El joven Eishan, hijo de sir Lorten, un miembro destacado de la burguesía de Azhkatla, nunca fue un niño normal como los de su estatus, mientras todos alardeaban de cuanto dinero o tierras poseían sus familias, Eishan intentaba pasar desapercibido, mezclarse con la sociedad y las culturas varias que pueblan la ciudad, incluso, a veces, salía a escondidas de su inmensa casa para pasearse por las intrincadas calles de los bajos fondos.
La vida de noble no era pare él, siempre imaginandose estar en la piel de alguno de esos heroes que contaban los bardos y trovadores en las tabernas, y la pronta edad de 15 años, tras conocer la fecha de su matrimonio concertado con una bella joven, aunque detestable, decidió escapar de aquella vida que mas le parecia un cautiverio.
Siempre fue un chico agil, y aquella rapidez de manos le llevó a introducirse en el mundo de la noche bajo la custodia de los ladrones de las sombras, donde aprendió a valerse por sí mismo, pero a pesar de que aquella vida le agradaba, por consejo de su maestro tuvo que abandonar la ciudad, pues alguien habia asesinado a su familia y también iba a por él, aunque sus problemas se agrandaron al conocer que había puesto precio a su cabeza, no como Eishan, sino por su nueva identidad, Eorlín, por el asesinato de su propia familia, aunque esta información no estaba a manos de la guardia.
Ya han pasado más de diez años desde entonces, pero aún a dia de hoy le siguen los pasos,y que sea la guardia o el misteriosos asesino quien le encuentre primero es otra cosa, pero por el momento parace haber encontrado un lugar seguro, Nevesmortas.......
DATOS DE INTERÈS:
Alineamiento - C/N
Dios: Mâskhara (es normal entre los ladrones)
Clase: obvio, ladrón
Eorlín (Eo)
Moderadores: DMs de tramas, DMs
A medida que los meses pasaban, Eorlin comenzaba a hacerse un hueco en la ciudad de Nevesmortas, poco a poco su fama iba creciendo, aunque esto era un arma de doble filo, por un lado, ahora tenia accesos especiales, por otro, su nombre comenzaba a estar en bocas que ni el mismo conocía, lo cual era una ventaja para sus perseguidores, aunque ya habia urdido un plan para evitar su captura, pronto, si los dioses lo querían asi, no habria quien le parara.
Encaramado a un saliente y al abrigo únicamente de su roída capa, observaba los movimientos de aquellos dos orcos que vigilaban la entrada a su guarida. Habían pasado casi seis horas y ya pronto seria el cambio de guardia aunque hacían ya tres veces que lo habían hecho y él seguía allí escondido sin apenas moverse, calculando cada hueco en sus abolladas armaduras donde poder asestar un golpe afortunado con el que deshacerse rápidamente de ellos.
Le recordaban tanto a la gente de Nevesmortas que a veces dudaba si se equivocaba de enemigo....la estúpida jerarquía, aquellas ansias de controlarlo todo, de agrandar su terreno innecesariamente.
-¿Pero qué estoy haciendo?- pensó para sí mientras se restregaba los ojos por el cansancio- ¿cuándo empezó todo a ir mal?
Los últimos meses afloraron a su cabeza alejándolo de la realidad unos segundos y al momento la respuesta se hizo visible ante él.
