Karierto Snyder

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Fibrizo
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Karierto Snyder

Mensaje por Fibrizo »

Prólogo.

Karierto Snyder es un sin nombre. No es nadie, no es más que un niño que sirve a El Ojo Ciego, una facción de Tyrritas al sur de Aguasprofundas.

El pueblo de Karierto a duras penas superaba los inviernos, sobrevivían gracias a los despojos que dejaban viajeros buscando comercio en Calimshan, y de los restos de caravanas que atacaban los bandidos. Un pequeño poblado que sobrevivía gracias a las oraciones de su sacerdote, que los protegían de los peligros cuando salían a buscar víveres. Qué más daba a quien rezase mientras los protegiese a todos? A las faldas de las montañas de la marcha no molestaban a nadie.

Los paladines cayeron sobre el clérigo cuando estaba predicando, su túnica negra y púrpura se oscureció cuando la sangre brotó a borbotones de su garganta. Más tarde, el caos, niños corriendo, aplastados por caballos.

Desde que liquidaron a los adultos del círculo, habían adoptado a los niños, encargándoles las tareas de su campamento. Limpiar letrinas, vaciar bacinillas, preparar comidas, barrer, alimentar y cepillar a los caballos, todas las tareas fundían a negro todas las noches con los discursos del capitán, un hombre que hablaba de sí mismo en tercera persona, y que presumía de lo mucho que les daban.

Deberíais estar agradecidos, os alimentamos y mantenemos seguros, que no es poco, tan cerca de Calimshan!

Habían partido en una expedición de evangelización, como ellos llamaban. Tomaban lo que podían a su paso de los "menos justos" e infieles, dejando a su paso un rastro de cadáveres e infieles, que no eran más que los protectores de los pueblos que arrasaban.

Pasan meses, y los supervivientes están al servicio de los paladines, no dejan de hablar de cuando los liberen en tierras seguras, pero no se alejan de las montañas de la marcha.

Y Karierto sigue en su rutina.

Una mañana más, una carrera más, otra ronda de desayunos que preparo. No puedo cortar las patatas para el guiso, donde están los cuchillos? Maldición, otra vez a correr, otra vez a disculparme con el gran señor.

Sirven el desayuno y los Paladines se lanzan a él, como los carroñeros que son, pero de repente, hay alboroto. Se levantan los paladines y desenvainan sus espadas.

Karierto se agacha y gime:

¿Qué pasa?

Una mano enorme se posa sobre su hombro y le dice Tranquilo, quédate aquí, tú no has hecho nada.

Algo le salpica la cara, y no tiene valor para mirar. Solo se oyen gritos y correteo, y de repente el silencio.

La misma voz familiar le ordena que se ponga en pié.

Tienes que ser paciente, tenemos mucho trabajo aquí,y volveremos al norte pronto, y entonces serás libre. Si escapas, las alimañas te comerán, si te quedas con nosotros, vivirás

Su tono de voz es conciliador, aunque la respiración la tiene alterada, y de repente, Karierto vé a su espalda los cuerpos de sus amigos, los que jugaban con él en el campamento con los huesos que dejaban los de las corazas, los que le enseñaron a trabajar bien para no enfadar al capitán. La arena mezclada con sangre empieza a oscurecerse, y adquiere un tono parduzco. Vuelve la mirada al Capitán, y vé las salpicaduras de sangre en su cara, su espada lagrimeando una pulpa roja, y no puede más.

Cae desplomado.
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Fibrizo
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Re: Karierto Snyder

Mensaje por Fibrizo »

//antes de nada, quiero aclarar que es un relato subjetivo, en gran parte del relato de un punto de vista infantil, en muchos casos el relato estará alterado por el observador//

Una mañana más, otro día que Karierto se despierta adolorido, no puede con su alma.

Todas las mañanas desde hacía 2 años seguía la misma rutina. Limpia las cuadras, corre; limpia las bacinillas, corre; entrena con la espada larga con el Capitán, corre; prepara la comida, corre... siempre andaba como pollo sin cabeza.

Cada vez los combates era más comunes y cada vez acababa más dolorido. Es necesario todo esto? se preguntaba Karierto mientras contaba los moretones. Todos los días intentaba mantener la guardia alta, todos los días intentaba no tropezar y caer a los pies del Capitán. Todos los días acababa haciéndole morder el polvo.

