Los orcos que están por venir
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- Jabalí Terrible
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Re: Los orcos que están por venir
*suspira* Estaba claro... que la calma no iba a durar... mucho más...
*tras despedirse de Gregor y Ransell llama a su compañero para alzar el vuelo y ponerse en dirección a cumplir con la indirecta-muy directa que le dijo Gregor*
*continuara...*
*tras despedirse de Gregor y Ransell llama a su compañero para alzar el vuelo y ponerse en dirección a cumplir con la indirecta-muy directa que le dijo Gregor*
*continuara...*
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Re: Los orcos que están por venir
El Enano negó cuando el tipo nervioso y el que hablaba despacio bajaron la cuesta. Volvió a aupar su espadón y lo apoyó en el hombro.
¿Qué no había visto?
Los Legionarios habían perdido cuenta de una de sus patrullas y se disponían a partir cuando los pieles verdes aparecieron.
Golpes, explosiones, fuego y destrucción...
Indudablemente los portones de Sundabar se cerraron y la Blindada se encargaría de la defensa de los muros.
Legionarios muertos.
¡Por Moradin!
Esos malditos orcos parecían tener algo en mente.
En otro lugar...
Dieron cuenta de la patrulla.
Los Legionarios vieron como el grupo salía de la nada para echarse sobre ellos.
Golpearon sobre sus monturas clamando los poderes de sus dioses.
Débiles dioses. Solo Grummsh es poderoso.
Dejamos en la honra a los caídos y a esos guardianes.
Clavamos la bandera allí.
El grupo siguió hacia la ciudad de Sundbarr y yo, Hijo de Grummsh, vine como ordenaste al reporte.
El inmenso Orog observó al Batidor en silencio por largo rato.
Con un gruñido y un cabeceo mandó salir al batidor.
La inmensa mano frotó la frente grisácea. El otro aviso vendría en pocas horas.
Esa era la previsión. Sin supervivientes. Una mínima perdida.
Se removió en el trono mientras contenía un nuevo gruñido de dolor.
De cada uno de sus poros... manaba sangre.
Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
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Re: Los orcos que están por venir
Viajes a Argluna.
Planes en taberna.
Expediciones con extraños descubrimientos.
¿Los pelos comienzan a ponerse de punta?
Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
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- Jabalí Terrible
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Re: Los orcos que están por venir
*continuación*
La premisa era clara. De nada iba a servir esa supuesta fama de la que me habló Gregor. Ese tiempo ya pasó, ahora sólo era un guardián. No había héroe, sólo alguien que hace lo que cree que debe hacer. Sinceridad y obediencia eran las claves para entrar.
Tras plantar lo pies en lo muelles me dirigí hacia palacio. Por suerte dentro de esa gran ciudad el recorrido era corto, y aún habiéndola pisado rara vez, ese trayecto lo conocía.
Al llegar al portón dos guardias frenaban mi paso. Fui sincero, amable y respondí todas las preguntas. Dejé claro quien era y el por qué de mi presencia allí, el Gran Clan. Quedaron conformes y un caballero me acompañó hasta la mismísima dama Alustriel.
A su lado, un mago que más tarde entendí que era Elminster. Otros caballeros hacían de muro entre ambos y yo.
Las dudas comenzaron a asaltarme. Nunca fui capaz de tratar con la dama Lanzagélida ni con la comandante Iruss con el protocolo adecuado. ¿Cómo narices iba a tratar con Alustriel? Decidí actuar tal cual soy. Un saludo sencillo, y palabras directas al asunto. Tras un rato hablando y darles toda la información que estaba en mi mano, ataques a patrullas, mensajes, cabecilla y detalles menores dejé claro que estaba buscando a una mujer que sabía más que yo pues había estado involucrada con los orcos en otras situaciones. Fue entonces cuando Elminster actuó, con mi mente y una rara esfera usó su magia para traer inmediatamente a esa mujer, Seda.
Tras unos momentos de confusión dada la rapidez del suceso, Seda por fin comenzó a hablar, aportando más datos de lo hasta ahora conocido por nosotros. Como ella había visto al supuesto lider y conocía su nombre, tratamos de hacer lo mismo para traerle y atraparle. Esta vez algo salió mal. La esfera se quebró y un humo negro comenzó a brotar, un humo que ya había visto antes. Un humo que conocía el nombre exacto de los presentes. Nos dijo que no iba a dejar que atrapáramos tan fácil al líder del Gran Clan, que la guerra debía suceder. Alustriel y Elminster comenzaron a dibujar con sus manos. ¿Qué magia pensaban aplicar en ese momento? El humo desapareció. ¿Fueron ellos o simplemente escapó?
