De pequeño, Dalorian siempre había sido marginado por el resto de los niños de Aguas Profundas por su sangre dracónica. Nunca quería jugar nadie con él, y siempre era el blanco de las burlas.
Su madre había sido una gran aventurera, pero cometió el error de intentar conseguir algo de tesoro de la guarida de la gran sierpe Balagos, al que tambien llamaban la Llama Voladora. El enorme dragón acabó con todo el grupo, entre ellos su esposo, y cuando solo quedaba ella, sola y asustada, Balagos, tomando apariencia humana, la torturó, la violó y le sacó un ojo, dejandola viva para que se arrepintiese de lo que había intentado hacer, que sufriera por haber perdido a todos sus amigos. Tras aquello, su madre se retiró de la vida de aventura y se estableció en Aguas Profundas.
Aunque repudiado por siempre, Dalorian vivía feliz junto a su madre, y no se preocupaba por nada. Pero a los 14 años, su madre murió. Dalorian no lo sabía, pero había muerto de pena, pena por haber perdido a su unico amor y a sus amigos, pero más pena aún por Dalorian, por ser hijo del monstruo que era. Ella lo quería, por supuesto, era su hijo, pero no podia evitar sentir arcadas cada vez que lo veía, y recordaba aquellos ojos carmesíes de placer mientras la montaba.
Dalorian no supo qué hacer. La única persona que le había tenido aprecio había muerto, y él sabía mejor que nadie que aquel no era su sitio, así que partió en busca de aventuras, pero con 14 años, Faerûn es un sitio peligroso para cualquiera, así que las mayores aventuras que tuvo fueron correr delante de monstruos durante horas.
Un día, mientras caminaba por las montañas, se adentró en una cueva, que resultó estar habitada por una dragona blanca. Dalorian no era tonto, y supo qué hacer para no ser devorado. Se arrodilló ante el dragón y suplico por su vida, poniendose a su servicio. La dragona sonrió porque iba a comerselo de todas formas, pero entonces vió sus ojos, y pensó que aquel intento de dragon no dejaba de ser un retoño de su diosa, y lo tomó a su cuidado. La dragona, llamada Arveiaturace, resultó ser una sacerdote¡isa de Tiamat, y le enseñó al joven Slay (el apellido de su madre) todo lo referente a la "madre de Dragones". La joven e influenciable mente del muchacho fue poco a poco corrompiendose por las enseñanzas del dragón, ya que era el unico ser aparte de su madre que le había prestado atención, y el muchacho acabó desarrollando un fuerte fervor por Tiamat. Una noche, un cazador de dragones elfo entró en la cueva a intentar acabar con la sierpe, y entablaron un duro combate, en el que el cazador resultó victorioso, pero muy malherído. Slay, al ver a la dragona muerta a los pies del cazador, no se lo pensó dos veces, sacó su daga de la bota, y se acercó al cazador simulando ser un esclavo. Aun podía recordar aquella mirada entre incrédula y suplicante del elfo cuando vió sus ojos de dragón mientras le rebanaba la garganta.
Desde entonces Dalorian se propuso alcanzar todo el poder que su diosa pudiera otorgarle, haciendo grande su nombre, y acabando con todos los que intentasen hacer daño a un dragón, para que su diosa lo convirtiera en un dragón de verdad.
Despues de años, ahora sus pasos lo han conducido hacia la Marca Argéntea, en donde espera encontrar más dragones o semidragones para encabezar una cruzada contra el culto del dragón. Por el camino ha conocido a Jessica Volkozz, con la que ha hecho buenas migas, a pesar de sus continuas peleas. Dalorian cree que puede ser una útil aliada en su proposito, aunque no olvida que probablemente la muchacha piense lo mismo de él.
Dalorian Slay
Moderadores: DMs de tramas, DMs
*Carta a Jessica Volkozz*
Querida Jess
No se porqué diablos escribo esto, si ni siquiera sé donde te has marchado... dejandome sin herrera, por cierto, pero bueno, supongo que es mi forma de desahogarme de todo lo que pasa aqui... *sonrie mientras escribe*
Parece que no, pero en esta ciudad pasa de todo... te perdiste cómo un demonio secuestro a Terence porque el muy estúpido queria salvar a la dama lanzagélida... yo tambien estuve allí, no quería que la situacion de la ciudad cambiase radicalmente, aun tengo planes...
