Historias y Relatos de El Puño y La Rosa.
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Raziel -Discipulo del mal-
//Bueno, dadas el numero de peticiones de algunos usuarios de la Marca para poder leer alguna de las historias que tenemos en nuestro foro privado, os pondre aqui una para deleite del personal.
Raziel -Discípulo del mal-
Capitulo I “La Maldición”
Todo comenzó un apacible día, el Sol calentaba la mañana y la suave brisa traía cientos de olores que embriagaban la campiña de las cercanías de la posada de Los Paramos. Allí sentados, varios mercenarios conversaban y se preparaban para una sesión de entrenamiento, sus caras contrastaban con el apacible día, sus mentes eran un bullicio de preguntas y especulaciones, Kuzadrepa les había contado una historia sobre como un hombre amable y bueno, había caído en la peor de las desgracias, eso les daba que pensar, tras las palabras del clérigo, seguramente se escondía alguna pista sobre el que había elegido para la sesión de entrenamiento para prepararlos por lo que estaría por llegar. Al poco, casi al unísono, todos estaban listos para partir.
-K: Rumbo Este.
En silencio y con semblante curioso, los mercenarios emprendieron la marcha detrás de su líder, ¿Hacia donde iban? A paso ligero caminaban mientras se repetían esa pregunta, Ascore estaba en aquella dirección, ¿seria allí a donde iban?
A mitad de camino, el Tempusita viró al Norte, hacia una entrada que la niebla dejaba entrever en el bosque, la entrada del bosque maldito conocido como Bosque Vordrorn.
-K: La primera parte del ejercicio comienza aquí, estar alerta, el peligro acecha desde cada rincón de este lugar. En este bosque hay una construcción, encontradla y adentraos en ella. Os estaré observando.
El veterano Tempusita seguía a sus hombres de cerca, indetectable gracias a una plegaria a su Dios, miraba con satisfacción como se abrían camino a golpe de espada en casi perfecta formación de combate. Tras varias escaramuzas, el grupo llegó a su destino, El Templo de las Lágrimas, el verdadero reto acababa de comenzar.
Con el rostro compungido por la incertidumbre de lo que allí encontrarían, los mercenarios se colaron en aquel edificio abandonado de rezumaba maldad por todas partes. Tres eran en ese momento, Göyth, el guerrero elfo, Éowÿl, el asesino maestro de sombras y, Sziak, un prometedor explorador semi-elfo.
K: *La voz de Kuzadrepa llegó a los oídos del grupo de mercenarios tras entrar en el templo* La segunda parte de la prueba empieza aquí, explorar el lugar, trabajar como un grupo, no individualmente, vuestra supervivencia aquí depende de ello.
Los mercenarios asintieron y comenzaron a moverse, Éowÿl iba delante, sigiloso y cauto, buscando trampas, Sziak rastreaba el terreno en busca de alguna pista que pudiera ponerles en sobre aviso de cualquier habitante peligroso del lugar, Göyth se mantenía alerta, cerca de sus dos compañeros, estoque y escudo en mano, listo para saltar sobre cualquier enemigo que se interpusiera en su camino, con mirada aviesa observaba el camino por el que avanzaban para ejercer su papel de protector de muro y verdugo, él sería lo único que se interpondría entre sus compañeros y los enemigos que allí habitaran. Conforme avanzaban, el clérigo de Tempus les seguía de lejos, observando sus métodos, analizando su capacidad de acción y recursos como grupo. Mientras los miraba, el recuerdo de la primera vez que entró a aquel lugar le paso por la mente, se vio a el mismo adentrándose con Bandar, un arcano del que aprendió muchos secretos años atrás en la Marca. No pudo sino sonreír al acordarse, pero desecho enseguida el recuerdo centrándose en la evaluación del trío que tenía delante. Ya habían explorado las dos primeras salas y, se aventuraban en inspeccionar la zona interior tras encontrar una vieja llave herrumbrosa que uno de los guardianes tenia escondida. No sin ciertos problemas dieron con la manera de entrar en una habitación cuya puerta era una cortina de rayos, el ejercicio se aproximaba a su fin. Los tres mercenarios inspeccionaron aquella extraña habitación que tenía tres lágrimas gigantes solidificadas con una inscripción en ellas *Tres gemas por maestros talladas*.
-K: Bien, ya he visto lo que quería, pensar en lo que habéis aprendido y en el nuevo acertijo con el que tendréis que hacer frente cuando volváis aquí y estéis preparados. El ejercicio terminará cuando hayáis salido del bosque maldito, estaré esperándoles en la salida.
Los tres mercenarios asintieron y se dispusieron para lo que seria el final del entrenamiento del día, pero el destino tenía algo más preparado para ellos…
Nada mas salir al exterior, un esqueleto armado con un enorme mandoble los esperaba oculto, emboscándoles tras el marco de la puerta. Sziak cayó muerto por un terrible golpe que el esqueleto le propinó.
-K: *Kuzadrepa recogió el cuerpo y lo portó hacia fuera* Yo me encargo de el, seguir con el ejercicio…
Los dos elfos siguieron abriéndose paso a golpe de estoque y flecha hacia la salida, mientras, Kuzadrepa salía aún oculto portando el cuerpo de Sziak para atenderlo, ajeno a los acontecimientos que se estaban desencadenando en aquel bosque maldito.
Nada mas salir del bosque, Kuzadrepa depositó en el suelo con cuidado el cuerpo de Sziak, se acerco a el y musito una de las más poderosas plegarias que su Dios le otorgaba, resucitando así al explorador. Dolorido y desorientado, Sziak se quedó recostada la espalda contra un árbol, esperando a que sus compañeros salieran de aquél lugar que tan duramente le había tratado.
Pasó el tiempo y los dos mercenarios no salían, clérigo y explorador empezaban a impacientarse.
-K: Ve a recuperarte a la posada de la bifurcación, ¿podrás llegar? Iré a ver que les ocurre a estos dos, quizás entraran otra vez en el Templo.
-S: Si, descuida, llegare sin problemas, ten cuidado jefe.
Ambos asintieron y partieron en direcciones opuestas, Sziak a la posada, a recuperarse por el trauma de la muerte y resurrección y, Kuzadrepa, en busca de sus dos hombres.
Nada mas adentrarse en el bosque notó algo raro, el aire estaba mas cargado de putrefacción que normalmente y podía sentir como cientos de ojos ocultos lo observaban. Haciendo caso omiso, corrió hacia el Templo, donde había visto por última vez a los dos elfos. Nada…ni rastro de ellos, busco y rebusco por las habitaciones del Templo, pero ni rastro de ellos. Pensando ya en lo peor, salió al bosque a buscar sus cuerpos muertos por entre la maleza, esperando ver una escena dantesca de esqueletos dándose un festín con los cuerpos sin vida de sus compañeros. Pero no fue así, cuando se aproximaba a la salida, vio a lo lejos como la pareja de mercenarios salían como alma que se lleva el diablo del bosque, perseguidos por una enorme hueste de muertos vivientes.
Invocando el poder de Tempus, el clérigo relegó a la muerte permanente a las hordas no-muertas, pero aquello no era todo lo que acontecería. De entre la bruma, una figura huesuda y pútrida apareció, un liche, lentamente se acercaba a Kuzadrepa…
-K: ¿Eres tu el causante de todo esto?
-Raziel: ¿Eres tu el líder de esos que han salido corriendo? Venís a los dominios de mi maestro a robar, saquear y molestar a sus esbirros, es hora de que os llevéis un escarmiento.*El liche se pone a conjurar algo* Yo te maldigo con la peor de las maldiciones, la maldición de la muerte viviente, todo lo que verás será muerte, putrefacción y corrupción, no habrá consuelo para ti.
Kuzadrepa se quedó aturdido, desconcertado sin saber que ocurría o pasaba ni que hacia ahí, se quedó parado largo rato. No tardaron en aparecer sus subordinados, que nada sabían lo acontecido con el liche.
El clérigo de Tempus, observo con horror como todo lo que su ojo sano veía no era más que muerte, incluso los pájaros y las plantas estaban muertas, vio como una horda de zombis vestidos con las ropas de sus hombres se aproximaban a el llamándolo por su nombre y, lo peor de todo, sus voces, eran las de ellos, ¿que demoníaco embrujo podría ser el causante de eso? Kuzadrepa no podía saberlo, aún estaba confundido por efecto de la maldición.
Tras largo rato de conversación de intentos de expulsar a sus compañeros como si de muertos vivientes se trataran, la cosa se torció violenta, los mercenarios, rodearon y saltaron sobre el clérigo de Tempus para inmovilizarlo, temerosos de tener que luchar contra el, viéndolo ido de si por un motivo que aún no entendían bien. Tras horas de conversación y razonamientos, Kuzadrepa fue disuadido de que lo habían hechizado o maldecido, algo empezaba a recordar su mente, si bien, nada claro aún. Guiado por sus camaradas llegaron al templo de Lathander, donde no encontraron respuesta ni ayuda clase. Los mercenarios, sin saber que hacer, consultaron que hacer con su líder, que compungido en una batalla interna e interminable por no sumir a la desesperación, meditaba y rezaba a su Dios con los ojos vendados, solo así encontraba sosiego y reposo, aunque lo que de verdad le preocupaba, era ver a su amada con su visión maldita, el solo pensamiento de ello le producía un dolor mas profundo que el de una herida de batalla…
-K: Nárgozh… llevarme ante el, sabrá que hacer…es, el sumo sacerdote de mi orden, está en Fuerte Nuevo. Tengo un portal hacia allí en la mochila, usarlo.
Usando el portal guiaron al clérigo rápidamente al Templo de Tempus, dejándolo enfrente del altar a petición suya.
Dos días pasó Kuzadrepa en comunión con su Dios en el Templo, hasta que, al caer el segundo día, Nárgozh, llegó al Templo. Había estado ausente durante unos días debido a un ataque de trasgos. Cuando vio al elegido del Martillo de Enemigos en meditación y la preocupación que el semblante de sus hombres reflejaban se aproximo a el.
-N: ¿Hijo mío, que te ocurre?
-K: Nárgozh, todo lo que veo es muerte…mis ojos y mi mente solo obtienen descanso en la oscuridad de la meditación…*Kuzadrepa explicó lo sucedido y la mirada del Sumo sacerdote de Tempus se torno de preocupación*
-N: Un mal terrible, cruento destino el que te ha tocado vivir, nadie puede ayudarte hijo mío…temo que no haya nadie capaz de curar el mal que te afecta…*Guarda silencio unos instantes pensativo*…Has de viajar al Bosque Frío, en las tierras del Norte, allí vive un Sabio muy anciano, si alguien puede ayudarte es el.
-K: *Lentamente, con la esperaza renovada, se levantó y se quitó la venda de los ojos, examinando a cada uno de sus compañeros de hermandad, haciendo frente a la maldición a fuerza de determinación y aplomo* Avisad al resto de hermanos, partiremos al alba desde Sundabar.
Una vez reunidos en las puertas de Sundabar, el mini ejercito formado por la hermandad de EL Puño y La Rosa, partió a la búsqueda del Sabio del Bosque Frío. El camino estuvo plagado de enemigos, muertos vivientes además de la “fauna” autóctona, atacaron sin descanso a la compañía, el Liche que había ejecutado la maldición, sabia lo que intentaban y a donde iban…
Tras vagar por las tierras bárbaras durante más de un día, casi al caer la noche, encontraron al Sabio cerca de unos monolitos antiguos, semienterrados en la nieve.
-S: ¿Quiénes sois que invadís mi tierra y matáis a mis hermanos?
