*Los ratones conversan entre ellos mientras celebran un festín con el queso rancio y el pan duro que reposan sobre un sucio plato de metal. En una de las esquinas, sentado sobre el frío suelo y con el sombrero calado sobre su rostro descansa tranquilo el prisionero*
- Eh tu! -inquiere un guardia- Levántate, el señor desea audiencia con vos.
*La expresión del ocupante de la mísera celda resulta inmutable…ni un movimiento… tan sosegado como siempre alcanza a pronunciar:*
- Como vuesa merced desee.
Al cabo de unos instantes…
*Lord Palanthir camina intranquilo de un lado a otro de la estancia. En su rostro se refleja preocupación y abatimiento*
- Agradecería que fueseis más concreto a la hora de responder señor Lyonson, no me haga creer que he perdido el tiempo levantándome de la cama en mitad de la noche y tomándome estas molestias por vos.
*Deriel con el semblante taciturno y sombrío se retoca ceremoniosamente el bigote*
- Tal vez vuesa merced también debería hacer preguntas concretas caballero.
- No entendéis la gravedad del asunto señor. Ésta vez ni la posición de vuestro padre puede salvaros del azote de la justicia.
- ¿Pero tan complicado es de entender que no he tenido nada que ver en el lance del que vuesa merced habla?
- Creo que sois vos quien no entiende que podéis pasar una larga temporada a la sombra.
*en el momento Palanthir, sumo representante de la justicia de la ciudad de la moneda, pronunció la palabra “sombra” Deriel no pudo evitar una ligera sonrisa cargada de un cinismo inequívoco…casi una sonrisa de satisfacción*
- Volved a contarme vuestra versión caballero Deriel – exigió
- Con agrado lo haré mi señor, pero espero no interrumpáis mis palabras…soy diestro en el arte de perder el hilo de toda conversación, si por ventura me saturáis con preguntas prometo a vuesa merced que al final de la jornada andaréis tan perdido como al alba.
*Palanthir, con el ceño fruncido, asintió de mala gana y el sospechoso, Deriel Lyonson, empezó a narrar con las palabras que siguen:*
Hallábame, como vuesa merced sabe, en el distrito de los muelles…lugar peligroso pues, sin desmerecer la afortunada autoridad que en la ciudad poseemos, el lugar es refugio de matasietes, truhanes, bellacos de toda índole, rameras con un sinfín de males, pesares y enfermedades y en definitiva, gente de malvivir.
Andaba, como de costumbre, en busca de un lugar donde ahogar el tiempo solemne del que disponía…y dado que tiempo hacía que habíase puesto el sol en lontananza pocos eran los garitos de juego y tabernas de viciado ambiente que mantenían sus puertas abiertas para albergar gentilhombres como mi persona.
Ardua tarea supuso encontrar un lugar donde bañar la garganta con vino no bautizado pero como vuesa merced sabe, por nuestros anteriores encuentros, soy hombre versado en esas lides y la búsqueda resultó fructífera. En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba conversando abiertamente con un par de parroquianos mientras el candor del vino hacía mella en mi persona.
Imaginar no podía que la azarosa circunstancia volviérase molesta y casi sin poder percatarme de lo que a mi alrededor sucedía los parroquianos se esfumasen como alma que lleva el diablo y en mi blanca garganta apareciese con rapidez inaudita el filo de una fina daga de guardamano.
El dueño de tan magnífica arma estaba a mis espaldas, treta usada por villanos y canallas pero en ningún caso por gente de honor y de palabra. Entendí rápidamente, gracias doy a Sune que el vino aún no hubiese hecho mella en mi intelecto, que presa fácil era de tan ruin caballero que con voz sorda y apagada saludaba con un cínico buenas noches…saludo al que correspondí con uno de mis mejores silencios.
El hombre, pues su voz parecíame viril, que a mis espaldas se hallaba infórmome con susurros mientras los pocos que en la taberna quedaban eran acompañados a la salida entre gritos, amenazas y golpes, pues una segunda voz de hombre así corroboraba el estrépito que en el local reinaba que mi persona iba a convertirse en alguien importante.