Tras lo acontecido y la información recibida Alustriel nos comentó los cambios que pensaba hacer en ciudades y patrullas. Seda, como era costumbre en ella, trató de sacar tajada del asunto, y llegó a un trato de colaboración para ella y "su grupo". Por mi parte recibí un carta de la dama Alustriel que debía entregar a la dama Lanzagélida en Nevesmortas. Y allí fuimos Seda y yo con un portal.
Allí conocí al "grupo". Una mediana, una de las Rosen, a las cuales ya había enseñado en el pasado que ocurre cuando se reta a un guardián. No se puede confiar en ella. Gregor, un cambiante, el que menos me preocupa de esa aglomeración de aventureros. Alma, una humana egocéntrica que solo piensa en combatir. No sé como puede ser tan creída cuando algunos la hemos visto llorar como una niña por meros recuerdos. Ransell, un humano que no tiene dos dedos de frente, más centrado en reírse que en debatir lo que tramaban. Al parecer faltaban más, pero con lo que tenía ante mis ojos no iban a poder hacer nada. Falta de disciplina y principios sólidos. Carencias demasiado drásticas. No veía posibilidades en ese grupo.
Querían empezar a moverse. Preferí no ir con ellos. Aún debía entregar la carta, y mi función iba a ser vigilar el Valle del Rauvin. Lo que hiciesen en montañas no era asunto mío. Suficiente estaba haciendo ya fuera de mis deberes como guardián.
La premisa era clara. De nada iba a servir esa supuesta fama de la que me habló Gregor. Ese tiempo ya pasó, ahora sólo era un guardián. No había héroe, sólo alguien que hace lo que cree que debe hacer. Sinceridad y obediencia eran las claves para entrar.
Tras plantar lo pies en lo muelles me dirigí hacia palacio. Por suerte dentro de esa gran ciudad el recorrido era corto, y aún habiéndola pisado rara vez, ese trayecto lo conocía.
Al llegar al portón dos guardias frenaban mi paso. Fui sincero, amable y respondí todas las preguntas. Dejé claro quien era y el por qué de mi presencia allí, el Gran Clan. Quedaron conformes y un caballero me acompañó hasta la mismísima dama Alustriel.
A su lado, un mago que más tarde entendí que era Elminster. Otros caballeros hacían de muro entre ambos y yo.
Las dudas comenzaron a asaltarme. Nunca fui capaz de tratar con la dama Lanzagélida ni con la comandante Iruss con el protocolo adecuado. ¿Cómo narices iba a tratar con Alustriel? Decidí actuar tal cual soy. Un saludo sencillo, y palabras directas al asunto. Tras un rato hablando y darles toda la información que estaba en mi mano, ataques a patrullas, mensajes, cabecilla y detalles menores dejé claro que estaba buscando a una mujer que sabía más que yo pues había estado involucrada con los orcos en otras situaciones. Fue entonces cuando Elminster actuó, con mi mente y una rara esfera usó su magia para traer inmediatamente a esa mujer, Seda.
Tras unos momentos de confusión dada la rapidez del suceso, Seda por fin comenzó a hablar, aportando más datos de lo hasta ahora conocido por nosotros. Como ella había visto al supuesto lider y conocía su nombre, tratamos de hacer lo mismo para traerle y atraparle. Esta vez algo salió mal. La esfera se quebró y un humo negro comenzó a brotar, un humo que ya había visto antes. Un humo que conocía el nombre exacto de los presentes. Nos dijo que no iba a dejar que atrapáramos tan fácil al líder del Gran Clan, que la guerra debía suceder. Alustriel y Elminster comenzaron a dibujar con sus manos. ¿Qué magia pensaban aplicar en ese momento? El humo desapareció. ¿Fueron ellos o simplemente escapó?
Tras lo acontecido y la información recibida Alustriel nos comentó los cambios que pensaba hacer en ciudades y patrullas. Seda, como era costumbre en ella, trató de sacar tajada del asunto, y llegó a un trato de colaboración para ella y "su grupo". Por mi parte recibí un carta de la dama Alustriel que debía entregar a la dama Lanzagélida en Nevesmortas. Y allí fuimos Seda y yo con un portal.
Allí conocí al "grupo". Una mediana, una de las Rosen, a las cuales ya había enseñado en el pasado que ocurre cuando se reta a un guardián. No se puede confiar en ella. Gregor, un cambiante, el que menos me preocupa de esa aglomeración de aventureros. Alma, una humana egocéntrica que solo piensa en combatir. No sé como puede ser tan creída cuando algunos la hemos visto llorar como una niña por meros recuerdos. Ransell, un humano que no tiene dos dedos de frente, más centrado en reírse que en debatir lo que tramaban. Al parecer faltaban más, pero con lo que tenía ante mis ojos no iban a poder hacer nada. Falta de disciplina y principios sólidos. Carencias demasiado drásticas. No veía posibilidades en ese grupo.
