Vientos del Este.

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--Talos--
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Vientos del Este.

Mensaje por --Talos-- »

Dejó el pergamino sobre la mesa, sobre el resto.
Reposó la pluma en el tintero y alcanzó la aguja y el hilo.
Comenzó su labor uniendo los pergaminos.
Cosiéndolos a las tapas que encuadernarían el último de los volúmenes.

Se levantó de la silla y se dirigió a la salida de la biblioteca.
Avanzó a lo largo del pasillo, hundiéndose en las profundidades de la tierra.

Cruzó las manos a la espalda y se detuvo firme ante el trono ocupado.

Quién lo ocupaba se mesó la perilla.
- ¿Has terminado mi encargo?
- Todo está ya manuscrito.

Se reclinó hacía delante en el trono.
- Entonces ¿deseas comenzar?
- En cuanto me sea permitido, Mi señor.

la figura se recostó nuevamente y las uñas repiquetearon.
Tras el trono un hombre tuerto surgió de las sombras y se acercó al oído.
Quien ostentaba el trono asintió quedamente y volvió la atención a su escriba.

- EnThur aún no ha terminado. Pero tienes mi beneplácito para aguardarle en tu ciudad... si todo lo que aquí debías hacer está terminado.

- Si, Mi Señor. Partiré al momento, aguardaré a EnThur y su fin... de su experimento.

Los dedos rozaron el tridente que reposaba al lado del trono.
- Capitán, necesito que le lleves un mensaje a ella. Debe estar informada.

Con un leve asentimiento, el hombre tuerto hundió la rodilla en la losa del suelo y escuchó.
Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
--Talos--
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Re: Vientos del Este.

Mensaje por --Talos-- »


Se dice que el tiempo sepulta las cosas.
También se dice que nada permanece enterrado para siempre.

Así pues:
Mientras el agua repiqueteaba contra el techo, ascendiendo de los profundos y oscuros estanques de las ruinas de la ciudad.
La piedra que conformaba la estructura de los barcos era azotada por el viento
Las patrullas y guardas se movían con el sigilo de un ratón.
La energía mágica chisporroteaba inagotable conformando el muro de los Sharnos.

Una figura emergió del azote del viento y la arena, con el fuerte resplandor del orbe dorado a sus espaldas.
Y se encaminó a través del muelle, donde reposaba la flota de piedra de Delzoun semitragada por la arena, hacia las puertas.

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Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
--Talos--
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Re: Vientos del Este.

Mensaje por --Talos-- »


- Te digo que estaba pálida como un espectro.
- No será porque no está harta de esas ratas.
- Ja. Pues estaba bien asustada, solo balbuceaba.
- Bah. Lo que no sé es porque no hay uno de esos aventureros con ganas de hacerse el héroe cuando hace falta que hagan nuestro trabajo.

El guardia abrió la puerta de la casa y muchos pares de ojos se fijaron en él.

Los gritos de los guardias alertaron Nevesmortas en plena noche.

- ¡Ratas!
Dejó la caja con un resoplido.
- ¿¡No podías encargarte tú!? - gritó el mediano.
El enano se rascó una oreja mientras sonreía ampliamente mirando al mediano trabajar.
El mediano masculló por lo bajo, se sacudió las manos en el pantalón y cogió la siguiente caja.
- ¡Ay! - exclamó soltándola.
- ¿Qué diablos te pasa ahora?
- ¡Me ha mordido! - dijo señalando una extraña rata que trepaba a la caja.
- Es solo una rata.
El mediano se giró hacía el enano iracundo.
- ¡Pues la muy ... me... ha.... - la frase murió en su garganta.
- ¿Y ahora qué? - gruñó el enano y miró por encima de su hombro.

Muchos ojos. Dientes afilados. Y uñas.
- Son dos. Tú a uno, yo a la otra y tú tiras conjuros ¿si? - dijo el orco aferrando el gran hacha.
Los tres asintieron y comenzaron a incorporarse para ir hacía la otra sección de la galería de la cueva.

Aferraron con fuerza sus hachas y dieron un par de pasos, cuando de repente, el sonido sordo de algo grande cayendo tras ellos les hizo girarse.

