Maelis, ocaso y amanecer

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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bott17
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Maelis, ocaso y amanecer

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Final y comienzo

Se despertó con la vista de un techo de madera que no conocía. Las ásperas sábanas rozaban su cuerpo mientras se incorporaba, observando lo que parecía ser una modesta habitación con el suficiente mobiliario para pasar una noche, ¿una habitación de taberna tal vez?.

Se levantó con pesadez, dirigiéndose hacia la ventana cerrada por la que se filtraban unas líneas de brillante luz. Su mano se detuvo al tocar la contraventana mientras su ojos repararon en el tatuaje que recorría su brazo. Sobresaltada lo recorrió con los dedos de la otra mano, confusa, cuando vió un dibujo similar en el otro brazo.

Alterada, se dirigió al espejo más cercano mientras se desprendía de la camisa que la cubría. El espejo le mostró un cuerpo tembloroso, lleno de curvas y piel tersa junto con un rostro joven de ojos dorados asustados parcialmente ocultos por una larga melena roja y unos carnosos labios. Se sintió cómoda con el reflejo, reconociéndose en él, extendió el brazo con intención de tocarlo cuando sus ojos se percataron que el reflejo también mostraba dos líneas anchas que se cruzan a regulares intervalos, una blanca y otra negra. Asustada, sin saber bien por qué, se giró sin dejar de mirar el reflejo, descubriendo como ese dibujo que extendía por todo su cuerpo. Era lo único que no reconocía de sí misma y por algún motivo que no comprendía le producía una extraña sensación de rechazo.

El tiempo pasaba lentamente mientras ella no podía apartar la mirada del reflejo, sintiendo una creciente e inusual sensación de opresión sobre sí misma que venía de ese extraño tatuaje. En algún momento pudo verse a sí misma preguntar en voz alta con una voz que le era familiar.

- ¿Quien eres?

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Re: Maelis, ocaso y amanecer

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Fantasmas

Estaba rodeada de gente, el bullicio de la ciudad se había apagado mientras todas las miradas se dirigen a ella. Arrodillada en el suelo intentaba no desmayarse por el dolor. Mientras que los dibujos que recorrían su cuerpo brillaban con una intensa luz blanca ella sentía un gran calor y dolor agudo que le atravesaban el alma.

Con dificultad levantó la mirada hacia el hombre encapuchado que yacía en el suelo a unos pasos de ella, cuyo pecho humeaba y la sangre se acumulaba bajo él lentamente. No podía retirar los ojos de ese hombre, no sabía si estaba muerto o vivo pero sí que le causaría más problemas de los que había pensado cuando la abordó en esa calle.

No podía recordar sus palabras, todo su ser chillaba de dolor. El ruido de la ciudad empezaba a llegar a sus oídos llevando consigo el característico sonido metálico de una armadura al correr con ella. Corrían hacia ella, levantando las armas en guardia. No podía huir así que tan solo se quedo esperando.

Mientras unos fuertes brazos la movian solo podría ver las borrosas figuras humanoides que la rodeaban, mirándola con ojos de rechazo y miedo, todos tenían la misma mirada excepto uno, el otro encapuchado que acompañaba al hombre del suelo le profesaba otro tipo de mirada, una que expresaba determinación y satisfacción. Mientras notaba como la seguía con esa espeluznante expresión las palabras de ese otro hombre volvieron a su mente.

- Al fin te encontramos, es hora de que vuelvas con tu familia, Maelisara.
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Re: Maelis, ocaso y amanecer

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1º Fragmento

- ¡Vamos Maelis! Es hora de tu clase. La mujer sonreía mientras tendía la mano a la pequeña que correteaba a su alrededor.
- Te he dicho que odio que la llames así. El hombre la agarró del brazo con brusquedad y tiró de ella mientras caminaba hacia la casa. Es hora de que dejes de perder el tiempo y te centres en esto. Tenemos que adelantarnos a … … … antes de que consigan todos los materiales.

La pareja guió a la pequeña niña hasta el sótano de ese edificio. Se agarró a la manga de la mujer, mientras se fijaba en el oscuro lugar lleno muebles amontonados, estanterías llenas de tarros y objetos que no era capaz de reconocer y ese olor que le fascinaba.

