Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
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Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
"Aluriel Lathaniel, dos días después del ataque"
Sangre... sangre y orcos es lo único que recuerdo, centenares de orcos sedientos de muerte y destrucción.
Y Sundabar... ¿cuánta gente murió esa terrible noche? ¿Cuántos soldados honrados y heroicos que aguantaron valerosos hasta que llegamos?
Y no es que yo pudiese hacer mucho frente a tantas hordas, mis manos aún son débiles en el arte de la guerra, pero he luchado de nuevo junto a los arcanos, los caballeros y junto a la Flecha... esa noche, durante esas horas, no hubo diferencias entre nosotros, solo un mismo objetivo... salvar Sundabar.
Aún recuerdo el olor de los cuerpos desangrados en el suelo y la sangre de mis ropas permanece agarrada a la tela negandose a dejarla... una sangre que no deja de recordarme los gritos de angustia que recorrían cada recoveco de la ciudad...
Pero vencimos, a pesar de los cientos y cientos de orcos que nos acorralaron en el paso del puente, vencimos.
*en el norte de Nevesmortas, bajo la luz de la luna y su reflejo en el lago, reparte un sinfin de velas y enciende inciensos aromáticos*
Esta noche mi recuerdo es para ellos, para los que calleron defendiendo lo que era suyo. Esta noche mi voz se alza a la luna hermosa y sé, sin lugar a dudas, que mi señora llevará el mensaje a los Dioses. Pues hoy es un día triste pero ellos no deben ser olvidados.
*y en la oscuridad eleva un cántico hacia las alturas*
"Suenan cuernos en el aire
claman fuerza y corazón
alzad las armas y que comience el baile
gritad con furia y emoción.
A los guerreros y valientes
que sangraron desde su interior
a los que brillaron en la cacería latente
a ellos doy esta canción.
Dioses de los cielos
darles un lugar mejor.
Dioses de los cielos
acogerles con honor.
A todos los que la muerte encontraron
y aún sabiéndolo de frente la esperaron.
A todos los caballeros y guardianes
cuyos gritos de ánimo fueron esenciales.
A todos los que allí acudieron
y por salvar la esperanza su vida dieron.
A todos los que hoy faltan a nuestro lago,
ahora ellos son parte de nuestro legado.
Dioses de los cielos
darles un lugar mejor.
Dioses de los cielos
acogerles con honor."
No sé si fue una jugada de la emoción o mi imaginación que quiso adornar la noche, pero juro que en ese momento, la luna brilló con más intensidad. Como si, desde el cielo, mi querida Selune hubiese escuchado mi oración.
Sangre... sangre y orcos es lo único que recuerdo, centenares de orcos sedientos de muerte y destrucción.
Y Sundabar... ¿cuánta gente murió esa terrible noche? ¿Cuántos soldados honrados y heroicos que aguantaron valerosos hasta que llegamos?
Y no es que yo pudiese hacer mucho frente a tantas hordas, mis manos aún son débiles en el arte de la guerra, pero he luchado de nuevo junto a los arcanos, los caballeros y junto a la Flecha... esa noche, durante esas horas, no hubo diferencias entre nosotros, solo un mismo objetivo... salvar Sundabar.
Aún recuerdo el olor de los cuerpos desangrados en el suelo y la sangre de mis ropas permanece agarrada a la tela negandose a dejarla... una sangre que no deja de recordarme los gritos de angustia que recorrían cada recoveco de la ciudad...
Pero vencimos, a pesar de los cientos y cientos de orcos que nos acorralaron en el paso del puente, vencimos.
*en el norte de Nevesmortas, bajo la luz de la luna y su reflejo en el lago, reparte un sinfin de velas y enciende inciensos aromáticos*
Esta noche mi recuerdo es para ellos, para los que calleron defendiendo lo que era suyo. Esta noche mi voz se alza a la luna hermosa y sé, sin lugar a dudas, que mi señora llevará el mensaje a los Dioses. Pues hoy es un día triste pero ellos no deben ser olvidados.
*y en la oscuridad eleva un cántico hacia las alturas*
"Suenan cuernos en el aire
claman fuerza y corazón
alzad las armas y que comience el baile
gritad con furia y emoción.
A los guerreros y valientes
que sangraron desde su interior
a los que brillaron en la cacería latente
a ellos doy esta canción.
Dioses de los cielos
darles un lugar mejor.
Dioses de los cielos
acogerles con honor.
A todos los que la muerte encontraron
y aún sabiéndolo de frente la esperaron.
A todos los caballeros y guardianes
cuyos gritos de ánimo fueron esenciales.
A todos los que allí acudieron
y por salvar la esperanza su vida dieron.
A todos los que hoy faltan a nuestro lago,
ahora ellos son parte de nuestro legado.
Dioses de los cielos
darles un lugar mejor.
Dioses de los cielos
acogerles con honor."
No sé si fue una jugada de la emoción o mi imaginación que quiso adornar la noche, pero juro que en ese momento, la luna brilló con más intensidad. Como si, desde el cielo, mi querida Selune hubiese escuchado mi oración.
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
*Orden de Caballeros de Nevesmortas "La lanza Helada"*
Era de esperar que tarde o temprano desde Felbarr o Argluna alguien se pusiera en contacto con ellos. Después de la dura batalla acontecida en la ahora caida ciudad de Sundabar, los representantes de la Dama de la esperanza, partieron hacia Nevesmortas, para solicitar refuerzos por parte de la Orden de Caballeros. A la entrevista acudieron sus máximos dirigentes, ordenados por la Comandante Lady Oira y el Capitan Sir Hayden.
Fueron convocados en la Casa de la Dama Lanzagélida donde el recién ascendido a General, Sir Filastro, esperaba paciente su reencuentro. Tras una breve conversación con la Dama, esta hizo llamar al General para que el mismo explicara con más detalle la situación.
Todos sabian que el tema requeria urgencia inmediata. Filastro informó de que la Dama Alustriel, solicitaba la ayuda de los caballeros, y ponia en manos de la Comandante un batallón de soldados, formados por legionarios de Felbarr y caballeros de plata. Asi misma, Lady Oira, ordenaría las tropas, llevándose consigo tambien a los caballeros de la villa e instruyendo a estos para la guerra. Ardua tarea comenzaba y nadie sabia cuando llegaría a su fin.
Asi mismo fueron informados que tras llegar a Felbarr, se les otorgaría la mención de Legionarios, lucharían bajo su bandera y portarían su uniforme y estandarte.
Tras una leve pero amena cena con el general de Felbarr, la Comandante, el Capitán y el Teniente, vistieron sus uniformes y se encaminaron a el portal que se había abierto en Nevesmortas, bajo la vigilancia de la arcana Claire Moore. Muchos eran los curiosos y aventureros que allí se apostaban. Pero en ese momento y junto a la Orden de la Lanza helada solo dos jóvenes Damas, atravesaron con ellos el portal.
Solo los Dioses saben ahora cual será el destino de estos valientes, los cuales han depositado su vida y su honor en manos de la Triada y serán guiados a la batalla final contra los orcos. Solo cabe rezar, aguardar y tener paciencia, pues la guerra no ha echo más que empezar.
*Relato de la Orden de Caballeros* *Escena llevada por Málar*
Era de esperar que tarde o temprano desde Felbarr o Argluna alguien se pusiera en contacto con ellos. Después de la dura batalla acontecida en la ahora caida ciudad de Sundabar, los representantes de la Dama de la esperanza, partieron hacia Nevesmortas, para solicitar refuerzos por parte de la Orden de Caballeros. A la entrevista acudieron sus máximos dirigentes, ordenados por la Comandante Lady Oira y el Capitan Sir Hayden.
