Vientos del Este.

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--Talos--
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Ubicación: Ojeando desde el cielo tormentoso

Re: Vientos del Este.

Mensaje por --Talos-- »

Los días pasan. La calurosa, suave y constante brisa del Este no parece remitir.
Día a día el calor comienza a alterar el clima normalmente frio de las zonas cercanas.
Aquí y allá ,viajeros y aventureros hablan de roedores envueltos en extraños harapos en bosques y caminos.
Los Páramos todavía recelosos, han visto reducida su actividad de transito comercial. Muchos se arrodillan ante el estanque de Waukin para entonar sus ruegos...
Una tormenta de arena como antaño... deja a su paso un manto de arena hasta Bifurcación.
Y entre sus arenas... se aprecian bultos voladores.
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Desde el desierto, donde la tierra se quiebra bajo el sol y los antiguos barcos de piedra yacen ocultos bajo siglos de arena, el aire cálido ya se había instalado como un huésped silencioso.
Pero ahora gana fuerza... arrastrando consigo una suave arenisca que flota como ceniza dorada, cubriendo las piedras, los tejados, los ojos.
Sopla con una cadencia que no es del todo natural: como si algo despertara bajo las dunas, algo que ha esperado largo tiempo.
Las gentes cierran las ventanas, los sabios consultan sus mapas, los bosques son mecidos por el cálido viento y los animales miran nerviosos hacia el este.
El orbe se encendió sin aviso, como si respondiera a una voluntad ajena a la antigua sala.
Valen, absorto en sus propios pensamientos, giró apenas el rostro haciendo crujir el cuero de su capucha.
No hubo sobresalto, ni urgencia. Solo un gesto pausado.

Nevesmortas. El nombre apareció en su mente como una nota olvidada en uno de los muchos libros.
A través del cristal, la villa se revelaba envuelta en volutas doradas, con sus casuchas espolvoreadas por motas de arena.
Había movimiento, pero tambien quietud.

Valen se acercó, no por necesidad, sino por un mínimo de curiosidad.Observó los contornos, los destellos, los símbolos que se formaban y deshacían en el aire.

—Interesante —murmuró, más para sí que para el orbe.

No intentó interferir. Solo miró un rato hasta que su atención regresó a lo que estaba haciendo.

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Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
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