Las hojas del relato de una vida: Alleria Lüiná'h

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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_Alleria_

Las hojas del relato de una vida: Alleria Lüiná'h

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PRÓLOGO “La Fiesta de la Lluna Llena – Lüiná’h”

En un rincón del sur de Amn, extenso territorio de Faerun, en el bosque de Wéldazh, conocido por los forasteros como Tezhir, una colonia de elfos lunares empezaba a festejar la celebración de “La caída de la Luna Llena”, última noche en la cual pueden gozar de la totalidad de su más preciado símbolo astral. En Lüiná’h, que así se llama esa pequeña población, se respiraba un ambiente de vehemente jovialidad acompañado de la envolvente brisa vespertina, con el dulce aroma de la pineda y la suave fragancia de la aglomeración de lirios y azaleas colocados artísticamente para la inminente ceremonia nocturna.

Cuando los atenuados rayos solares que aún conseguían atravesar las copas de los altos pinos del bosque Wéldazh menguaron, los bailarines arcanos lüiná’h’s rodearon la fuente lunar de la aldea -un monumento milenario del pueblo y digno de la subraza lunar, revestida con baños de platino y múltiples adornos bien definidos en forma de hojas, incluso punzantes algunos- se levantaba para culminar con aquella fiesta mensual. Los danzarines entrelazaron sus brazos encima de sus pechos, respectivamente, cerraron los ojos, vendándoselos con paños de seda, y comenzaron una danza simple pero elegante, moviéndose constantemente a un ritmo parsimonioso alrededor de aquella gigantesca fuente seca.

Los demás lüiná’h’s parecían ignorar aquella danza tan distinguida mientras cruzaban los caminos levemente marcados de la villa. Quizás a ellos no les importaba y sólo era un acontecimiento para los bailarines. Hasta que por fin el calor solar se fundió en el día y así dio paso a una luna completamente redonda vestida de blanco impoluto. La luminosidad de la Luna empezó a cubrir e impregnar poco a poco la fuente, haciendo de ésta el único foco de claridad que existía en el contorno más próximo de Lüiná’h.

Mientras tanto, en una humilde choza, aunque bien equipada, Iluviä empezaba a tener unas contracciones muy intensas. Según las predicciones de una sacerdotisa el bebé tenía que nacer aquella misma noche. Iluviä temía aquel pronóstico, si lo que decía la sacerdotisa era verdad, según la leyenda de “La Caída de la Luna”, entonces, la criatura, por nacer en aquella celebración, heredaría el poder latente de una ascendencia de curtidos magos, la propia esencia de la magia corriendo en sus propias venas. Iluviä era viuda, Elrö había muerto asesinado por una de las sectas más influyentes de Amn - “Las Gotas de la Luna Lóbrega”-, por causas aún desconocidas.

Desde entonces Iluviä perdió parte de su sana cordura y decidió apartarse un poco de sus hermanos elfos, de su compañía y sus selectos rituales, apartando, así también, a sus hijos de la pequeña civilización élfica. Por eso descendió de las “Casas de la Arboleda” para construirse una barraca en los inicios de los troncos de los árboles, en el suelo.

En la parte inferior de la fuente empezaron a brollar pequeñas gotas de agua que iban multiplicándose constantemente, al tiempo que los danzarines pasaban a desarrollar unos pasos más complicados y difíciles de realizar, y el ritmo se incrementaba paulatinamente, sus cuerpos parecían marionetas por su gran capacidad de flexibilidad. La plaza céntrica, donde se ubica la fuente, ahora ya sí estaba ocupada por todos los ojos de la villa observando aquel espectáculo único. De repente se produjo una explosión acuática, inmensa, flotando encima de la fuente y expandiéndose hasta los límites de la aldea, un agua casi etérea, cristalina, pura, que termina por caer en forma de lluvia encima de la enorme fuente. Entonces un silencio sepulcral…y un grito estridente. En la choza ha florecido una nueva vida.
Última edición por _Alleria_ el Mié Feb 13, 2008 8:51 pm, editado 1 vez en total.
_Alleria_

Mensaje por _Alleria_ »

Hojas del relato de una vida: Alleria Lüiná’h

Me llamo Alleria Lüiná’h, mi madre nunca me permitió usar los apellidos de mi padre, ni tan siquiera los suyos, aunque mis hermanos sí se les permitió tal honor. Para ella yo era la vergüenza de la genealogía de nuestra casa, o pudiese ser que… yo representaba el anhelo de la perfección que ella siempre quiso poseer y nunca pudo conseguir; tener el poder corriendo por la sangre. Los años transcurrían y en mi villa materna nunca fui bien vista, el milagro que “Selûne” nos concedió hace 22 años en la noche de la celebración de “La Caída de la Luna Llena” a una colonia de magos resultó ser como una maldición para todos, incluyéndome a mí misma.

Yo nunca he tenido buenos amigos, la gente se apartaba de mí… nadie me explicaba ni me enseñaba magia, tampoco mi madre permitía que practicase, y mi único deber consistía en ayudar en las labores sociales de la aldea: cuidar las plantas, limpiar la fuente, los caminos…lo cual me parecía perfecto, pero sentía un gran vacío dentro de mí. Me sentía tan recluida por mis propios hermanos…

Mi papel se semejaba al de una prófuga, al de un villano, al de un proscrito, al de un delincuente, al de un paria, maltratada psicológicamente por todos…

Los días proseguían todos iguales. Nada bueno parecía que fuera a avecinarse…

Cada mes celebraban el himno a la Luna, pero no nacían más bebés, estaba sometida y condenada a ser diferente y la única. ¿Cómo podían ser aquéllos mis hermanos… qué hice yo para que no nacieran más bebés innatos? Nada… la envidia corroía aquel grupo de magos amargados.

Cada semana pasaba una diligencia cargada de joyas preciosas, la mayor parte elaboradas en plata y platino, comida de otras partes de Amn, diferentes especies de plantas… todo listo para ser vendido. Pero esta vez, el destino de Rhö’l, el comerciante, era otro, no partiría hacia otra colonia élfica de Wéldazh, se dirigía a la Marca, eso me sugirió una brillante idea.

Y la cumplí, aquella misma noche me abrigué con mi capa negrizca y me escondí entre las diversas mercancías del carromato. Me armé de paciencia, estuvimos viajando más de 20 Lunas. Bajaba discretamente en sus estacionamientos, que solían durar poco, para vender algunos artilugios de forma que pudiese ir comprando víveres para él mismo y la carrocería… aquel elfo tenía mucha idea de negocios, especulaba como nadie y persuadía y mentía mejor que cualquier charlatán picaresco o linda hechicera.

Al fin llegamos, y fue entonces cuando me vio, me sacudió y me empujó fuera del carromato dejándome tirada en el camino, por suerte siempre dejaba algo de dinero entre las joyas y lo cogí, por aquello no se haría pobre… tenía más en sus bolsillos que en cualquier otro lugar, qué elfo tan codicioso… nunca conocí ningún igual.

Caminé y caminé…hasta que vi a un elfo sentado en una roca…Nevesmortas me aguardaba…
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