-K: Soy Kuzadrepa Nottian, clérigo de Tempus, venimos en busca de el Sabio que habita estas tierras. Nuestra intención no es hostil.
-S: ¿A que sabio buscáis?
-K: Nárgozh, el sumo sacerdote de Tempus de la villa de Fuerte Nuevo me manda, no mencionó nombre alguno, tan solo que buscase al Sabio que aquí vive.
-S: ¿Quién es el herido?
-K: Yo, la maldición de la muerte viviente me afecta.
-S: ¡Por Tempus! Solo una persona podría causarle a alguien esa maldición, Raziel, un poderoso y malvado mago, pero…tendría que haber muerto ya…Dime, el debe ser muy viejo, ¿no?
-K: Lo que está es no muerto, se ha convertido en un Liche.
-S: Vaya, así que después de todo lo consiguió. Te ayudaré, pero con una condición.
-K: ¿Qué condición, noble anciano?
-S: Tendrás que destruir ese Liche.
-K: Juro por Tempus que así será, que el Martillo de Enemigos sea testigo. Sea.
-S: Bien…*El anciano empezó a entonar plegarias en torno a Kuzadrepa, palabras olvidadas ya para muchos de la época de antaño. Tras un largo rato conjurando el anciano terminó. En ese momento una luz de una luminosidad intensa, emanó del cuerpo de Kuzadrepa y de sus ojos* Ya estas curado…ahora iros, recuerda tu promesa *El anciano se alejó lentamente, perdiéndose de vista entre la tundra helada*
-K: ¿Puedo saber el nombre de aquel que me ha curado?*Mientras el anciano se alejaba*
-S: *El viento trajo la voz del anciano* Mi nombre es Sardak…
Kuzadrepa se volvió hacia sus hermanos allí presentes y los miró nuevamente uno a uno con su visión recuperada y sonriente.
-K: Gracias a todos por ayudarme, sin vosotros no lo habría conseguido, volvamos a casa, hay que planear la destrucción de un liche llamado Raziel…
Juntos y con el ánimo renovado, volvieron sin más problemas a Nevesmortas, un nuevo reto se presentaba en el futuro de El Puño y La Rosa, un trabajo, una batalla, una venganza…
//Continuara….^^
Raziel -Discípulo del mal-
Capitulo I “La Maldición”
Todo comenzó un apacible día, el Sol calentaba la mañana y la suave brisa traía cientos de olores que embriagaban la campiña de las cercanías de la posada de Los Paramos. Allí sentados, varios mercenarios conversaban y se preparaban para una sesión de entrenamiento, sus caras contrastaban con el apacible día, sus mentes eran un bullicio de preguntas y especulaciones, Kuzadrepa les había contado una historia sobre como un hombre amable y bueno, había caído en la peor de las desgracias, eso les daba que pensar, tras las palabras del clérigo, seguramente se escondía alguna pista sobre el que había elegido para la sesión de entrenamiento para prepararlos por lo que estaría por llegar. Al poco, casi al unísono, todos estaban listos para partir.
-K: Rumbo Este.
En silencio y con semblante curioso, los mercenarios emprendieron la marcha detrás de su líder, ¿Hacia donde iban? A paso ligero caminaban mientras se repetían esa pregunta, Ascore estaba en aquella dirección, ¿seria allí a donde iban?
A mitad de camino, el Tempusita viró al Norte, hacia una entrada que la niebla dejaba entrever en el bosque, la entrada del bosque maldito conocido como Bosque Vordrorn.
-K: La primera parte del ejercicio comienza aquí, estar alerta, el peligro acecha desde cada rincón de este lugar. En este bosque hay una construcción, encontradla y adentraos en ella. Os estaré observando.
El veterano Tempusita seguía a sus hombres de cerca, indetectable gracias a una plegaria a su Dios, miraba con satisfacción como se abrían camino a golpe de espada en casi perfecta formación de combate. Tras varias escaramuzas, el grupo llegó a su destino, El Templo de las Lágrimas, el verdadero reto acababa de comenzar.
Con el rostro compungido por la incertidumbre de lo que allí encontrarían, los mercenarios se colaron en aquel edificio abandonado de rezumaba maldad por todas partes. Tres eran en ese momento, Göyth, el guerrero elfo, Éowÿl, el asesino maestro de sombras y, Sziak, un prometedor explorador semi-elfo.
K: *La voz de Kuzadrepa llegó a los oídos del grupo de mercenarios tras entrar en el templo* La segunda parte de la prueba empieza aquí, explorar el lugar, trabajar como un grupo, no individualmente, vuestra supervivencia aquí depende de ello.
Los mercenarios asintieron y comenzaron a moverse, Éowÿl iba delante, sigiloso y cauto, buscando trampas, Sziak rastreaba el terreno en busca de alguna pista que pudiera ponerles en sobre aviso de cualquier habitante peligroso del lugar, Göyth se mantenía alerta, cerca de sus dos compañeros, estoque y escudo en mano, listo para saltar sobre cualquier enemigo que se interpusiera en su camino, con mirada aviesa observaba el camino por el que avanzaban para ejercer su papel de protector de muro y verdugo, él sería lo único que se interpondría entre sus compañeros y los enemigos que allí habitaran. Conforme avanzaban, el clérigo de Tempus les seguía de lejos, observando sus métodos, analizando su capacidad de acción y recursos como grupo. Mientras los miraba, el recuerdo de la primera vez que entró a aquel lugar le paso por la mente, se vio a el mismo adentrándose con Bandar, un arcano del que aprendió muchos secretos años atrás en la Marca. No pudo sino sonreír al acordarse, pero desecho enseguida el recuerdo centrándose en la evaluación del trío que tenía delante. Ya habían explorado las dos primeras salas y, se aventuraban en inspeccionar la zona interior tras encontrar una vieja llave herrumbrosa que uno de los guardianes tenia escondida. No sin ciertos problemas dieron con la manera de entrar en una habitación cuya puerta era una cortina de rayos, el ejercicio se aproximaba a su fin. Los tres mercenarios inspeccionaron aquella extraña habitación que tenía tres lágrimas gigantes solidificadas con una inscripción en ellas *Tres gemas por maestros talladas*.
-K: Bien, ya he visto lo que quería, pensar en lo que habéis aprendido y en el nuevo acertijo con el que tendréis que hacer frente cuando volváis aquí y estéis preparados. El ejercicio terminará cuando hayáis salido del bosque maldito, estaré esperándoles en la salida.
Los tres mercenarios asintieron y se dispusieron para lo que seria el final del entrenamiento del día, pero el destino tenía algo más preparado para ellos…
Nada mas salir al exterior, un esqueleto armado con un enorme mandoble los esperaba oculto, emboscándoles tras el marco de la puerta. Sziak cayó muerto por un terrible golpe que el esqueleto le propinó.
-K: *Kuzadrepa recogió el cuerpo y lo portó hacia fuera* Yo me encargo de el, seguir con el ejercicio…
Los dos elfos siguieron abriéndose paso a golpe de estoque y flecha hacia la salida, mientras, Kuzadrepa salía aún oculto portando el cuerpo de Sziak para atenderlo, ajeno a los acontecimientos que se estaban desencadenando en aquel bosque maldito.
Nada mas salir del bosque, Kuzadrepa depositó en el suelo con cuidado el cuerpo de Sziak, se acerco a el y musito una de las más poderosas plegarias que su Dios le otorgaba, resucitando así al explorador. Dolorido y desorientado, Sziak se quedó recostada la espalda contra un árbol, esperando a que sus compañeros salieran de aquél lugar que tan duramente le había tratado.
Pasó el tiempo y los dos mercenarios no salían, clérigo y explorador empezaban a impacientarse.
-K: Ve a recuperarte a la posada de la bifurcación, ¿podrás llegar? Iré a ver que les ocurre a estos dos, quizás entraran otra vez en el Templo.
-S: Si, descuida, llegare sin problemas, ten cuidado jefe.
Ambos asintieron y partieron en direcciones opuestas, Sziak a la posada, a recuperarse por el trauma de la muerte y resurrección y, Kuzadrepa, en busca de sus dos hombres.
Nada mas adentrarse en el bosque notó algo raro, el aire estaba mas cargado de putrefacción que normalmente y podía sentir como cientos de ojos ocultos lo observaban. Haciendo caso omiso, corrió hacia el Templo, donde había visto por última vez a los dos elfos. Nada…ni rastro de ellos, busco y rebusco por las habitaciones del Templo, pero ni rastro de ellos. Pensando ya en lo peor, salió al bosque a buscar sus cuerpos muertos por entre la maleza, esperando ver una escena dantesca de esqueletos dándose un festín con los cuerpos sin vida de sus compañeros. Pero no fue así, cuando se aproximaba a la salida, vio a lo lejos como la pareja de mercenarios salían como alma que se lleva el diablo del bosque, perseguidos por una enorme hueste de muertos vivientes.
Invocando el poder de Tempus, el clérigo relegó a la muerte permanente a las hordas no-muertas, pero aquello no era todo lo que acontecería. De entre la bruma, una figura huesuda y pútrida apareció, un liche, lentamente se acercaba a Kuzadrepa…
-K: ¿Eres tu el causante de todo esto?
-Raziel: ¿Eres tu el líder de esos que han salido corriendo? Venís a los dominios de mi maestro a robar, saquear y molestar a sus esbirros, es hora de que os llevéis un escarmiento.*El liche se pone a conjurar algo* Yo te maldigo con la peor de las maldiciones, la maldición de la muerte viviente, todo lo que verás será muerte, putrefacción y corrupción, no habrá consuelo para ti.
Kuzadrepa se quedó aturdido, desconcertado sin saber que ocurría o pasaba ni que hacia ahí, se quedó parado largo rato. No tardaron en aparecer sus subordinados, que nada sabían lo acontecido con el liche.
El clérigo de Tempus, observo con horror como todo lo que su ojo sano veía no era más que muerte, incluso los pájaros y las plantas estaban muertas, vio como una horda de zombis vestidos con las ropas de sus hombres se aproximaban a el llamándolo por su nombre y, lo peor de todo, sus voces, eran las de ellos, ¿que demoníaco embrujo podría ser el causante de eso? Kuzadrepa no podía saberlo, aún estaba confundido por efecto de la maldición.
Tras largo rato de conversación de intentos de expulsar a sus compañeros como si de muertos vivientes se trataran, la cosa se torció violenta, los mercenarios, rodearon y saltaron sobre el clérigo de Tempus para inmovilizarlo, temerosos de tener que luchar contra el, viéndolo ido de si por un motivo que aún no entendían bien. Tras horas de conversación y razonamientos, Kuzadrepa fue disuadido de que lo habían hechizado o maldecido, algo empezaba a recordar su mente, si bien, nada claro aún. Guiado por sus camaradas llegaron al templo de Lathander, donde no encontraron respuesta ni ayuda clase. Los mercenarios, sin saber que hacer, consultaron que hacer con su líder, que compungido en una batalla interna e interminable por no sumir a la desesperación, meditaba y rezaba a su Dios con los ojos vendados, solo así encontraba sosiego y reposo, aunque lo que de verdad le preocupaba, era ver a su amada con su visión maldita, el solo pensamiento de ello le producía un dolor mas profundo que el de una herida de batalla…
-K: Nárgozh… llevarme ante el, sabrá que hacer…es, el sumo sacerdote de mi orden, está en Fuerte Nuevo. Tengo un portal hacia allí en la mochila, usarlo.
Usando el portal guiaron al clérigo rápidamente al Templo de Tempus, dejándolo enfrente del altar a petición suya.
