Prologo: Primeros años experiencias que marcan.
No se con seguridad en qué año vine al mundo, pero calculo que han debido pasar al menos 25 ciclos completos.
Mis padres sí los tengo cristalinos en mi memoria. Roderick era un agricultor en las postrimerías del Bosque Alto en la rivera sur del Río Rauvin, a media jornada de Puntalhuven y 1 completa de Eterlund. Conocedor de los peligros y aprendiz de montaraz, prosperaba junto a su esposa Helga con un granja, muy bien integrada en el entorno. Ambos me enseñaron respeto por el entorno, a rastrear y reconocer pisadas de animales y peligros. Roderick rezaba a diario y hacía ofrendas a Sylvanus, mi madre en cambio, se encomendaba a Chauntea, a la cual agradecía por fertilizar nuestros campos y proveer de comida nuestra mesa.
Teníamos una vida sencilla, obtenían lo que necesitaban y mi padre sabía tratar las pieles, por lo que los animales enfermos o ancianos a veces, eran objeto de su arco, dándo siempre muerte digna y rápida, también me mostró como preparar trampas e incluso como desmontarlas, cuando los furtivos se adentraban a cazar en el bosque. Con los cuerpos de los animales lo aprovechaba todo: carne, tendones, huesos y tuétano. Por supuesto sabía curtir y preparar las pieles, que luego vendía en Eterlund al gremio de sastres, y de donde comerciaba para suministrarnos de aquello que no podíamos fabricar o producir.
Por su parte Helga me mostró los inicios básicos de la destilación de plantas, y me mostró las propiedades más elementales de las mismas. Para mi décimo año, me regaló un libro sobre pociones y alquimia, el cual aún porto conmigo.
Nuestras vidas discurrían de forma sencilla, equilibrio, trabajo, respeto y fe. Por todas esas cosas, no logro entender como la fe y buenhacer de mis progenitores fue tan mal recompensada, una tarde, mi madre mi instó a que buscara a padre, hacía 1 día que había salido a revisar las trampas colocadas por furtivos y debería haber regresado, media tarde pasó y sólo logré encontrar y seguir sus rastros, para cuando día con él, me temí lo peor, pisadas de botas con clavos muy profundas, restos de sangre y finalmente, zona de maleza vencida por un combate, lo único que pude encontrar fue su cadáver, mutilado y destrozado, junto al restos orgánicos de un maldito orco, consiguió cortar un trozo de piel y ésta quedó postrada en la base de un árbol. Lloré y lamenté su pérdida. Fabriqué una camilla con ramas y lo arrastré a casa … A mi llegada, el corazón casi se me paró en el pecho, las mismas botas con clavos, al menos 6 marcas diferentes, restos de lucha también, algo de sangre orca y un gran charco de sangre con mi madre ensartada dentro.
Ése aciago día perdí la fe, para qué tantos rezos y ofrendas al padre Roble y a la madre de la fertilidad, ninguno movió un dedo cuando más falta hizo, ambos padres yacían inertes y mancillados por asquerosos orcos, abjuré de los dioses de mis padres y juré venganza, me prometí que no descansaría hasta ensartar, matar y reventar cualquier pielverde que me cruzase, no lo hice por ningún Dios, ninguno me respondería,pero mantuve mi promesa siempre. Acerté a dar sepultura a ambos tras cremas sus cuerpos para que no fueran mancillados por nada más y enterré sus restos en el bosque.
Cuatro años pasé malviviendo y aprendiendo a moverme por ciudades, principalmente en Eterlund, donde una banda de granujas me usaba y enseñaba lo básico del oficio, distraer, tomar y disimular. Allí tome el sobrenombre que porto, mi apellido me fue puesto como mote por el desgraciado suceso que terminó con mis padres, por mi parte lo acepté, pues así mantuve para mi el nombre real, había escuchado muchas veces a hombres sabios decir que el nombre real tiene poder y ese cambio me pareció oportuno.
Para cuando contaba con 14 años sabía desmontar y montar mecanismos completos, pasar desapercibido en multitudes y abrir cualquier cerrojo mecánico. A pesar de mostrar buenas formas fui consciente que esa vida no era para siempre, había visto que los aprendices rara vez eran aceptados por los mayores, cuando alcanzaban la madurez, por eso busqué a gentes capaces de mostrarme lo que en la banda no concedían … vi un par de duelos a muerte en tabernas y un luchador captó mi atención. No era especialmente grande, ni robusto, sino todo lo contrario, alguién grácil y muy ágil, no portaba armadura, pero era capaz de vencer a robustos enanos en duelo, lo seguí en algunas ocasiones y tras una batalla dura donde salió vencedor pero mal parado, le ofrecí mis servicios, yo sería su ayudante, su sirviente, pero lo único que pedía es que me enseñara a combatir.
Usterino no mostró mucho interés, pero al ver que era capaz de fabricar ungüentos y pociones, vio útil y conveniente aceptar la propuesta, no por simpatía, sino por interés. Para esa edad 15-16 ya había dejado atrás los sueños pueriles de mi infancia y también era partícipe de usar y ser usado para escalar en mis objetivos.
Durante dos años más lo seguí, alternando pequeños hurtos, con entrenamiento en equilibrio, combate, saltos y acrobacias, fintas y otros menesteres que me mostraba mi mentor, cuando le venía bien y no tenía féminas para adularlo. Por mi parte en más de una ocasión lo vi vencer no por habilidad exclusiva, sino por ventajas, me pedía venenos para adormilar los sentidos de los rivales y yo los preparaba y untaba con cuidado en su hoja. También tomaba mezclado con las bebidas en tabernas brebajes para mejorar su desempeño. Vi que ese truhan no era mucho mejor que los granujas con los que aprendí el oficio de bribón en los bajos fondos de Eterlund.
El destino hizo que en una de esas trifulcas, yo anduviese recogiendo bolsillos y aflojando carteras, entonces escuché una petición que me heló la sangre, le habían propuesto venderme por una cuantía de dinero ínfima. Usterino aceptó a cambio de una esclava de buen ver. En ese momento selló su destino y yo me terminé de dar cuenta, que ya poco podía aprender de ese desgraciado, en su bebida reconstituyente añadí una gran cantidad de adormidera y vino especiado para ocultar el sabor. Esa noche se encontró con Kelembor, mientras yo me quedé con sus pertenencias, que eran modestas, excepto por un collar de gran utilidad que le endurecía su piel y le otorgaba un aguante especial y una hoja ligera, que le ayudaba a recuperarse en las batallas, pues extraía fuerza vital con cada tajo.
A partir de ahí empecé a deambular por la marca buscándome la vida y aceptando trabajos de casi todo tipo: herencias no cobradas, envío de paquetes y otros asuntos de turbia legalidad. Para integrarme con el ambiente, jugué mi baza de montaraz y seguí mejorando mis habilidades de combate y de alquimia. Además dispuse algún anuncio en el tablón en calidad de experto para expandir mis trabajos y de paso ganarme algo de respeto entre los moradores de la región.
Clover Malafortuna
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Clover Malafortuna
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