Querían empezar a moverse. Preferí no ir con ellos. Aún debía entregar la carta, y mi función iba a ser vigilar el Valle del Rauvin. Lo que hiciesen en montañas no era asunto mío. Suficiente estaba haciendo ya fuera de mis deberes como guardián.
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- Araña Terrible
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Re: Los orcos que están por venir
Información...
Cuando el lugar estuvo asegurado salió sin perder tiempo de las cuevas y, usando portal tras portal, carros y barcas, se dirigió a toda velocidad al Palacio de Argluna. Para una vez que había conseguido ayuda de gente importante, no la iba a desaprovechar.
Dejó toda la información por escrito a la gente de Alustriel advirtiendo de la urgencia. Los enanos muertos y sacrificados, la retirada ordenada y meticulosa de las cuevas de los Colmillos Rojos, el gigantesco Umbral por el que se habían trasladado, tan potente que sus rescoldos llevaban al menos cuatro días brillando con urdimbre pura… y lo más importante, que aún podía durar un día más, que tendrían aproximadamente para poder tratar de averiguar el destino de la tribu. Ellos habían dado el primer paso, el resto era cosa de la Guardia Arcana o de Elminster.
Una vez dejó el mensaje, ya suspiró tranquila. No habían trabajado tan mal, cada uno con sus habilidades, a pesar del reclamo improvisado. La primera incursión al menos había proporcionado información relevante para su cliente y podía ser un buen hilo del que tirar.
Tenían que aprovechar todos los recursos; y es que, aunque nunca se había sentido cómoda trabajando para las autoridades, había conseguido un buen negocio aquella vez que no quería dejar escapar. Contactos para investigar y medios para luchar. Incentivos para atraer a muchos a colaborar en su pequeña vendetta (¡habían aceptado su órdago!). Y, si todo iba bien y lograban su objetivo, una buena tajada, contactos en las altas esferas y un salvoconducto para cuando se metieran en algún futuro follón. Para todos ellos.
Sin embargo, cada vez era más consciente de que no sería todo tan fácil.
La sombra que salió del orbe, el gigantesco Umbral que habían utilizado los orcos… Lo que estaba por venir. Señales.
Era obvio que alguien poderoso protegía e impulsaba a Talonar y que buscaba sembrar el caos por sus propios motivos. Y lo peor era que había algo familiar en todo aquello que no sabía concretar… que le hacía pensar en arena... y reforzaba la idea de que el trabajo sería mucho más complicado de lo que parecía. Tocaba tener paciencia, aunque aquello nunca se le daba bien.
Las apuestas acababan de subir y, ahora, tenía que conseguir trucar los dados en su favor.
Dejó toda la información por escrito a la gente de Alustriel advirtiendo de la urgencia. Los enanos muertos y sacrificados, la retirada ordenada y meticulosa de las cuevas de los Colmillos Rojos, el gigantesco Umbral por el que se habían trasladado, tan potente que sus rescoldos llevaban al menos cuatro días brillando con urdimbre pura… y lo más importante, que aún podía durar un día más, que tendrían aproximadamente para poder tratar de averiguar el destino de la tribu. Ellos habían dado el primer paso, el resto era cosa de la Guardia Arcana o de Elminster.
Una vez dejó el mensaje, ya suspiró tranquila. No habían trabajado tan mal, cada uno con sus habilidades, a pesar del reclamo improvisado. La primera incursión al menos había proporcionado información relevante para su cliente y podía ser un buen hilo del que tirar.
Tenían que aprovechar todos los recursos; y es que, aunque nunca se había sentido cómoda trabajando para las autoridades, había conseguido un buen negocio aquella vez que no quería dejar escapar. Contactos para investigar y medios para luchar. Incentivos para atraer a muchos a colaborar en su pequeña vendetta (¡habían aceptado su órdago!). Y, si todo iba bien y lograban su objetivo, una buena tajada, contactos en las altas esferas y un salvoconducto para cuando se metieran en algún futuro follón. Para todos ellos.
Sin embargo, cada vez era más consciente de que no sería todo tan fácil.
La sombra que salió del orbe, el gigantesco Umbral que habían utilizado los orcos… Lo que estaba por venir. Señales.
Era obvio que alguien poderoso protegía e impulsaba a Talonar y que buscaba sembrar el caos por sus propios motivos. Y lo peor era que había algo familiar en todo aquello que no sabía concretar… que le hacía pensar en arena... y reforzaba la idea de que el trabajo sería mucho más complicado de lo que parecía. Tocaba tener paciencia, aunque aquello nunca se le daba bien.
Las apuestas acababan de subir y, ahora, tenía que conseguir trucar los dados en su favor.