Una noche de luna nueva, mientras limpiaba los platos de la cena, vio un pequeño ratón completamente negro. No parecía un ratón de campo, tampoco parecía una rata de ciudad, era un negro azabache, y parecía que atrapaba la luz a su alrededor, haciendo que su mirada quedase atrapada en él.

No le dio mayor importancia, y siguió con su trabajo, aún quedaban muchos platos por fregar, y nadie le iba a ayudar.

Otro día más, otro moretón que añadir a la cuenta, su piel parecía un campo invernal a medio nevar, su piel nívea contrastaba con los diferentes tonos que adquirían sus marcas, del cerúleo al más intenso púrpura. Cada vez tardaban más en hacerlo caer, cada vez tardaban más hacerle daño, Karierto lo notaba, mientras él crecia, esos enlatados caballeros envejecían y se oxidaban. Pronto sería autosuficiente en el mundo libre.

Otro día más, otro entrenamiento más. Todo parece repetirse, día tras otro. Pero hoy el capitán parece diferente, sus brazos se mueven con lentitud, y la piel de sus brazos parece lánguida y falta de color. En uno de los lances del combate, el capitán pisa un jarrón -De donde ha salido el jarrón? Juraría haberlos guardado todos- y cae al suelo. Karierto no deja pasar la oportunidad, y lanza una estocada que seguro iba a impactarle en el cuello. Le devolvería uno de los moratones.

Cuando ya saboreaba la victoria, cuando estaba a punto de devolver un mísero golpe, el primero en años de tortura; cuando ya casi veía el color brotar del cuelo del Capitán; en ese preciso instante algo lo mandó volando por los aires.

¡NO! ¡No te hemos enseñado a pelear así!

Era el teniente, un hombre joven y corpulento, de cabello dorado y hercúleos brazos. Lo había lanzado a más de 10 metros, fuera del círculo de entrenamiento.

Dura fue la caída, como duro fue que le arrancasen su victoria de las manos.

Más duro fué el castigo por luchar sin honor, ya que libraron a uno de los bueyes de carga de llevar el equipo del teniente, para pasarle el trabajo al pobre diablo, para siempre, no iba a volver a esas tareas sencillas que dominaba. No era su humillación suficiente?
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Re: Karierto Snyder

Mensaje por Fibrizo »

Otro día más bajo la luz del sol abrasador de Calimshan, cuantos meses habían pasado desde que el buey empezó a descansar, y Karierto empezó a portar el equipo del teniente? Ya se había acostumbrado al peso de la armadura, las grebas y el escudo que llevaba colgados a la espalda. Se ocupaban siempre de que no llevase la espada del Teniente.

Otra noche más bajo la Luna de Calimshan. Hacía meses que la fría y húmeda brisa del desierto acariciaba su incipiente bigote mientras se preparaba para aceitar y pulir la armadura del Teniente. No le extrañaba que cuando los vio por vez primera brillase tanto, pero ahora ese brillo representaba algo más, representaba que era prisionero del Ojo Ciego, que hacía todo el trabajo sucio de la comitiva, y que comía de las migajas que dejaban los caballeros.

Una noche de luna llena, en su ensimismamiento, algo llamó su atención. Bajo la armadura no entraba la ténue luz de la linterna que usaba para alumbrarse mientras pulía la greba derecha del capitán. Qué clase de sombra proyectaba la pechera para que no entrase ni la luz del farol?

Y entonces sucedió, dos puntos rojos brillantes aparecieron bajo la armadura. Y Karierto palideció, quedo mudo por la impresión, pensando que al fin algo acabaría con su sufrimiento, y lo mandaría al Estigia, para se por siempre olvidado y para por siempre olvidar.

Pero no pasó nada, los puntos rojos allí se quedaron, cuanto tiempo? 1 minuto? una hora? Pareció una eternidad, pero no podía apartar la mirada de esos dos malditos puntos rojos.

Justo cuando iba a abrir la boca, parpadearon. Se frotó los ojos, incrédulo, de verdad eran unos ojos, o lo traicionaban los suyos? Un escalofrío le recorrió la espalda, que clase de alimaña se escondería bajo la armadura? Había visto el efecto de los venenos de las serpientes de Calimshan en uno de los cadetes, y no quería pasar por eso. No quería que se le pudriese una mano aún pegada al cuerpo.

