Un fulgor irradió el claro del bosque durante unos instantes, esfumándose tan rápidamente como se produjo. Unenuba de polvo, cenizas y de madera carbonizada empezó a alzarse hacia al cielo. Un olor a quemado proveniente del ahora desnudo tronco ardiente era lo único que se podía percibir con el olfato de forma clara.
La vista le fallaba. Sus manos estaban ensagrentadas, por la tensión y esfuerzo acumulados.
-Otra vez...- musitó para si al tiempo que se intentaba mantener de pie. Sus piernas le temblaban, pidiendo a gritos a su cuerpo el permiso para dejar de sostenerlo. Sin embargo, su mente se negaba. Había pasado dos noches sin dormir y la fatiga comenzaba a cobrar su precio.
El orgullo es el mayor pecado de los nuestros, Ea. Tenlo siempre presente.
El pensamiento la volvía a asaltar como un espectro salido de la oscuridad, recordándole su fracaso y la humillación de aprendiz a la que ella se vió sometida a manos de Lynn. Desde aquel dia no pudo dejar de pensar en sus palabras, en aquel sortilegio con un simple gesto y palabra amagada había congelado a ella y a su hermana, ese sentimiento de impotencia que bullían, ardia en su corazón y parecía consumirla, deseoso de salir en forma de poder, bruto y destructivo.
-Vamos..- adelantó un pie para recobrar un poco su verticalidad y pasó la mano derecha por su cintura, a modo de aliviar con el roce el dolro que sentía. Sus manos estaban quemadas debido al continuado uso de su magia. Sus ropas rojas de color carmesí estaban agrietadas y agujereadas por las chispas ardientes que saltaban a cada sortilegio que pronunciaba.
-Aún..NO HE LLEGADO A MI LÍMITE!!!- rugió mientras juntó las palmas, de las cuales un fulgor rojo brotó espontáneo y se proyectó hacia el tronco chamuscado que ante era un árbol. Las llamas se arremolinaron en un torbellino que barrió madera, polvo, hojas y raíces, lanzándoals al aire y dejándolas luego caer al suelo, ardiendo. Una fina lluvia rojiza de finas particulas la bañó, producto de la explosión. Hizo una meuca de dolor y se miró de nuEvo la mano izquierda.
Una herida abierta desde su palma, semicauterizada por el calor y envuelta en una capa de piel muerta y tejido quemado, supuraba y dejaba escapar un leve afluente de sangre. La cerró, concentrando el líquido, escapándose entre sus finos dedos.
No podía más. Pero aún no habia llegado a su límite. Sus hermanas eran más pdoerosas que ella y aún le quedaba camino. Isa ya dominaba la 3a esfera y Alleria estaba a un paso más allá. Tenía que seguir. Por el momento, no había encontrado ningún otro camino hacia el poder.
Cerró los ojos, exhalando profundamente y los volvió a abrir, con la mirada fija en el tronco. Extendió de nuevo la palma sangrante hacia él.
-Nadie dijo que ser superior fuera fácil...-murmuró para si mientras volvió a proyectar la energia flamígera.
Ceniza y fuego
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