Note vuesa merced que poco podía entender de lo que en aquella taberna se cocía, pues alimentado con el oro que da la vid y en circunstancias tan adversas suelo bloquearme y mis sentidos tardan su tiempo en reaccionar.
La mísera situación que a mi entendimiento escapaba empezó a cobrar sentido con las voces apagadas que el canalla, apoyando la barbilla sobre mi hombro izquierdo, me esputaba con suma dureza. Decíame que largo tiempo mi nombre iba a ser recordado pues esa noche un don nadie, mis dotadas facultades me hicieron pensar que ese peyorativo iba a dirigido a mi persona, iba a parecer en toda regla que Deriel Lyonson despachaba por la posta a un alto miembro de los Magos Encapuchados...
Puede vuesa merced imaginar los sudores y temblequeos por los que pasé en semejante momento. A punta de daga y, tras asegurarse la lealtad del dueño de “La gruya torcida” vasto manto cubrióme la cabeza y anduvimos esas mercedes y yo por los recovecos y las callejuelas más insólitas de Atkathla.
Esos señores estuvieron conversando entre ellos, hablaban de ciertos temas que , por mi suma ignorancia, no podía colocar en contexto que clasificar pudiere… aun así, escuche vuesa merced, que seguro me hallo que usaréis mejor que yo las palabras que allí, en tal privilegiada circunstancia, conseguí atisbar entre los pliegues de la manta. Escuché soborno, cofradía…algo referente a ladrones de las sombras aunque no estoy muy seguro de qué… no sé , y en definitiva un galimatías en referencia a una organización no muy lícita en contra de algunos sectores de los Magos encapuchados…
*En este punto Palanthir estalló*
- ¡¿Me estáis diciendo que la cofradía de los Ladrones de las Sombras quería asesinar a un alta cargo de los Magos Encapuchados por negarse a recibir sobornos?!
- Tal vez señor –inquirió un guardia – no esté todo perdido y aún queden magos que quieran sanear el interior de esa corrupta organización que en vilo nos tiene a todos.
- Podría ser.. –empezó a hablar el máximo representante de la ciudad pero sus palabras fueron acalladas-
Seguro estoy que a las disparatadas palabras que escuché vuesa merced mejor uso hace de ellas, poco más puedo decirle… baste que los detalles que ahora siguen creo son harto conocidos para su señoría.
Me condujeron hasta las puertas de una mancebía clandestina… pues por los jadeos y gemidos que escuchaba no podía tratarse de ningún otro lugar.
Y allí, apostado amablemente entre golpes y empujones a una pared cercana mis acompañantes permanecieron en silencio largo tiempo….un tiempo que se me hizo eterno…sumido en la más desconcertante oscuridad y con la sola compañía del filo de una daga en mi garganta mientras escuchaba el prolongado vals de los esporádicos amantes.
Y, de repente, todo sucedió... el ruido de la madera quebradiza hizóme pensar que la puerta de aquel insano garito abríase. Escuché un grito apagado, casi de letal agonía e inmediatamente un dolor agudo y pronunciado en mi pierna derecha. Seguidamente recuerdo ser golpeado hasta dar con mis huesos en el suelo, desembozando mi cabeza de la manta que me oprimía. Viendo en ese momento que mi pierna sangraba más de la cuenta y que poner pies en polvorosa era algo imposible en mi situación decidí mantener una imagen de toda la escena descubriendo, con horror, que a mi diestra un reciente cadáver empapaba de sangre aquella oscura noche.
La daga que habíame herido descansaba cerca de las manos de aquel desdichado y, mi estoque, dejó de ser doncella para encontrarse a escasa distancia de mis manos. La noche, o más bien aquellos canallas que tal lance habían dispuesto pusieron el grito en el cielo mientras escapaban de allí. No fueron pocos los que asomaron el hocico por tal de no perderse nada memorable de contar al día siguiente en el mercado.
Y, mi buen Palanthir, espero que este relato satisfaga su curiosidad y ayude a desvelar tal misterio, poco o nada sé más ya… cuando los guardias llegaron encontráronme sentado en el suelo, improvisando una venda para mi pantorrilla mientras una inconmensurable cantidad de ociosos hacían corro en torno a mí y al desfortunado hombre que a mis pies yacía.