Dos días pasó Kuzadrepa en comunión con su Dios en el Templo, hasta que, al caer el segundo día, Nárgozh, llegó al Templo. Había estado ausente durante unos días debido a un ataque de trasgos. Cuando vio al elegido del Martillo de Enemigos en meditación y la preocupación que el semblante de sus hombres reflejaban se aproximo a el.
-N: ¿Hijo mío, que te ocurre?
-K: Nárgozh, todo lo que veo es muerte…mis ojos y mi mente solo obtienen descanso en la oscuridad de la meditación…*Kuzadrepa explicó lo sucedido y la mirada del Sumo sacerdote de Tempus se torno de preocupación*
-N: Un mal terrible, cruento destino el que te ha tocado vivir, nadie puede ayudarte hijo mío…temo que no haya nadie capaz de curar el mal que te afecta…*Guarda silencio unos instantes pensativo*…Has de viajar al Bosque Frío, en las tierras del Norte, allí vive un Sabio muy anciano, si alguien puede ayudarte es el.
-K: *Lentamente, con la esperaza renovada, se levantó y se quitó la venda de los ojos, examinando a cada uno de sus compañeros de hermandad, haciendo frente a la maldición a fuerza de determinación y aplomo* Avisad al resto de hermanos, partiremos al alba desde Sundabar.
Una vez reunidos en las puertas de Sundabar, el mini ejercito formado por la hermandad de EL Puño y La Rosa, partió a la búsqueda del Sabio del Bosque Frío. El camino estuvo plagado de enemigos, muertos vivientes además de la “fauna” autóctona, atacaron sin descanso a la compañía, el Liche que había ejecutado la maldición, sabia lo que intentaban y a donde iban…
Tras vagar por las tierras bárbaras durante más de un día, casi al caer la noche, encontraron al Sabio cerca de unos monolitos antiguos, semienterrados en la nieve.
-S: ¿Quiénes sois que invadís mi tierra y matáis a mis hermanos?
-K: Soy Kuzadrepa Nottian, clérigo de Tempus, venimos en busca de el Sabio que habita estas tierras. Nuestra intención no es hostil.
-S: ¿A que sabio buscáis?
-K: Nárgozh, el sumo sacerdote de Tempus de la villa de Fuerte Nuevo me manda, no mencionó nombre alguno, tan solo que buscase al Sabio que aquí vive.
-S: ¿Quién es el herido?
-K: Yo, la maldición de la muerte viviente me afecta.
-S: ¡Por Tempus! Solo una persona podría causarle a alguien esa maldición, Raziel, un poderoso y malvado mago, pero…tendría que haber muerto ya…Dime, el debe ser muy viejo, ¿no?
-K: Lo que está es no muerto, se ha convertido en un Liche.
-S: Vaya, así que después de todo lo consiguió. Te ayudaré, pero con una condición.
-K: ¿Qué condición, noble anciano?
-S: Tendrás que destruir ese Liche.
-K: Juro por Tempus que así será, que el Martillo de Enemigos sea testigo. Sea.
-S: Bien…*El anciano empezó a entonar plegarias en torno a Kuzadrepa, palabras olvidadas ya para muchos de la época de antaño. Tras un largo rato conjurando el anciano terminó. En ese momento una luz de una luminosidad intensa, emanó del cuerpo de Kuzadrepa y de sus ojos* Ya estas curado…ahora iros, recuerda tu promesa *El anciano se alejó lentamente, perdiéndose de vista entre la tundra helada*
-K: ¿Puedo saber el nombre de aquel que me ha curado?*Mientras el anciano se alejaba*
-S: *El viento trajo la voz del anciano* Mi nombre es Sardak…
Kuzadrepa se volvió hacia sus hermanos allí presentes y los miró nuevamente uno a uno con su visión recuperada y sonriente.
-K: Gracias a todos por ayudarme, sin vosotros no lo habría conseguido, volvamos a casa, hay que planear la destrucción de un liche llamado Raziel…
Juntos y con el ánimo renovado, volvieron sin más problemas a Nevesmortas, un nuevo reto se presentaba en el futuro de El Puño y La Rosa, un trabajo, una batalla, una venganza…
//Continuara….^^
Goyth escribió:Raziel - Discípulo del mal -
Anexo al Capítulo I "Escape desesperado".
- Yo me encargo de él, seguid con el ejercicio… -
Las palabras de Kuzadrepa resonaron en el sombrío y, a simple vista, vacío bosque. Éowyl y Göyth asintieron en silencio, ambos seguros de sus habilidades. Éowyl dejó que las sombras le rodearan, escondiéndose en ellas, esperando el menor indicio de peligro para abalanzarse sobre el enemigo. Göyth se mantenía alerta, mirando alrededor del tenebroso bosque.
Se encaminaron en silencio, siguiendo el camino que horas atrás habían tomado para llegar a aquella antigua y parcialmente derruida fortificación en mitad del denso y oscuro bosque. Solo se podía percibir el ligero tintineo metálico de las pocas partes de metal que llevaban aquellos dos elfos, el bosque permanecía en un abrumado silencio. Hasta que cuando casi se podía percibir la salida de aquél bosque dejado de la mano de los dioses, una mano carente de músculos y carne viva se alzó poderosamente entre la maldita tierra, de inmediato surgió entre la tierra la oxidada armadura de un antiguo combatiente antaño caído en desgracia, su espada, mellada por el inexorable paso del tiempo se movía amenazante describiendo círculos en el aire. A ese ser le siguieron tres seres más, que aproximándose peligrosamente hacia los dos elfos, se encontraban a unos seis pasos de Éowyl y Göyth.
- Dita sea, ahí vienen, ¡prepárate! - Gritó Göyth mientras se abalanzaba contra el primer engendro que había traído la tierra.
Ambos combatían hábilmente, Éowyl se valía de su habilidad con el arco y los estoques por igual para derribar a los esqueletos que se alzaban ante ellos, mientras Göyth se deshacía con su estoque de los enemigos que también le salían al paso.
Pero de un momento a otro, todo se tornó en tragedia. No habían hecho más que deshacerse de los primeros enemigos cuándo de un instante, como si la tierra los escupiera, una ingente horda de no muertos se abalanzaron despiadadamente sobre los dos elfos, desprevenidos pues estaban de espaldas. Se giraron ambos sorprendidos por la repentina aparición, y se intentaron recomponer, en vano, pues entre los numerosos enemigos había algunos combatientes vampiros, Éowyl se fundió entre las sombras al ver que Göyth caía bajo el influjo de los vampiros. Göyth se movía aturdido en eses, mientras intentaba volver en sí, mientras como podía esquivaba los golpes enemigos, sin demasiado éxito. Éowyl trataba de desviar la atención de los vampiros descargando todas las flechas que sus manos conseguían tensar en ellos.
Göyth volvió en sí, y cargando contra los vampiros, los redujeron en poco tiempo. Tras terminar la cruenta batalla, miraron a su alrededor. Ambos estaban exhaustos, con la respiración entrecortada, repletos de heridas en todo su cuerpo, sus uniformes eran meras sombras de lo que habían sido, totalmente rasgados. Parecía que todo había acabado y justo cuando iban a marcharse de aquél bosque sombrío, una figura se presentó ante ellos.
Sus harapos, lo identificaban como un arcano, sus cuencas oculares, vacías y carentes de vida, parecían mirar a los dos elfos, con una sonrisa macabra desprovista de toda vida natural. Aquél ser rió estruendosamente , Göyth se colocó delante, escudo y estoque en mano, desafiante, Éowyl se colocó al lado, con ambos estoques empuñados con fuerza, a pesar de las numerosas heridas que tenían.
- Vaya, vaya… ¿Qué venís hacer a los dominios de mi señor? – Dijo aquél ser.
- Éowyl, yo lo contendré, corre y ve avisar a Kuzadrepa. – Susurró Göyth.
- Bien, no te dejes matar – Dijo Éowyl mientras se ponía en marcha
- Siempre había deseado morir frente a un combatiente digno… ¡¿Lo serás tú?! – Gritó Göyth mientras se abalanzaba contra el no muerto.
Aquél hombre no se molestó siquiera en parar los golpes de Göyth, los cuáles rebotaban en el cuerpo como si con el más duro metal se topasen, Göyth entornó los ojos mientras contemplaba preocupado como su enemigo se mostraba invencible, riéndose sin parar. Gesticuló algo con las manos, en dirección hacia dónde Éowyl había escapado, Göyth volvió a cargar, sin importarle el hecho de que no le haría daño alguno, el liche se volvió hacia él, y con un nuevo gesto, lanzó al elfo por los aires, dejándolo postrado en el suelo, sin poder moverse.
- ¡Maldita sea! ¡Engendro! ¡¿Qué quieres?! – Gritó Göyth, impotente.
- ¿Quién os envía? – Preguntó el Liche.
- Eso deberás preguntárselo a nuestro Jefe. – Dijo Göyth aún desafiante pese a la desventajosa situación.
- ¿No lo entiendes, no? – Decía el Liche mientras desenvainaba una mellada y antigua daga.
El Liche se acercaba lentamente, Göyth cerró los ojos con fuerza, sabiendo lo que se venía encima. El Liche entre risas, clavó la daga en la mano izquierda del elfo, un quejido prosiguió al golpe, Göyth entornó los ojos, apretando los dientes con fuerza, intentando no quejarse.
- Maldito seas… engendro del demonio…- Dijo Göyth entre quejidos de dolor.
- ¿Quién os envía? – Repitió el Liche.
- Eso… deberás preguntárselo… a nuestro Jefe. – Repitió Göyth, empecinado en su opinión.
El Liche chasqueó los dedos, y Éowyl hizo acto de aparición, petrificado completamente.
- No quisiera que la bonita estatua se quedara hecha añicos… - Dijo el Liche con tono burlón
Göyth, entre movimientos de fuerza para levantarse, observó preocupado la estatua de su compañero.
- Hmpf… Kuzadrepa, veníamos por un simple entrenamiento, nada más. – Terminó diciendo Göyth.
- Bien… ahora, os dejaré con mis hijas… os divertirán… seguro. – Dijo el Liche mientras desaparecía.
Ambos conjuros se disiparon, Éowyl y Göyth tomaron sus armas, aún aturdidos. Göyth ató su escudo al brazo, ya que su mano estaba completamente destrozada. En un instante, aparecieron varias magas vampiras, las cuáles se abalanzaron sobre ambos.
- ¡Aléjate y dispara! – Gritó Göyth mientras combatía contra las magas.
El combate fue cruento, las heridas en los cuerpos de los elfos se podían contar por miles, finalmente, consiguieron abatir a todas las arcanas, dejándoles totalmente exhaustos.
Ambos respiraban fuertemente, se mantenían encorvados, doloridos por las muchas heridas que mantenían en su cuerpo. El Liche apareció nuevamente, riéndose.
- Vaya, habéis matado a mis hijas… me divertían mucho… ¡Ahora lo pagaréis! –
En un instante, de la tierra surgieron centenares de esqueletos andantes, armados con rudimentarias armas, y se abalanzaron sobre los dos demacrados elfos, ambos combatieron con las únicas fuerzas que les quedaban, Éowyl se dejó caer en el suelo, exhausto por tanto combate, Göyth, consciente de que no podrían vencer este combate, se movió ágilmente entre los cientos de enemigos hasta llegar a Éowyl, rodó por el suelo, cogiendo el cuerpo de Éowyl, y cargándolo al hombro, salió corriendo con los centenares de enemigos encima de ellos, la carrera fue dura, las fuerzas eran muy limitadas, la fuerza dejaba paso a la extenuación, pero ambos sabían que si caían, nada les salvaría de la segura muerte.