Fueron convocados en la Casa de la Dama Lanzagélida donde el recién ascendido a General, Sir Filastro, esperaba paciente su reencuentro. Tras una breve conversación con la Dama, esta hizo llamar al General para que el mismo explicara con más detalle la situación.
Todos sabian que el tema requeria urgencia inmediata. Filastro informó de que la Dama Alustriel, solicitaba la ayuda de los caballeros, y ponia en manos de la Comandante un batallón de soldados, formados por legionarios de Felbarr y caballeros de plata. Asi misma, Lady Oira, ordenaría las tropas, llevándose consigo tambien a los caballeros de la villa e instruyendo a estos para la guerra. Ardua tarea comenzaba y nadie sabia cuando llegaría a su fin.
Asi mismo fueron informados que tras llegar a Felbarr, se les otorgaría la mención de Legionarios, lucharían bajo su bandera y portarían su uniforme y estandarte.
Tras una leve pero amena cena con el general de Felbarr, la Comandante, el Capitán y el Teniente, vistieron sus uniformes y se encaminaron a el portal que se había abierto en Nevesmortas, bajo la vigilancia de la arcana Claire Moore. Muchos eran los curiosos y aventureros que allí se apostaban. Pero en ese momento y junto a la Orden de la Lanza helada solo dos jóvenes Damas, atravesaron con ellos el portal.
Solo los Dioses saben ahora cual será el destino de estos valientes, los cuales han depositado su vida y su honor en manos de la Triada y serán guiados a la batalla final contra los orcos. Solo cabe rezar, aguardar y tener paciencia, pues la guerra no ha echo más que empezar.
*Relato de la Orden de Caballeros* *Escena llevada por Málar*
Iruss Oira: Fundadoray Comandante honorífica de la orden de Caballeros y Teniente de la legión Argéntea .
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Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
// ¡Qué chula la última foto! Una escena muy buena, a dos bandas.

Khay, paladín de Tyr


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Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Post de conclusión actualizado.
La Bestia (parda)
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Agama Te estaba intentando flirtear con una de las invitadas de la Dama, que su nombre no revelaremos, cuando consideró necesario ir a buscar algún artefacto para atraer más su atención.
Evidentemente, no se trataba de ir a ver a Riam o a Jasckar, a ver que tenían, sinó que quería encontrar algo único o casi, para ella.
Con esa intención, salió del Castillo de la Dama y fue a esperar a Kirath en su refugio. El elfo no estaba muy versado en temas de la corte, pero su poder, su conocimiento de los bosques y su absoluta falta de motivación por el oro, le hacían un compañero de viajes realmente útil.
----
Caía la lluvia en el claro del refugio, como siempre.
Agama siempre que visitaba a su amigo pensaba en que si los come-flores hubieran montado una posada abierta a todo el mundo (bajo pago, claro) se habrían forrado. Pero esta gente era amiga de Kirath por algo, y no estaban por la labor de enriquecerse.
Finalmente llegó Kirath con su parsimonia habitual.
Después de un breve intercambio de cortesías y bendiciones, Agama expuso sus intenciones: quería que le acompañase hasta la Cripta del Norte.
¿De verdad que quiere ir hasta ese pozo infecto de maldad, horror y muerte segura? -preguntó el druida.
Viendo la respuesta, Agama sabía que debería usar todos sus recursos si quería convencer a su amigo, incluso los más arteros y sucios.
Al cabo de poco partían hacia la cripta.
A decir verdad, el viaje no fue del todo propicio.
Lo primero fue que Kirath se empeñó en caminar por sus sendas ignotas, lo que hizo perder el sentido de la orientación a Agama, y siempre tenían ese molesto efecto secundario de querer pararse para tomar el sol (algo muy malo para la reputación de alguien que se pasa las noches de tabernas)...
Después vinieron las emboscadas de los gnoll y algún que otro trasgo macilento. Esas bestias atacaron un par de veces y por poco perecen nuestros héroes, pero usando toda su habilidad para pasar inadvertidos, y tirando un poco de pociones de invisibilidad, consiguieron llegar a su destino: La Cripta del Norte.
Las cosas empezaban a mejorar. Gracias al sentido común de Agama, no intentaron entrar en las salas que no había trampas: todo el mundo debería saber que si no hay defensas visibles es por dos motivos. 1) no hay nada que custiodiar. 2) Las defensas no visibles son tan duras que resultan una empresa poco rentable.
Después de salvar el pellejo de Kirath un par de veces por no fijarse en las trampas, Agama y su amigo llegaron a un nido de arañas.
En condiciones normales, ninguno de los dos hubiera tenido reparos en cortar las telarañas y pasar, incluso exterminando esas alimañas su hubiera sido de menester.
Pero no eran condiciones normales...
Esas arañas se aproximaban bastante a la medidas del piano de cola de nuestra querida Dama.
Para Agama estaba claro que quien fuera el constructor de esta cripta, había puesto hace tiempo unas arañas ahí para proteger su tesoro. Estas se habían sobredesenvolupado, gracias a las emanaciones mágicas de lo que custodiaban, formando así una brillante forma de protección de algo muy interesante para los planes de Agama (no olvidemos que quería impresionar a una de las invitadas de la Dama).
Pero Kirath decía que tanto polvo y tan pocos depredadores las habían convertido en lo que eran, y que era casualidad que estuvieran allí.
Así pues, empezaron a discutir sobre como proceder cuando oyeron ruidos.
Supongo, querida audiencia, que entenderán que lo normal en una cripta de estas características es el polvo, los muertos vivientes y la ausencia de ruidos. Así pues, empezaron a preocuparse por los muertos vivientes cuando descubrimos que eran sonidos más bien vivos. Concretamente verdes, grandes y con mal aliento.
¡¡Estaban acorralados!! Ahora tenían pocas opciones. O pasaban entre las arañas y rezaban por llegar a una puerta secreta que les llevara al exterior (algo ilógicamente normal en una cripta), o pasaban entre los orcos pieles verdes, con su aspecto descuidado y su fétido aliento hasta la salida.
Y nuevamente, empezaron a discutir sobre como proceder.
Mientras, los orcos, usando un sentido muy escaso del protocolo (como es habitual en ellos) decidieron que atacaban.
La lucha fue terrible.
Kirath conjuró y conjuró hasta que se quedó sin hechizos.
Agama, sin demasiado tiempo para sutilezas, cortaba y pinchaba aquello que se moviera cerca de él.
Pero eran muchos, y sólo había una forma de salir de ahí enteros.
----
Agotados, exhaustos y sudorosos, se pararon para tomar un poco de aire y perfumarse (básicamente Agama) y siguieron a la carrera. Los orcos estaban cada vez más lejos, pero aún les perseguían.
----
Finalmente, llegaron a Nevesmortas.
Particularmente derrotado, Agama no había conseguido su artefacto, había gastado la mayor parte de su perfume y los orcos le habían hecho un jirón en el traje.
Con estas premisas, decidieron irse a descansar, lavarse, y esas cosas que deben hacer los caballeros.
----
Después de presentar los respetos a la Dama, Agama salio del castillo limpio y presentable. Había mucho alboroto y muchos soldados dispuestos en formación defensiva. Cerca de la fuente, un hombre imponente con una armadura que debía ser un faro para los magos, y una bella dama, ricamente ataviada, sentada en ella.