Aun asi, no estoy muy enterado de los cotilleos de la ciudad, porque tambien yo he estado viajando, y cuando estoy en la ciudad, me paso las horas en la mina... qué lugar tan maravilloso, me siento como en casa entre tanto monton de gemas... son tan hermosas... y cuando las tallas, todos esos brillos reflejandose en sus caras, me recuerdan al monton de tesoro que tenía la dragona que me crió... y hablando de gemas, Laitnuss y yo hemos mejorado mucho, veras cuando vengas y veas todo lo que somos capaces de hacer, espero que tu estés practicando tambien, cuando vengas seguro que podemos montar un buen negocio... aunque vamos a tener competencia... he conocido a un variopinto grupo, cada uno va a su bola, pero son como nosotros, tienen repartido el trabajo... es curioso, parece como si la propia Tiamat me los hubiera enviado... ese tal Varang, el encantador, está claro que tiene sangre de dragón, pero el muchacho tiene miedo de su herencia... *sonrie* sera un fichaje muy util para mis planes, en cuanto que le muestre la senda... luego está una enana, la herrera, va mas bien a sus asuntos, pero no es mala persona, me ayudó a conseguir material para poder practicar mis habilidades... y luego... luego está la pequeña Nae, es un cielo de chica, no sé por qué, pero a su lado me siento... como decirlo, bueno, que no me apetece destripar cosas, ni degollar gente... creo que tu me entiendes porque me conoces, aunque, si te soy sincero, estoy un poco preocupado, desde que la conocí, no me la he quitado de la cabeza... y eso no puede ser, me debo a mi diosa y debo cumplir su voluntad, no voy a dejar que pase lo que con mi madre... pero aun asi, no dejo de pensar en ella... estuve toda la noche viendola dormir... era tan... hermosa, no podia evitar el acariciar su pelo... lo peor, que ella se portó de maravilla conmigo, fue cariñosa, y no le importó lo mas mínimo mi sangre de dragón... aun se me hace fresco el recuerdo de la primera chica que me gustó, aun cuando vivia mi madre... me dijo, simple y llanamente, que ella jamás besaría a una rana, por muy principe que fuera... *sonrie para sí mismo* la pobre acabó en un hospicio, cuando le demostré la diferencia entre rana y dragón... pero lo que te estaba contando, que no puedo ignorarla, pero sé que en realidad sólo se portó asi por el alcohol... *da un puñetazo en la mesa, destrozandola* (maldita sea, ahora tambien voy a tener que pagar esto...) *hace una bola con la carta, y la tira a la papelera* Bah, pamplinas, no tengo de que preocuparme, si de todas formas ella nunca se fijaria en mi... *Dalorian cerró de un portazo la puerta de la habitación de la taberna, mientras masticaba malhumorado una de las gemas que Laitnuss había encantado*
Querida Jess
No se porqué diablos escribo esto, si ni siquiera sé donde te has marchado... dejandome sin herrera, por cierto, pero bueno, supongo que es mi forma de desahogarme de todo lo que pasa aqui... *sonrie mientras escribe*
Parece que no, pero en esta ciudad pasa de todo... te perdiste cómo un demonio secuestro a Terence porque el muy estúpido queria salvar a la dama lanzagélida... yo tambien estuve allí, no quería que la situacion de la ciudad cambiase radicalmente, aun tengo planes...
Aun asi, no estoy muy enterado de los cotilleos de la ciudad, porque tambien yo he estado viajando, y cuando estoy en la ciudad, me paso las horas en la mina... qué lugar tan maravilloso, me siento como en casa entre tanto monton de gemas... son tan hermosas... y cuando las tallas, todos esos brillos reflejandose en sus caras, me recuerdan al monton de tesoro que tenía la dragona que me crió... y hablando de gemas, Laitnuss y yo hemos mejorado mucho, veras cuando vengas y veas todo lo que somos capaces de hacer, espero que tu estés practicando tambien, cuando vengas seguro que podemos montar un buen negocio... aunque vamos a tener competencia... he conocido a un variopinto grupo, cada uno va a su bola, pero son como nosotros, tienen repartido el trabajo... es curioso, parece como si la propia Tiamat me los hubiera enviado... ese tal Varang, el encantador, está claro que tiene sangre de dragón, pero el muchacho tiene miedo de su herencia... *sonrie* sera un fichaje muy util para mis planes, en cuanto que le muestre la senda... luego está una enana, la herrera, va mas bien a sus asuntos, pero no es mala persona, me ayudó a conseguir material para poder practicar mis habilidades... y luego... luego está la pequeña Nae, es un cielo de chica, no sé por qué, pero a su lado me siento... como decirlo, bueno, que no me apetece destripar