Justo cuando iba a gritar de pánico, para que acudiesen sus captores, para que lo librasen de su miseria, solo entonces, una voz retumbó en su cabeza.

Tranquilo, Karierto, me envía el Principe, vengo a ayudarte.
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Re: Karierto Snyder

Mensaje por Fibrizo »

Otro atardecer más, otro sol que le maltrata los hombros, ya cetrinos por los años al sol.

Han pasado un par de años desde que conoció a Rag'druuth, o Rag, como le gustaba llamarle. La verdad que nunca había tenido un compañero así. Atrás quedaron ya las largas noches de conversaciones en su cabeza, y los tediosos días en que no podían hablar.

Rag lo ayudaba siempre que podía, pero solo podía aparecer cuando los seguidores del ojo ciego no andaban cerca. Alguna vez lo había ayudado a limpiar alguna armadura, o le había enseñado algún movimiento con la espada, siempre a través de esa conversación muda que tenían. Las palabras le llegaban al principio en un idioma extraño para él, pero poco a poco se fue acostumbrando al mismo. Apenas había palabras que no conociese, aunque no entendía demasiado bien como tenían tantas palabras y con tantos matices para el engaño y la muerte. Rag decía que su tierra era terrible, una lucha constante por sobrevivir, donde apenas había nada que llevarse a la boca, y los más fuertes, como los paladines, acaparaban toda la comida.

2 años, y en momentos había llegado a pensar que se estaba volviendo loco, pero algún comentario de los paladines, diciendo que faltaba queso o pan por aquí o allá, le confirmaban que su amigo era real.

Poco a poco se acostumbró a tener a un extraño en su cabeza, compartiendo cómo había ido el día, o cómo le había caído la pechera (esa que había limpiado Rag) al teniente en mitad del combate con unos goblins. ¡Menuda bronca le cayó ese día por aceitar las cinchas! Pero ahora estaba en paz, todas esas palizas y como los paladines lo llamaban "lecciones" empezaban a igualarse, la cicatriz que le dejaron los goblins tenía forma de garfio, y estaba muy cerca de la axila, casi cerca del corazón.

Una noche como otra cualquiera, cuando todos los paladines dormían, volvió a ver los ojos rojos, refulgiendo en la oscuridad, bajo un montón de cazuelas. Karierto saludó con la mano, y envió su habitual saludo mental, "Druuthnas noches". Pero no le volvió el habitual "Rag'uérdamelo mañana", sino una voz más áspera de lo normal, casi sonaba como si tosiese un animal pequeño. "Karierto, ha llegado el momento de que me veas".

Tragó saliva con dificultad

De verdad? tras todo este tiempo?

No temas, no grites, o vendrán, no te asustes, mi apariencia engaña, sigo siendo Rag... Rag'uérdalo -Jugueteó la voz en su cabeza, con lo que pareció una risa ahogada de fondo.-

Las sombras se arremolinaron en la base del montón de cazos, formando lo que parecía un pozo negro de absoluta oscuridad, y en el medio, brillaron 2 ojos. El brillo era diferente, transmitía todo el dolor del abismo, el calor de sus llamas, y le pareció oler el azufre de sus vientos.

Los ojos se alzaron, arrastrando las sombras con ellos, y poco a poco, tomaron la forma de un humano, pero con cola y hocico de rata, con una ausencia absoluta de pelo, salvo sus bigotes. Era una vista aterradora, y sin embargo no podía apartar la mirada, era cautivo de esa sombra, de ese fuego y de esa piel negra totalmente mate. Parecía atrapar la luz a la vez que atrapaba su mirada.

No tienes nada que decir? -Resonó en su cabeza- Es la primera vez que me ves en mi forma verdadera

Eres calvo -Dijo Karierto-

Ya hablaremos cuando crezcas, Karierto, no te creas que vas a conservar ese pelo toda la vida -Y una risotada sonó en su cabeza, a mitad de camino entre la broma y la amenaza-
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Re: Karierto Snyder

Mensaje por Fibrizo »

Otro anochecer más... Cuantos anocheceres llevaba con el ojo ciego? Se contaban por cientos, si no por miles ya. Karierto ya debía rondar los veintitantos.