Daan - Perista profesional y lianta ocasional en paradero desconocido
Seda - Brujipícara y juerguista en paradero conocido (cualquier taberna)
Troy - Metomentodo a sueldo de pelo verde
Nin - El ki al servicio de Selûne
Talhoffer - Tan sólo una espada
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- Jabalí Terrible
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Re: Los orcos que están por venir
_________Había empezado la partida de ajedrez.
_________Gregor miraba un mapa extendido sobre la mesa del comedor de su casa de Sundabar mientras fumaba pausadamente de su gastada pipa algo de tabaco que había comprado en Sutchard.
_________El siguiente objetivo tenía que ser el Paso del Orco Muerto. Dió una calada honda, bebió un poco de cerveza y pensó en lo que ya habían logrado.
_________Al enviar a Zalcor al palacio de Argluna éste hizo invocar a Seda, hicieron un buen equipo: la buena fama del explorador sumada a la habilidad de la oportunista habían conseguido negociar una recompensa con Alustriel lo suficientemente jugosa como para que otros aventureros con espíritu mercenario se unieran a la contienda.
_________Además la señora de La Marca Argéntea prometió ampliar rondas en la capital, mandar una patrulla a Fuerte Nuevo, enviar emisarios a Sundabar, Etherlund y Yálanzhar además de recomendar la evacuación de Puntalhuvene y Cumbre…
_________’Cumbre’ Se repitió Gregor para sí, pero eso era otra guerra.
_________Se reunieron en La Rosa y el Martillo, Gregor repasó mentalmente lo que se había dicho, los argumentos, réplicas y contra réplicas y volvió a examinar con expresión seria el mapa.
_________Puso el dedo en el mapa sobre las grutas del Clan del Colmillo Rojo, junto al Martillo de Fellbar. Al levantarlo se dió cuenta que había dejado una mancha de hollín de la pipa, una mancha junto a la fortaleza enana. Repasó cuando, bajo la piel de un murciélago, subió la ladera hasta ver las empalizadas frente a la entrada de la guarida, los cadáveres de guerreros y rompehordas enanos, abandonados a merced de cuervos y buitres, la sangre, la matanza y una llama oleosa que miraba con arrogancia y desprecio hacia los pueblos civilizados.
_________Se había colado hábilmente por una grieta, revoloteando entre estalactitas abrigado por la oscuridad de la bóveda de piedra. En aquel momento esperaba un bullicioso hervidero de orcos, de tambores y chamanes, de caos ordenado, pero… Solo halló silencio.
_________Se limpió el dedo en la calza y sacudió con cuidado el hollín sobre el pergamino. Siguió indagando en sus recuerdos, buscando detalles desapercibidos… Vió los enanos abiertos en canal, sacrificados, sin armadura ni armas arrastrados a una muerte terrible y dolorosa; visualizó las cabañas vacías, sin comida ni armamento, indicativo de una salida premeditada… no había sido una huida.
_________Tras volver con sus camaradas los informó, subieron la ladera, apagaron la llama, apartaron la barricada y se aventuraron en la oscuridad.
_________Recordó las luces. Recordó el umbral cerrado. Las innumerables huellas que señalaba Zala.
_________Habían perdido el rastro de un clan entero.
_________Una calada más, un trago de cerveza. <<Luz>> se repitió para sí y recordó la traducción que hizo Seda de la frase en orco bajo aquel brasero desafiante: “La luz surge de las cuevas. Observadla porque es la señal. El Gran Clan se reunirá”.
_________Había que encontrar quién abría esos portales.
PJs:
Gregor Serpenthelm - Mercenario.
Cañamo (en común) - Druida elfo del bosque.
Yerilian Estrellanocturna - Miembro de la Compañía de la Flor Olvidada
Frànsico de Nuncainvierno - Paco para los amigos.
Gregor Serpenthelm - Mercenario.
Cañamo (en común) - Druida elfo del bosque.
Yerilian Estrellanocturna - Miembro de la Compañía de la Flor Olvidada
Frànsico de Nuncainvierno - Paco para los amigos.
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- Araña Terrible
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Re: Los orcos que están por venir
En un lugar del desierto lleno de orcos muertos...
Terminó de escribir apoyada incómodamente en una roca, usó la propia arena como secante y le tendió el mensaje a Zalcor.
Idril, con Gregor, examinaba mientras tanto los huesos del extraño cuervo que Zalcor había abatido y Ransell descansaba, confuso, recostado en una roca. La lucha había sido rápida y caótica: las estatuas protegían la entrada de su invisibilidad, además algo había alertado al campamento orco, había sido difícil acabar con los sacerdotes y sus invocaciones y todo se había vuelto… complicado.
—Te juro que lo vi caer en combate y después no conseguí encontrarlo —le decía Zalcor a Seda mirando de reojo al encapuchado Ransell, mientras recogía la nota—. Quizás lo capturaron. Podría incluso ser un espía sin siquiera saberlo…
Seda asintió levemente.