- ¿Pero qué?

El chamán yacía en el suelo con una turba de pequeños seres moviéndose sobre él.
Todos se pararon a la vez, dirigieron sus ojos a la pareja de orcos y se abalanzaron sobre ellos.
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Re: Vientos del Este.

Mensaje por --Talos-- »

El Filo se recostó en el asiento.
- ¿Ratas?
- Eso dicen, al parecer hay una plaga subiendo desde algún punto de Semprefogo hasta el alcantarillado.
- Bueno, manda a algún Escudo. - dijo mientras se frotaba el puente de la nariz. - Que bajen, miren y den un informe. Igual hay que buscar un druida o un arcano que haga una limpieza antes de que la cosa vaya a más.
- Si, señor. Pero...
- Por Torm bendito, ¿qué?
- Según algunos las ratas son... raras.
- ¿Raras?
- Eso dicen - repitió el enano.
- Vale, pues... Patrulla. Informe. Un, dos.

El enano se cuadró y emprendió la marcha a la salida del cuartel.
Con un suspiro el Filo abrió uno de los cajones de la mesa e introdujo la mano.
- Necesito un buen trag.. ¡ARGH!
Retiró la mano bruscamente viendo como algo de sangre brotaba de sus dedos.
Echó el asiento hacía atrás y se alejó de la mesa.

Del cajón emergió una rata con ojos rojizos, dientes afilados, vendas en buena parte del cuerpo y la osamenta de la pequeña caja torácica a la vista.

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Re: Vientos del Este.

Mensaje por --Talos-- »

-Te lo juro, Jonathan.- dijo entre un largo trago y otro de la cantimplora. - es como si la maldita bruma de la mañana no se fuese en todo el día. Pero al Oeste está tranquilo - dio un nuevo y largo trago. - ¿sabes? No sé que pasó en Sundabar pero esa plaga de ratas la exterminaron.
- Claro, ahora solo tenemos desbordamientos y brumas. Hoy casi no veía donde pisaba en mi huerto, Darril.

Darril asintió mientras sacudía de la cantimplora vacía, ojeaba el interior y se acercaba al rio a rellenarla.
- No sé que pasa. Siento sed y por mucho que beba, no la sacio.
- Vaya, un guardia de Nevesmortas me dijo lo mismo hace unas horas.
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Ktran
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Re: Vientos del Este.

Mensaje por Ktran »

Había que probar…

Seguían los rumores, más avistamientos de animales momificados y una caravana desaparecida… meh.. me pica la curiosidad, pero no estoy para jueguecitos, vemos que encontramos.
Tras un vistazo a los caminos, no muy cerca de Fuertenuevo encontré a una chica, Erika.. vaya, encontró la caravana antes que yo…
Destruida y asediada no quedaba nada que mereciera la pena, ni un alma, tan solo alguna criatura que destruí por las cercanías..
Y como única pista una gran huella, parecía de un gran oso, intentaremos seguirle la pista…
Varias vueltas por la marca hasta llegar al bosque de las bestias legendarias, cerca nos encontramos con un mediano que se unió a la búsqueda, bueno, mejor, más carne de cañón.
El bosque tenia un semblante totalmente cambiado al que recuerdo, una bruma extraña rodeaba el lugar y no tardamos mucho en avistar .. osos momificados, bestias con bastante poder, donde una destacaba entre todas, era de un tamaño colosal, las combatimos... y ganamos, inspeccionamos la zona y una calavera nos observó, al acercarnos conjuró su huida hacia algún punto del desierto.. . meh.. cobarde.
Pero parece que su trabajo ahí terminó, no tardamos en avistar una extraña forma que salía por un chorro de la presa de la zona… obviamente estaba envenenando el agua, agua que desemboca en gran parte del río Lanzagélida, veneno para todos.. que bien..
Bah.. si no hay presa no hay nada que envenenar. *comienza a conjurar una gran cantidad de urdimbre y lanza una bola de fuego infernal que estalla la presa*
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*La presa no se destruye del todo y tras la gran explosión sale una abrumadora cantidad de agua que desborda el lugar*
*lamentablemente las rocas se apilan de modo que la presa sigue con agua suficiente para ir soltando poco a poco más agua envenenada*

Meh.. *se encoge de hombros* Malditos no-muertos.
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Re: Vientos del Este.