Aquello que le daba la vida, que le daba ganas de seguir viviendo y esforzándose, un par de noches al mes, recibía la visita de su amigo Rag. Se había dado cuenta que solo acudía en las noches de luna nueva, cuando la noche era más oscura. Las tareas que le imponían los esclavistas señores del bien cada vez las tenía más dominadas, podía evadirse en su interior, pensar en sus posibles aventuras con Rag'Druuth, luchando contra poderosos monstruos, liberando de la Tyranía a los pobres poblados, y siendo agasajado con viandas experiencias nuevas.

Mientras aseaba los caballos, su cabeza eliminaba ogros en puentes. Si sus manos pulían armaduras, él las manchaba de sangre Tyrana, mientras salvaba a un grupo de pobres niños a merced del abuso de los "justos".

Si bien parecían sueños infantiles para alguien a quien empezaban a clarearle las sienes, su afán de justicia, solo competía con su paciencia para las noches de luna nueva, para encontrarse con su amigo Rag, compartir algún chiste verde, y algún que otro trago del vino que les sisaba a los paladines.

Pasaron los meses, sin pena ni gloria, conociéndose poco a poco, aprendiendo palabras del idioma endiablado de Rag, cómo se suponía que tenía que pronunciar palabras que decían demonios de 2 y 3 lenguas?!

Una fría noche de luna nueva, mientras terminaba de atar a los caballos, apareció Rag, sombrío.

Traigo malas y peores noticias, Karierto -Dijo Rag cabizbajo, en un tono inusualmente serio.

Ya estás otra vez tomándome el pelo? Qué clase de chiste te traes entre manos? -Contesto un jovial Karierto

No estoy de broma. Mañana tendrás un bautismo de sangre, me lo ha dicho nuestro señor.

Qué señor? Qué bautismo? De qué hablas? No hay nadie en leguas a la redonda.

Debes saber que me han enviado para protegerte, un trabajo del que disfruto enormemente, pero debes estar preparado, mañana, al alba, os atacarán

No me jodas, voy a avisar al Teniente, tienen que prepararse.

Si los avisas, te tomarán por un traidor, y morirás a sus manos. No eres uno de ellos, lo sabes, para ellos, no eres más que el hijo bastardo de un ladrón y una pordiosera

Entonces... escapamos? -Karierto no pudo evitar esbozar una sonrisa, por fin llegaba el momento en que vivirían sus aventuras.

Toma esta moneda, échala al fuego, y toma este vial, tómatelo cuando empiece todo, te ayudará -Rag le tendió ambas cosas, con una inexpresividad que le dió escalofríos.

Cómo va a ayudarme tirar una moneda de plata al fuego? -Karierto se resistía a seguir las instrucciones

Será una plegaria a nuestro señor, tras esa plegaria, te dará fuerzas para poder enfrentarte a tus enemigos, si no le rezas, no podrá ayudarte.

Karierto tomó la moneda, y su visión se turbió al ver una calavera rodeada de un sol, qué diablos? La muerte? Fuego?

Le tengo que rezar a un tio que usa como simbolo una calavera? Estás de coña?

Es un símbolo, y si sabes entenderlo, no debes temerlo. La muerte nos iguala a todos, débiles y poderosos, ricos y pobres.

Visto así... tiene sentido -Tomó la moneda la lanzó a la hoguera más cercana, y ésta se volatilizó en un humo púrpura al contacto con las llamas

Genial, ahora descansa, y recuerda tomar el brebaje cuando te despierte el ruido.

Y durmió profundamente, hasta que un grito lo despertó.
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Re: Karierto Snyder

Mensaje por Fibrizo »

Un alba más. Pero no un alba cualquiera.

Gritos y sonidos de choque de metal lo despertaron.

Entre los gritos, una voz resonaba por encima de todas. Sin duda, y por mucho que lo despreciase, el capitán tenía una voz capaz de levantar a un muerto y ponerlo a luchar.

Se apresuró a buscar el vial que le había dado Rag, y bebérselo de una. Un sabor entre dulce y agrio le bajó por el gaznate. Un segundo después, le ardía la garganta, tanto que tuvo que cerrar los ojos. Las ascuas que parecía tragar desaparecieron, y le dejaron un dulce sabor en la boca, y notó que sus brazos se fortalecían. Hizo caso omiso de los pequeños destellos de luz que veía por aquí y allá.

Se levantó, y agarró la manta a modo de capa, si alguien le atacaba, al menos tendría algo que tirarle encima.

Los siguientes minutos fueron caóticos, se dirigía a la tienda donde guardaban las armaduras, escudos y espadas. Con todo el ajetreo, todas las armaduras seguían ahí, pero de los escudos y espadas, ni rastro.