—Tranquilo. Tendremos un ojo encima de él. Ale, esto ya está.
Con los mensajes, los restos del cuervo examinado y empaquetado y su hipogrifo, el explorador salió volando, literalmente, a Argluna.
Nevesmortas: La Rosa y El Martillo…
Cuando Ransell salió de la habitación, preocupado tras sincerarse y obviamente poco convencido por las palabras tranquilizadoras de la chica, Seda se pasó la mano por la cara, maldiciendo entre dientes.
No perdió tiempo y apartó los trastos de su escritorio lanzándolos a la cama y comenzó a escribir rápidamente mensajes para Gregor e Idril. Con Zalcor prefería hablar en persona, era el único del que podía esperar soluciones drásticas y ella tenía intereses en Ransell. Principalmente, en que Val no le quisiera partir las piernas a ella si él no pagaba lo acordado.
Soltó cuatro imprecaciones. ¡Maldito Talonar! Cada paso que daban ellos, él se adelantaba otro. Ahora, ¿tenían a un agente doble en potencia o a un espía en su grupo?
Sacó sus pergaminos y puso un poco de orden, apartando un par de hojas junto a unos pequeños viales.
—Estos te los guardo por la paliza y las cadenas, tuerto cabrón… —susurró.
Ransell. Orcos del desierto. Cuervos de la noche. La Ascensión. Cartas a enviar. Lugares que revisar. Muchos dolores de cabeza.
Unas cartas para entregar en Argluna…
Terminó de escribir apoyada incómodamente en una roca, usó la propia arena como secante y le tendió el mensaje a Zalcor.
Idril, con Gregor, examinaba mientras tanto los huesos del extraño cuervo que Zalcor había abatido y Ransell descansaba, confuso, recostado en una roca. La lucha había sido rápida y caótica: las estatuas protegían la entrada de su invisibilidad, además algo había alertado al campamento orco, había sido difícil acabar con los sacerdotes y sus invocaciones y todo se había vuelto… complicado.
—Te juro que lo vi caer en combate y después no conseguí encontrarlo —le decía Zalcor a Seda mirando de reojo al encapuchado Ransell, mientras recogía la nota—. Quizás lo capturaron. Podría incluso ser un espía sin siquiera saberlo…
Seda asintió levemente.
—Tranquilo. Tendremos un ojo encima de él. Ale, esto ya está.
Con los mensajes, los restos del cuervo examinado y empaquetado y su hipogrifo, el explorador salió volando, literalmente, a Argluna.
Nevesmortas: La Rosa y El Martillo…
Cuando Ransell salió de la habitación, preocupado tras sincerarse y obviamente poco convencido por las palabras tranquilizadoras de la chica, Seda se pasó la mano por la cara, maldiciendo entre dientes.
No perdió tiempo y apartó los trastos de su escritorio lanzándolos a la cama y comenzó a escribir rápidamente mensajes para Gregor e Idril. Con Zalcor prefería hablar en persona, era el único del que podía esperar soluciones drásticas y ella tenía intereses en Ransell. Principalmente, en que Val no le quisiera partir las piernas a ella si él no pagaba lo acordado.
Soltó cuatro imprecaciones. ¡Maldito Talonar! Cada paso que daban ellos, él se adelantaba otro. Ahora, ¿tenían a un agente doble en potencia o a un espía en su grupo?
Sacó sus pergaminos y puso un poco de orden, apartando un par de hojas junto a unos pequeños viales.
—Estos te los guardo por la paliza y las cadenas, tuerto cabrón… —susurró.
Ransell. Orcos del desierto. Cuervos de la noche. La Ascensión. Cartas a enviar. Lugares que revisar. Muchos dolores de cabeza.
Unas cartas para entregar en Argluna…
Junto a ella, un pergamino doblado múltiples veces en un saquito.Para Alustriel y Elminster,
Se han detectado ataques de orcos en las caravanas del desierto. Investigando la zona hemos detectado orcos más pequeños y fornidos de lo habitual, con el emblema del Gran Clan y tatuajes de Gruumsh en el pecho, portando el pergamino adjunto.
Hemos capturado un capitán orco con vida para interrogarlo. Parecen un grupo de descastados que actúan de mensajeros del Gran Clan, “difundiendo su palabra”.
La información ha sido escueta y algo críptica. Sobre la localización de Talonar: “El Elegido aguarda cada paso que debe ser completado”. Sobre la misión de su grupo: “Explorar y difundir la palabra del Elegido. Informar a los clanes llegados del desierto.”
Verificado: los clanes del desierto ya han sido informados por lo que hemos podido averiguar.
Importante: también hemos descubierto su forma principal de comunicación: “Cuervos de guerra vuelan negros bajo el sol”.