Siento que la ventura nos vuelva a unir en circunstancias tan lamentables…pero ha de saber que esta vez nada tengo que ver con el incidente que nos atañe.
*Palanthir queda pensativo…tan solo el crepitar lento de las antorchas osa atentar contra el silencio adoptado…finalmente sentenció:*
- Algo me dice que he de creeros Deriel. No sé muy bien lo que es pero…aunque muchas noches las ha pasado apresado a causa de vuestro comportamiento esta vez tengo un buen presentimiento con vos. La historia que narráis encaja en nuestras investigaciones… Esos malditos Ladrones de las Sombras no conseguirán desembarcar mercancía de contrabando en esta ciudad mientras yo viva. Podéis marchar Deriel, pero no vayáis muy lejos porque tal vez os necesite para testificar en un juicio. Se ve en vuestra cara que no matasteis a ese hombre.
- Me acojo a vuestra gracia señor y, valga decir que tendréis todo mi apoyo y todas mis palabras si con ello castigar se pudiese a quienes quisieron que mi persona terminara con los huesos en la cárcel. – mientras se calaba el sombrero con aire galán-
*Tras una larga reverencia Deriel Lyonson abandonó la estancia que ya le era familiar y caminaba lentamente por el pasillo hacia la salida*
- Seguidle…creo que podría ser cómplice de los asesinos – exigió Palanthir a uno de los guardias. Seguro estoy que este insano vividor nos llevará hasta quien elaboró ese plan para deshacerse del mago encapuchado.
*Deriel Lyonson traspasaba el umbral de la puerta que le llevaría a las calles de Atkathla cuando un presuroso guardia que entraba al recinto en tal momento tropezó con él*
- ¡Apártese desgraciado!¡He de ver a Lord Palanthir inmediatamente!
- Perdone vuesa merced, no volverá a ocurrir
*El guardia seguía a Deriel…era imposible perderlo de vista. Ataviado con semejante sombrero coronado con una gran pluma era inconfundible. Además , a estas horas de la madrugada nadie transitaba las calles. El guardia sonreía, ese ingenuo no podía engañar a la guardia de la ciudad, les llevaría hasta el origen todo esto, sin duda.
Al doblar una esquina no había rastro de él…era como si la oscuridad se hubiese engullido a aquel miserable…¿Cómo le explicaría ahora a su superior que, de forma imposible, había perdido la pista del sospechoso tras haber caminado cien escasos pasos desde que salió del cuartel?*
- Señor, traigo noticias del lugar del asesinato
- Espero que sea importante, me disponía a marcharme ya de una vez por todas a reposar
- Si, señor, han aparecido dos cadáveres de hombre en uno de los callejones cercanos a la mancebía. Un ciudadano denunció los hechos y partimos raudos a verificarlo y a intentar su identificación. Portaban sendos broches que deducimos son parte de los símbolos de identificación que usa los ladrones de las sombras, señor.
- Esperad … -una maldita idea cruzó la mente de Palanthir en un suspiro, no podía ser cierto, nadie había podido burlarse de ellos de esa forma- ¿había…una manta en el escenario del crimen?
- ¿Una manta? No, señor –respondió confuso el guardia.
- ¡Atrapad a ese maldito! ¡No dejéis que Deriel escape! ¡¡ Venga, movilizaos! ¡Nadie descansará en esta ciudad hasta que le ponga las manos encima a ese embustero criminal de Deriel Lyonson!!
*Esa noche habían muerto dos asesinos de cierto renombre de la cofradía de los Ladrones de la Sombra. Asimismo había sido asesinado también uno de los Magos Encapuchados más corruptos que nunca conoció la bella ciudad de la moneda*
- Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada – susurró para sí- pero… creo, que esta vez, debo darme un tiempo.
* Y sin más dilación atravesó las puertas de la ciudad sin saber donde sus pasos le llevarían*
(1)matasietes matón de baja estofa
(2)vino no bautizado vino no rebajado con agua
(3)despachar por la posta matar
(4)doncella dícese de la espada del cobarde, la que no se desenfunda
-
¿La verdadera historia de Deriel Lyonson?
Moderadores: DMs de tramas, DMs