Pupneeceec

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

Moderadores: DMs de tramas, DMs

Mailo
Tejón Convocado
Tejón Convocado
Mensajes: 5
Registrado: Vie Abr 10, 2020 9:09 pm

Pupneeceec

Mensaje por Mailo »

En algún lugar entre los planos de Ysgard, Arbórea y las Tierras salvajes de las bestias...

Un juicio está teniendo lugar. Diferentes criaturas feéricas, con alas tan brillantes como su propia aura luminosa, miran al acusado. En el centro, una criatura extraña, un hombrecillo rechoncho que sólo comparte con los que le rodean las mismas alas y brillo intenso, de un verde tan claro como las hojas de un árbol sano. Está en pie, rígido como una estatua. Y aunque parece querer protestar ni sus ojos responden al movimiento. Sólo puede mirar de frente y escuchar, tanto las palabras como una extraña y casi inapreciable melodía.


Imagen

Ante él ve a una mujer de rasgos élficos, piel como la miel y un cabello de colores otoñales. Alguien está a su lado, asintiendo a cada uno de sus palabras, aunque desde su posición y situación le resulta difícil apreciar algo más que una sombra.

La mujer sentencia, con semblante entre apatía y decepción, pero no enfado.

- Por tus tratos con la Reina del Aire y la Oscuridad... Por la desgracia que has causado a seres buenos y hermosos… Esta Corte te condena a desaparecer y que tu magia vuelva al mundo para un mejor uso.

Extendiendo una mano, chasquea los dedos. El hombrecillo trata de cerrar los ojos por impulso, pero el hechizo del que es presa se lo impide. Y así desaparece, en una gran explosión mágica.





Pero… algo extraño ocurre.

Sigue escuchando la melodía de un violín, esta vez más potente y animada. ¿Por qué puede oír si uno de los seres más poderosos de esa tierra le ha destruido? También puede abrir los ojos, y moverse. A su alrededor hay un claro, dentro de lo que parece un frondoso bosque.


Imagen

Del otro lado, sobre una rama, localiza la fuente del sonido. Una especie de sátiro tocando y bailando con alegría. Sin dejar de hacerlo, se dirige a él.

- Eso ha estado cerca. ¡Je, jaaa!

Y dejando de tocar, pega un brinco hasta quedar justo en frente de su cara, luciendo una retorcida sonrisa y unos ojos tan abiertos que parece que no tienen párpados.

- ¡Salud, soy Hyrsam!Se enfadarán, eso seguro. Pero una broma sin nadie molesto, no merecería ni el esfuerzo. ¡Je, jooo! ¡Además! ¡Tengo otros planes para ti! ¡Ja, jiii!

Aunque la forma de reírse del sátiro, parecida a balidos, le irrita en demasía, mejor escuchar lo que tiene que decir su salvador.

- ¿Y bien? ¿Qué escoges? ¿La muerte que ya tienes o un exilio con otras… posibilidades? ¡Ja, jeee!

El hombrecillo asiente. ¿Qué otra cosa puede hacer?

- Muy bien, muy bien. Entonces te diré lo que tienes que hacer. Voy a enviarte a otro mundo, pero no sólo, ¡no! ¡Jo, jooo!

La extraña criatura rasga las cuerdas de su instrumento de forma vertiginosa con su arco. La música se transforma en luz, un gran resplandor verde que se va disipando poco a poco, hasta solo quedar una pequeña pixi.

- Ella es Aceitunilla, ¿sí? Será tu guía. Conoce ese mundo y cómo funciona allí la magia. ¡Ji, jaaa!

La pixi se posa sobre su cabeza, examinando a su pupilo, pero alza el vuelo de nuevo cuando Hyrsam acerca más su cara a la del hombrecillo.

- ¡Y ahora lo que tienes que hacer, claro! ¡Ja, jooo! Deberás conseguirme gemas. ¡Pero no cualquier gema! ¡Todas las gemas! Llena un caldero con una gema de cada tipo de ese mundo y usa tu magia para crear un arcoiris en una cascada durante el mediodía. ¡Entonces podrás volver! ¡Jo, jeee!

Acercándose más a él, hasta el punto en que sus frentes chocan, con una sonrisa cada vez más retorcida.

- Pero hay reglas... ¡claro que las hay! No puedes comprar las gemas, no puedes hacerlo. Te las tienen que dar, sin obtener nada a cambio. Puedes conseguirlas como regalo, robarlas o… ¡matar por ellas! !Je, jaaa!

El hombrecillo acepta, sin alternativa y Hyrsam da un salto que les separa varios metros. No sabe de donde ha salido, pero ahora tiene un tambor colgado al cuello. Sin decir nada más, comienza a tocar un ritmo monótono de golpes lentos y secos. Con cada uno de ellos, todo empieza a difuminarse más y más. Cuando ya apenas puede distinguir las formas, el sátiro dice algo.

- ¡Y ten cuidado! ¡No podrás volver si tu luz se apaga del todo y desapareces!

La carcajada que suelta al terminar, mucho más larga y siniestra, hace que desee volver a escuchar sus cortas y molestas risitas en su lugar.


Cuando vuelve a ver con claridad, lo que le rodea es muy diferente al bosque. El laboratorio de un arcano. Siente magia, pero la siente de forma diferente. Salvo en un punto.

En el suelo, bajo una mesa hay una especie de prisma blanquecino con dos gemas, una roja y otra azul, a cada uno de sus extremos. Ambas están quebradas y sobre él reposa aquella pixi, Aceitunilla.

Extiende las manos hacia ella, pero entonces se da cuenta de algo. ¿Dónde está su brillo, su luz? ¡A desaparecido! El pánico invade todo su ser recordando las palabras del sátiro. Era verdad, se está apagando, desaparecerá para siempre.

- ¡Mi luz!

De repente sus manos se iluminan y su cuerpo adopta un tenue brillo verde. Se apoya contra una pared y respirando con tranquilidad se queda dormido.
Responder