La investigación nos ha permitido localizar un campamento en las arenas. Intentamos infiltración frustrada por estatuas mágicas que custodiaban la entrada. Grupo numeroso, con tatuajes del Gran Clan y escudos con el Ojo de Gruumsh y el Hacha de las Brujas. Clérigos y Aulladores acompañaban a los guerreros.
La noticia buena: logramos capturar gracias a Zalcor a un cuervo antes de que pudiera entregar el mensaje de la caída del campamento. El cuervo estaba sometido a algún conjuro: una vez abatido el esqueleto salió de su carne e intentó escapar. Os enviamos los restos del bicho para investigación mágica.
Fdo. Seda
PD: Espero que nos estemos ganando esa recompensa, y agradeceremos cualquier información que pueda ayudarnos con el trabajo. ¿Qué tal un “Conjuro detector de cuervos nigrománticos de Elminster”?
Juntos veremos la Ascensión. Con la espada rebanaremos. Con el hacha trocearemos. Es la hora antes de la Gran Noche y el Gran Clan será la última llama antes de la llegada de la Caída.
Dejad las cuevas remotas. Dejad de lado las confrontaciones. Gruumsh os reclama. Yo os reclamo en su nombre. Es hora de que unidos dominemos.
Fdo: Sello del Gran Clan
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- Jabalí Terrible
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Re: Los orcos que están por venir
Relato de Delor Kensbane
Un oasis escuché que existía…
Recibí noticias de la existencia de un oasis en el cual tenía una selección de armas exóticas, (¿Qué podría salir mal?) *Pensé*.
Pues salió todo mal, tengo una mala costumbre al viaje en solitario, y esta vez me ha hecho pasar una mala jugada, desconocía tal desierto, anduve perdido horas y horas, norte, sur, sur, norte, este… no veía fin.
Cuando pensé que estaba todo tranquilo… escuché tambores de guerra, y sin darme cuenta me vi envuelto ante una horda orca, intenté hacerlos frente, pero… *Se hecha flores* creo que soy lo bastante inteligente para saber cuando retirarme, me siguieron, pero conseguí despistarlos, pero algo me dice que no ha quedado ahí la cosa, un error o casualidad, pero es un hecho que puede haberlos alterado de alguna manera…
Me han informado que Seda es la que está al frente de la situación, tal vez deba saber algo.
Un oasis escuché que existía…
Recibí noticias de la existencia de un oasis en el cual tenía una selección de armas exóticas, (¿Qué podría salir mal?) *Pensé*.
Pues salió todo mal, tengo una mala costumbre al viaje en solitario, y esta vez me ha hecho pasar una mala jugada, desconocía tal desierto, anduve perdido horas y horas, norte, sur, sur, norte, este… no veía fin.
Cuando pensé que estaba todo tranquilo… escuché tambores de guerra, y sin darme cuenta me vi envuelto ante una horda orca, intenté hacerlos frente, pero… *Se hecha flores* creo que soy lo bastante inteligente para saber cuando retirarme, me siguieron, pero conseguí despistarlos, pero algo me dice que no ha quedado ahí la cosa, un error o casualidad, pero es un hecho que puede haberlos alterado de alguna manera…
Me han informado que Seda es la que está al frente de la situación, tal vez deba saber algo.
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- Jabalí Terrible
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Re: Los orcos que están por venir
En su mente se repetía una y otra vez lo mismo. Aunque ya había visto muchas veces lo mismo esta vez era especialmente significativo. Le vio caer, y cuando fue a buscar su cuerpo no estaba ahí. Fue entonces cuando tuvieron que cazar el cuervo, por dos veces. Mientras examinaban el cuerpo avisó a Seda. Había que registrarle para salir de dudas.
Otros lo habían intentado, se barajaron diferentes posibilidades, pero le tacharon de drástico. No quedaba otra, actuaría por su cuenta. Cuando por fin dio con Ransell le dejó todo bien claro desde el principio, con sinceridad, como siempre hacía. Quería saber todo lo posible sobre el entorno en el que despertó, que había visto, escuchado u olido. Pero estaba a la defensiva. Como ya había pasado con las preguntas de otros, decía cualquier cosa para no responder. Le advirtió que ahora mismo lo estaba haciendo por las buenas, que si se negaba tenía otras opciones para conseguir la información. Esta brutal sinceridad molestó al humano aún mas. Al final Zalcor decidió dejar el asunto, pero en su mente sólo había una idea, arrastrarlo a un círculo. El humano se fue a la taberna, no era un buen lugar para su plan, así que decidió esperar fuera, acabaría saliendo de la ciudad en algún momento. Para su sorpresa, un rato después, vio como Seda, Gregor y Ransell usaban un portal para moverse. Ya no pintaba nada allí, así que decidió dar un paseo.
