Recuerdos por Evelin Nindel

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Thor_add

Recuerdos por Evelin Nindel

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...Son recuerdos vagos los que de vez en cuando asolan mi mente de aquellos tiempos lejanos, quizá esa lejanía es la causa, quizá lo sea el desear olvidarlos... no lo sé.

Crecí junto a una familia élfica en Cormanzhor, no llegué a conocer a mis verdaderos padres aunque no me hizo falta, pues gracias al cariño de esta familia nunca eché de menos no haberles conocido.

Recuerdo como de joven me gustaba subir hasta los mas altos árboles, de grueso tronco que los elfos de la region llamaban Nindels, me gustaba sentir el viento que a esa altura parecía acariciar mi cara con mas fuerza, sentir como la lluvia mojaba primero mi rostro antes de llegar al suelo y ver como mi vista se perdía en el horizonte de un velo de copas verdes que nunca acababa, asi de extenso y grandioso era el bosque de Cormanzhor, así era mi tierra.

El uso de la magia y su perfeccionamiento no es algo que se escoja en las tierras de los elfos de Cormanzhor, todos sus habitantes poseen capacidades mágicas en mayor o menor medida y en este arte me adoctrinaron mis padres adoptivos, enseñandome las bases de las artes arcanas, bases que segun ellos, me permitirían avanzar por mi misma sin ayuda de gruesos tomos ni horas dentro de las paredes de ninguna academia, unicamente con la observacion y la meditacion entre los grandes árboles de Cormanzhor.

La alta magia élfica, era algo grandioso de ver, los más grandes magos élficos de Myt dranor crearon una serie de portales que repartieron por todo el bosque, portales y glifos protectores que llamaron Mytales.

Pero los Mytales tenían un gran coste, ahora lo comprendo, al estar intercomunicados unos con otros, tenían más posibilidades de verse influenciados por otros portales ajenos al bosque, y así fué como cayó Myt Dranor, oleadas de demonios y criaturas ultraterrenas aparecieron de la nada y obligaron a los elfos de Cormanzhor a retirarse, cada uno hacia donde pudo, unos hacia Eterniôn, otros a Eternôska y los que tenian amigos en los valles cercanos pudieron quedarse cerca de su hogar.

Viajamos durante varias Dekhânas hasta el valle de Arkhem, donde mi padre adoptivo tenía un pariente lejano (un viejo amigo) humano llamado Miroku, que nos acogió en su casa de forma muy amable.

Miroku era un hombre bueno que tenía un hijo llamado Brian, de quien me hice muy amiga, que quería llegar a ser un gran clérigo de la Madre Tierra, patrona del valle de Arkhem. Juntos solíamos ir a jugar todo el día aunque prácticamente le triplicara en edad.

al cabo de unos años, cuando Brian contaba 16 años su padre, miroku, enfermó de una extraña afección pulmonar, al menos eso dijeron los medicos, que le llevó a la muerte al cabo de 1 año y medio, ni siquiera la magia élfica pudo hacer más que retrasar lo inevitable.

Después de este episodio, Brian huyó corriendo del valle de Arkhem visiblemente afectado y nunca más supimos nada de él. Algunos dijeron que se había suicidado, otros que se lo habría comido alguna bestia, pero en el fondo de mi corazón siempre pensé que no fué así.

Los años pasaron y nos quedamos a vivir en la casa del viejo Miroku por propia voluntad del difunto. Los Velletenses no opusieron ninguna objeción, más bien todo lo contrario, se sintieron muy agradecidos con la presencia de unos forasteros amistosos que a cambio les ayudarían en las defensas del valle tal y como era tradición.

Todos los días, solía visitar los lugares donde solíamos ir a jugar Brian y yo con la esperanza de verle correteando entre las piedras de los arroyos o trepando torpemente a algún árbol de ramas bajas, y aunque en alguna ocasión noté como si estuviesemos allí los dos, lo cierto es que nunca le volví a ver.

Los años pasaron y reanudé mis estudios mágicos junto a mis padres adoptivos, solo un par de años más y tendría las bases necesarias para poder ir avanzando por mi misma.

Sin embargo la paz no era muy duradera en los valles y llegó el rumor de que partidas de exploradores drows, venidos de la infraoscuridad estaban realizando pequeños ataques contra villas de las afueras del valle de Arkhem. Mis padres adoptivos, tal y como habían prometido ayudaron en las defensas del Vallecolocando custodias mágicas que retrasaron una y otra vez a los incursores Drows, sin embargo, los elfos oscuros no son seres estúpidos y sabían perfectamente a donde debían dirigir sus flechas ponzoñosas para que las custodias mágicas dejaran de molestarles...

...Y así fué como cierta noche, mientras yo paseaba por el viejo arroyo donde tantas veces Brian y yo habíamos estado, una partida de ataque Drow, acabó con la vida de mis padres adoptivos. 8 Drows entraron en la casa y únicamente uno salió, un hombre joven de piel oscura y pelo tan blanco como la luna al que ví salir de la casa desde muy lejos gracias a la aguda vista de los elfos, el hombre caminaba cojeando de una pierna y musitaba algo en un idioma que no comprendí,acabó con la vida de dos campesinos que desgraciadamente pasbana por allí con una frialdad que me hizo estremecer, después abandonó el lugar tan rápido como sus flechas habían hecho blanco en los cuerpos de los campesinos.

Al entrar en la casa vi 8 cuerpos sin vida en el suelo, entre los cuales estabaa el cuerpo de mi padre lleno de cortes profundos y limpios, rodeado de 7 elfos oscuros con sus espadas en la mano. El cuerpo de mi madre yacía en un rincón alejado de la casa con una flecha negra clavada en su cuello, recordé el episodio con los campesinos en la entrada y resolví la identidad del asesino de mis padres.

Con lágrimas en los ojos arranqué la flecha del cuello de mi madre y la guardé en mi bolsillo, luego enterré los cuerpos de mis padres en el huerto y quemé los otros.

No podía quedarme allí, la gente no estaba segura con una elfa en aquel lugar, asi que cogí mis cosas y me marché sin saber a donde me conducirian mis pasos.

a día de hoy todavía me duele el flechazo de aquella noche un flechazo en el corazón más allá donde clavan las flechas de verdad, un dolor latente grabado a fuego en mí, que recuerdo cada noche y que aún conservo al igual que la negra flecha que acabó con la vida de mi madre un flecha con una palabra grabada que reza Yezz y que deseo que su dueño recupere...
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