Tras una larga carrera, consiguieron salir del sombrío bosque, se cruzaron de bruces con un bárbaro del norte que logró mantener a raya a los pocos esqueletos que aún les seguían tras la carrera, lo que aprovechó Göyth para dejar a Éowyl en el suelo, y dejándose caer también.
- Gracias… - Dijo Éowyl.
- No es momento para charlas… - Dijo Göyth, extenuado por la última carrera.
Joran hizo acto de presencia junto con Sziak. Vieron a ambos elfos completamente demacrados. Göyth y Éowyl alzaron la vista y preguntaron al unísono.
- ¿Dónde está Kuzadrepa? –
- Tardabais mucho, ha ido a buscaros. – Dijo Sziak.
- Maldita sea… - Dijeron Éowyl y Göyth.
- ¿Qué ha pasado? – Preguntó Joran.
- Es una larga historia… tenemos que volver al bosque… Kuzadrepa está en peligro. –
// Espero que os guste ^^
Goyth escribió:Raziel - Discípulo del mal -
Capitulo II - El cumplimiento de una promesa (Parte 1)
La estancia, la cuál permanecía iluminada solo por unas cuantas antorchas, se mantenía en silencio, en ella, seis personas permanecían en silencio, sentados todos en la mesa que dominaba la estancia, salvo uno, que permanecía sentado sobre el yunque que había en la sala. La puerta se abrió lentamente, entrando en la sala un ser alado, con claro aspecto dracónico, el cuál echó una mirada a todos los presentes, saludando después. Un hilo de voz rompió el silencio imperante en aquél lugar:
- Siéntate, Maximo, ya podemos comenzar. – Decía Kuzadrepa, el cuál lideraba la mesa, sentado en su trono lujosamente ornamentado.
Todos los miembros miraron hacia él, en ese pequeño grupo se podía ver nuevas y viejas caras en la hermandad, la cuál parecía crecer a pasos de gigante. Entre ellos se podían ver Arqueros Arcanos, como Joran y Elur’ill, la élite de los ejércitos élficos, maestros de las sombras, como el habilidoso Éowyl, grandes y fuertes guerreros, como Sylvia, Máximo y Göyth, todos ellos liderados por el sacerdote de la guerra, Kuzadrepa.
- Bueno, es hora de que cumplamos la promesa que le hice a aquél viejo Chamán del Norte, nuestro objetivo es destruir a Raziel, para ello tendremos que destruir su filacteria primero, o será invulnerable a nuestros ataques. ¿Alguna pregunta? –
Todos los presentes asintieron en silencio, mientras cada uno preparaba lo que les sería necesario para la batalla que les aguardaba.
No obstante, antes de que siquiera pudieran levantarse de sus asientos, una risa fantasmagórica inundó el lugar, y siguiendo a ella, una decena de muertos vivientes aparecieron de la nada, abalanzándose sobre el sorprendido grupo, el cuál, como buenamente podía, contraatacaron con lo que tenían. En un instante, aquél tranquilo sótano se convirtió en una vorágine de combates, gritos y sangre.
Tras los breves pero intensos segundos de combate, una voz volvió a resonar en la estancia, una voz fantasmagórica, la cuál no venía de un mismo sitio, si no que parecía provenir de todos los lugares posibles de aquél sótano.
- ¿No vas a venir a verme, Kuzadrepa? – Preguntó la voz, con cierto tono burlón.
- ¿Estamos invitados? – Respondió Kuzadrepa, con el mismo tono.
- Oh, claro… estáis invitados… ¡a morir! – Gritó la voz, mientras se desvanecía entre risas.
- Eso ya lo veremos… chicos, preparaos bien, salimos al alba. –
La noche era tranquila, que contrastaba con lo que momentos antes habían presenciado el pequeño grupo, la Luna, aprovechaba los últimos momentos de supremacía de la noche, mientras el alba comenzaba a despuntar en el horizonte. El grupo se separó, algunos compraban avituallamiento para el largo viaje que les esperaba, algunos imploraban a Tempus que les concediera la victoria, y otros simplemente, aguardaban en silencio a las puertas de Nevesmortas.
Cuando el sol no había hecho más que empezar a erigirse sobre el firmamento, el grupo se reunió nuevamente a las puertas de Nevesmortas, como habían acordado previamente. Todos ataviados con sus uniformes, aún ajustándoselos algunos correctamente. Tras unas breves palabras aclaratorias con algunos transeúntes, y restando importancia al asunto, se disponían a poner rumbo hacia el bosque dónde meses antes habían presenciado algunos una cruenta batalla, cuando de entre las sombras apareció un mediano, el cual con tono burlón preguntó:
- ¿Qué hay Tempusito? –
- ¿Hm? ¿Quién eres? – Preguntó Kuzadrepa
- La verdad que eso no importa, solo quiero hacerte saber que sé dónde vas, y sé lo que quieres hacer, y yo te puedo ayudar… - Dijo el mediano, manteniendo su tono burlón, mientras desviaba su mirada hacia Sylvia.
Solo los Dioses saben qué pensamientos pasaron por la mente del mediano en esos instantes, el cuál tras unos segundos volvió su vista hacia Kuzadrepa.
- Por una buena cantidad de dinero podría ayudarles, así salimos todos ganando, ¿no? – Dijo el mediano.
- Ya veremos… ya. – Dijo Kuzadrepa, mientras comenzaba a andar -¡En marcha! -
El grupo se puso en camino rápidamente, pero ni mucho menos podían esperar un tranquilo camino hasta el bosque dónde todo pasó por primera vez. Cuando ya habían puesto suficiente tierra de por medio a Nevesmortas, de la espesura del bosque surgieron unos seres, ataviados con pesadas armaduras del negro más oscuro, los cuáles portaban armas que incluso alguien no versado en armas mágicas, sabía que rezumaban malignidad a lo largo de su hoja. Aquellos seres se abalanzaron sobre el grupo, el cuál se había dividido en dos, lo que dificultó la defensa en primera instancia, lo que unido a la gran pericia de aquellos seres, convirtió el combate rápidamente en una orquesta de sangre, gritos, fintas y muerte.
El camino se presentó arduo, los combates eran constantes, el grupo era atacado a cada momento por hordas y hordas de muertos vivientes y seres oscuros de toda clase. El grupo puso camino hacia el este, con paso presto y conjunto, alerta en todo momento, el mediano les seguía de cerca, molestando al grupo a cada momento con sus burlas.
Entre burlas y combates el grupo llegó a la entrada del Bosque de Vodron, dónde días antes había sucedido una maldición, dónde días antes, casi pierden la vida dos miembros que en aquél momento se presentaban frente al lúgubre bosque.
- Vamos a ello, desde ahora iremos todos juntos, es hora de ajustar cuentas. – Dijo Kuzadrepa mientras se adentraba entre la densa niebla.
El grupo asintió, sabiendo que un solo fallo allí dentro podría significar el fin de sus vidas.
Continuará.
Goyth escribió:// Me he tomado algunas licencias, ya que no recordaba muy bien los dialogos, pero creo que el resultado final es bastante real y cercano a lo que realmente sucedió, si hay algo que no está correcto, decídmelo y lo edito sin problemas.
Raziel - Discípulo del mal -
Capítulo II - El cumplimiento de una promesa. (Parte 2)
Era otoño, la época de la caída de las hojas, el sombrío bosque crecía vasto ante ellos, los cientos de árboles parecían fantasmas, pues la niebla no dejaba ver más allá de sus propias narices al pequeño pero poderoso grupo que pretendía adentrarse en él. El aire estaba completamente viciado, y un ligero olor a putrefacción llegaba a hacerse latente en aquél bosque, y pese a ello, todo estaba en un completo y aterrador silencio, solo roto por las pisadas metálicas de algunos de los integrantes del grupo, que, avanzando lenta pero inexorablemente, se mantenían alertas, espalda contra espalda.
Así llegaron a las puertas de la derruida fortificación que se erigía en el centro del bosque. La construcción parecía centenaria, y ciertamente, dejada de la mano de los Dioses, ya que estaba repleta de cientos de enredaderas, unido al penoso estado de aquél lugar, indicaba que hacía años que nadie se preocupaba por el estado de la misma.
Decidieron entrar con paso firme y seguro, aunque en lo más profundo de sus almas estaba la pequeña llama del temor, acallada por su firme determinación de terminar lo que habían empezado, y de cumplir una promesa, pues, para muchos de ellos, el no cumplirla significaría peor que la propia muerte. Pronto notaron lo que se les venía encima, los pasajes de aquél lugar estaban débilmente iluminados por las pequeñas antorchas que habían en los laterales de los pasajes, el olor a muerte se hacía latente y los pequeños ruidos metálicos no ayudaban mucho a tranquilizarse. El grupo avanzó junto, hablando solo lo necesario, los pequeños mecanismos que habían repartidos por el suelo fueron rápidamente desactivados por Éowyl, y las puertas cerradas a cal y canto fueron del mismo menester para él.
Pronto el camino les llevó hasta una estancia mediana, con una cadena al final de ella, y un pequeño portal de color azulado en mitad custodiado por unas inmensas moles hechas de rocas. El grupo superior en habilidad y en número, no tardaron en eliminar esas moles.
- Éowyl, entra primero y bate la zona. – Dijo Kuzadrepa.
Éowyl asintió y entró, el grupo esperó unos segundos, y también entraron, y allí, en la estancia grande que se les presentaba, dio comienzo uno de los combates más cruentos que muchos de ellos habían presenciado, hordas de caballeros oscuros se abalanzaron sin piedad sobre ellos, y el combate dio a lugar a varias bajas. El caos era reinante, el grupo, antes bien organizado se dispersaba entre la estancia, combatiendo cada uno por su lugar. Joran aguantaba desde una posición alejada junto con Elur, cubriendo a sus aliados con sus flechas certeras que se clavaban en los cuerpos de los caballeros oscuros. Éowyl se servía de su habilidad con las sombras para sorprender a sus enemigos con certeros golpes en puntos vitales, en vano, pues esos enemigos, parecían sacados del mismo infierno. Kuzadrepa, Göyth, Máximo, Lara y Sylvia luchaban alejados unos del otro, encarándose casi por instinto a los enemigos que ellos creían convenientes, y quizá porque Tempus así lo quiso, eliminaron con muchas dificultades a los atacantes, quedando la sala inhabitada.
-Juntos, avancemos juntos – Dijo Kuzadrepa, mientras el grupo volvía a unirse.
Pero poco duró la compenetración, pues al fondo de la sala, el liche que tantos quebraderos de cabeza les había dado.
- No sigáis más de aquí… solo encontraréis la muerte… - Dijo Raziel, mientras sus cuencas oculares vacías parecían observar a Kuzadrepa.
- ¿Eso quiere decir que nos estamos acercando a dónde él no quiere? – Susurró Göyth mientras miraba hacia Joran, el cuál asintió con un leve cabeceo.