cosas, ni degollar gente... creo que tu me entiendes porque me conoces, aunque, si te soy sincero, estoy un poco preocupado, desde que la conocí, no me la he quitado de la cabeza... y eso no puede ser, me debo a mi diosa y debo cumplir su voluntad, no voy a dejar que pase lo que con mi madre... pero aun asi, no dejo de pensar en ella... estuve toda la noche viendola dormir... era tan... hermosa, no podia evitar el acariciar su pelo... lo peor, que ella se portó de maravilla conmigo, fue cariñosa, y no le importó lo mas mínimo mi sangre de dragón... aun se me hace fresco el recuerdo de la primera chica que me gustó, aun cuando vivia mi madre... me dijo, simple y llanamente, que ella jamás besaría a una rana, por muy principe que fuera... *sonrie para sí mismo* la pobre acabó en un hospicio, cuando le demostré la diferencia entre rana y dragón... pero lo que te estaba contando, que no puedo ignorarla, pero sé que en realidad sólo se portó asi por el alcohol... *da un puñetazo en la mesa, destrozandola* (maldita sea, ahora tambien voy a tener que pagar esto...) *hace una bola con la carta, y la tira a la papelera* Bah, pamplinas, no tengo de que preocuparme, si de todas formas ella nunca se fijaria en mi... *Dalorian cerró de un portazo la puerta de la habitación de la taberna, mientras masticaba malhumorado una de las gemas que Laitnuss había encantado*
Dalorian observaba a la pequeña Nae, mientras esta dormía plácidamente a su lado. Esbozó una sonrisa, pensando en lo maravillosamente bien que se sentía con ella. Hacía sólo unos días que la había conocido, y todo había ido muy rápido, pero parecía que las cosas marchaban bien… La joven elfa le correspondía en sus sentimientos, y ella no podía ni imaginarse cuanto lo alegraba. Por un momento, recordó a Varang, y tuvo miedo de lo que pudiera pasar, no sólo por los problemas que pudiera causar su relación con ella, que seguro que molestaba al hechicero, sino también por las consecuencias que pudiera tener en el favor de su diosa, y por tanto en su poder. Una de las cosas que su diosa pedía era unir a todos los seres con sangre dracónica, bajo su bandera, y Dalorian estaba convencido de que, mientras estuviera con Nae, Varang no se pondría nunca de su lado…
La elfa se removió en sueños, y el joven semidragón se apresuró a acariciar su cara, para tranquilizarla, y ésta sonrió dormida. Mientras Dalorian pensaba en lo hermosa que era, acariciaba inconscientemente su medallón, y entonces recordó aquel momento en el bosque, cuando reclamó para su diosa aquella alma errante, obteniendo su poder. No era la primera vez que lo hacía, y aun notaba en su cuerpo la fuerza y la energía que había obtenido al hacerlo… era una sensación única, se notaba lleno de vida, su habitual belicosidad desaparecía, y se sumía en un estado de serenidad que no alcanzaba a comprender. Pero esa sensación desaparecía pronto, dejándolo extremadamente sensible, puede que fuera esa misma la razón de que le confesara claramente sus sentimientos a Nae, y le contara lo de Varang.
Estaba seguro de que aquello iba a dar más de un problema, y aun no sabía como iba a solucionarlo. Por desgracia, la forma habitual de Dalorian de enfrentarse a sus problemas, era con un arma, y haciendo mucho daño, pero aquella vez no podía hacerlo así, ni Nae ni su diosa iban a permitir que hiciese daño al hechicero… Dalorian llevaba controlándose desde que conoció a Nae, intentando no ser muy agresivo ni cruel, como acostumbraba a ser, pero sólo era cuestión de tiempo que su verdadera conducta se revelase, si perdía los estribos, en el caso de que algo le pasara a Nae.
De pronto, Nae abrió los ojos, y sonrió al sacerdote, que la miró con ternura, y la besó con cariño, deseando que aquel momento no acabara nunca…
La elfa se removió en sueños, y el joven semidragón se apresuró a acariciar su cara, para tranquilizarla, y ésta sonrió dormida. Mientras Dalorian pensaba en lo hermosa que era, acariciaba inconscientemente su medallón, y entonces recordó aquel momento en el bosque, cuando reclamó para su diosa aquella alma errante, obteniendo su poder. No era la primera vez que lo hacía, y aun notaba en su cuerpo la fuerza y la energía que había obtenido al hacerlo… era una sensación única, se notaba lleno de vida, su habitual belicosidad desaparecía, y se sumía en un estado de serenidad que no alcanzaba a comprender. Pero esa sensación desaparecía pronto, dejándolo extremadamente sensible, puede que fuera esa misma la razón de que le confesara claramente sus sentimientos a Nae, y le contara lo de Varang.