Viendo que Kirath se había juntado a los mirones, Agama se fue a buscarlo. Después de las típicas bendiciones y cortesías, empezaron a darse cuenta que aquello no podía ser sinó la representación de algo importante. Y así fue.
Al cabo de poco, apareció otra bella dama, aunque con ropajes menos ricos que la que estaba sentada, que preguntó al señor de la armadura qué hacían por allí. Era evidente que era una mujer lista, pues había preguntado aquello que todo el mundo quería saber.
Después de las presentaciones, cargadas de títulos pomposos y grandilocuentes, el hombre de la armadura se presentó como escolta de la dama de la fuente, a la que presentó como Maestra de la Universidad de Argluna.
El corazón de Agama no daba crédito. Dos bellas damas, inteligentes, con títulos pomposos y grandilocuentes... sólo le faltaba saber que eran ricas y entonces sabría seguro que se había enamorado.
Pero estas divagaciones del corazón de Agama se perdieron cuando Kirath le preguntó por la universidad.
Intentando explicarle lo que era, empezaron a discutir de nuevo, y acabaron cuando se dieron cuenta que nadie debía tener muy claro qué era ni para qué servía, pero usaban muchos títulos pomposos y grandilocuentes.
Y por entonces, la charla de las damas había acabado e hicieron el anuncio:
Habría tortas como panes para los orcos.
O dicho en palabras más similares a las usadas por ellas, todas las compañías de caballeros, legiones, y torres de magos se habían unido para contraatacar y acabar con ellos de una vez por todas.
Después de unas primeras muestras de júbilo popular, pidieron que los aventureros y otros héroes se presentaran en una decana a Felbarr, dónde se reunirían todas las huestes para luchar a la horda.
Fue entonces cuando, aprovechando ese silencio incómodo que se hace en este tipo de situaciones (gente silbando y mirando al otro lado, prisas para sacar el cazo del fuego, etc...), Tymora puso el dedo encima de Agama.
Pero retrocedamos un momento en el tiempo.
En los escasos descansos que la retirada táctica ante los orcos les ofrecía, Kirath se pasaba el rato jadeando y pensando cosas. La más audible era: "¿porqué estarían allí los orcos?" Parece ser que eso le preocupaba, hasta el punto que consiguió que Agama también pensara en eso. Pero no demasiado. Al menos, no hasta que Tymora puso su dedo encima de nuestro héroe.
En ese momento, Kirath le dio un codazo, Agama se movió para encararse y quejarse, pero la multitud ahí reunida (mirando hacia otro lado o silbando o las dos cosas) compactaron filas y quedó expuesto en medio de los soldados.
Estando en medio de una congregación tan prestigiosa, lo único que podía hacer era llamar la atención, así que lo hizo con su estilo habitual.
Tosió discretamente para llamar la atención. Sonrió y las dos damas se lo quedaron mirando boquiabiertas (ese truco nunca falla, se dijo a si mismo).
Ahora que ya tenía la atención necesaria, tenía que decir algo, o haría el ridículo, así que dijo lo primero que le pasó por la cabeza: "Creo que tengo información importante sobre los orcos".
Murmullos de admiración recorrieron el público, y la dama de Argluna me invitó a charlar sobre el tema en las estancias que la Dama le había cedido para descansar del viaje.
Agama estaba exultante. ¡¡Una dama de Argluna, con títulos pomposos y arcana le invitaba a su habitación!!
Empezaron en el balcón. Ella le pidió que le explicara esa información tan valiosa, y él le explicó la llegada hasta la Cripta y las heroicas luchas contra los gnoll. Iba bien. Parecía impresionada.
Después le explicó el avistamiento de los orcos, y la valiente lucha para salir de ahí. Ella abrió los ojos como platos.
Y entonces le pidió que le dijera algo importante. Algo fallaba, pero tenía que seguir intentándolo, y le explicó la descabellada teoría de Kirath.
Los orcos estaban ahí buscando algo. Evidentemente, no sabían el qué, pues en Nevesmortas casi nadie debe saber algo de esa cripta, pero en Argluna tienen bibliotecas más grandes (de hecho, tienen bibliotecas) y quizá podrían descubrir si alguien dejó algo poderoso allí que pudiera interesar a los orcos.
Y ella volvió a abrir los mucho ojos. Después de meditar un rato sobre esa opción, miró a Agama, y sacó una bolsa de oro y una flor. Se las dio mientras le guiñaba un ojo y le despachó, no sin antes decirle de verle de nuevo en Felbarr.
Y de repente, Agama estaba fuera del castillo de la Dama.
Y así, damas y caballeros, fue como Agama Te, Espadachín de Cormyr y joyero vocacional, ayudó a las gentes de esta villa a luchar contra los orcos... de momento.
----------------------------------------
Oiga Agama, ¿no cree que ha exagerado un poco su heroísmo? La verdad es que yo lo recuerdo diferente...
Que va, Kirath... sólo lo justo para mantener la historia interesante... como se nota que usted no sabe nada de públicos...
//esto pasó cuando la emisaria de la Dama Alustriel llegó a la villa, antes de las imágenes que nos brinda Eala, pero el foro me odia y perdí todo el texto...
Evidentemente, no se trataba de ir a ver a Riam o a Jasckar, a ver que tenían, sinó que quería encontrar algo único o casi, para ella.
Con esa intención, salió del Castillo de la Dama y fue a esperar a Kirath en su refugio. El elfo no estaba muy versado en temas de la corte, pero su poder, su conocimiento de los bosques y su absoluta falta de motivación por el oro, le hacían un compañero de viajes realmente útil.
----
Caía la lluvia en el claro del refugio, como siempre.
Agama siempre que visitaba a su amigo pensaba en que si los come-flores hubieran montado una posada abierta a todo el mundo (bajo pago, claro) se habrían forrado. Pero esta gente era amiga de Kirath por algo, y no estaban por la labor de enriquecerse.
Finalmente llegó Kirath con su parsimonia habitual.
Después de un breve intercambio de cortesías y bendiciones, Agama expuso sus intenciones: quería que le acompañase hasta la Cripta del Norte.
¿De verdad que quiere ir hasta ese pozo infecto de maldad, horror y muerte segura? -preguntó el druida.
Viendo la respuesta, Agama sabía que debería usar todos sus recursos si quería convencer a su amigo, incluso los más arteros y sucios.
Al cabo de poco partían hacia la cripta.
A decir verdad, el viaje no fue del todo propicio.
Lo primero fue que Kirath se empeñó en caminar por sus sendas ignotas, lo que hizo perder el sentido de la orientación a Agama, y siempre tenían ese molesto efecto secundario de querer pararse para tomar el sol (algo muy malo para la reputación de alguien que se pasa las noches de tabernas)...
Después vinieron las emboscadas de los gnoll y algún que otro trasgo macilento. Esas bestias atacaron un par de veces y por poco perecen nuestros héroes, pero usando toda su habilidad para pasar inadvertidos, y tirando un poco de pociones de invisibilidad, consiguieron llegar a su destino: La Cripta del Norte.
Las cosas empezaban a mejorar. Gracias al sentido común de Agama, no intentaron entrar en las salas que no había trampas: todo el mundo debería saber que si no hay defensas visibles es por dos motivos. 1) no hay nada que custiodiar. 2) Las defensas no visibles son tan duras que resultan una empresa poco rentable.