- Lamentablemente, no nos vamos a mover de aquí – Dijo Kuzadrepa mientras alzaba el martillo de guerra que llevaba firmemente agarrado en su mano diestra. - ¡Tenemos una promesa que cumplir! –
Raziel rió, mientras Sylvia y Kuzadrepa comenzaron a golpearle, en vano, en un instante, la sala se llenó de más criaturas al servicio del liche, el cuál, desapareció en una bola de humo, el gran número de enemigos sorprendió al maltrecho grupo, el cuál casi en un instante comenzó a dispersarse nuevamente, muchos cayeron en primera instancia, ya que parecía que el liche había mandado a atacar a su propia guardia de élite. Joran, comenzó a correr en círculos, mientras Göyth y Elur se cubrían el uno al otro tratando de eliminar las huestes que se les venía encima, retrocediendo muchísimo sobre la inmensa sala. Máximo, Sylvia, Kuzadrepa y Lara se batían hábilmente en las escaleras dónde minutos antes había estado el liche, pero pronto los enemigos los superaron, y tras unos minutos de intenso combate, fueron cayendo vencidos por el cansancio y la superioridad numérica enemiga. Joran, valiéndose de su astucia, evitó los enemigos en la medida de lo posible, y vio como los enemigos que habían hecho caer a Kuzadrepa y compañía ahora iban hacia Göyth y Elur’ill, los cuáles permanecían en el fondo de la sala luchando exhaustos, entonces, en un hábil movimiento, saltó hacia el cuerpo de Kuzadrepa, sacando un pergamino de su cinturón, el cuál leyó rápidamente, liberando su poder mágico, una intensa luz iluminó la sala, y en un momento, Kuzadrepa se alzó, conjurando sobre él.
A partir de entonces, las tornas del combate cambiaron, y poco a poco, Kuzadrepa fue sanando a sus compañeros caídos, y en un instante, el grupo con renovada fuerza cargó contra sus enemigos, eliminándolos todos en poco tiempo.
Tras el intenso combate, el grupo permanecía en la sala, recuperando el aliento, y sanándose las heridas que quedaban abiertas. Tras ello, de entre las mismas sombras, una figura surgió, sus cuencas vacías parecían mirar al grupo, y en un instante, todos pensaron que Raziel volvía hacer acto de aparición.
- Calmaos, vengo a ayudaros. – Dijo la figura.
- ¿Hm? ¿Qué ayuda venís a darnos? – Preguntó Kuzadrepa.
- Si no os compenetráis como uno solo, no saldréis vivos de aquí… debéis buscar dónde la cara está mirando… - Dijo la figura, mientras desaparecía nuevamente.
Confundidos, el grupo comenzó a examinar la sala, en calma ahora, que contrastaba enormemente con los intensos combates que habían tenido lugar allí momentos antes. El silencio solo era roto por el tintineo metálico de las armaduras de los guerreros, y las débiles pisadas de los que no llevaban armadura metálica.
La sala, presidida por un inmenso altar el cuál se alcanzaba por unas escaleras, solo tenía dos salidas, una a la izquierda del promontorio, y la otra al final de la sala, por dónde había entrado el grupo por el portal desde el que llegaron por el Bosque Vodron. El grupo comenzó a dispersarse nuevamente, examinando la sala, y la puerta que llevaba a un pasillo largo y oscuro. Finalmente, tras varios minutos que parecieron eternos, decidieron adentrarse por el pasillo, Éowyl, iba desactivando las trampas que se encontraban por el camino, y el grupo, yendo detrás de él, permanecía atento a todo lo que sucedía a su alrededor. Todo parecía en calma, ningún sonido sospechoso emanaban aquellos pasadizos por los que pasaban, tenuemente iluminados por antorchas, el aire estaba cargado, y el hedor que acompañaba a aquél lugar no acompañaba demasiado a disfrutar del aire.
Pronto llegaron a unos puentes de madera, que pese al tiempo centenario que debía tener la construcción, parecían permanecer firmes sobre sus soportes, así pues, decididos, comenzaron a caminar por ellos, y en un instante, los enemigos se hicieron presente nuevamente, saliendo algunos de debajo del puente, otros saltando desde el techo, y otros simplemente, desde el abrigo de las sombras. El grupo, a sabiendas que en un espacio cerrado tenían ventaja, se valió de su habilidad en combate para poco a poco ir superando a los enemigos que les salían al paso, y pronto llegaron al final del puente, dónde una gran estatua parecía mirarles. Kuzadrepa miró dentro de uno de sus ojos, viendo un resplandor azulado.
- Aquí es. – Dijo mientras accionaba una palanca dentro de sus ojos –Vamos, terminemos con esto de una vez. –
El grupo se adentró en el portal que la estatua dejó ver tras accionar la palanca que ella guardaba, y pasaron a una pequeña estancia, dominada por una filacteria que brillaba enormemente, y junto a ella, aguardaba Raziel, preparado para el combate.
- ¡MORIRÉIS POR HABER LLEGADO HASTA AQUÍ! – Gritó Raziel, mientras comenzaba a conjurar.
- ¡Golpead la filacteria! – Gritó Joran.
El combate se presentaba complicado, Raziel, comenzaba a conjurar sobre los miembros del grupo, mientras ellos se centraban en la preciosa filacteria, tratando de romperla, y es que pese a la fragilidad que transmitía aquella pieza, su dureza era increíble.
En un instante, una brecha hizo mella en la maltrecha filacteria, y tras un último golpe, la obra se rompió en miles de pedazos. Raziel dio unos pasos hacia atrás, mientras seguía conjurando frenéticamente viendo que la batalla se decantaba del lado del grupo, y así fue, pues poco después de romper la filacteria, el grupo se lanzó en masa contra el arcano, que no pudo contenerlos a todos, y acabó cayendo al vacío, seguido de una gran explosión, que empezó a derruir el maltrecho lugar.
- ¡Vámonos! ¡Aquí no queda mucho! – Gritó Kuzadrepa.
Salieron corriendo del lugar, saltando el portal por el que habían entrado, y, aunque aún quedaban enemigos en el lugar, no los tuvieron en cuenta, pues el derrumbamiento de aquél lugar estaba próximo, así pues, el grupo salió por diferentes lugares, Joran, Máximo y Lara abrieron un portal hacia Nevesmortas por el que pudieron escapar sin problemas. Elur’ill, Kuzadrepa, Göyth, Sylvia y Éowyl lograron escapar por otro de los portales que escondía aquél lugar, el cuál les llevó directamente al fuerte antaño glorioso llamado Ghorin.
Una vez más, gracias quizá a la intervención de Tempus, la hermandad conseguía otra victoria. ¿Sería éste el final de Raziel? ¿O simplemente era un Hasta Luego? Solo el tiempo lo diría.
Raziel -Discípulo del mal-
Capitulo III -El retorno (Primera parte)
El fuego alimentaba el hogar en el frío salón de la Mansión Nottian. Un humano con parche en el ojo y un barbudo enano con una inconfundible petaca al cinto, dialogaban sobre temas triviales entre ellos, ambos, lucían su armadura de color negro brillante con el penacho rojo de dragón en el pecho que los caracterizaba como miembros de la Hermandad de El Puño y la Rosa, se trataba de Grado y Kuzadrepa.
Los dos mercenarios esperaban a un tercer miembro de la hermandad, Göyth, el avezado especialista en la lucha con estoques. Este, había partido hacia la ciudad de Argluna para comprar suministros mágicos. Hacia tiempo que la hermandad no salía de exploración y era hora de desoxidar la maquinaria.
Nada podían imaginar sobre los terribles sucesos que pronto les acontecerían…
La habitación se impregno de pronto de un cargado olor a azufre, el suelo comenzó a temblar, las luces oscilaban y amenazaban con apagarse, todo por un instante, se torno de naturaleza irreal, inverosímil. El olor a azufre y los temblores no tardaron en dar paso a una pesada lluvia de fuego y roca que parecía salir de la nada. Una risa malévola, hacía eco y cobraba fuerza por encima de aquel ruido atroz.
Ante aquel torbellino de sucesos inimaginables, apareció a pocos pasos de los dos mercenarios, que boquiabiertos observaban el espectáculo que ante ellos se sucedía, una figura huesuda y pútrida que desprendía un inconfundible olor a muerte. Grado desenvaino rápido su acero y se interpuso entre Kuzadrepa y aquel diabólico liche, mientras este reía sin cesar.
Raziel: JAJAJAJAJA. Creías haberme destruido, Kuzadrepa. Pero aquí estoy, he vuelto, mas fuerte, mas poderoso y acabare con todos vosotros. Pero antes, me divertiré jugando con vosotros y atormentándoos.
El veterano clérigo de Tempus no podía creer lo que veían sus ojos. Aquel malvado ser, que hacía años creía haber destruido con la ayuda de sus hombres, había regresado para seguir atormentándolos.
Kuzadrepa: Yo….yo…te maté….yo te vi morir, te destruimos, a ti y a tu filactélia….
Raziel: He regresado y mi venganza y el tormento recaerán sobre ti y los tuyos antes de vuestra muerte.
*El poderoso liche, en ese momento desencadenó su malvada magia y retorciendo el propio tejido de la urdimbre, detuvo el mismo tiempo, comenzando a avanzar amenazadoramente hacia donde se encontraban los dos mercenarios*
Raziel: Podría matarte ahora…*El liche posó su mirada en Grado* Pero te haré sufrir antes. ¿Qué es esto, un subordinado?*Comenzó a reír frenéticamente mientras su salmodia maldita comenzaba a hacer efecto mientras señalaba a Grado* Tu, desde ahora tus piernas quedaran inútiles, no te responderán por mas que lo intentes hasta que mi peor enemigo te devuelva la movilidad.*Una vez realizado el tremendo maleficio,el liche se desvaneció antes si quiera de que el tiempo volviera a correr. Grado yacía en el suelo postrado con sus piernas inertes*
Grado: Kuzadrepa, no siento las piernas! *El fiel enano pedía ayuda al veterano clérigo y exclamaba improverbios contra aquel ser que le había causado tremendo mal*
Kuzadrepa: Grado!! *Tan pronto el tiempo volvió a su normalidad, el clérigo corrió a socorrer a su camarada, ahora paralítico por el tremendo maleficio que su archienemigo había realizado* Esto no quedara así…tranquilo Grado, encontraré a Sardak, el te devolverá a tu estado normal.*Con esfuerzo, Kuzadrepa desplazó al pesado enano ataviado con armadura al sofá mas cercano*
*Casi no había terminado Kuzadrepa de acomodar al pobre Grado cuando Göyth hizo su aparición tras haber conseguido los suministros que fue a buscar. Fatídica ocasión para el hábil guerrero la de aparecer en ese justo momento, pues Raziel, aún observaba la escena y, para su mayor disfrute, reapareció causando al elfo un terrible maleficio que le afecto a la vista*
Raziel: Y tu…*Lo señalo* No volverás a ver el resplandor de Sol, no habrá nada salvo oscuridad en tu vida a partir de ahora.*Como la vez anterior el liche desapareció*
Göyth: ¡Maldición, mis ojos! ¡No veo, estoy ciego!*Los ojos del mercenario lucían ahora blancos, carentes de pupila e iris*
Kuzadrepa: *Con los ojos en llamas presa de la ira y el odio hacia el liche, miró a sus dos camaradas* Partiré de inmediato y traeré a Sardak, el anciano os ayudará y acabaremos con Raziel de una vez por todas.
*La risa de Raziel retumbaba ahora en la mente de Kuzadrepa* JAJAJA, encontraré a Sardak antes que tu y lo mataré, tus hombres jamás volverán a su estado anterior y estarán condenados a vagar por el mundo así.
Kuzadrepa: ¡Sal de mi mente, engendro hijo de mil demonios del abismo!*El veterano clérigo, libraba una lucha interior contra Raziel que lo atormentaba usurpando su mente. Apelo a su fe férrea en Tempus y concentro toda su fuerza de voluntad en concentrarse para poder echar a aquel ser de su cabeza. Tras unos minutos de intensa lucha, el clérigo se levanto ya sereno y partió al Bosque Frío, en busca de la única persona que podía ayudarles*
Continuara...