La sentaron en una incómoda silla, la mujer volvió a sonreírle mientras la preparaba como siempre. Era un proceso largo y aburrido, los dibujos extraños, las ropas incómodas… Ella preferiría aprovechar los últimos rayos de luz para jugar en la calle, aunque lo unico que podia hacer era observar al hombre realizar esos dibujos en el suelo mientras maldecía una y otra vez repitiendo los trazos.

La joven señaló con la mano una de esas tizas y miró a la mujer con intención de pedirla, pero la voz del hombre la interrumpió.

- ¿Has memorizado la líneas de hoy? Por que ya estoy harto de escucharte balbucear. La dirigió una gélida mirada que la intimido.

Con las manos aún sucias con esa especie de tiza brillante, le puso delante esos escritos que tanto odiaba. Líneas ininteligibles seguidas de líneas que tenía que leer que producían sonidos que no entendía. Antes de que se diera cuenta volvió a tirar de ella hasta colocarla en medio de ese dibujo circular.

- Ahora leé.



Se incorporó bruscamente sudando y con la respiración acelerada. Notaba como el corazón quería salirse de su pecho. Intentaba repasar el extraño sueño cuando la opresión de los tatuajes comenzaba a volverse más intensa. Observo su alrededor, el establo seguía oscuro y en silencio. Su mente comenzaba a nublarse, volviendo pequeño el recuerdo de ese extraño y lejano sueño mientras sus ojos se cerraban lentamente

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Re: Maelis, ocaso y amanecer

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Aprendizaje

Se dirigió al bibliotecario tras echar un último vistazo atrás. La miraba con esa sonrisa que odiaba, esa maldita sonrisa de condescendencia.

- ¿En qué puedo ayudarte joven?
- Un libro sobre el cuerpo, el cuerpo… ah… femenino. Su voz vacilaba.

El hombre la miró de arriba abajo y tras sonreír con cierta sorna se perdió entre las estanterías. Mientras esperaba examinó el lugar, no era la primera vez que venía y comenzaba a estar cansada de ese hombre. Cuando escucho el crujir de una escalera de madera dejó caer un par de libros que llevaba tiempo vigilando en su bolsa.

- Es inusual que una joven de tu edad pida un libro así, cualquiera pensaría que eres demasiado inocente. El hombre volvía despacio examinando el libro de forma distraída. Dicen que un maestro puede enseñar más que un libro jovencita y seguro que te aburre menos.. Dijo tras sonreir de forma lasciva.

Ella puso una moneda de oro en el mostrador como respuesta, la miró durante unos instantes dudando pero acabó dejándola para extender la mano y hacerse con el libro.


Colocó el libro en la pequeña mesa de la habitación que había alquilado y se sentó con rapidez junto a él tras cerrar la puerta tras ella. Paso las páginas con ansiedad buscando un determinado apartado, en el que su dedo índice se posó.
Ciclos biológicos regulares… Leyó en voz alta el título del apartado mientras sus ojos recorrían con rapidez el texto.

Pasaron varios segundos tras acabar de leer el texto. No es que no supiera lo que iba a encontrar aunque esperaba equivocarse. La ira la inundó lanzó el libro por la habitación contra la pared mientras gritaba. La sensación de opresión volvió a inundarla mientras un ligero brillo recorría sus tatuajes.

- Ya ha pasado casi un año… ¿¡Como es posible!? Gritó mientras golpeaba la mesa con el puño. Es como si…. El tiempo...

Pasó un tiempo hasta que pudo recomponerse. Se limpió las lágrimas con la manga y recogió sus escasas pertenencias. Le había parecido volver a ver ese encapuchado y su estremecedora mirada… Podría ser su propio miedo haciéndole verlo allá donde fuera, pero había tomado una decisión y no iba a echar marcha atrás.

Se cambió de ropa y miró la pequeña poción de invisibilidad que le había costado todo el oro que había podido conseguir. Se la tomó de un trago pensando en su próximo destino, esperando que un lugar tan remoto y frío la alejara de todo. Aprovecho el momento de más trasiego en la posada para salir bajo la magia de invisibilidad en busca de la carreta que se dirigía a su nuevo hogar, la Marca.

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Re: Maelis, ocaso y amanecer

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Fragmento - Decisión

Caminaba con pasos cortos, esquivando con delicadeza los cuerpos mutilados que la rodeaban. La sangre resbalaba por su cuerpo hasta gotear al suelo, dejando un rastro rojo oscuro por donde pasaba.