Después de salvar el pellejo de Kirath un par de veces por no fijarse en las trampas, Agama y su amigo llegaron a un nido de arañas.
En condiciones normales, ninguno de los dos hubiera tenido reparos en cortar las telarañas y pasar, incluso exterminando esas alimañas su hubiera sido de menester.
Pero no eran condiciones normales...
Esas arañas se aproximaban bastante a la medidas del piano de cola de nuestra querida Dama.
Para Agama estaba claro que quien fuera el constructor de esta cripta, había puesto hace tiempo unas arañas ahí para proteger su tesoro. Estas se habían sobredesenvolupado, gracias a las emanaciones mágicas de lo que custodiaban, formando así una brillante forma de protección de algo muy interesante para los planes de Agama (no olvidemos que quería impresionar a una de las invitadas de la Dama).
Pero Kirath decía que tanto polvo y tan pocos depredadores las habían convertido en lo que eran, y que era casualidad que estuvieran allí.
Así pues, empezaron a discutir sobre como proceder cuando oyeron ruidos.
Supongo, querida audiencia, que entenderán que lo normal en una cripta de estas características es el polvo, los muertos vivientes y la ausencia de ruidos. Así pues, empezaron a preocuparse por los muertos vivientes cuando descubrimos que eran sonidos más bien vivos. Concretamente verdes, grandes y con mal aliento.
¡¡Estaban acorralados!! Ahora tenían pocas opciones. O pasaban entre las arañas y rezaban por llegar a una puerta secreta que les llevara al exterior (algo ilógicamente normal en una cripta), o pasaban entre los orcos pieles verdes, con su aspecto descuidado y su fétido aliento hasta la salida.
Y nuevamente, empezaron a discutir sobre como proceder.
Mientras, los orcos, usando un sentido muy escaso del protocolo (como es habitual en ellos) decidieron que atacaban.
La lucha fue terrible.
Kirath conjuró y conjuró hasta que se quedó sin hechizos.
Agama, sin demasiado tiempo para sutilezas, cortaba y pinchaba aquello que se moviera cerca de él.
Pero eran muchos, y sólo había una forma de salir de ahí enteros.
----
Agotados, exhaustos y sudorosos, se pararon para tomar un poco de aire y perfumarse (básicamente Agama) y siguieron a la carrera. Los orcos estaban cada vez más lejos, pero aún les perseguían.
----
Finalmente, llegaron a Nevesmortas.
Particularmente derrotado, Agama no había conseguido su artefacto, había gastado la mayor parte de su perfume y los orcos le habían hecho un jirón en el traje.
Con estas premisas, decidieron irse a descansar, lavarse, y esas cosas que deben hacer los caballeros.
----
Después de presentar los respetos a la Dama, Agama salio del castillo limpio y presentable. Había mucho alboroto y muchos soldados dispuestos en formación defensiva. Cerca de la fuente, un hombre imponente con una armadura que debía ser un faro para los magos, y una bella dama, ricamente ataviada, sentada en ella.
Viendo que Kirath se había juntado a los mirones, Agama se fue a buscarlo. Después de las típicas bendiciones y cortesías, empezaron a darse cuenta que aquello no podía ser sinó la representación de algo importante. Y así fue.
Al cabo de poco, apareció otra bella dama, aunque con ropajes menos ricos que la que estaba sentada, que preguntó al señor de la armadura qué hacían por allí. Era evidente que era una mujer lista, pues había preguntado aquello que todo el mundo quería saber.
Después de las presentaciones, cargadas de títulos pomposos y grandilocuentes, el hombre de la armadura se presentó como escolta de la dama de la fuente, a la que presentó como Maestra de la Universidad de Argluna.
El corazón de Agama no daba crédito. Dos bellas damas, inteligentes, con títulos pomposos y grandilocuentes... sólo le faltaba saber que eran ricas y entonces sabría seguro que se había enamorado.
Pero estas divagaciones del corazón de Agama se perdieron cuando Kirath le preguntó por la universidad.
Intentando explicarle lo que era, empezaron a discutir de nuevo, y acabaron cuando se dieron cuenta que nadie debía tener muy claro qué era ni para qué servía, pero usaban muchos títulos pomposos y grandilocuentes.
Y por entonces, la charla de las damas había acabado e hicieron el anuncio:
Habría tortas como panes para los orcos.
O dicho en palabras más similares a las usadas por ellas, todas las compañías de caballeros, legiones, y torres de magos se habían unido para contraatacar y acabar con ellos de una vez por todas.
Después de unas primeras muestras de júbilo popular, pidieron que los aventureros y otros héroes se presentaran en una decana a Felbarr, dónde se reunirían todas las huestes para luchar a la horda.
Fue entonces cuando, aprovechando ese silencio incómodo que se hace en este tipo de situaciones (gente silbando y mirando al otro lado, prisas para sacar el cazo del fuego, etc...), Tymora puso el dedo encima de Agama.
Pero retrocedamos un momento en el tiempo.
En los escasos descansos que la retirada táctica ante los orcos les ofrecía, Kirath se pasaba el rato jadeando y pensando cosas. La más audible era: "¿porqué estarían allí los orcos?" Parece ser que eso le preocupaba, hasta el punto que consiguió que Agama también pensara en eso. Pero no demasiado. Al menos, no hasta que Tymora puso su dedo encima de nuestro héroe.
En ese momento, Kirath le dio un codazo, Agama se movió para encararse y quejarse, pero la multitud ahí reunida (mirando hacia otro lado o silbando o las dos cosas) compactaron filas y quedó expuesto en medio de los soldados.
Estando en medio de una congregación tan prestigiosa, lo único que podía hacer era llamar la atención, así que lo hizo con su estilo habitual.
Tosió discretamente para llamar la atención. Sonrió y las dos damas se lo quedaron mirando boquiabiertas (ese truco nunca falla, se dijo a si mismo).
Ahora que ya tenía la atención necesaria, tenía que decir algo, o haría el ridículo, así que dijo lo primero que le pasó por la cabeza: "Creo que tengo información importante sobre los orcos".
Murmullos de admiración recorrieron el público, y la dama de Argluna me invitó a charlar sobre el tema en las estancias que la Dama le había cedido para descansar del viaje.
Agama estaba exultante. ¡¡Una dama de Argluna, con títulos pomposos y arcana le invitaba a su habitación!!
Empezaron en el balcón. Ella le pidió que le explicara esa información tan valiosa, y él le explicó la llegada hasta la Cripta y las heroicas luchas contra los gnoll. Iba bien. Parecía impresionada.
Después le explicó el avistamiento de los orcos, y la valiente lucha para salir de ahí. Ella abrió los ojos como platos.
Y entonces le pidió que le dijera algo importante. Algo fallaba, pero tenía que seguir intentándolo, y le explicó la descabellada teoría de Kirath.
Los orcos estaban ahí buscando algo. Evidentemente, no sabían el qué, pues en Nevesmortas casi nadie debe saber algo de esa cripta, pero en Argluna tienen bibliotecas más grandes (de hecho, tienen bibliotecas) y quizá podrían descubrir si alguien dejó algo poderoso allí que pudiera interesar a los orcos.
Y ella volvió a abrir los mucho ojos. Después de meditar un rato sobre esa opción, miró a Agama, y sacó una bolsa de oro y una flor. Se las dio mientras le guiñaba un ojo y le despachó, no sin antes decirle de verle de nuevo en Felbarr.
