Abrí los ojos como si hubiese vuelto a nacer… No comprendía nada a mi alrededor. ¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Dónde… Estoy? Sentía como si cientos de lanzas atravesaran mi cráneo una y otra vez.
-Relájate… Te has dado un buen golpe en la cabeza… *Me dijo una voz entre la oscuridad*
Quien eres? le pregunté.
-Eso no importa, ahora solo descansa. Seguramente no puedas moverte hasta mañana. Te he dado una medicina muy fuerte, estás a salvo ahora.
Sus palabras eran cada vez más lejanas… Para cuando quise darme cuenta, me había vuelto a dormir.
A la mañana siguiente me levantó el aroma de un guiso recién hecho.
-Ya te sientes mejor? *Me dijo el extraño*
Si, estoy mucho mejor… Pero dime por favor, ¿Dónde estamos, quien eres?
*El hombre se acercó a la cama y pude ver su rostro. Era un anciano de piel oscura, llevaba símbolos extraños pintados en todo el cuerpo*
-Mi nombre es Zevergine Deadmoon, soy un viejo curandero *tose* *tose*
-Te encuentras bien, viejo? *Le pregunté*
-Solo es una vieja enfermedad que me aqueja desde hace años… *tose* Apenas puedo salir de mi hogar por causa de ella. Por suerte para tí, la corriente te ha llevado hasta la laguna donde suelo pescar. *Me contestó*
-Si eres un curandero… No eres capaz de sanarla? *Pregunté curioso*
*Negó con la cabeza* -Es una enfermedad muy rara, y hasta ahora no he encontrado una cura… *tose*
Por un momento el viejo parecía triste, pero tenía más preguntas que hacerle.
-¿Quién soy? *Le pregunté algo preocupado*
*Zevergine suspiró por un momento, me dio un poco de guiso, y me dijo*
-Más importante, hijo mio, es saber qué es lo que eres…
*Extrañado por lo que dijo el viejo, miré mis manos. No había nada raro en ellas…*
-A que se refiere con eso? *Le pregunté al viejo*
Enseguida el hombre me trajo un espejo, y lo que ví me dejó tieso… Por qué estaba el viejo reflejado en el espejo, cuando era yo quien me miraba?!? Acaso teníamos un parentesco? O es que aún estoy soñando?
*El viejo notó mi asombro. Él también parecía no entender mucho de lo que ocurría*
-Hijo mío… Te he encontrado en la laguna hace dos días… Eras un pequeño dragón cuando te encontré.
-Está tratando de decirme que soy un semidragón o algo por el estilo?? *Le pregunté extrañado*
*El viejo negó con la cabeza y continuó*
-Cuando mi perro se acercó a olisquearte, tomaste su forma. Te envolví en unos trapos y te traje hasta mi hogar. En cuanto intenté revisar tus heridas, ya no era un perro, sino mi viva imagen, quien estaba recostado en la cama.
*Cada vez comprendía menos de lo que me hablaba el viejo*
-Al parecer tienes la aptitud de tomar la forma de todo lo que se pone en contacto contigo. *Me explicó el hombre*
-Viejo Zevergine, no puedo comprender con exactitud lo que intenta decirme… No recuerdo nada sobre mí, es como si… *El viejo me interrumpió*
-Por ahora descansa y piensa sobre lo que te he dicho. No se qué eres o quien fuiste, pero parece que no tienes donde ir… Puedes quedarte en mi hogar el tiempo que consideres necesario. Me encargaré de enseñarte cuanto sé *tose* Aunque no esperes que te enseñe a defenderte, estoy viejo y enfermo para esas cosas…
Durante los próximos dos años, el viejo Zevergine me habló sobre su vida y sobre este mundo. Me enseñó todo lo que sabía. A cambio de su enseñanza, le ayudaba con las tareas del hogar, cazaba, pescaba, y alejaba a los bandidos de la zona convirtiéndome en una copia exacta de ellos. En ciertas ocasiones lo encontraba muy divertido. Logré desarrollar mis habilidades, al punto de poder tomar la forma de cualquier ser vivo con solo verlo a los ojos… Mis tiempos con el viejo fueron los mejores de mi vida… Y los únicos que recordaba.
Todavía recuerdo la tarde en que el viejo murió. Su enfermedad lo llevó al límite de lo que pudo soportar. Casi no tenía fuerzas, se desplomó sobre el piso y me dijo…
-Hijo mío… *tose* *tose* Nunca mires atrás… Vive siempre en el presente, y disfruta de cada momento… *tose* Pero recuerda a quienes te han ayudado, y siempre devuelve los favores… *tose* Si haces eso, tendrás una larga vida… *tose* No importa qué seas, o cuál es tu verdadera forma, mientras seas tú mismo… *tose* *tose*
No pude hacer nada para salvar al viejo, su hora había llegado, y había luchado valientemente contra su enfermedad durante muchos años.
Luego de enterrar el cadáver del viejo Zevergine, decidí que era hora de partir y conocer por mí mismo el mundo del que tanto me había hablado.
Todavía no sabía ni que era, ni cual era mi nombre, ni nada… Volvía a estar solo. No tenía sueños ni anhelos, era un ente que vagaba por la vida, intentando comprender el entorno que me rodeaba.
Fue entonces cuando me puse a pensar en las palabras del viejo… “Recuerda a quienes te han ayudado, y siempre devuelve los favores”…
No se nada sobre mi pasado, y tampoco tengo un futuro… Todo lo que puedo hacer para devolverte el favor, viejo Zevergine, es tomar tu nombre y tu forma, y recorrer el mundo que tanto querías recorrer, pero que tu enfermedad no te dejaba.
Me aseguraré de que el nombre de Zevergine Deadmoon sea oído y recordado en todo el mundo. Viajaré por cada camino, nadaré en cada río, y escalaré cada montaña de este mundo.
Ya que no tengo un sueño propio, viejo Zevergine, viviré tu sueño… Es todo lo que puedo hacer para devolverte el favor.
Sé que el camino será solitario, largo, y difícil… Pero sé como cambiar mi forma para adaptarme al entorno… Y a lo mejor, solo a lo mejor, cambiando mi forma por la de otras criaturas pueda recordar algo sobre mi pasado…
Desde ahora seré Zevergine Deadmoon, el viajero eterno, que vivirá para devolverle el favor a un viejo amigo que lo salvó de morir en el olvido…
Zevergine Deadmoon, el viajero eterno.
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Wulfgard