Extendió el brazo para abrir los restos de la puerta de lo que hasta hace unos instantes era una cabaña y aunque no había paredes que la detuvieran le pareció poético salir por lo que quedaba de esa puerta. La explosión había destrozado todo a su alrededor dejándola cubierta en los restos de sus antiguos acompañantes.

Sintió cierta curiosidad por darse la vuelta y ver el estado en que había quedado todo, pero el tiempo apremiaba y el calor de la sangre ajena empezaba a ser molesto. Alzó la mano mientras la magia emanaba de ella, arremolinándose a su alrededor. Un fuerte tirón la desplazó en el espacio, dejando tras de sí parte de la sangre que la cubría, hasta el lugar en el que se concentraba.

- Han muerto todos.Está hecho.Dijo cuando la magia de su alrededor se disipaba.

Sin perder un segundo movió su brazo derecho a un lado y su ropa se desprendió de ella en esa dirección, dejando su cuerpo desnudo parcialmente cubierto de sangre. Acto seguido se dirigió hacia el fondo de la sala, mientras las cristales de su alrededor se iluminaban tenuemente. Con paso lento siguió acercándose hasta el fondo de la habitación donde alguien esperaba entre las sombras.

- No era necesario... ¿Por qué matarlos ahora? ¿Crees que eso cerrara ese capítulo? Preguntó la presencia en la sombra.
- Un cierre y un mensaje... para los que aún viven. Mientras caminaba se vistió con un fino camisón blanco, que no tardó en empaparse con la sangre que aun la cubría.


Ambas figuras se dirigieron a la sala contigua donde todo estaba preparado. Solo quedaba dar el último paso.

- Cuanto entres ya no habra vuelta atras, ¿estas segura Maelisara? La figura se giró hacia la mujer esperando su decisión.

Tras un instante la mujer se adentro en la sala como única respuesta.

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Re: Maelis, ocaso y amanecer

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El fin del interludio

El artefacto se agitaba por última vez entre sus manos mientras los últimos restos de magia acumulada en su interior fluían lentamente entre sus dedos, hasta sus tatuajes, los cuales brillaban como nunca antes devorando con ansias la magia pura . Quien iba a pensar que los recientes acontecimientos en el bosque de Arn pudieran acelerar el objetivo del pequeño artefacto, pensaba ella con una sonrisa de satisfacción mientras notaba como su meta se cumplía al fin. La constante presión que había sentido durante años, desde aquel despertar en esa posada, empezaba a desvanecerse, las líneas anchas tatuadas en su piel empezaban a desdibujarse y desprenderse de ella lentamente, al fin había podido romper por completo ambos sellos.

El artefacto inerte cayó al suelo con un sonoro y seco ruido mientras ella se llevaba una mano a la cabeza, la sensación era extraña, como la de despertar de un sueño vivido aunque más intensa y profunda. Los iluminados tatuajes se resquebrajaban y se desprendían intentando aferrarse a su cuerpo de forma inútil, años de frustración y de espera eran liberados con un último destello de poder desde su interior acompañado con un movimiento brusco de sus brazos. Una pequeña onda expansiva de pura magia surgiendo de su cuerpo acelerando el proceso haciendo saltar por los aires los restos de los sellos que la constreñían, se acabó, al fin estaba libre.

Abrió los ojos para observar el bello paisaje de las montañas mientras respiraba profundamente. Sus mente estaba confusa, las memorias de los últimos años se arremolinaban mientras trataba de ordenarlos de la forma correcta, por suerte era una experta en este tema.

- Ha, qué vida tan fascinante has vivido joven ingenua Dijo acompañando de un suspiro de alivio

Una espesa sombra negra gélida se empezaba a formar a sus pies pero la familiar sensación de constricción de los sellos ya no estaba. En su lugar, había una pequeña sensación que no sabía explicar, ¿miedo tal vez? Decidió revisar sus pertenencias, para ayudar a poner orden a sus memorias. Algunas de ellas eran descartadas y devoradas por la sombra gélida del suelo que ahora la rodeaba.

- ¿Por qué el miedo? No eres otra persona ahora, eres tú misma al fin. Se dijo a sí misma calmando la fugaz sensación Tanto esfuerzo, para conseguir tan poco… Pero no te preocupes, desde ahora las cosas serán como deberían haber sido Decía para sí misma mientras una a una revisaba los objetos que contenía la bolsa mágica. Cada uno la ayudaba a poner un recuerdo en su lugar de forma más rápida.