Y de repente, Agama estaba fuera del castillo de la Dama.
Y así, damas y caballeros, fue como Agama Te, Espadachín de Cormyr y joyero vocacional, ayudó a las gentes de esta villa a luchar contra los orcos... de momento.
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Oiga Agama, ¿no cree que ha exagerado un poco su heroísmo? La verdad es que yo lo recuerdo diferente...
Que va, Kirath... sólo lo justo para mantener la historia interesante... como se nota que usted no sabe nada de públicos...
//esto pasó cuando la emisaria de la Dama Alustriel llegó a la villa, antes de las imágenes que nos brinda Eala, pero el foro me odia y perdí todo el texto...

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Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Lerdopatan escribió:Informe del día de ayer.
He tenido que dejar pasar la noche para recapitular con calma los hechos ocurridos ayer... tras la jornada de entrenamiento, fuimos llamados por Zerina y Clarie para que nos expusieran su plan de ataque a los orcos. La Orden Arcana propone un plan arriesgado, pero que de pillar por sorpresa a las brujas podría funcionar. Se trataría de ser teleportados varios guerreros y paladines frente a las orcas, por medio de los arcanos, y atacar directamente a las hechiceras, pues dicen que sin ellas los orcos no son nada. Obviamente el plan parece que será por un lado sorprendente para ellas y sería un punto a nuestro favor, pero por otro lado nos veríamos rodeados de orcos delante y detrás. Sir Hayden les dijo que lo comentaría con el General Sir Filastro, y les daríamos respuesta.
Al salir de las habitaciones, fue cuando nos encontramos a muchos de los aventureros de Nevesmortas en el salón de entrada de la posada "El Ronquido del Enano". Y allí estaba Gorfuk, aquél que según la profecía es el que forjará el destino de la gran batalla... pero para mi no hay profecía que valga, ni destino predefinido. Le conozco desde que llegó a la villa, y tiene un gran corazón, pero entre cierto elfo druida y los orcos del norte le descolocaron. Al parecer, es descendiente directo, y quizá hijo, de una de las brujas del Clan del Colmillo Sangriento, y pasó estas últimas dekhanas por los valles del río Rauvin, y los orcos le permitían vagar entre sus filas. Fue, incluso, conocedor del ataque a Sundabar, pero no quiso actuar, ni atacó ni avisó del ataque ni a la legión Argéntea ni a la Orden de la Lanza Helada.
Fueron momentos dramáticos, algunos pedían su encarcelamiento, mientras que otros le dábamos fuerzas para decidir su futuro junto a nuestras espadas y escudos. Tras minutos eternos, que parecieron horas, su mente se despejó, y decidió luchar por la Marca y sus hermanos del Colmillo Rojo, el clan bárbaro. Ocurrió entonces que algo empezó a molestarle bajo la armadura, a la altura del pecho, y al introducir la mano en ella y sacarla un corazón palpitante sangraba con vida propia. Pronto entendimos que no era suyo, y más aún cuando Kirath lo vio, al tirarlo Gorfuk al suelo, y el pastor entró en un estado de pavor, gritando que era el mal en si mismo, y que debía ser destruido. Ahora bien, Gorfuk agarró sendas hachas, pero cuando fue a golpear el corazón desapareció de nuestra vista, y al alzarlas del suelo volvió a mostrarse. Y así con cada golpe de las hachas del semiorco. Hasta que por boca de uno de los presentes oyó que debería destruirlo con las manos, y allí se lanzó, con sus garras poderosas, a destruirlo. Lo que ocurrió entonces no sabré justificarlo, pues ninguno de los allí presentes lo logró entender, mas el corazón se fue haciendo laxo y recorrió sus manos hasta sus guanteletes, y pareció unirse a ellos, hasta desaparecer.
Fue entonces cuando la guardia de Plata lo detuvo, y lo llevó a las celdas de la torre, donde espera ser llevado ante Yándar. Será oportuno que nos presentemos allí, para contar esta historia y la que le precede, y conseguir que Gorfuk sea libre y capaz de forjarse un propio destino, con la libertad con la que nació.
Que Tyr nos guarde y nos proteja, Sir Khay Pitlik, teniente segundo de la Orden de la Lanza Helada, al servicio del General de la Legión Argéntea.
La Bestia (parda)
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Agama Te, el Compañero Eterno
Vereis, yo aún no tengo muy claro qué hago aqui y sobretodo como llegué a meterme en todo este lío.
Yo estaba tranquilamente disfrutando de cierta recompensa que acababa de cobrar, cuando un pajaro se posó en la ventana de mis habitaciones, en casa de la Dama Lanzagélida, en Nevesmortas.
Dada su insistencia en no dejarme soñar tranquilo, supuse que era un mensajero de Kirath (algo muy propio de él), el Archidruida, y fuí a ver qué quería.
Es posible que sepais, que soy un joyero de cierta reputación... digna de mis habilidades, claro está. La cuestión es que Kirath me había llamado para un encargo: quería unas 10.000 flechas engarzadas para cuando estallara la batalla, que ya parecía inminente.
Ante tal encargo, revisé mis notas y sólo disponía de material para hacer unas 5000. Aunque eran muchas más de lo que creía posible, seguían siendo la mitad de lo que me pedía.
Así que le propuse un plan descabellado, alocado y absurdo. Un plan genial que por sus propias características no podía fallar.
Debíamos ir a asaltar los puestos avanzados orcos. Ellos tienen muchas flechas, y siendo solo dos, no podían gastarlas todas, y seguro que les tomabamos por sorpresa. Además, de esta forma les espíabamos y les produciamos unas bajas muy importantes para nosotros.
Ya os he dicho que era un plan descabellado, alocado y absurdo. Y puedo asegurar que Kirath estaba de acuerdo en estos puntos. En lo que no estaba de acuerdo era en su fiabilidad, así que lo rechazó de lleno.
Habiendo gastado mis ideas descabelladas para la ocasión, sólo pude ofrecer la alternativa de irnos a Argluna (y de paso intentar ver a mi amiga universitaria) y que Kirath comprara las flechas restantes allí.
Aunque no era una empresa sin riesgo y le faltaba el componente alocado, Kirath la encontró más plausible, y así nos fuimos hacia la ciudad del Puente de Luna.
Basta decir que no llegamos nunca.
Poco después de pasar por las ruinas de Sundabar, Kirath tuvo una visión o algo parecido. Yo no tenía muy claro de qué iba el asunto, pero él hizo que nos ocultásemos y justo entonces un ser verde y grande paso corriendo junto a nosotros.
Yo, que no entendía porqué nos habíamos escondido, dije de dejarlo pasar sin problemas. Si se pegaba con los osos-lechuza o los gigantes, y le mataban, un orco menos para las huestes enemigas. Pero Kirath dijo que debíamos salvarle la vida y empezamos una carrera tras él.
Después de unos minutos corriendo, nos encontramos.
Kirath estaba tenso, él estaba tenso, y yo estaba tenso por contagio. Bueno, y porque mi instinto me decía que si Kirath estaba tenso, era porque ese tipo era peligroso.
Tampoco tenía motivos para dudar de eso. Él era grande, verde y con dos hachas enormes, una en cada mano, una de ellas con un brillo peculiar, que me hacía temblar solo de mirarla.
Después de unos momentos de silencio incómodo, Kirath emplazó al orco a decidir sobre su Destino. Forjarlo, fué la palabra (y la de veces que oí eso durante las horas siguientes...)
