Tras la pista de Senssana...

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Oguiday

Tras la pista de Senssana...

Mensaje por Oguiday »

…la gotas de lluvia repiqueteaban contra los cristales de la ventana, el viento hacia crujir la puerta bajo su empuje incesante y el frío se calaba hasta los huesos. Volme dormía acurrucado junto a Senssana, su mujer. Las cosas nunca fueron bien, pero ahora estaban pasando por un mal momento, el dinero escaseaba y se habían quedado solos ellos dos.
Hacia poco que Rowen, el más pequeño de sus hijos había dejado el hogar, en Vespero, para alistarse en el ejército, convencido por los Magos de guerra que habitualmente visitan el Pichel Solitario, donde a veces iba a pasar los ratos escuchando historias mientras se bebía una pinta junto a sus amigos.
La pareja, había tenido cuatro hijos, tres varones y una hembra, la cual murió al poco de nacer debido a una afección maligna en el estomago (por lo menos eso es lo que les habían dicho en el templo de Lathander).
Los tres hijos, Alzuin, Carlson y Rowen habían salido a su padre en el aspecto físico, delgados y ágiles cuales galgos, y compartían el mismo brillo astuto en los ojos. De su madre habían sacado principalmente la calidez y el saber estar en el trato con los demás, a parte del pelo rizado y tirando a cobrizo.
Los tres, uno detrás de otro habían ido dejando el hogar con el mismo fin, desarrollar sus aptitudes mágicas junto a los magos de guerra.
Volme, que también compartía ese don, siempre había renegado de el, o mas bien, lo había apartado a un lado desde que conoció a Senssana, sabia que la magia exigía plena dedicación y el tenia una mujer y una granja que mantener, por lo que no había lugar para ello.
Últimamente, el mal tiempo y los saqueos de los Kobolds a sus tierras, habían empeorado la economía familiar, y mas aún al marcharse Rowen. Volme se estaba haciendo mayor, ya rondaba el medio siglo de vida, aunque una vida dedicada al campo lo había mantenido en forma. Acuciado por las deudas, Volme colaboraba en sus pocos ratos libres con Baskar, en su imprenta. Hacia de todo, desde limpiar a la hora de cierre, como escribir algunos artículos y hacer las veces de chico de los recados. Lo que fuera por conseguir unas cuantas monedas que ayudaran en la casa.
Por su parte, Senssana, trabajaba en las labores de la casa y confecciona tapices que cada seis días lleva al mercado para intentar venderlos.

Aun así, las cosas podían ir peor… uno de los días en que Volme volvía de El Escondrijo de Baskar, después de todo una mañana dedicada a la granja y la tarde empleada en los quehaceres en la imprenta, cansado y rendido, se encontró con su casa a oscuras y de la chimenea a penas salía un hilillo de humo que se desvanecía con el viento como la tinta diluida en el agua. Volme, que acostumbraba a llegar a casa con el olor a la cocina de Senssana que salía por la ventana de la cocina, una Vela en la ventana que daba al camino y la chimenea escupiendo humo blanco por la madera que mojada se apilaba en el exterior de la casa, esta vez faltaba todo y el silencio sustituía a todo lo anterior. Un mal presentimiento lo hizo estremecer, ante lo que aminoro el paso para justo después aumentarlo movido por el nerviosismo que comenzaba a hacerse fuerte en su interior. No llego a la puerta de la vaya de piedra que rodeaba su terreno, la salto como pudo y echo a correr campo a través, sin pensar en el campo de patatas que atravesaba. Por el camino vio la cesta que Senssana solía usar para recoger las patatas y que estaba desparramada con un puñado de pequeños tubérculos recogidos para la cena, la noche no le dejo ver más.
Aunque una luna, casi llena, iluminaba los campos, no era capaz de ver nada a través de las ventanas de su casa. Un aullido reverberó en las cercanas montañas, como era normal en esta época del año, se hacia notar el cambio de estación, con el aumento de las lluvias y la disminución de las visitas de los lobos a los alrededores de Vespero.