Alguien entró por la puerta, a su espalda. ¿Cómo demonios lo había oído acercarse?

Tomó lo primero que encontró, una espada roma de entrenamiento, y se preparó para el combate.

Solo pudo sorprenderse al darse la vuelta. ¿Un puto niño? ¿Un niño venía a matarlo? No tendría más de 10 años, y estaba cubierto en ropas negras que bailaban como sombras.

Largo de aquí, no sabéis a quienes os enfrentáis, otros lo intentaron antes. - Espetó Karierto, más por desilusión que por compasión.

Una estocada fué la respuesta que obtuvo. Estocada que desvió con facilidad con la espada. Al encontrarse una guardia tan desarmada, le dió un golpe seco en el estómago con el mango a su agresor, que cayó sobre sus rodillas,soltado espada y escudo.

No se entretuvo más, oía ruido de batalla,y quería saber que cojones pasaba.

No te levantes, quizá vivas si te estás quieto.

Cuando llegó a los dormitorios del ojo ciego, se encontró una imagen dantesca. Apenas podía creer lo que veían sus ojos. El capitán, con 5 figuras pequeñas a sus pies, los demás seguidores habían una docena de cadáveres más.

¿Qué hacéis? ¡Por los 9 infiernos de Baator!

Son bandidos, nos han atacado Le espetó el capitán con frialdad.

Tras unos momentos eternos, volvió a decirle.

Eran ellos o nosotros, suerte que el teniente hacía guardia

Justo cuando iba a contestarle, oyó un ruido detrás, algo fugaz, como cuando se había levantado en las caballerizas.

Cuando se giró, algo le salpicó la cara, y le quemó los ojos.

Empezó a chillar del dolor,cuando oyó la voz del teniente.

¿Porqué chilla? Solo le ha salpicado sangre de bandido a la cara - Era el teniente quien había cortado la cabeza al bandido, que lo salpicó entero de sangre.

El ardor no cesaba, sus chillidos no cesaban. Y la voz del capitán volvió a retumbar

Traédmelo, le miraré los ojos, no es normal tanto chillido.

Notó que lo levantaban en volandas, lo tumbaban, y le echaban un cubo de agua en la cara.

Le abrieron los ojos, y no veía más que sombras. Intuyó que quien tenía delante era el Capitán. Oyó que les decía que lo atasen y amordazasen, y que si tenían adormidera, se la diesen; no tenía nada visible, solo necesitaba dormir.

No tenía ganas de luchar, solo quería que cesase el ardor, y no se iba a negar a una buena dosis de adormidera.

Tragó un par de sorbos amargos, y cayó fulminado.

Se levantó 3 días más tarde.

La boca le sabía a hierro, la notaba seca, y notaba la cálida y seca brisa del desierto en su cara. Cuando se movió, un dolor punzante le azotó la cabeza, parecía que hubiese bebido 10 barriles de cerveza.

Se levantó con pesadez, medio gimiendo medio maldiciendo su suerte.

El capitán entró en su tienda, joder, estaba en una tienda, y no en las caballerizas!

Tenemos que hablar - Su tono de voz no invitaba a hablar, así que lo dejó continuar - Había algo en la sangre del bandido, no sabemos qué, parecía mágico, no voy a andarme con rodeos, nos sorprende que sigas vivo.

Vé al grano, la cabeza me da vueltas, sé que estoy vivo, tienes malas noticias -Escupió Karierto con desprecio.

Se frotó las sienes con índice y corazón y dió un respingo y notó algo raro.

Cabrones ¿me habéis cortado el pelo mientras dormía? -Miró iracundo al capitán.

Creemos que lo que te quemó los ojos, te hizo caer el pelo. Es de naturaleza mágica, y no hay un curandero entre nosotros que pudiese ayudarte, te hemos puesto ungüentos, pero no ha hemos conseguido conservarlo.

Déjame entenderlo, os atacan unos críos de teta, los masacráis, ¿y el único herido soy yo?

Eran bandidos -Sentenció el capitán, levantándose para irse. -Cuidado con ese tono, suena a indisciplina. No olvides quien te protege.

No lo olvido Afirmo Karierto con sorna.

Al final,había tenido su bautismo.
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//La siguiente entrega no será desde el punto de vista de Karierto.
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