El orco no quería entrar en razón, y más de una vez pensé que nos atacaría. En ese caso, mi suerte estaba clara. Yo debía ejercer de escudo de Kirath, mientras él preparaba alguno de sus conjuros, pero no era un rival para mi. Me hubiera destrozado en cuestión de segundos.
Por suerte, y como podeis comprobar, la cosa no acabó mal.
Al Archidruida Kirath le pasan cosas raras a veces. Al igual que tiene visiones, a veces le cambia la cara, se pone serio como una estatua netherina, y pronuncia palabras sin sentido para la mayoría. Profecías o mensajes críticos de los espíritus del bosque, o a veces de los mismos dioses.
Y creo que esto fué lo que nos salvó el pellejo.
Está claro que Tymora se fijó en mi cuando Kirath le paso una cosa de esas y soltó una profecía. Aunque no tenía ningún significado para mí, parece ser que tanto para el orco, como para Kirath lo tenía, pues estuvieron discutiendo sobre ello un buen rato, mientras yo seguía sin entender nada.
Esa profecía hizo mella en el orco, que empezó a cambiar de actitud y preguntaba, y preguntaba sobre quien podía tener la respuesta, estaba claro que quería respuestas y eso le obsesionaba.
Kirath en su sabiduría le dijo que no tenía ni idea de como le afectaba la profecía al orco, pero que sabía quien podía decírselo, y finalmente, le conveció para que se viniera con nosotros a un lugar, pero dónde podría encontrar las respuestas que tanto buscaba.
Y el orco cambió de actitud, y pasó de querer matarnos a estar ansioso por acompañarnos. Y Kirath de relajó. Yo no pude hasta mucho después, pues las enormes hachas de ese tipo aún me hacían temblar, y temía que nos engañara para matarnos cuando estuvieramos desprevenidos.
Finalmente, Kirath nos guío a los tres hasta aquí, la ciudadela de Felbarr.
Debo admitir, que ver luchar a ese tipo contra los gigantes que asolan el camino hasta aquí es un sinsentido de brutalidad. Extremadamente efectiva, cierto, pero muy salvaje. Y repito, tuvimos suerte de que decidió no atacarnos.
-----
Supongo que habreis notado que estos días la ciudadela se ha llenado de elfos y humanos. La mayoría que no están el los barracones, están en la posada, y es allí dónde celebramos las reuniones.
Y cuando llegamos, estaban toda la flor y nata de nuestros ejercitos. La mayoría de las brujas de la Orden de Nevesmortas (si, lo sé, debería decir magas o arcanas, pero se ganaron a pulso ese nombre), y los jefazos de las Ordenes militares de Nevesmortas y alrededores. También estaban allí algunos voluntarios, esperando órdenes y dejando pasar el tiempo.
Después de los saludos y formalidades (dónde descubrí que mucha gente conocía a Gorfuk, el orco, que en realidad era semi-orco y que llevaba muchos días desaparecido), Kirath acompañó al orco hasta un hombre que estaba sentado solo en un rincón.
El tipo parecía elfo, y su voz era realmente de elfo, pero su forma de hablar, tan dura y brutal, me recordó a los inquisidores de Amn. Mala gente, aunque sus objetivos sean correctos. Nunca supe su nombre y creo que no quiero saberlo. Gente así me dan escalofríos.
El elfo empezó a provocar a Gorfuk, a interrogarle y a amenazarle. Le provocó lo suficiente como para que los Caballeros Iruzar y Khay, más algunos barbaros, tuvieran que calmarlo.
Parece ser que el elfo hacía tiempo que le buscaba, y quería saber qué había hecho tanto tiempo desaparecido. Y repetidamente, invocaba la profecía que había recitado Kirath.
En medio de tanta presión, las brujas no paraban de pedir sangre, básicamente del orco, sobretodo cuando confesó que había estado con los orcos, que había sido uno más con ellos, y que supo del ataque a Sundabar pero no dijo nada.
En ese momento, un grupo de guardias perfectamente armados apareció de detrás de la barra e intentaron hacer prisionero a Gorfuk.
En realidad, hasta ese momento, todo el griterío (porque no hay otra forma de decir lo que pasaba allí) iba sobre si Gorfuk era, mejor dicho quería ser, un orco o un medio humano. Todo mezclado con los odios y prejuicios hacia los orcos, la traición, la reciente batalla de Sundabar, y una profecía.
Y fué entonces cuando cambiaron las cosas. Los Caballeros y los Barbaros, erigidos como amigos, família y defensores de Gorfuk, consiguieron convencer a los guardas para que no le aprisionaran, y convencieron al orco, y a muchos de los presentes (menos a las brujas), de que sus actos, y sobretodo sus inacciones habían sido un error, grave, muy grave, pero redimible.
Después de varios discursos y más invocaciones a la profecía, Gorfuk selló su destino. Lo unió con los hombres y los elfos y los enanos, que habían sido su família y amigos, y vecinos, y renunció a ser un orco de la horda, y probablemente puso en marcha más profecías. Cosas del Destino.
Y aquí habría acabado todo. O mejor dicho, debería haber acabado todo. Pero resulta que el Destino tenía una sorpresa más deparada para el pobre Gorfuk, y de paso para el resto de los presentes.
Celebraron la re-unión brindando con jarras de cerveza, a la manera bárbara, y justo después del primer brindis a Gorfuk le empezó a doler algo dentro del cuerpo. La mayoría temíamos que le hubieran envenenado, pero él, empezó a palparse y de repente se sacó el corazón.
Cuando empezaba a ser consciente de lo que tenía en la mano, lo lanzó y allí, en el suelo, se quedó un buen rato. La mayoría no fuimos conscientes de lo que estaba pasando hasta que Kirath empezó a gritar cosas raras y que se debía destruir "eso"... y empezó a conjurar.
Lanzo más poder sobre esa cosa de lo que yo le había visto lanzar jamás (y puedo asegurar que le he visto lanzar muchos hechizos), pero la cosa seguí allí, intacta. Y él cayó inconsciente debido al esfuerzo y la tensión.
Y entonces, la gente empezó a saber de qué se trataba el asunto. Yo no, claro. Mis conocimientos sobre gente que se saca el corazón y lo tira de cualquier modo y de corazones a los que se les lanza una ronda de los hechizos más mortales que he visto jamás y siguen igual es nulo. Pero parece ser que todos esos sabiondos (incluidas las brujas, que serán brujas, pero no tontas) descubrieron que eso tenía que ver con una maldición de Malar.
Supongo que entendereis que mi posición hasta ese momento era más bien una incognita. Yo no sé de profecías, ni de magia, y si bien es cierto que soy un buen luchador, no podía compararme con los había allí.
Había llegado de rebote, sin proponermelo, medio engañado por el Destino de otro y todo eso solo por querer acompañar a un druida a buscar flechas, que no llegamos a comprar.
La vida de ese pielverde me importaba poco, aunque prefería que estuviera de nuestro lado en la batalla.
Las pocas veces que yo abría la boca, mi voz era totalmente ignorada. Yo allí no pintaba nada pero estaba encerrado en esa pesadilla de temática mística.
Y en medio de todo ese follón comprendí lo que debía hacer.
Debía hacer lo que llevaba haciendo desde que empezó todo el jaleo. Acompañar a Kirath.