Capitulo III -El retorno (Primera parte)
El fuego alimentaba el hogar en el frío salón de la Mansión Nottian. Un humano con parche en el ojo y un barbudo enano con una inconfundible petaca al cinto, dialogaban sobre temas triviales entre ellos, ambos, lucían su armadura de color negro brillante con el penacho rojo de dragón en el pecho que los caracterizaba como miembros de la Hermandad de El Puño y la Rosa, se trataba de Grado y Kuzadrepa.
Los dos mercenarios esperaban a un tercer miembro de la hermandad, Göyth, el avezado especialista en la lucha con estoques. Este, había partido hacia la ciudad de Argluna para comprar suministros mágicos. Hacia tiempo que la hermandad no salía de exploración y era hora de desoxidar la maquinaria.
Nada podían imaginar sobre los terribles sucesos que pronto les acontecerían…
La habitación se impregno de pronto de un cargado olor a azufre, el suelo comenzó a temblar, las luces oscilaban y amenazaban con apagarse, todo por un instante, se torno de naturaleza irreal, inverosímil. El olor a azufre y los temblores no tardaron en dar paso a una pesada lluvia de fuego y roca que parecía salir de la nada. Una risa malévola, hacía eco y cobraba fuerza por encima de aquel ruido atroz.
Ante aquel torbellino de sucesos inimaginables, apareció a pocos pasos de los dos mercenarios, que boquiabiertos observaban el espectáculo que ante ellos se sucedía, una figura huesuda y pútrida que desprendía un inconfundible olor a muerte. Grado desenvaino rápido su acero y se interpuso entre Kuzadrepa y aquel diabólico liche, mientras este reía sin cesar.
Raziel: JAJAJAJAJA. Creías haberme destruido, Kuzadrepa. Pero aquí estoy, he vuelto, mas fuerte, mas poderoso y acabare con todos vosotros. Pero antes, me divertiré jugando con vosotros y atormentándoos.
El veterano clérigo de Tempus no podía creer lo que veían sus ojos. Aquel malvado ser, que hacía años creía haber destruido con la ayuda de sus hombres, había regresado para seguir atormentándolos.
Kuzadrepa: Yo….yo…te maté….yo te vi morir, te destruimos, a ti y a tu filactélia….
Raziel: He regresado y mi venganza y el tormento recaerán sobre ti y los tuyos antes de vuestra muerte.
*El poderoso liche, en ese momento desencadenó su malvada magia y retorciendo el propio tejido de la urdimbre, detuvo el mismo tiempo, comenzando a avanzar amenazadoramente hacia donde se encontraban los dos mercenarios*
Raziel: Podría matarte ahora…*El liche posó su mirada en Grado* Pero te haré sufrir antes. ¿Qué es esto, un subordinado?*Comenzó a reír frenéticamente mientras su salmodia maldita comenzaba a hacer efecto mientras señalaba a Grado* Tu, desde ahora tus piernas quedaran inútiles, no te responderán por mas que lo intentes hasta que mi peor enemigo te devuelva la movilidad.*Una vez realizado el tremendo maleficio,el liche se desvaneció antes si quiera de que el tiempo volviera a correr. Grado yacía en el suelo postrado con sus piernas inertes*
Grado: Kuzadrepa, no siento las piernas! *El fiel enano pedía ayuda al veterano clérigo y exclamaba improverbios contra aquel ser que le había causado tremendo mal*
Kuzadrepa: Grado!! *Tan pronto el tiempo volvió a su normalidad, el clérigo corrió a socorrer a su camarada, ahora paralítico por el tremendo maleficio que su archienemigo había realizado* Esto no quedara así…tranquilo Grado, encontraré a Sardak, el te devolverá a tu estado normal.*Con esfuerzo, Kuzadrepa desplazó al pesado enano ataviado con armadura al sofá mas cercano*
*Casi no había terminado Kuzadrepa de acomodar al pobre Grado cuando Göyth hizo su aparición tras haber conseguido los suministros que fue a buscar. Fatídica ocasión para el hábil guerrero la de aparecer en ese justo momento, pues Raziel, aún observaba la escena y, para su mayor disfrute, reapareció causando al elfo un terrible maleficio que le afecto a la vista*
Raziel: Y tu…*Lo señalo* No volverás a ver el resplandor de Sol, no habrá nada salvo oscuridad en tu vida a partir de ahora.*Como la vez anterior el liche desapareció*
Göyth: ¡Maldición, mis ojos! ¡No veo, estoy ciego!*Los ojos del mercenario lucían ahora blancos, carentes de pupila e iris*
Kuzadrepa: *Con los ojos en llamas presa de la ira y el odio hacia el liche, miró a sus dos camaradas* Partiré de inmediato y traeré a Sardak, el anciano os ayudará y acabaremos con Raziel de una vez por todas.
*La risa de Raziel retumbaba ahora en la mente de Kuzadrepa* JAJAJA, encontraré a Sardak antes que tu y lo mataré, tus hombres jamás volverán a su estado anterior y estarán condenados a vagar por el mundo así.
Kuzadrepa: ¡Sal de mi mente, engendro hijo de mil demonios del abismo!*El veterano clérigo, libraba una lucha interior contra Raziel que lo atormentaba usurpando su mente. Apelo a su fe férrea en Tempus y concentro toda su fuerza de voluntad en concentrarse para poder echar a aquel ser de su cabeza. Tras unos minutos de intensa lucha, el clérigo se levanto ya sereno y partió al Bosque Frío, en busca de la única persona que podía ayudarles*
Continuara...
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Historias y Relatos de El Puño y La Rosa.
Una portunidad sin desperdicio.
Dicen que las oportunidades por muy pequeñas que sean, hay que aprovecharlas al máximo. Alguien quiso que ésta, se cruzara en mi camino.
Todo empezó cuando llegó a mis oídos la desaparición de la ex – capitana Iruss Oira, una desesperación para unos y una oportunidad para mí. Oportunidad que no dejaría que se escapase de mis manos. ¿Qué puede ser peor que tus enemigos te liberen? Qué tus enemigos te liberen, mostrando al resto la inutilidad de su Orden.
Después de una rápida reunión, decidimos ir a rescatarla, algo que habríamos hecho aunque no lo hubiéramos acordado.
Fuimos al lugar dónde supuestamente la habían visto por última vez junto con sus secuestradores. El paso del orco muerto, un lugar poco seguro o el mejor lugar para juntar dos destinos sin ser vistos por los Caballeros Argénteos. Daedelath, Lainus y Fern se encargarían de buscar cualquier rastro que nos pudiese servir como guía, mientras, Lesk y yo nos encargaríamos del grato recibimiento de los Orcos.
Después de buscar y no encontrar absolutamente nada, pensamos en algún lugar cercano dónde pudieran tenerla escondida. A las afueras de Adbar, pensé.
Nos dirigíamos hacía allí, cuando nos cruzamos con la entrada de aquella siniestra cripta. Años atrás, había explorado el lugar con varios más, dando por sentado que era un lugar demasiado oscuro y peligroso como para esconder a alguien allí sin tener demasiadas bajas. Me equivoqué. Gracias a Lesk y a su olfato, conseguimos descubrir su escondite.
Ya sabíamos el lugar y lo que teníamos que hacer, solo faltaba planear la manera y prepararnos. Dí la voz de vernos en ese mismo lugar varias lunas después.
Con los brazos cruzados, la pierna flexionada y el pie derecho apoyado en el marco de la entrada, esperaba al resto para toparnos con lo inesperado. Primero llegaron Daedelath y la recién admitida Liucil, Fern como siempre, llegaría el último. Mucho más de lo esperado, me estaba temiendo el tener que hacerlo yo solo.
El plan era sencillo, entrar a por Iruss e irnos con la mayor brevedad posible. Aquel lugar era distinto de todos los que había visto, tan oscura y siniestra como la mismísima antípoda. Daedelath se adelantaría en todo momento y nos informaría de lo que viera.
Elfos, cuatro. Todos armados y no con pintas de querer entablar una conversación. Uno de ellos parece ser el líder del grupo. Claro y conciso, parece ser que por fin alguien entendía lo que quería.
Después de un leve asentimiento de cabeza, mis órdenes eran claras. Yo aguantaría el ataque de aquellos elfos, mientras Daedelath y Liucil se esconderían para atacarles por sorpresa. Fern, estaría preparado por si la cosa se pusiese fea.
Tres de ellos, cayeron no con mucha dificultad, aquel que desentonaba del grupo sería otra cosa…
Vosotros ¿Qué hacéis aquí? Aquel elfo se dirigía a nosotros con total confianza y tranquilidad.
¿Qué importa a lo que hayamos venido? ¿Qué es éste lugar y quién eres tú? Mi respuesta fue algo más que otro par de preguntas.
Aquí soy yo quien hace las preguntas gusano. Ahora salir de aquí si no queréis que os mate con mis cimitarras.
Esbozando media sonrisa contesté.
Yo mismo me aseguraré de que desaparezcas en el fondo del abismo...
Esperando su ataque con firmeza, conseguí mantenerle con facilidad, consiguiendo ocasionarle algún que otro golpe. Mi sorpresa fue cuando dejó de lado el combate y se fue hacía Liucil, no tardaría mucho en dejarla fuera de combate. Aproveché ese momento para acabar con él.
No quedó ninguno vivo. Ya no puedes interrogar a ninguno ¿Verdad Dae? Pensé antes de ordenar que registraran los cuerpos.
Una daga y un papel. Expresó Liucil, ella fue la encargada de examinar el cuerpo. Fern solo se quedaría con las monedas. En la empuñadura de la daga se podía observar el símbolo de los Rosas Negras y en el papel un horario, parecía ser el horario del cambio de guardia.
Tenemos media hora hasta el próximo cambio. Comentó Dae.
Tirad los cadáveres junto con el otro, no dejéis ningún rastro. Exclamé mientras empujaba uno de los cuerpos con el pie.
A partir de ahora lo haremos de otra manera, Daedelath y yo aguantaremos cualquier ataque. Fern y Liucil atacareis a distancia.
Boh. Típica contestación de Fern. No era momento para estupideces.
Continuemos, la siguiente sala está vacía. Daedelath afirmaba seguro.
Antes de que pudiese observar la sala, comenzaron a atacarme con el mayor de los sigilos.
¡¿Para ti esto es estar vacía?! Vociferé en el auge de la batalla.
Teñimos las paredes con la sangre de aquellos elfos. Suerte y esfuerzo, todo fue poco para continuar con vida.
Varias trampas adornaban el lugar, Dae activaría una de ellas. Un fallo estúpido para cualquiera, un error enorme para quien dice ser el mejor.
Dos caminos, uno llevaría a varias habitaciones. El otro, un camino cortado. Revisamos las habitaciones minuciosamente, saliendo de ellas varios enormes esqueletos de ogros. No tardaríamos mucho en acabar con ellos.
Abrimos la última puerta y nos encaminábamos por un largo y estrecho pasillo. Una puerta con robustos barrotes y un extraño mecanismo nos impedía continuar.
Yo me encargo. Se adelantaba Liucil antes de poder reaccionar.
Varios elfos se abalanzaron sobre nosotros. No consigo recordar nada más de ese momento. Daedelath, Fern y yo nos mirábamos estupefactos sin saber que había sucedido. Delante nuestra Liucil con una de sus irritantes sonrisas. Aquella escurridiza enana había activado la trampa, pero también había conseguido salvarnos el pellejo.
