A la luz de una luna llena imponente, en aquel claro que tantas noches visitaban, ambos aguardaban mudos, esperando mientras una trémula brisa otoñal se colaba silbando entre las hojas de los árboles, ahuyentando el silencio de la noche, aunque el sacerdote no se había hecho de rogar, acudiendo a la citada envuelto en un halo de misterio y curiosidad, pues era tal su confianza, que sin saber el por que, aceptó y guardó el secreto del encuentro.
Largos minutos pasaron las tres oscuras figuras en rigurosa quietud, hablando en voz baja para evitar que sus palabras se escaparan de aquel frondoso y húmedo bosque, hasta que por fin llegaron a un aparente acuerdo y ante el sacerdote ambos proclamaron sin dudarlo un segundo:
-Si quiero.
Eran jóvenes, pero su amor podría superar a cualquier otro, prohibido si, mas no habría obstáculo alguno que pudiera evitarlo, él un clérigo de Lathander de indudable honor, ella, de corazón puro, hija de una nobleza ennegrecida por el poder y la avaricia, cuyo futuro era ser desposada en pro de enriquecer su casa, quizá fue por ello por lo que reclamaron al Padre Reizak, pues nadie sino él sabía del sino que les esperaba, nadie sino él sabía diferenciar lo justo de lo indigno, mas fueron los dioses quienes les acurrucaron y les protegieron durante los dos siguientes años, años en los que sus continuas excusas para verse en secreto y evitar la injusta boda funcionaron sin levantar sospechas, pero fue la intolerancia la que acabo con su sueño idílico, cuando las antorchas se encendieron y la multitud cegada por el miedo a lo desconocido y a lo extraño avanzó en tropel acabando con los habitantes de una torre abandonada, pero no todos regresaron, esa aciaga noche, Lathader se abstuvo de opinar. Solo una superviviente, encerrada en la mas oscura y fría celda, acusada de nigromancia, esperando el momento en que la turba decida sacrificarla en nombre de una supuesta y falsa normalidad, mientras en el claro que tantas noches visitaban, ella aguardaba a su marido, pero esa noche tanto en la celda, como en el bosque, solo hubieron lágrimas desconsoladas.
Al amanecer la ira se apoderó de su corazón y doblegando a los guardias se adentró en los mohosos pasillos de la prisión, ansiaba matar a la culpable de su desdicha pero no encontró allí alivio sino la verdad, pues su amor no había muerto en la encarnizada lucha que se libró, fue una espada amiga quien le ajustició. La mujer relató los hechos, pues nunca habían hecho mal, siempre dispuestos a ayudar, y aun ante una muerte certera su corazón le indicó aquello que debía hacer, pues la matanza no había sido por maldad, sino desconocimiento, por miedo, por temer a cuanto no se conoce, cuando en el pasado, habían sido ellos quien dieron vida con su magia. Él, se opuso a la orden de su capitán pues habían niños, y este dio dictamen allí mismo de lo que creyó traición, mas curioso pues este hecho negó al regresar...¿Acaso sabía que el enemigo en verdad eran ellos?¿qué mas había de ocultar?
La ira dio paso al desaliento, y fue entonces cuando ella pronunció las palabras que cambiaron su futuro....
-Enséñame....
Fue en ese preciso instante cuando Shaya dio su primer paso hacia un futuro donde ella misma elegiría el camino a seguir, y fue su primera elección la que le alejó de su ciudad natal, el capitán, al final contó la verdad, tarde, como de costumbre, y a pesar de fallar estrepitosamente el experimento y no durar más que unos segundos, por un instante, pudo comprobar el poder de la nigromancia, no para quitar la vida, sino para devolverla...
La mujer ha muerto, la horca fue su verdugo, pero la semilla ya estaba plantada, Shaya nunca volvería a ser la misma, y encaminándose sin medir la dirección, solo unas palabras salían de su boca:
-Estudiaré, Amor mío, algún día lo conseguiré y estaremos juntos...juntos para siempre.
Shaya: Cuando la Luz y la Oscuridad se unen
Moderadores: DMs de tramas, DMs
Abrió los ojos y recogió sus escasas pertenencias cegada aun por la luz matinal que se extendía por el valle, había vagado dekhanas por aquellas tierras teñidas de un verde primaveral y aún la ira palpitaba en su pecho, alejándola cada vez más del pasado. Apenas comprendía sus sentimientos, todas aquellas muertes, eran su sangre después de todo, mas nada sentía...pasaron de ser padres, hermanos, amigos a ser meros experimentos, cobayas para un fin superior, y acaso...¿no existen las cobayas para eso?
Quizá el rápido tutorial comenzaba a dar frutos, a más intentos de comprender los secretos de la carne y el alma, más notaba una fuerza creciendo en lo más profundo de su ser, sin duda alguna, algo se había desatado, hasta que llego el día, frustrada, desalentada, apesadumbrada, furiosa...golpeó varias veces el pecho del difunto granjero, apenas eran espasmos quienes sacudían sus inertes brazos y piernas...la rabia se adueñaba de ella entre tanto le gritaba y maldecía... llorando, le pedía una sola chispa de vida por muy fugaz que esta fuera, pero solo hubo un estallido de luz por respuesta. Fue entonces cuando se hizo el silencio. Allí estaba, mirándola fijamente...mas aquel globo ocular deforme a gran escala, rodeado de aquellos viscosos tentáculos culminados en pequeños ojos, apenas se movió. Horas, minutos...apenas recordaba cuanto estuvo allí, presa del miedo y la curiosidad. Finalmente, a través de aquélla boca perfilada por diminutos y amarillentos colmillos, unas palabras fueron escupidas por aquel aliento putrefacto.
-Yo ser obediente...¿Qué querer yo hacer, ama?
Quizá el rápido tutorial comenzaba a dar frutos, a más intentos de comprender los secretos de la carne y el alma, más notaba una fuerza creciendo en lo más profundo de su ser, sin duda alguna, algo se había desatado, hasta que llego el día, frustrada, desalentada, apesadumbrada, furiosa...golpeó varias veces el pecho del difunto granjero, apenas eran espasmos quienes sacudían sus inertes brazos y piernas...la rabia se adueñaba de ella entre tanto le gritaba y maldecía... llorando, le pedía una sola chispa de vida por muy fugaz que esta fuera, pero solo hubo un estallido de luz por respuesta. Fue entonces cuando se hizo el silencio. Allí estaba, mirándola fijamente...mas aquel globo ocular deforme a gran escala, rodeado de aquellos viscosos tentáculos culminados en pequeños ojos, apenas se movió. Horas, minutos...apenas recordaba cuanto estuvo allí, presa del miedo y la curiosidad. Finalmente, a través de aquélla boca perfilada por diminutos y amarillentos colmillos, unas palabras fueron escupidas por aquel aliento putrefacto.
-Yo ser obediente...¿Qué querer yo hacer, ama?