Mientras todos discutían sobre como destruir aquella cosa, y algunos lo intentaban y fracasaban estrepitosamente, yo me dediqué a intentar restablecer a la única persona que podía decirnos algo decente y útil. Al único especialista que teníamos sobre Malar y sus juguetes. El que yacía inconsciente en el suelo. A kirath.
Cabe decir, que si bien los mecanismos se me dan muy bien las cosas vivas no mucho, y fue el Caballero Iruzar quien realmente le sacó de su ensueño.
Al principio estaba rígido como una estátua. Pero con esfuerzo y palábras de ánimo, conseguí volverle a su estado más o menos habitual. Eso si, no conseguí que hiciera ni dijera nada hasta que Gorfuk, en un acto valiente a la par que muy peligroso (por lo que descubrí más tarde) decidió destrozar su ex-corazón con sus propias manos.
Entonces, el elfo asqueroso ese volvió a la carga. Provocó un poco más al orco, pero sus camaradas no le dejaron margen de actuación y prosiguió con un plan que parecía predeterminado. Lo arrestó.
Aunque no tengo muy claro que realmente sea una buena persona, entiendo el porqué lo hizo. Gorfuk había estado entre los orcos y tenía mucha información valiosa. Pero no creo que fuera necesario arrestarle. Y como siempre en esta historia, mis esfuerzos cayeron en saco roto. Así que opté por convencer a Kirath de que vigilara el proceso. Él tenía el reconocimiento necesario ante el inquisidor, ante Gorfuk, y ante los presentes. Si él iba con Gorfuk, todo el mundo estaría más tranquilo, y podrían dedicarse a hacer lo que debían: prepararla batalla.
Y aquí acaba mi historia, por ahora.
Yo, que ni siquiera quería venir. Yo, que no creo en la gloria después de muerto, estoy aquí a punto de enfrentarme a un ejercito de orcos enormes, feos y malolientes, y posiblemente moriré, como muchos otros.
Al menos espero poder hacerlo al lado de Kirath, defendiendolo, pues este parece que es el papel que los Dioses me han otorgado en esta historia.
Vereis, yo aún no tengo muy claro qué hago aqui y sobretodo como llegué a meterme en todo este lío.
Yo estaba tranquilamente disfrutando de cierta recompensa que acababa de cobrar, cuando un pajaro se posó en la ventana de mis habitaciones, en casa de la Dama Lanzagélida, en Nevesmortas.
Dada su insistencia en no dejarme soñar tranquilo, supuse que era un mensajero de Kirath (algo muy propio de él), el Archidruida, y fuí a ver qué quería.
Es posible que sepais, que soy un joyero de cierta reputación... digna de mis habilidades, claro está. La cuestión es que Kirath me había llamado para un encargo: quería unas 10.000 flechas engarzadas para cuando estallara la batalla, que ya parecía inminente.
Ante tal encargo, revisé mis notas y sólo disponía de material para hacer unas 5000. Aunque eran muchas más de lo que creía posible, seguían siendo la mitad de lo que me pedía.
Así que le propuse un plan descabellado, alocado y absurdo. Un plan genial que por sus propias características no podía fallar.
Debíamos ir a asaltar los puestos avanzados orcos. Ellos tienen muchas flechas, y siendo solo dos, no podían gastarlas todas, y seguro que les tomabamos por sorpresa. Además, de esta forma les espíabamos y les produciamos unas bajas muy importantes para nosotros.
Ya os he dicho que era un plan descabellado, alocado y absurdo. Y puedo asegurar que Kirath estaba de acuerdo en estos puntos. En lo que no estaba de acuerdo era en su fiabilidad, así que lo rechazó de lleno.
Habiendo gastado mis ideas descabelladas para la ocasión, sólo pude ofrecer la alternativa de irnos a Argluna (y de paso intentar ver a mi amiga universitaria) y que Kirath comprara las flechas restantes allí.
Aunque no era una empresa sin riesgo y le faltaba el componente alocado, Kirath la encontró más plausible, y así nos fuimos hacia la ciudad del Puente de Luna.
Basta decir que no llegamos nunca.
Poco después de pasar por las ruinas de Sundabar, Kirath tuvo una visión o algo parecido. Yo no tenía muy claro de qué iba el asunto, pero él hizo que nos ocultásemos y justo entonces un ser verde y grande paso corriendo junto a nosotros.
Yo, que no entendía porqué nos habíamos escondido, dije de dejarlo pasar sin problemas. Si se pegaba con los osos-lechuza o los gigantes, y le mataban, un orco menos para las huestes enemigas. Pero Kirath dijo que debíamos salvarle la vida y empezamos una carrera tras él.
Después de unos minutos corriendo, nos encontramos.
Kirath estaba tenso, él estaba tenso, y yo estaba tenso por contagio. Bueno, y porque mi instinto me decía que si Kirath estaba tenso, era porque ese tipo era peligroso.
Tampoco tenía motivos para dudar de eso. Él era grande, verde y con dos hachas enormes, una en cada mano, una de ellas con un brillo peculiar, que me hacía temblar solo de mirarla.
Después de unos momentos de silencio incómodo, Kirath emplazó al orco a decidir sobre su Destino. Forjarlo, fué la palabra (y la de veces que oí eso durante las horas siguientes...)
El orco no quería entrar en razón, y más de una vez pensé que nos atacaría. En ese caso, mi suerte estaba clara. Yo debía ejercer de escudo de Kirath, mientras él preparaba alguno de sus conjuros, pero no era un rival para mi. Me hubiera destrozado en cuestión de segundos.
Por suerte, y como podeis comprobar, la cosa no acabó mal.
Al Archidruida Kirath le pasan cosas raras a veces. Al igual que tiene visiones, a veces le cambia la cara, se pone serio como una estatua netherina, y pronuncia palabras sin sentido para la mayoría. Profecías o mensajes críticos de los espíritus del bosque, o a veces de los mismos dioses.
Y creo que esto fué lo que nos salvó el pellejo.
Está claro que Tymora se fijó en mi cuando Kirath le paso una cosa de esas y soltó una profecía. Aunque no tenía ningún significado para mí, parece ser que tanto para el orco, como para Kirath lo tenía, pues estuvieron discutiendo sobre ello un buen rato, mientras yo seguía sin entender nada.
Esa profecía hizo mella en el orco, que empezó a cambiar de actitud y preguntaba, y preguntaba sobre quien podía tener la respuesta, estaba claro que quería respuestas y eso le obsesionaba.
Kirath en su sabiduría le dijo que no tenía ni idea de como le afectaba la profecía al orco, pero que sabía quien podía decírselo, y finalmente, le conveció para que se viniera con nosotros a un lugar, pero dónde podría encontrar las respuestas que tanto buscaba.
Y el orco cambió de actitud, y pasó de querer matarnos a estar ansioso por acompañarnos. Y Kirath de relajó. Yo no pude hasta mucho después, pues las enormes hachas de ese tipo aún me hacían temblar, y temía que nos engañara para matarnos cuando estuvieramos desprevenidos.
Finalmente, Kirath nos guío a los tres hasta aquí, la ciudadela de Felbarr.
Debo admitir, que ver luchar a ese tipo contra los gigantes que asolan el camino hasta aquí es un sinsentido de brutalidad. Extremadamente efectiva, cierto, pero muy salvaje. Y repito, tuvimos suerte de que decidió no atacarnos.
-----
Supongo que habreis notado que estos días la ciudadela se ha llenado de elfos y humanos. La mayoría que no están el los barracones, están en la posada, y es allí dónde celebramos las reuniones.