Mensaje por --Talos-- »

Mientras que el agua continuaba manando de la pared destrozada.
Mientras que la arena se filtraba día a día en el suelo de baldosas.
Mientras que los Bedins incrementaban las escoltas de sus caravanas.
Mientras que los animales y los que ya casi no lo eran deambulaban.
Mientras que un ser perdía su Orbe Calefactor.

Mientras el Viento del Este soplaba nuevamente desde las profundidades del desierto.
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Rodenet
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Re: Vientos del Este.

Mensaje por Rodenet »

Erika examinaba la carreta, apestaba a no-muerte. No iba a haber suerte con los desaparecidos, y por muy grande que fuese la criatura a cortar, nunca se disfruta el cortar a un muerto. No iba a ser un viaje provechoso.
Vio como Khorver subía la colina, aproximándose, movido por los rumores de desaparición.
La lluvia borró el rastro de olor, así que hubo que buscar otros rastros, lo que llevó tiempo. Cerca del Bosque Legendario, el hedor a no-muerte era insoportable, y siguiendo el olor de la criatura se encontraron con un... ¿Mediano, gnomo? Como si era un elfo diminuto. A quien le importa.
El rastro era evidente, así que se adentraron en el bosque. El ambiente no era muy distinto a las criptas, o al que había en Ascore en esos días.
Muchas bestias a las que combatir, y la criatura perseguida... Un oso más grande que el propio carro atacado. Al final todo cayó, pero fue un combate... Vacío. Odiaba combatir muertos, no tienen sangre, no tienen apego a su vida, no tiene emoción.
Una calavera observaba, pero al acercase los luchadores, desapareció.
Por la presa se filtraba lo que parecía contaminar el agua, y se recurrió a la medida drástica de volarla por los aires.
Erika trepó a un árbol, no le apetecía que una corriente envenenada la arrastrase, y contempló como Khorver lanzaba una bola que destruyó totalmente la presa, inundando el bosque.
¿Efectivo? quien sabe. ¿Espectacular? Bastante.
"Malditos no-muertos, que cosas hacen. Bueno, ya lo arreglarán los druidas, así parece que hacen algo."
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Re: Vientos del Este.

Mensaje por --Talos-- »

El ave descendió de los cielos, posándose en el tejado.
La gente iba y venía.
Entraba y salía del edificio.
Emitiendo un quedo graznido, aleteó hasta una cercana ventana abierta y entró...
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Re: Vientos del Este.

Mensaje por --Talos-- »

La mano hurgó en los montones de arena y cogió las piedras.
Las observó extrañada por un momento, antes de guardarlas en la bolsa y encaminarse a la salida.

- Si que eran duros, si.

Los ojos llameantes siguieron con la vista a la mujer hasta que desapareció.
Con suaves pasos recorrió la estancia e hincó sendas rodillas en el arenoso suelo.

- Mi Faraón. Hay novedades.

El Faraón mantuvo la vista en el árbol seco, marchito, aún con restos de sangre reseca.
- Dilas.

- Han roto el perímetro. Una fuerza hostil.

- Ah. Comprendo. Una molestia. ¿El muro?

- Protegido e intacto, mi Faraón.

- Entonces proseguid.

- Si, mi Faraón. - se incorporó haciendo una reverencia y se giró.

- Espera. ¿Ha sido una molestia?

- Los Caídos ya han vuelto así que yo...

Se vio interrumpido.

- Una molestia. En tal caso deben recordar. Deben temer. Deben adorar de nuevo.

Hundió la mano en la arena bajo el marchito árbol, sacando un puñado de ella.
El suave murmullo de la voz del Faraón resonó en la cámara.
La arena brilló en su palma y el Faraón la sopló hacía la ventana.

El viento llevó la arena al exterior, uniéndose a una de las habituales tormentas.
La tormenta vibró, se encabritó, descendió y se alzó nuevamente.
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