Pero en realidad el estrecho de Sambar es un tranquilo y apacible paso que no debería presentar dificultades a ninguna nave mercante corriente. Aun así el asunto no fue considerado más que una broma de Garl hasta que el viejo rey, llamado “el Dormilón” por sus súbditos, murió, y el pueblo se preparó para unas nuevas elecciones.
Si no llega a ser por los problemas surgidos en la temporada electoral, tal vez nunca un gnomo gordinflón llamado Heltzer Naln hubiera salido de ese país prodigioso.
Volviendo a la historia, otro de los asuntos que marcaron ese año en Lantan fueron los problemas de las elecciones. Los candidatos al trono tuvieron que esperar hasta dos meses para la resolución, dos meses de desesperación y desgobierno, ya que los resultados de la isla norte no llegaban. Los candidatos se peleaban por enviar a las milicias y a los gremios mercantes al norte a ver que pasaba, pero los órganos oficiales se negaban ya que no reconocían la autoridad de nadie, y los otros acusaban a los candidatos de que la persuasión era por simple interés político del candidato en cuestión.
Sea cuál sea la causa del retraso, cuando tras mucha espera el nuevo rey llegó al poder, no tardó ni un momento en ordenar construir el mayor raíl-transporta-víveres-híbrido-hidráulico-y-a-azufre, que comunicara las tres ciudades principales con gran rapidez. Hasta el momento no se había usado más que en las minas y en las factorías de Lantan, por lo que las obras sufrieron un sinfín de problemas. O mejor dicho, los lantanos sufrieron un sinfín de problemas

(Nombramiento del Rey en Anchoril por el Sumo Sacerdote de Garl)
A los ocho meses, Sundrah era dividida en dos por un colosal puente de hierro, y los nervios de los habitantes iban en aumento. Por regla general, los gnomos lantanos deberían haberse interesado en la aplicación de semejante prodigio en su país, pero los problemas que el raíl propició fueron miles. El más grande de ellos fueron hundimientos en el área cercana a las obras. A las 2 manzanas dañadas, el Burgomaestre llamó oficialmente zona catastrófica al área, y sacó oro de donde pudo para indemnizar a las familias sin hogar. Ahora solo los más cercanos al Burgomaestrado de Sundrah saben que los visitantes oficiales no deseados por el gobierno son invitados a alojarse en esa zona.
La minoría no-gnoma de la ciudad optaba por irse y dejar atrás el aparatosismo gnómico. Los ciudadanos gnomos, a medio camino entre desesperados e interesados acudieron a las obras a ayudar como mejor sabían. Esa es una razón de que el tramo del raíl de Sundrah sea una autentica chapuza.
En la calle de los Hiladores, sede del prestigioso Gremio del mismo nombre, una familia gnoma de la nueva burguesía aprendía a comportarse ante el caos reinante de la ciudad como según la madre debía hacer una importante familia burguesa. Tras varias generaciones en los suburbios portuarios del Callejón Polvorón, los prodigios tecnológicos de la Mercería Naln se habían dado a conocer, y habían sido invitados a pertenecer a tan ilustre gremio. A la señora Lasse Naln le disgustaba reconocer que el progreso del clan había sido gracias al abuelo y sus inventos, pero todos los allegados a la familia sabían bien que al abuelo se le había dejado de tener por viejo chocho oficialmente cuando sus maquinas enriquicieron el negocio.
-Son 10 monedas el hilo, más 5 del pañuelo que lleva bajo el escote, señora –dijo Lasse a la sonrojada gnoma que tenía delante.
-Je, je, ¡broma de Garl!-Ambas rieron, pero una con nerviosismo y la otra con hipocresía.-¿Le importa si le pago con campanillas de Gond?
-Como quiera.
Cuando la sonrojada clienta hubo salido del local, un gnomo pequeño, regordete, manchado de restos de pastel de roca salió de detrás de la hiladoraacarbón.
-Mamaita, ¿por qué te reíste cuando esa señora intentó robarnos?
-Helt, ríete siempre, pero con dientes falsos. Desde luego a la capilla no deberían ir los niños, si no os enteráis de nada.
-Pero el reverendo no para de mascar hojamarga...-No pudo terminar su réplica. Un estruendo no demasiado lejano, tal vez 3 calles más abajo, acompañado de un repentino temblor sacudió la casa. Solo fueron unos instantes de confusión.
-¡Lo peor que ha hecho este alcalde es permitir las obras del raíl!-dijo una gnoma de pelo canoso que bajaba en lenta procesión por las escaleras, seguida de cinco o seis gnomas mayores más.
-¡Madre! ¿Estáis bien?
Cuando las señoras mayores hubieron bajado, la campanilla de la puerta sonó y entraron varios gnomos seguidos de una camillatrineosincaballos. Dos de los gnomos vestían el uniforme de las Casas de Curación. Había también un gnomo que decía ser clérigo de Garl. Les informaron de que el padre de Helt, Klalaus Naln, había resultado herido en un accidente en las obras, pero sus heridas no eran de gravedad. La abuela y la madre se ocuparon del herido, aunque Helt titubeaba confuso. Entonces en el umbral apareció un gnomo vestido ricamente, con bigote cuidadosamente cortado en tres puntas, acompañado de dos milicias de la ciudad. Heltzer pudo reconocerlo como el alcalde Ruvaloff, gracias a la banda dorada identificativa de su cargo que lucía. Durante toda la visita en la que se regateó sobre el oro que pagaría el gobierno por el accidente a la víctima, el gnomo pequeño se quedó mirando a Ruvaloff, que parecía alto para ser gnomo y le parecía a Heltzer un verdadero rey de los cuentos. El alcalde Ruvaloff, pese a su inexperiencia, era uno de los gnomos más ilustres de Sundrah. Había presidido la Oficina de Patentes durante siete años seguidos y sus inventos eran conocidos en toda Lantan y hasta eran exportadas sus creaciones a las colonias de Liepzig en Khult y Samarach. Sin duda era un personaje al que muchos gnomos querrían parecerse.

Sundrah, Lantan. De izquierda a derecha: La Oficina de Colonias, el Ayuntamiento y la Capilla Pequeña. A la izquierda y arriba, final de la calle Hiladores.
//Continuará