Sus dedos sacaron una runa que contenía poder divino, el recuerdo del clérigo de Shóndakul no se hizo esperar en aparecer en su mente. Uno recuerdo llevó a otro y luego a otro y a otro…

- Comprendo. No todo ha sido tan fútil… Lastima que el se marchara, aunque me dejo un buen recuerdo, muy útil Guardó la runa en un lugar accesible pero oculto de su ropa Oh, ni mucho menos fútil… Añadió al sacar un libro con sangre en la cubierta. Un grimorio de magia de sangre, vaya vaya con los vampiros ancianos, tendré que volver a leerlo… De la forma adecuada Dijo con media sonrisa mientras lo volvía a guardar

Los recuerdos de una niña de pelo negro casi la abrumaron cuando encontró un pequeño talismán hecho a mano. Examinaba el talismán mientras recordaba el rostro de la pequeña y las conversaciones con ella. Se preguntó dónde estaría, deseando que pudiera ser libre al igual que ella misma lo era ahora. También acerca de la debilidad que había mostrado con los niños por el hecho de no poder tener uno. Nunca lo había deseado realmente, pero el hecho de no poder hacerlo ya que el tiempo no pasaba para su cuerpo… Debió de ser una forma de sobrellevarlo al no tener el conocimiento y entendimiento de lo que le ocurría durante el tiempo que sus recuerdos habían estado sellados. Guardo el amuleto con una sonrisa, pensando en que siempre podría localizarla usando ciertos métodos, tal vez en el futuro lo hiciera.

Sin prisa seguía revisando objeto tras objeto hasta que sacó una moneda roja. Su semblante se puso serio mientras la sujetaba entre dos dedos para examinarla. No tenía ningún valor, aunque sí un uso, pero eso no era lo que le interesaba si no lo que representaba. Recuerdos de varias personas vinieron a su mente, todas tenían algo en común, habían intentado usarla durante los últimos años como una herramienta para sus propios juegos, usarla como un escalón más en algún tipo de ascenso hacia sus objetivos. La moneda cayó al suelo, la sombra oscura de sus pies hizo un hueco para dejarla hundirse en la nieve, no merecía la pena malgastar energía de ningún tipo en ello, que se oxidara olvidada en aquel lugar.

El último objeto que sacó de la bolsa era un pequeño anillo de bodas, en él se podían leer los nombres de dos viejos aventureros de la región. Leyó la inscripción una vez más mientras recordaba el desenlace triste de esa unión. No estaba segura de por qué decidió guardar el anillo, tal vez para darle un uso en el futuro, tal vez como testimonio del paso del tiempo, algo propio de esa joven ingenua. Un destello precio a una corriente mágica que destruyó el anillo como si fuera papel.

Y al fin, su mente estaba clara y todos los recuerdos de este interludio en su vida estaban en su sitio. Tomó aire con una sonrisa mientras extendía los brazos, la sombra subía por sus piernas y su espalda formando lentamente unas alas grandes y negras en ella.

- ¡Al fin, libre! Se acabaron las restricciones, se rompieron las cadenas. Vuelvo a ser yo. Dijo bien alto, dejando que sus palabras hicieran eco en las montañas

Las alas la impulsaron en el aire con más fuerza que nunca, alejándola del lugar, libre de cualquier atadura a ese lugar. Sus pensamientos se alejaban de ese sitio con cada aleteo y empezaban a centrarse en sus próximos pasos. Habían pasado muchos años desde que la sellaron, seria difícil encontrar a quien traicionó su confianza… Pero tenía paciencia, y sobre todo tenía tiempo. La venganza es un plato que se sirve frío de todas formas, y vaya que me vengare, pensó mientras el aire gélido golpeaba su rostro. ¿Qué eran para ella otros 100 o 200 años si con ello obtenía la merecida satisfacción de la venganza?. Atravesó una nube a toda velocidad, dejando un agujero en medio, hacía mucho tiempo que no se notaba tan ligera, tan decidida.
Encontraría a ese elfo y le haría lamentar el día que traicionó a Maelisara. Y después… Oh, después había tanto por hacer, tantas ideas que explorar… Y Maelisara rió, porque el mundo entero estaba, otra vez, a su alcance. Y esta vez nadie la detendría.

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