Y cuando llegamos, estaban toda la flor y nata de nuestros ejercitos. La mayoría de las brujas de la Orden de Nevesmortas (si, lo sé, debería decir magas o arcanas, pero se ganaron a pulso ese nombre), y los jefazos de las Ordenes militares de Nevesmortas y alrededores. También estaban allí algunos voluntarios, esperando órdenes y dejando pasar el tiempo.
Después de los saludos y formalidades (dónde descubrí que mucha gente conocía a Gorfuk, el orco, que en realidad era semi-orco y que llevaba muchos días desaparecido), Kirath acompañó al orco hasta un hombre que estaba sentado solo en un rincón.
El tipo parecía elfo, y su voz era realmente de elfo, pero su forma de hablar, tan dura y brutal, me recordó a los inquisidores de Amn. Mala gente, aunque sus objetivos sean correctos. Nunca supe su nombre y creo que no quiero saberlo. Gente así me dan escalofríos.
El elfo empezó a provocar a Gorfuk, a interrogarle y a amenazarle. Le provocó lo suficiente como para que los Caballeros Iruzar y Khay, más algunos barbaros, tuvieran que calmarlo.
Parece ser que el elfo hacía tiempo que le buscaba, y quería saber qué había hecho tanto tiempo desaparecido. Y repetidamente, invocaba la profecía que había recitado Kirath.
En medio de tanta presión, las brujas no paraban de pedir sangre, básicamente del orco, sobretodo cuando confesó que había estado con los orcos, que había sido uno más con ellos, y que supo del ataque a Sundabar pero no dijo nada.
En ese momento, un grupo de guardias perfectamente armados apareció de detrás de la barra e intentaron hacer prisionero a Gorfuk.
En realidad, hasta ese momento, todo el griterío (porque no hay otra forma de decir lo que pasaba allí) iba sobre si Gorfuk era, mejor dicho quería ser, un orco o un medio humano. Todo mezclado con los odios y prejuicios hacia los orcos, la traición, la reciente batalla de Sundabar, y una profecía.
Y fué entonces cuando cambiaron las cosas. Los Caballeros y los Barbaros, erigidos como amigos, família y defensores de Gorfuk, consiguieron convencer a los guardas para que no le aprisionaran, y convencieron al orco, y a muchos de los presentes (menos a las brujas), de que sus actos, y sobretodo sus inacciones habían sido un error, grave, muy grave, pero redimible.
Después de varios discursos y más invocaciones a la profecía, Gorfuk selló su destino. Lo unió con los hombres y los elfos y los enanos, que habían sido su família y amigos, y vecinos, y renunció a ser un orco de la horda, y probablemente puso en marcha más profecías. Cosas del Destino.
Y aquí habría acabado todo. O mejor dicho, debería haber acabado todo. Pero resulta que el Destino tenía una sorpresa más deparada para el pobre Gorfuk, y de paso para el resto de los presentes.
Celebraron la re-unión brindando con jarras de cerveza, a la manera bárbara, y justo después del primer brindis a Gorfuk le empezó a doler algo dentro del cuerpo. La mayoría temíamos que le hubieran envenenado, pero él, empezó a palparse y de repente se sacó el corazón.
Cuando empezaba a ser consciente de lo que tenía en la mano, lo lanzó y allí, en el suelo, se quedó un buen rato. La mayoría no fuimos conscientes de lo que estaba pasando hasta que Kirath empezó a gritar cosas raras y que se debía destruir "eso"... y empezó a conjurar.
Lanzo más poder sobre esa cosa de lo que yo le había visto lanzar jamás (y puedo asegurar que le he visto lanzar muchos hechizos), pero la cosa seguí allí, intacta. Y él cayó inconsciente debido al esfuerzo y la tensión.
Y entonces, la gente empezó a saber de qué se trataba el asunto. Yo no, claro. Mis conocimientos sobre gente que se saca el corazón y lo tira de cualquier modo y de corazones a los que se les lanza una ronda de los hechizos más mortales que he visto jamás y siguen igual es nulo. Pero parece ser que todos esos sabiondos (incluidas las brujas, que serán brujas, pero no tontas) descubrieron que eso tenía que ver con una maldición de Malar.
Supongo que entendereis que mi posición hasta ese momento era más bien una incognita. Yo no sé de profecías, ni de magia, y si bien es cierto que soy un buen luchador, no podía compararme con los había allí.
Había llegado de rebote, sin proponermelo, medio engañado por el Destino de otro y todo eso solo por querer acompañar a un druida a buscar flechas, que no llegamos a comprar.
La vida de ese pielverde me importaba poco, aunque prefería que estuviera de nuestro lado en la batalla.
Las pocas veces que yo abría la boca, mi voz era totalmente ignorada. Yo allí no pintaba nada pero estaba encerrado en esa pesadilla de temática mística.
Y en medio de todo ese follón comprendí lo que debía hacer.
Debía hacer lo que llevaba haciendo desde que empezó todo el jaleo. Acompañar a Kirath.
Mientras todos discutían sobre como destruir aquella cosa, y algunos lo intentaban y fracasaban estrepitosamente, yo me dediqué a intentar restablecer a la única persona que podía decirnos algo decente y útil. Al único especialista que teníamos sobre Malar y sus juguetes. El que yacía inconsciente en el suelo. A kirath.
Cabe decir, que si bien los mecanismos se me dan muy bien las cosas vivas no mucho, y fue el Caballero Iruzar quien realmente le sacó de su ensueño.
Al principio estaba rígido como una estátua. Pero con esfuerzo y palábras de ánimo, conseguí volverle a su estado más o menos habitual. Eso si, no conseguí que hiciera ni dijera nada hasta que Gorfuk, en un acto valiente a la par que muy peligroso (por lo que descubrí más tarde) decidió destrozar su ex-corazón con sus propias manos.
Entonces, el elfo asqueroso ese volvió a la carga. Provocó un poco más al orco, pero sus camaradas no le dejaron margen de actuación y prosiguió con un plan que parecía predeterminado. Lo arrestó.
Aunque no tengo muy claro que realmente sea una buena persona, entiendo el porqué lo hizo. Gorfuk había estado entre los orcos y tenía mucha información valiosa. Pero no creo que fuera necesario arrestarle. Y como siempre en esta historia, mis esfuerzos cayeron en saco roto. Así que opté por convencer a Kirath de que vigilara el proceso. Él tenía el reconocimiento necesario ante el inquisidor, ante Gorfuk, y ante los presentes. Si él iba con Gorfuk, todo el mundo estaría más tranquilo, y podrían dedicarse a hacer lo que debían: prepararla batalla.
Y aquí acaba mi historia, por ahora.
Yo, que ni siquiera quería venir. Yo, que no creo en la gloria después de muerto, estoy aquí a punto de enfrentarme a un ejercito de orcos enormes, feos y malolientes, y posiblemente moriré, como muchos otros.
Al menos espero poder hacerlo al lado de Kirath, defendiendolo, pues este parece que es el papel que los Dioses me han otorgado en esta historia.
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Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
*clap clap clap clap*
Fantástico, agradezco vuestra implicación ¡grandes relatos!. Como dijo un día mi maestro, con jugadores así merece la pena hacer quest´s.
¡Un saludo!
Fantástico, agradezco vuestra implicación ¡grandes relatos!. Como dijo un día mi maestro, con jugadores así merece la pena hacer quest´s.
¡Un saludo!
La Bestia (parda)