En su mente estaba Amendur. Aunque sabía cuales iban a ser las respuestas, Seda estuvo muy pesada y no le valía con las contestaciones del guardián. Zalcor se dirigió hacia el claro del valle, pero esta vez decidió hacerlo del modo común. Atravesaría el paso de la luna para ver que ocurría con el clan de orcos asentado allí, ya que por el valle no vio movimiento alguno cuando lo estuvo vigilando. Revisó las colinas. No había ni rastro del clan, así que completo su ruta hasta llegar al claro. Allí Amendur confirmó lo que el ya sabía.
Un viaje y dos respuestas. Otro clan desaparecido, y la confirmación de su modo de detectar a los cuervos alzados. Seda ya no podría decirle tonterías de ir a preguntar a Vildiara.
Un tiempo después volvió a encontrarse con Seda, le contó lo que sucedía con Ransell. Era el momento de volver a hablar con el.
Otros lo habían intentado, se barajaron diferentes posibilidades, pero le tacharon de drástico. No quedaba otra, actuaría por su cuenta. Cuando por fin dio con Ransell le dejó todo bien claro desde el principio, con sinceridad, como siempre hacía. Quería saber todo lo posible sobre el entorno en el que despertó, que había visto, escuchado u olido. Pero estaba a la defensiva. Como ya había pasado con las preguntas de otros, decía cualquier cosa para no responder. Le advirtió que ahora mismo lo estaba haciendo por las buenas, que si se negaba tenía otras opciones para conseguir la información. Esta brutal sinceridad molestó al humano aún mas. Al final Zalcor decidió dejar el asunto, pero en su mente sólo había una idea, arrastrarlo a un círculo. El humano se fue a la taberna, no era un buen lugar para su plan, así que decidió esperar fuera, acabaría saliendo de la ciudad en algún momento. Para su sorpresa, un rato después, vio como Seda, Gregor y Ransell usaban un portal para moverse. Ya no pintaba nada allí, así que decidió dar un paseo.
En su mente estaba Amendur. Aunque sabía cuales iban a ser las respuestas, Seda estuvo muy pesada y no le valía con las contestaciones del guardián. Zalcor se dirigió hacia el claro del valle, pero esta vez decidió hacerlo del modo común. Atravesaría el paso de la luna para ver que ocurría con el clan de orcos asentado allí, ya que por el valle no vio movimiento alguno cuando lo estuvo vigilando. Revisó las colinas. No había ni rastro del clan, así que completo su ruta hasta llegar al claro. Allí Amendur confirmó lo que el ya sabía.
Un viaje y dos respuestas. Otro clan desaparecido, y la confirmación de su modo de detectar a los cuervos alzados. Seda ya no podría decirle tonterías de ir a preguntar a Vildiara.
Un tiempo después volvió a encontrarse con Seda, le contó lo que sucedía con Ransell. Era el momento de volver a hablar con el.
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Re: Los orcos que están por venir
Tras recoger un poco de Jengibre decidió hacer un alto en la posada de la bifurcación. Al entrar se encontró con el "grupo de raritos". Tras un leve saludo Ransell se marchó, y aunque el resto decían que fue por su presencia, a Zalcor le quedó claro que estaba evitando alguna pregunta, por lo poco que pudo escuchar. El resto, Idril, Seda, Gregor, y Cuarto que se unió pocos segundos después, se fuero a un rincón menos visible para hablar del asunto del momento. Se resumió la ultima información que se consiguió y tras llegar a la conclusión de que sería muy probable que se escondían en los túneles bajo la superficie decidieron ir a echar un ojo.
Como era costumbre con Seda, se viajó hacia Adbar con portales. Zalcor tampoco iba a quejarse, le resultaban tediosas las caminatas con otros, prefería moverse solo. La entrada a los túneles no fue complicada, Seda al frente, invisible y revisando el camino de posibles trampas lo hizo mas apacible. Detrás, sin Cuarto que tuvo que ausentarse, quedaban Gregor, en cualquiera de sus formas, Idril y Zalcor. Aunque era un grupo reducido, estaba bien compensado. Seda con sus recursos hacía el recorrido sencillo, Idril en todo momento podía apoyar con su magia, y Gregor era la versatilidad en persona, pudiéndose adaptar a cualquier situación. Y luego estaba Zalcor, que aunque preferiría ir por delante y atacar cuando nadie se lo espera, ahí no tenía mas remedio que ser la primera línea de combate.
