La noche llegaba con el fin de un nuevo día en la forja mientras el cruzado Rolan y el paladín Barrey limpiaban los últimos restos de material sobrante en el yunque y vendían los utensilios nuevos fabricados. Mientras se despedían para el día siguiente un suceso los alerto, un grupo de bandidos que nadie sabia decir de donde habían salido atacaron a los habitantes del Sur de Nevesmortas, se perdió un burro de transporte y quizás el valor de algún vecino pero Rolan se ocupo prontamente de la situación y de los bandidos.
Mientras las buenas gentes de Nevesmortas volvían a sus quehaceres, Neland el guardabosques apareció de entre los arboles y fue informado de los sucedido, pero no pareció alarmarse pues es común que algún aventurero huyendo de bandidos acabe atrayéndolos a la villa. Mientras, Rolan y Neland investigaban los ropajes de los asaltantes, Barrey escudriño la zona buscando de donde habían salidos aquellos individuos.
Un grito de alerta del paladín hizo acercarse a cruzado y guardabosques, una espesa niebla que parecía surgir de un árbol con una luz en su tronco empezaba a extenderse por la villa lentamente. De inmediato los tres aventureros se repartieron para dar la voz de alarma, el capitán de la guardia, a la dama Lanzagélida y un cuervo a la Orden Argéntea.
El misterio solo acaba de empezar.