Estaba seguro de que aquello iba a dar más de un problema, y aun no sabía como iba a solucionarlo. Por desgracia, la forma habitual de Dalorian de enfrentarse a sus problemas, era con un arma, y haciendo mucho daño, pero aquella vez no podía hacerlo así, ni Nae ni su diosa iban a permitir que hiciese daño al hechicero… Dalorian llevaba controlándose desde que conoció a Nae, intentando no ser muy agresivo ni cruel, como acostumbraba a ser, pero sólo era cuestión de tiempo que su verdadera conducta se revelase, si perdía los estribos, en el caso de que algo le pasara a Nae.
De pronto, Nae abrió los ojos, y sonrió al sacerdote, que la miró con ternura, y la besó con cariño, deseando que aquel momento no acabara nunca…
Dalorian miró una vez más hacia atrás, mientras partía a lomos de Faran, envuelto en una tunica de viaje negra. Allí estaba Nae, tan hermosa, con el vestido que le había regalado poco despues de su primer beso... Dalorian sabía que no se movería de allí hasta que no lo perdiera de vista. Volvio la cabeza hacia adelante, hacia el viaje que lo llevaría, esperaba, de vuelta a la fe. Una fe nueva, verdadera, y no las mentiras que desde pequeño le habían metido en la cabeza sobre Tiamat. Esperaba que Io, creador de dragones, el dragon de nueve alas, lo acogiese entre sus servidores... siempre que fuera tal y como lo había leido en la biblioteca, y no fuesen rumores sin fundamento. Al menos sabia que aquella iglesia existia de verdad, ya que había recibido la respuesta del monasterio. Se cubrió con la capucha, y lanzo un profundo suspiro.
-Bueno, Faran,- dijo al caballo -otra vez estamos en el camino, juntos tu y yo... espero que no te acostumbres...- el caballo relinchó divertido a modo de respuesta.- Esperemos que esta vez tenga suerte... parece que ahora todo se va arreglando, Nae ya le ha aclarado las cosas a Terence, puede que yo vuelva a estar bajo la proteccion de un dios... *suspira cansado* ¿sabes? me siento un inutil desde que deje de creer en Tiamat... ella me protegia en todo lo que hacía, y me sentía intocable, como si nada malo me pudiera suce- no llegó a terminar la frase, ya que Faran se encabritó, y lo tiro al suelo, vloviendo grupas, y cayendo sobre él, con las patas delanteras a escasos centimetros de su cabeza. El caballo lo miró furioso, y el joven semidragón se echo a reir. -Ya lo se, Faran, el poder corrompe, y no debo dejar que se me suba a la cabeza, pero... no puedo evitar sentir que le puedo volver a fallar a Nae... Si algo le pasara, y tuviera que protegerla, y no pudiese estar a la altura...- el joven Slay sacudio la cabeza apesdumbrado, y acaricio el cuello del caballo -vamos amigo, no podemos perder mas tiempo.
Se montó en el caballo, y se ajustó la capucha, no queria tener problemas por el camino, y continuaron el viaje hasta aquel monasterio, donde ya lo estaban esperando en la puerta...
-Bueno, Faran,- dijo al caballo -otra vez estamos en el camino, juntos tu y yo... espero que no te acostumbres...- el caballo relinchó divertido a modo de respuesta.- Esperemos que esta vez tenga suerte... parece que ahora todo se va arreglando, Nae ya le ha aclarado las cosas a Terence, puede que yo vuelva a estar bajo la proteccion de un dios... *suspira cansado* ¿sabes? me siento un inutil desde que deje de creer en Tiamat... ella me protegia en todo lo que hacía, y me sentía intocable, como si nada malo me pudiera suce- no llegó a terminar la frase, ya que Faran se encabritó, y lo tiro al suelo, vloviendo grupas, y cayendo sobre él, con las patas delanteras a escasos centimetros de su cabeza. El caballo lo miró furioso, y el joven semidragón se echo a reir. -Ya lo se, Faran, el poder corrompe, y no debo dejar que se me suba a la cabeza, pero... no puedo evitar sentir que le puedo volver a fallar a Nae... Si algo le pasara, y tuviera que protegerla, y no pudiese estar a la altura...- el joven Slay sacudio la cabeza apesdumbrado, y acaricio el cuello del caballo -vamos amigo, no podemos perder mas tiempo.
