Se despertó con la vista de un techo de madera que no conocía. Las ásperas sábanas rozaban su cuerpo mientras se incorporaba, observando lo que parecía ser una modesta habitación con el suficiente mobiliario para pasar una noche, ¿una habitación de taberna tal vez?.
Se levantó con pesadez, dirigiéndose hacia la ventana cerrada por la que se filtraban unas líneas de brillante luz. Su mano se detuvo al tocar la contraventana mientras su ojos repararon en el tatuaje que recorría su brazo. Sobresaltada lo recorrió con los dedos de la otra mano, confusa, cuando vió un dibujo similar en el otro brazo.
Alterada, se dirigió al espejo más cercano mientras se desprendía de la camisa que la cubría. El espejo le mostró un cuerpo tembloroso, lleno de curvas y piel tersa junto con un rostro joven de ojos dorados asustados parcialmente ocultos por una larga melena roja y unos carnosos labios. Se sintió cómoda con el reflejo, reconociéndose en él, extendió el brazo con intención de tocarlo cuando sus ojos se percataron que el reflejo también mostraba dos líneas anchas que se cruzan a regulares intervalos, una blanca y otra negra. Asustada, sin saber bien por qué, se giró sin dejar de mirar el reflejo, descubriendo como ese dibujo que extendía por todo su cuerpo. Era lo único que no reconocía de sí misma y por algún motivo que no comprendía le producía una extraña sensación de rechazo.
El tiempo pasaba lentamente mientras ella no podía apartar la mirada del reflejo, sintiendo una creciente e inusual sensación de opresión sobre sí misma que venía de ese extraño tatuaje. En algún momento pudo verse a sí misma preguntar en voz alta con una voz que le era familiar.
- ¿Quien eres?