Si queríamos salir con vida, tendríamos que estar mucho más atentos. Ya habían dado la alarma por lo que la cosa empeoraría aún más. Daedelath volvería a adelantarse, nosotros esperaríamos en aquella inmensa sala.
Varios elfos descansan en la habitación de la izquierda. Quiero uno vivo. Ésta vez le dejaría hacer aquello que pedía.
Encárgate de el que quieras. A tu señal, entraremos para acabar con ellos.
Con un leve asentimiento de cabeza, se alejaría en silencio.
Está tardando demasiado… Por cierto, ¿Os habéis fijado si les hacen algo los rayos?
Preocúpate en fijarte si dejan de respirar, el cómo es lo de menos. Poco después oiríamos a Dae.
Corrimos hacía la habitación, pillando por sorpresa a aquellos elfos y acabando con su vida de una manera rápida y eficaz.
Habla, ¿Qué es éste lugar y dónde la tenéis escondida? Daedelath le ordenaba sujetándole fuertemente por la espalda y poniéndole una daga en el cuello.
Escondida. Aquel elfo aún tenía sentido del humor…
Será mejor que hables. O sabrás que hay cosas peores después de la muerte. Tratando en un absurdo intento de intimidarlo.
Qué más da, me mataréis de igual manera. Estaba en lo cierto, de igual manera queríamos facilitarnos un poco las cosas.
Richard, córtale un brazo.
Esa idea había conseguida hacerme sonreír, acto seguido coloqué mi katana por encima de su hombro.
No. ¿Por qué no mejor empezar por algo más pequeño? Un dedo, otro dedo, después la mano… Aquella idea era muy buena, pero no para ese momento. Cada minuto que pasaba, era un minuto más en riesgo. Además empezaba a cansarme de esa situación.
En un intento de huída el elfo forcejeaba con Daedelath, en un acto reflejo le corté una mano. Se apostilló ante mí, sujetándose el muñón con la otra mano, mientras agonizaba de dolor. Paseaba la punta de mi arma por su cuerpo hasta detenerme en su gaznate. Sonrió como pudo antes de abalanzarse sobre mi arma, muriendo en el acto.
Voy a tener que decirle a Lesk que os enseñe a amedrentar… Sin escuchar las palabras de Fern, continuamos.
La otra habitación estaba vacía, ya solo nos quedaba un camino. Tuvimos otro combate antes de llegar a una enorme puerta de madera, que no se abriría hasta conseguir la llave apropiada.
Escaleras arriba hay seis elfos más y el líder. Es una sala al descubierto, parece ser el ático. El rostro de Daedelath mostraba que era cierto.
Acabemos lo empezado… Intentad alejar al líder del grupo. Tomé aire y subí las escaleras decidido.
Ahí vienen… Era cierto, caminaban hacía nosotros pisando el suelo al unísono.
Gritos, armas chocando entre sí y sangre, mucha sangre. Cuando quise darme cuenta habíamos acabado con aquellos elfos, Fern y Daedelath estaban completamente ensangrentados, sus vidas pendían de un finísimo hilo. Exhausto y herido me apoyé como pude sobre mi escudo, mientras observaba como su líder se acercaba lentamente.
Vosotros habéis armado todo éste revuelo y venís a por ella ¿No es así?
Como pude dí varios pasos hacía él, manteniéndome a un distancia prudencial. Poco después Daedelath se pondría a mi lado. Dándole unos vendajes le susurré que se encargase de curarse y a su vez que se encargase de Fern. Yo, trataría de entretenerle el tiempo suficiente.
¿Dónde la tienes?
Escondida. ¿Creías que no sería así? Riéndose a carcajadas.
Poco más pude entretenerle, lo suficiente. Hice bien en ponerme aquel anillo…
¿Quién será el primero en morir? Su mirada iba directa hacía mí.
Acabaras como el resto… Se abalanzó sobre mí sin tener mucho éxito, le estaba esperando. Al ver que no tendría mucho que hacer, decidió atacar a otro. Daedelath sería la víctima. Momento justo para acabar con él. Una vez en el suelo, ensartaría mi katana en su pecho, haciendo resonar un fuerte grito. Una llave cayó al atravesarle.
¡Nadie se ríe de mí y vive para contarlo! Miraba detenidamente a cada uno que me acompañaba, dejando un claro mensaje.
Una llave y una puerta cerrada, poco más había que hacer… Allí estaba, en una de las celdas Iruss Oira. Sujetándola fuerte por la cintura y activando el shondakul, salimos de ese apestoso lugar, el resto, haría lo mismo después.
Esboce media sonrisa, ésta vez por satisfacción.
Ofrecedla comida y bebida, que se sienta como en casa.
//Posteo éstos relatos por hacer caso a varias personas. Sobretodo me gustaría que no se metarrolease, sí lo posteo es para que todos podais disfrutarlo.
Espero que os guste.
Dicen que las oportunidades por muy pequeñas que sean, hay que aprovecharlas al máximo. Alguien quiso que ésta, se cruzara en mi camino.
Todo empezó cuando llegó a mis oídos la desaparición de la ex – capitana Iruss Oira, una desesperación para unos y una oportunidad para mí. Oportunidad que no dejaría que se escapase de mis manos. ¿Qué puede ser peor que tus enemigos te liberen? Qué tus enemigos te liberen, mostrando al resto la inutilidad de su Orden.
Después de una rápida reunión, decidimos ir a rescatarla, algo que habríamos hecho aunque no lo hubiéramos acordado.
Fuimos al lugar dónde supuestamente la habían visto por última vez junto con sus secuestradores. El paso del orco muerto, un lugar poco seguro o el mejor lugar para juntar dos destinos sin ser vistos por los Caballeros Argénteos. Daedelath, Lainus y Fern se encargarían de buscar cualquier rastro que nos pudiese servir como guía, mientras, Lesk y yo nos encargaríamos del grato recibimiento de los Orcos.
Después de buscar y no encontrar absolutamente nada, pensamos en algún lugar cercano dónde pudieran tenerla escondida. A las afueras de Adbar, pensé.
Nos dirigíamos hacía allí, cuando nos cruzamos con la entrada de aquella siniestra cripta. Años atrás, había explorado el lugar con varios más, dando por sentado que era un lugar demasiado oscuro y peligroso como para esconder a alguien allí sin tener demasiadas bajas. Me equivoqué. Gracias a Lesk y a su olfato, conseguimos descubrir su escondite.
Ya sabíamos el lugar y lo que teníamos que hacer, solo faltaba planear la manera y prepararnos. Dí la voz de vernos en ese mismo lugar varias lunas después.
Con los brazos cruzados, la pierna flexionada y el pie derecho apoyado en el marco de la entrada, esperaba al resto para toparnos con lo inesperado. Primero llegaron Daedelath y la recién admitida Liucil, Fern como siempre, llegaría el último. Mucho más de lo esperado, me estaba temiendo el tener que hacerlo yo solo.
El plan era sencillo, entrar a por Iruss e irnos con la mayor brevedad posible. Aquel lugar era distinto de todos los que había visto, tan oscura y siniestra como la mismísima antípoda. Daedelath se adelantaría en todo momento y nos informaría de lo que viera.
Elfos, cuatro. Todos armados y no con pintas de querer entablar una conversación. Uno de ellos parece ser el líder del grupo. Claro y conciso, parece ser que por fin alguien entendía lo que quería.
Después de un leve asentimiento de cabeza, mis órdenes eran claras. Yo aguantaría el ataque de aquellos elfos, mientras Daedelath y Liucil se esconderían para atacarles por sorpresa. Fern, estaría preparado por si la cosa se pusiese fea.
Tres de ellos, cayeron no con mucha dificultad, aquel que desentonaba del grupo sería otra cosa…
Vosotros ¿Qué hacéis aquí? Aquel elfo se dirigía a nosotros con total confianza y tranquilidad.
¿Qué importa a lo que hayamos venido? ¿Qué es éste lugar y quién eres tú? Mi respuesta fue algo más que otro par de preguntas.
Aquí soy yo quien hace las preguntas gusano. Ahora salir de aquí si no queréis que os mate con mis cimitarras.
Esbozando media sonrisa contesté.
Yo mismo me aseguraré de que desaparezcas en el fondo del abismo...
Esperando su ataque con firmeza, conseguí mantenerle con facilidad, consiguiendo ocasionarle algún que otro golpe. Mi sorpresa fue cuando dejó de lado el combate y se fue hacía Liucil, no tardaría mucho en dejarla fuera de combate. Aproveché ese momento para acabar con él.
No quedó ninguno vivo. Ya no puedes interrogar a ninguno ¿Verdad Dae? Pensé antes de ordenar que registraran los cuerpos.
Una daga y un papel. Expresó Liucil, ella fue la encargada de examinar el cuerpo. Fern solo se quedaría con las monedas. En la empuñadura de la daga se podía observar el símbolo de los Rosas Negras y en el papel un horario, parecía ser el horario del cambio de guardia.
Tenemos media hora hasta el próximo cambio. Comentó Dae.
Tirad los cadáveres junto con el otro, no dejéis ningún rastro. Exclamé mientras empujaba uno de los cuerpos con el pie.
A partir de ahora lo haremos de otra manera, Daedelath y yo aguantaremos cualquier ataque. Fern y Liucil atacareis a distancia.
Boh. Típica contestación de Fern. No era momento para estupideces.
Continuemos, la siguiente sala está vacía. Daedelath afirmaba seguro.
Antes de que pudiese observar la sala, comenzaron a atacarme con el mayor de los sigilos.
¡¿Para ti esto es estar vacía?! Vociferé en el auge de la batalla.
Teñimos las paredes con la sangre de aquellos elfos. Suerte y esfuerzo, todo fue poco para continuar con vida.
Varias trampas adornaban el lugar, Dae activaría una de ellas. Un fallo estúpido para cualquiera, un error enorme para quien dice ser el mejor.
Dos caminos, uno llevaría a varias habitaciones. El otro, un camino cortado. Revisamos las habitaciones minuciosamente, saliendo de ellas varios enormes esqueletos de ogros. No tardaríamos mucho en acabar con ellos.
Abrimos la última puerta y nos encaminábamos por un largo y estrecho pasillo. Una puerta con robustos barrotes y un extraño mecanismo nos impedía continuar.
Yo me encargo. Se adelantaba Liucil antes de poder reaccionar.
Varios elfos se abalanzaron sobre nosotros. No consigo recordar nada más de ese momento. Daedelath, Fern y yo nos mirábamos estupefactos sin saber que había sucedido. Delante nuestra Liucil con una de sus irritantes sonrisas. Aquella escurridiza enana había activado la trampa, pero también había conseguido salvarnos el pellejo.
Si queríamos salir con vida, tendríamos que estar mucho más atentos. Ya habían dado la alarma por lo que la cosa empeoraría aún más. Daedelath volvería a adelantarse, nosotros esperaríamos en aquella inmensa sala.
Varios elfos descansan en la habitación de la izquierda. Quiero uno vivo. Ésta vez le dejaría hacer aquello que pedía.
Encárgate de el que quieras. A tu señal, entraremos para acabar con ellos.
Con un leve asentimiento de cabeza, se alejaría en silencio.
Está tardando demasiado… Por cierto, ¿Os habéis fijado si les hacen algo los rayos?
Preocúpate en fijarte si dejan de respirar, el cómo es lo de menos. Poco después oiríamos a Dae.
Corrimos hacía la habitación, pillando por sorpresa a aquellos elfos y acabando con su vida de una manera rápida y eficaz.