Se montó en el caballo, y se ajustó la capucha, no queria tener problemas por el camino, y continuaron el viaje hasta aquel monasterio, donde ya lo estaban esperando en la puerta...
Dalorian estaba sentado en la cama de La Rosa y el Martillo, observando maravillado las facetas y brillos del diamante azul que tenia en su mano, la luz entraba por la ventana, y se rompía contra las caras de la gema, creando un maravilloso espectaculo de luces en su interior. En la otra mano, como contrapartida, una de las piedras verdes con las que empezó a aprender el oficio... eran tan distintas... ambas bellas, pero ambas diferentes, la lisa superficie de la piedra verde no reflejaba la luz de forma tan hermosa como el diamante...
-Cómo he cambiado- dijo para sí mismo -casi el mismo cambio que de una gema a otra... empecé siendo un novicio, casi sin fuerza, y ahora...- se miro las escamas con curiosidad, acariciandolas en ambos sentidos, y viendo como se levantaban ligeramente.
Volvió a echar un leve vistazo, y no pudo evitar comparar ambas gemas con su vida... sobre cómo comenzó a amar con Nae... y lo mal que lo había pasado. Sonrió tontamente al acordarse de Elis, ella lo quería por lo que era, y no le importaba en absoluto su linaje. En teoría, a Nae tampoco le importaba, pero pensó entonces que ya habia quedado demostrado que sí, tras las discusiones acerca de su comportamiento, al poco de empezar a estar juntos.
Negó con la cabeza desaprobador, por haberse dejado llevar tan pronto por Nae, e incluso comenzar a reprimir su forma de ser por ella. Aravan habia muerto por esa misma razón, y ahora no habia forma de echarse atras...
-Al menos,- pensó -creo que Aravan no estaria del todo enfadado conmigo ahora que tengo a Elis...- suspiró melancolico al recordar aquella mitad de si mismo que le habian arrebatado, todo por aquella elfa y por su hija.
Elystrianna... tan solo habia visto a su pequeña dos o tres veces desde que nació, seguro que todos lo veian como un mal padre... pero ¿que podia hacer él? Había estado exiliado tanto tiempo, y ahora que habia vuelto, la elfa y el cuervo no aparecian por ningun lado. Tendria que comenzar a mover hilos para encontrarlos, era hora de dar a su pequeña un verdadero padre, y no un cuervo postizo...
Se levantó de la cama, y se comió ambas gemas, antes de rezar a su dios con fervor, pidiendole fuerzas y ayuda para la que estaba seguro que sería la mayor batalla de su vida, y en la que no podria usar otra arma que las palabras y los sentimientos.
-Cómo he cambiado- dijo para sí mismo -casi el mismo cambio que de una gema a otra... empecé siendo un novicio, casi sin fuerza, y ahora...- se miro las escamas con curiosidad, acariciandolas en ambos sentidos, y viendo como se levantaban ligeramente.
Volvió a echar un leve vistazo, y no pudo evitar comparar ambas gemas con su vida... sobre cómo comenzó a amar con Nae... y lo mal que lo había pasado. Sonrió tontamente al acordarse de Elis, ella lo quería por lo que era, y no le importaba en absoluto su linaje. En teoría, a Nae tampoco le importaba, pero pensó entonces que ya habia quedado demostrado que sí, tras las discusiones acerca de su comportamiento, al poco de empezar a estar juntos.
Negó con la cabeza desaprobador, por haberse dejado llevar tan pronto por Nae, e incluso comenzar a reprimir su forma de ser por ella. Aravan habia muerto por esa misma razón, y ahora no habia forma de echarse atras...
-Al menos,- pensó -creo que Aravan no estaria del todo enfadado conmigo ahora que tengo a Elis...- suspiró melancolico al recordar aquella mitad de si mismo que le habian arrebatado, todo por aquella elfa y por su hija.
Elystrianna... tan solo habia visto a su pequeña dos o tres veces desde que nació, seguro que todos lo veian como un mal padre... pero ¿que podia hacer él? Había estado exiliado tanto tiempo, y ahora que habia vuelto, la elfa y el cuervo no aparecian por ningun lado. Tendria que comenzar a mover hilos para encontrarlos, era hora de dar a su pequeña un verdadero padre, y no un cuervo postizo...
Se levantó de la cama, y se comió ambas gemas, antes de rezar a su dios con fervor, pidiendole fuerzas y ayuda para la que estaba seguro que sería la mayor batalla de su vida, y en la que no podria usar otra arma que las palabras y los sentimientos.