Poco a poco fueron descendiendo entre los rocosos túneles, y tras un rápido y eficaz combate contra lo que podría ser una simple patrulla de orogs, se hizo el silencio. Pero sólo para algunos. Levemente, un muy atenuado cántico orco rebotaba entre los túneles. El sonido provenía claramente de un túnel que seguía descendiendo, y allí fueron. Tras otro rápido combate y nuevamente rodeados de silencio, Zalcor se concentró en analizar lo que las leves brisas interior arrastraban. No hubo manera de discernir que dirección seguir, el cántico había cesado y las pesadas pisadas que antes eran claras y rebotaban por toda roca presente, había desaparecido. Aún con el silencio absoluto, algo hizo que se le erizase el bello. Se sentía vigilado, en peligro, y no dudó en hacérselo saber a sus compañeros. La duda empezó a emerger en el grupo. Zalcor fue tajante, "El seguir o volvernos depende de hasta que punto queráis apostar con vuestra vida". Aún así dio otra alternativa, en vez de arriesgarse el grupo entero, ir él mismo a echar un vistazo, mejor arriesgarse uno que no todo el grupo. Como no, Seda no estuvo de acuerdo y decidieron seguirle. Los túneles cercanos fueron apacibles, y cuando llegaron a una amplia caverna, Zalcor revisó la zona. Demasiadas pisadas, rumbos incoherentes, no sólo había leves marcas de alguna patrulla en los sedimentos sobre el suelo, había un numero mayor al de una simple patrulla. Quien sabe que estarían haciendo allí. Aun con esas, decidieron seguir, pero ahí se acabó el seguir a Zalcor. Seda tomó la delantera. Fue el primer tropiezo, pero no el único, y por parte de todos. Una tras otra se fueron tomando malas decisiones. Y así acabó todo, mal.
Zalcor abrió los ojos y vio a la figura de negro ropaje, escuchó su silbido, y se cercioró del entorno que le rodeaba. Lo conocía, no estaba lejos del claro de Amendur. No tenía fuerzas para seguirle. Cuando pudo moverse su idea era claro. Muy a su pesar y por mas vergüenza que le diese, fue directo a que Amendur revisase su cuerpo.
Como era costumbre con Seda, se viajó hacia Adbar con portales. Zalcor tampoco iba a quejarse, le resultaban tediosas las caminatas con otros, prefería moverse solo. La entrada a los túneles no fue complicada, Seda al frente, invisible y revisando el camino de posibles trampas lo hizo mas apacible. Detrás, sin Cuarto que tuvo que ausentarse, quedaban Gregor, en cualquiera de sus formas, Idril y Zalcor. Aunque era un grupo reducido, estaba bien compensado. Seda con sus recursos hacía el recorrido sencillo, Idril en todo momento podía apoyar con su magia, y Gregor era la versatilidad en persona, pudiéndose adaptar a cualquier situación. Y luego estaba Zalcor, que aunque preferiría ir por delante y atacar cuando nadie se lo espera, ahí no tenía mas remedio que ser la primera línea de combate.
Poco a poco fueron descendiendo entre los rocosos túneles, y tras un rápido y eficaz combate contra lo que podría ser una simple patrulla de orogs, se hizo el silencio. Pero sólo para algunos. Levemente, un muy atenuado cántico orco rebotaba entre los túneles. El sonido provenía claramente de un túnel que seguía descendiendo, y allí fueron. Tras otro rápido combate y nuevamente rodeados de silencio, Zalcor se concentró en analizar lo que las leves brisas interior arrastraban. No hubo manera de discernir que dirección seguir, el cántico había cesado y las pesadas pisadas que antes eran claras y rebotaban por toda roca presente, había desaparecido. Aún con el silencio absoluto, algo hizo que se le erizase el bello. Se sentía vigilado, en peligro, y no dudó en hacérselo saber a sus compañeros. La duda empezó a emerger en el grupo. Zalcor fue tajante, "El seguir o volvernos depende de hasta que punto queráis apostar con vuestra vida". Aún así dio otra alternativa, en vez de arriesgarse el grupo entero, ir él mismo a echar un vistazo, mejor arriesgarse uno que no todo el grupo. Como no, Seda no estuvo de acuerdo y decidieron seguirle. Los túneles cercanos fueron apacibles, y cuando llegaron a una amplia caverna, Zalcor revisó la zona. Demasiadas pisadas, rumbos incoherentes, no sólo había leves marcas de alguna patrulla en los sedimentos sobre el suelo, había un numero mayor al de una simple patrulla. Quien sabe que estarían haciendo allí. Aun con esas, decidieron seguir, pero ahí se acabó el seguir a Zalcor. Seda tomó la delantera. Fue el primer tropiezo, pero no el único, y por parte de todos. Una tras otra se fueron tomando malas decisiones. Y así acabó todo, mal.
Zalcor abrió los ojos y vio a la figura de negro ropaje, escuchó su silbido, y se cercioró del entorno que le rodeaba. Lo conocía, no estaba lejos del claro de Amendur. No tenía fuerzas para seguirle. Cuando pudo moverse su idea era claro. Muy a su pesar y por mas vergüenza que le diese, fue directo a que Amendur revisase su cuerpo.