¡Lobos!, ¡lobos!... grito Volme al llegar a la entrada de su casa y ver sus huellas embarradas en el soportal de su casa… entro en tromba, cambiando de mano el paquete con un poco de carne que había comprado a Ebbard, (de todos es conocida la carnicería de Ebbard Serenata en Vespero) y tomando por arma la fusta de la yegua perlada que hasta hace poco habían tenido, y que descansaba colgada a la entrada de la casa.

Nada mas entrar y haciendo un esfuerzo por adecuar la vista a la falta de luz, lanzo una visual a la estancia principal, donde la chimenea estaba medio apagada y las cosas no estaban demasiado revueltas, organizando las ideas se decanto rápidamente por dejar todo lo demás y seguir el rastro de las huellas que se dirigían a la cocina. Se paro en seco e intento escuchar algo que le diera pistas de lo que podía estar ocurriendo, pero el silencio reinaba en la casa. Con sumo cuidado, empujo la puerta de la cocina con la fusta mientras mantenía la distancia. Con los nervios a flor de piel y tensos cuales cuerdas de laud, con el silencio por compañero, solo roto por el chirriar de la puerta mientras se abría.
No había nada… o mejor dicho, no había nadie. En sus peores augurios, había imaginado a su mujer rodeada por los lobos, pero no estaba allí, lo que algo lo tranquilizo, pero si no estaba allí, ¿Dónde estaba? Volvió sobre sus pasos y se dirigió al Dormitorio, el cual se hallaba vacío y sin tocar. ¿Dónde estaba Senssana? Lo único que quedaba por ver era el cuarto de los chicos. Un pequeño barracón que Volme había construido pared con pared del dormitorio y cercano a la chimenea, para que el calor de la misma calentara un poco la estancia mientras estaba encendida. La tensión iba desapareciendo en Volme transformándose en desasosiego. Entro en el barracón, pero todo estaba igual de cómo lo había dejado Rowen. ¿Dónde estaba Sensata? Se repetía una y otra vez, ¿Dónde estaría?.
Algo mas tranquilo, encendió un candil y recorrió la casa. Ahora con luz se dio cuenta de que no solo había huellas de lobo, también había huellas de botas. La duda lo embargo, ¿Qué había ocurrido? Busco por toda la casa algo que le indicara algo, una nota, un escrito, un algo… pero nada, salio al camino y llego hasta la vaya y allí vio huellas de una carreta, que parecían dirigirse hacia el paso de los acantilados de piedra, o que venían de allí, con la lluvia no se distinguía bien. A veces, las caravanas se desviaban del camino principal a fin de tener un poco de tranquilidad y pasaban por delante de su puerta. Volme, sin pensárselo dos veces se dirigió al pueblo, donde recorrió los lugares que a esas horas estaban abiertos, La linterna baja y el templo a Lathander, en ninguno de los dos sabían nada de lo ocurrido, recorrió las calles del pueblo de punta a punta intentando averiguar algo, pero su esfuerzo callo en saco roto, y así fue durante toda la semana posterior, incluso Baskar le permitió poner un anuncio en “la Trompeta de Cormyr”, pero no obtuvo mas que indicios.
Baskar, haciendo uso de sus influencias, llego a tener conocimiento de todas las caravanas que habían salido y entrado a Vespero en la ultima semana, e incluso las que solo habían estado de paso, desde la vecina Arabel, pero nada parecía sospechoso. Fue la agudeza de Volme lo que salio a la luz esta vez. Una de las caravanas llevaba una reala de perros y tenían como destino algún lugar de la Marca Argentea, cosa que fue suficiente para Volme, que recordó las huellas que en un principio le habían parecido de lobo, que también podían ser de perro. Era lo único a lo que podía agarrarse, que por algún motivo, alguien se la llevara en contra de su voluntad.
Así, no tardo ni un día Volme en recoger todo lo necesario y despedirse de todo el que conocía para tomar el camino a La marca Argentea acompañando a otra caravana, que tenia como destino final la villa de Nevesmortas.

Y de este modo es como Volme Aarünset llego a la villa…



*Mas adelante contare sus primeros dias, su toma de contacto con las gentes y demas cosas, espero no haberos aburrido de masiado*
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