. Al hacerle entrega del mismo, una sensación de alivio la inundó. Ya está, pensó con sobriedad, mi parte está cumplida.
Con ojos relucientes, Férrez cogió el sudado cuero y lo abrió repasando la documentación mientras con un ademán la dejaba libre. Con pasos cansados fue a la tienda de curación a que le miraran la pierna y allí cayo inconsciente hasta que los gritos de sus compañeros la despertaron.
La guerra había acabado, y con suerte la rendición había sido mejor de lo que en un principio podría esperarse. Alzó una plegaria a los espías que habían conseguido la información que ella había transportado en el final del viaje y se reunió con el resto de compañeros.
En pocas semanas se desmantelaron los campamentos y se licenció la soldada recibiendo la paga y los mandaron a casa. Había oído que en el norte aun había necesidad de hombres y mujeres del bosque, quizás habría suerte… se rascó el antebrazo izquierdo donde estaba el tatuaje del desgraciado de su padre y se lo tapó con el brazal, lo más fácil sería taparlo con otro tatuaje estaba claro, en cuanto llegara a una ciudad lo ocultaría bajo capas de pigmento.
El lobezno se le acercó de nuevo cuando se internó en el bosque, en esas pocas semanas había crecido el condenado…y una vez mas pensó que tenia que ponerle un nombre, aunque aún no sabía cuál, bueno, tenia tiempo. El norte aún quedaba lejos.