Habla, ¿Qué es éste lugar y dónde la tenéis escondida? Daedelath le ordenaba sujetándole fuertemente por la espalda y poniéndole una daga en el cuello.
Escondida. Aquel elfo aún tenía sentido del humor…
Será mejor que hables. O sabrás que hay cosas peores después de la muerte. Tratando en un absurdo intento de intimidarlo.
Qué más da, me mataréis de igual manera. Estaba en lo cierto, de igual manera queríamos facilitarnos un poco las cosas.
Richard, córtale un brazo.
Esa idea había conseguida hacerme sonreír, acto seguido coloqué mi katana por encima de su hombro.
No. ¿Por qué no mejor empezar por algo más pequeño? Un dedo, otro dedo, después la mano… Aquella idea era muy buena, pero no para ese momento. Cada minuto que pasaba, era un minuto más en riesgo. Además empezaba a cansarme de esa situación.
En un intento de huída el elfo forcejeaba con Daedelath, en un acto reflejo le corté una mano. Se apostilló ante mí, sujetándose el muñón con la otra mano, mientras agonizaba de dolor. Paseaba la punta de mi arma por su cuerpo hasta detenerme en su gaznate. Sonrió como pudo antes de abalanzarse sobre mi arma, muriendo en el acto.
Voy a tener que decirle a Lesk que os enseñe a amedrentar… Sin escuchar las palabras de Fern, continuamos.
La otra habitación estaba vacía, ya solo nos quedaba un camino. Tuvimos otro combate antes de llegar a una enorme puerta de madera, que no se abriría hasta conseguir la llave apropiada.
Escaleras arriba hay seis elfos más y el líder. Es una sala al descubierto, parece ser el ático. El rostro de Daedelath mostraba que era cierto.
Acabemos lo empezado… Intentad alejar al líder del grupo. Tomé aire y subí las escaleras decidido.
Ahí vienen… Era cierto, caminaban hacía nosotros pisando el suelo al unísono.
Gritos, armas chocando entre sí y sangre, mucha sangre. Cuando quise darme cuenta habíamos acabado con aquellos elfos, Fern y Daedelath estaban completamente ensangrentados, sus vidas pendían de un finísimo hilo. Exhausto y herido me apoyé como pude sobre mi escudo, mientras observaba como su líder se acercaba lentamente.
Vosotros habéis armado todo éste revuelo y venís a por ella ¿No es así?
Como pude dí varios pasos hacía él, manteniéndome a un distancia prudencial. Poco después Daedelath se pondría a mi lado. Dándole unos vendajes le susurré que se encargase de curarse y a su vez que se encargase de Fern. Yo, trataría de entretenerle el tiempo suficiente.
¿Dónde la tienes?
Escondida. ¿Creías que no sería así? Riéndose a carcajadas.
Poco más pude entretenerle, lo suficiente. Hice bien en ponerme aquel anillo…
¿Quién será el primero en morir? Su mirada iba directa hacía mí.
Acabaras como el resto… Se abalanzó sobre mí sin tener mucho éxito, le estaba esperando. Al ver que no tendría mucho que hacer, decidió atacar a otro. Daedelath sería la víctima. Momento justo para acabar con él. Una vez en el suelo, ensartaría mi katana en su pecho, haciendo resonar un fuerte grito. Una llave cayó al atravesarle.
¡Nadie se ríe de mí y vive para contarlo! Miraba detenidamente a cada uno que me acompañaba, dejando un claro mensaje.
Una llave y una puerta cerrada, poco más había que hacer… Allí estaba, en una de las celdas Iruss Oira. Sujetándola fuerte por la cintura y activando el shondakul, salimos de ese apestoso lugar, el resto, haría lo mismo después.
Esboce media sonrisa, ésta vez por satisfacción.
Ofrecedla comida y bebida, que se sienta como en casa.
//Posteo éstos relatos por hacer caso a varias personas. Sobretodo me gustaría que no se metarrolease, sí lo posteo es para que todos podais disfrutarlo.
Espero que os guste.
Última edición por Zborze el Lun Abr 08, 2013 11:19 am, editado 1 vez en total.
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Si no puedes remediarlo, por lo menos ¡FLIPALO!

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Re: Historias y Relatos de El Puño y La Rosa.
Una oportunidad aprovechada.
Tras varios meses con Iruss en nuestro poder y consiguiendo volver locos a la Orden de Caballeros, había llegado el momento de nuestra gloria.
Todo comenzó con una reunión de miembros, los asistentes, Liucil, Lainus, Fern y yo. Más que suficiente para acabar lo empezado. Muchas eran las ideas para darle fin a éste plan, muchos decidieron torturarla para sacar información e incluso matarla después. Se había tomado la decisión de que Lainus la torturaría, pero no fue el caso. (Tranquilo pronto te conseguiré alguien con quién practicar, tengo varios en mente…) Por un momento creí que me estaba volviendo loco... Había dado la orden de no tocarla ni un misero pelo. Quizá me arrepienta en un futuro...
Después de unas horas explicando lo que debíamos de hacer, decidí que había llegado el momento. El plan era sencillo, yo entraría primero a la sala de torturas dónde estaba encerrada, encapuchada y engrilletada, junto a varios cadáveres de esos malditos Rosas Negras y el resto sólo debía seguirme el juego.
Entré cómo si una batalla hubiera dado comienzo, chocando mis katanas entre sí e incrustándolas en aquellos cuerpos por si por un casual conseguía Iruss desprenderse de la capucha. Liucil haría lo propio con su arma y escudo. Lainus estaba preparado para usar un portal y Fern… sólo miraba.
Más tarde Liucil se encargaría de romper la cerradura de la jaula de Oira para dar veracidad al plan, mientras yo daba gritos de un masivo ataque de los elfos y dando la orden de sacarla a Iruss con rapidez de allí. Al ver que no era capaz de romper la cerradura, me acerqué y de un simple golpe conseguí destrozarla. Poco después saldríamos todos por el portal hasta llegar al norte de la villa.
Una vez fuera, fue el momento de quitarle la capucha y los grilletes a Oira y fijarnos en la cara que pondría al vernos.
- Te escoltaremos a la villa, ahora estas a salvo. Según acabé la frase, le ofrecí mi mano para comenzar el camino.
Estaba muy debilitada, lo que le dificultaba seguirnos, le pregunté si le importaba que la llevase en brazos a lo que ella accedió, dando lugar más regodeo por mi parte. El grupo abriría camino hasta las entrada norte.
- Supongo… Qué debo daros una disculpa… Sus brazos rodeaban mi cuerpo mientras susurraba aquellas palabras.
El guardia de la entrada se quedó estupefacto al ver a Iruss en mis brazos. Corrió para avisar a la estirada arpía Lanzagélida, mientras nosotros nos adentrabamos. Una vez dentro, veríamos a una parte de los miembros de dicha Orden.
No tengo palabras para describir sus semblantes, sólo puedo decir que una gran satisfacción recorría todo mi cuerpo.
La dejé en uno de los bancos de la fuente sentada, rodeada de un enorme gentío, entre ellos aquella arpía. Observaba en silencio con una chulería fuera de lo común, todo a mi alrededor. Bajando mi capucha con lentitud, no por respeto, sino para que todos vieran cómo mi rostro esbozaba media sonrisa. Mientras, escuchaba cómo la excapitana pronunciaba titubeando un perdón público.
Poco más puedo describir de aquel día, un interrogatorio y mucha ansiedad por parte de aquella Orden de Caballeros. Nosotros poco después, nos dirigiríamos a tomar un merecido descanso.
- Nos vamos chicos, poneos en marcha.
Tras varios meses con Iruss en nuestro poder y consiguiendo volver locos a la Orden de Caballeros, había llegado el momento de nuestra gloria.
Todo comenzó con una reunión de miembros, los asistentes, Liucil, Lainus, Fern y yo. Más que suficiente para acabar lo empezado. Muchas eran las ideas para darle fin a éste plan, muchos decidieron torturarla para sacar información e incluso matarla después. Se había tomado la decisión de que Lainus la torturaría, pero no fue el caso. (Tranquilo pronto te conseguiré alguien con quién practicar, tengo varios en mente…) Por un momento creí que me estaba volviendo loco... Había dado la orden de no tocarla ni un misero pelo. Quizá me arrepienta en un futuro...
Después de unas horas explicando lo que debíamos de hacer, decidí que había llegado el momento. El plan era sencillo, yo entraría primero a la sala de torturas dónde estaba encerrada, encapuchada y engrilletada, junto a varios cadáveres de esos malditos Rosas Negras y el resto sólo debía seguirme el juego.
Entré cómo si una batalla hubiera dado comienzo, chocando mis katanas entre sí e incrustándolas en aquellos cuerpos por si por un casual conseguía Iruss desprenderse de la capucha. Liucil haría lo propio con su arma y escudo. Lainus estaba preparado para usar un portal y Fern… sólo miraba.
Más tarde Liucil se encargaría de romper la cerradura de la jaula de Oira para dar veracidad al plan, mientras yo daba gritos de un masivo ataque de los elfos y dando la orden de sacarla a Iruss con rapidez de allí. Al ver que no era capaz de romper la cerradura, me acerqué y de un simple golpe conseguí destrozarla. Poco después saldríamos todos por el portal hasta llegar al norte de la villa.
Una vez fuera, fue el momento de quitarle la capucha y los grilletes a Oira y fijarnos en la cara que pondría al vernos.
- Te escoltaremos a la villa, ahora estas a salvo. Según acabé la frase, le ofrecí mi mano para comenzar el camino.
Estaba muy debilitada, lo que le dificultaba seguirnos, le pregunté si le importaba que la llevase en brazos a lo que ella accedió, dando lugar más regodeo por mi parte. El grupo abriría camino hasta las entrada norte.
- Supongo… Qué debo daros una disculpa… Sus brazos rodeaban mi cuerpo mientras susurraba aquellas palabras.
El guardia de la entrada se quedó estupefacto al ver a Iruss en mis brazos. Corrió para avisar a la estirada arpía Lanzagélida, mientras nosotros nos adentrabamos. Una vez dentro, veríamos a una parte de los miembros de dicha Orden.
No tengo palabras para describir sus semblantes, sólo puedo decir que una gran satisfacción recorría todo mi cuerpo.
La dejé en uno de los bancos de la fuente sentada, rodeada de un enorme gentío, entre ellos aquella arpía. Observaba en silencio con una chulería fuera de lo común, todo a mi alrededor. Bajando mi capucha con lentitud, no por respeto, sino para que todos vieran cómo mi rostro esbozaba media sonrisa. Mientras, escuchaba cómo la excapitana pronunciaba titubeando un perdón público.
Poco más puedo describir de aquel día, un interrogatorio y mucha ansiedad por parte de aquella Orden de Caballeros. Nosotros poco después, nos dirigiríamos a tomar un merecido descanso.
- Nos vamos chicos, poneos en marcha.
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Re: Historias y Relatos de El Puño y La Rosa.
// Mola.
Pero una cosa. Creo que ya había un post abierto sobre los relatos de El Puño y La Rosa. Lo hizo Kuzadrepa para postear lo que había de la quest de Raziel. Si lo compiláseis todo, sería más rápido en caso de querer acceder a vuestras historias.
Un saludo.
Pero una cosa. Creo que ya había un post abierto sobre los relatos de El Puño y La Rosa. Lo hizo Kuzadrepa para postear lo que había de la quest de Raziel. Si lo compiláseis todo, sería más rápido en caso de querer acceder a vuestras historias.
Un saludo.