“La gracia de Tyr ha caído sobre ti, mí buen amigo... podéis iros. Pero hacedlo ahora, no seré tan complaciente la próxima vez que nos veamos...”
Las Memorias de un Bardo (Cáp. VII)
Querida amiga:
Hace relativamente poco que llegué a Nevesmortas, una de los tantos pueblos cercanos a la “Joya del Norte” conocida como Arluna. Sino me equivoco estoy aquí desde hace ya una decana.
Es un lugar apacible, realmente maravilloso. Debo admitir que estoy cautivado por la belleza de la pequeña ciudad y sus habitantes. Es todo tan lleno de vida, tan diferente a de donde nosotros provenimos y aun así, esto es lo que antes llamaba hogar.
¿Recuerdas cuando nos conocimos, siendo yo nada más que un joven ingenuo (para lo que es la vida de un Elfo Lunar, y tu una mujer Humana) en la ciudad portuaria conocida como Portal del Oeste? Dudo que nos podamos olvidar en algún momento de nuestras vidas de ese suceso. Tú eras una sacra combatiente, una Paladina que reflejaba todo lo que tu deidad Tyr, pedía de ti... su devota. Me dijiste que provenías de la ciudad de Cormyr y que venías en busca de un hombre que había estado cometiendo atrocidades en tu reino, el cual debía ser capturado y llevado para un justo juicio. Os dije en ese momento, siendo yo solamente un mero compositor, un Bardo... que no debías apresurarte en tu búsqueda, que también debías reposar. Este consejo te lo di ya que si el cuerpo no responde bien a tus demandas, tu propia alma se iría marchitando como una mera hoja a la que le llegarían los primeros soplos del otoño. Todavía no entiendo porque me sonreíste en ese momento y me dijiste que no me preocupara, que todo estaría bien. Partiste de manera apresurada detrás del asesino, acechándolo como si fuera una presa la cual era ya de por si sabido, no tendría escapatoria. Luego de una breve batalla, en la cual hubo un despliegue de habilidades de tu parte que jamás había visto en mí todavía corta existencia, el criminal cayó al piso rendido y desarmado. Recuerdo su rostro, suplicando tu misericordia la cual le otorgaste sin pensarlo dos veces. Debo decir que jamás hubiera esperado las siguientes acciones que acontecieron: El ver como tu dabas la vuelta y notabas que yo te había estado siguiendo desde el comienzo, luego el grito de advertencia de parte mía sobre la alimaña que tenía detrás de ti, a punto de apuñalarte y finalmente... un breve silencio que pareció durar una eternidad para ambos. Sin darme cuenta me encontraba frente a aquel hombre. El filo de mi espada corta atravesando de manera contundente su pecho, y el frío metal de su arma entrando sobre mi hombro izquierdo, haciendo que sangrara de manera profusa hasta quedar inconsciente.
Al despertar, estaba solo en una cama cubierta por sábanas blancas y alguien que hacía guardia al lado mío, eras tú. Me preguntaste si estaba bien, que habías logrado salvarme asistiéndome en ese preciso instante y que debía reposar por un corto tiempo. En ese momento te levantaste y me diste las gracias por el consejo que te había dado, ya que pensabas tomarte un merecido descanso de todo lo que fuera batallas y escucharías algunas melodías que fuera a arrancar de mi laúd.
Allí te enteraste que yo provenía de lo que se conoce como la Marca Argentea, y que siendo tan solo un chiquillo partí del mismo en busca de conocer todo Faerun. Tan solo me acompañaba mí laúd, el cual era un obsequio de mi padre (un simple músico en esas partes y quien me adiestró en esas bellas artes) y unas pocas ropas. Me preguntaste porque el motivo de mi partida de ese lugar, no os dije mucho ya que yo mismo no lo sabía aún bien, pero era como algo que presionaba dentro de mí a hacer eso. Casi como una necesidad imperiosa... y aquí estoy ahora, escribiéndote esta carta. Realmente ya ha pasado un largo tiempo desde que partimos de esa vieja ciudad, cada uno buscando un nuevo rumbo (aunque me has dicho que sigues estando en Cormyr), y desde el momento en que ambos cruzamos nuestras sendas, un objetivo también quedó dentro de nosotros: El sentido de la justicia.
¿Recuerdas como me instruiste en el camino de la que ahora es mi deidad también, y de cómo ambos supimos defender los valores de la gente sin importar lo tan adversa que fuera la situación frente a nosotros?
Como os dije antes, ha pasado mucho tiempo ya de eso y yo mismo he crecido. Pero no he seguido completamente el camino del Guerrero. Tan solo soy un Bardo y Explorador de estos reinos olvidados, los cuales necesitan de lo que tú llamaste en un momento por mis acciones como “Justicia Poética”.
Realmente el conocer otros lugares y no solamente sus ciudades, sino sus alrededores también ha hecho que despierte dentro de mí algo que parecía dormido hace ya bastante. Ahora he vuelto a lo que alguna vez llame “hogar” y deseo permanecer un tiempo en paz, pero algo me dice que eso no será posible, al menos no ahora...
Os deja con sus mejores deseos y anhela verte de nuevo, tu eterno guardián.
Faris
Devoto de Tyr
Es la historia de mí PJ, tened piedad... ='(