Recordaba sus intenciones cuando llegó por primera vez a la ciudad, estaba decidido a que todo aquello fuera suyo, un ataque rápido y eficaz y la ciudad entera acabaría a sus pies y para ello se rodeo de la gente necesaria, aunque ahí fue donde todo empezó a torcerse. Cada uno tiraba para sí, nadie se ponía de acuerdo, todos querían pero nadie era capaz de dar ese primer paso, ya fuera por miedo o por dejarle ese trabajo a otro, probablemente fue entonces cuando comprobó por primera vez que la gente solo actúa si sabe que todo va sobre ruedas y si les conviene, te dejaran en la estacada por no salir mal parados. Él nunca fue de principios, pero seguía a rajatabla el códice de los ladrones, y honor es lo primero, incluso antes que la vida misma, pero todos carecían de el. “Por ejemplo.....¿Cómo pretenden esos estirados paladines que se les entienda? Morir por otro, es absurdo, cuando ni siquiera el otro moriría por ti..........dar hasta morir.........eso no es honor, es misericordia con un igual, pero ni ellos mismos se ponen de acuerdo ¿acaso no es igual una cría de troll a un bebe humano si ambos están igual de indefensos? Quizá solo comprenden lo que quieren comprender, además, ¿por qué matar cuando solo se defienden? Que se lo pregunten a esos pobres animales”
Pobres animales, dos palabras que juntas cada vez se le hacían más comunes desde que decidió alejarse de las ciudades. No hacia mucho, explorando el oeste, fue atacado por un aguijoneador que pretendía añadirlo al menú, y allá, a lo lejos vio un grupo de serpientes gigantes “!Perfecto¡ y ahora mas problemas”- pensó mientras corría, aunque para su sorpresa, aquellas serpientes no le atacaron, sino que dieron media vuelta y le defendieron de aquella bestia que le perseguía hasta darle muerte. Paso varias horas allí sentado, rodeados de aquellas víboras enormes sin poder explicarse el por qué lo habían hecho, hasta que llego a una conclusión, pues el no pretendía atacarlas, solo pasar de largo y escapar, pero de alguna extraña manera ellas lo sabían y le defendieron sin pensárselo dos veces. Quizá aquellos animales eran mas capaces que muchos “seres civilizados”, le habían prestado su ayuda sin pedir nada a cambio, su compañía a pesar de no poder comunicarse, ahora estaba seguro, fue en aquel preciso instante cuando comprendió que la civilización jamás le daría lo que aquellos animales “irracionales” le daban.
Abrió los ojos y volvió a observar a los orcos.
-No me he equivocado de enemigo, sino a quien defiendo, ahora estoy seguro- susurro levemente desenvainando su espada.
Le recordaban tanto a la gente de Nevesmortas que a veces dudaba si se equivocaba de enemigo....la estúpida jerarquía, aquellas ansias de controlarlo todo, de agrandar su terreno innecesariamente.
-¿Pero qué estoy haciendo?- pensó para sí mientras se restregaba los ojos por el cansancio- ¿cuándo empezó todo a ir mal?
Los últimos meses afloraron a su cabeza alejándolo de la realidad unos segundos y al momento la respuesta se hizo visible ante él.
Recordaba sus intenciones cuando llegó por primera vez a la ciudad, estaba decidido a que todo aquello fuera suyo, un ataque rápido y eficaz y la ciudad entera acabaría a sus pies y para ello se rodeo de la gente necesaria, aunque ahí fue donde todo empezó a torcerse. Cada uno tiraba para sí, nadie se ponía de acuerdo, todos querían pero nadie era capaz de dar ese primer paso, ya fuera por miedo o por dejarle ese trabajo a otro, probablemente fue entonces cuando comprobó por primera vez que la gente solo actúa si sabe que todo va sobre ruedas y si les conviene, te dejaran en la estacada por no salir mal parados. Él nunca fue de principios, pero seguía a rajatabla el códice de los ladrones, y honor es lo primero, incluso antes que la vida misma, pero todos carecían de el. “Por ejemplo.....¿Cómo pretenden esos estirados paladines que se les entienda? Morir por otro, es absurdo, cuando ni siquiera el otro moriría por ti..........dar hasta morir.........eso no es honor, es misericordia con un igual, pero ni ellos mismos se ponen de acuerdo ¿acaso no es igual una cría de troll a un bebe humano si ambos están igual de indefensos? Quizá solo comprenden lo que quieren comprender, además, ¿por qué matar cuando solo se defienden? Que se lo pregunten a esos pobres animales”
Pobres animales, dos palabras que juntas cada vez se le hacían más comunes desde que decidió alejarse de las ciudades. No hacia mucho, explorando el oeste, fue atacado por un aguijoneador que pretendía añadirlo al menú, y allá, a lo lejos vio un grupo de serpientes gigantes “!Perfecto¡ y ahora mas problemas”- pensó mientras corría, aunque para su sorpresa, aquellas serpientes no le atacaron, sino que dieron media vuelta y le defendieron de aquella bestia que le perseguía hasta darle muerte. Paso varias horas allí sentado, rodeados de aquellas víboras enormes sin poder explicarse el por qué lo habían hecho, hasta que llego a una conclusión, pues el no pretendía atacarlas, solo pasar de largo y escapar, pero de alguna extraña manera ellas lo sabían y le defendieron sin pensárselo dos veces. Quizá aquellos animales eran mas capaces que muchos “seres civilizados”, le habían prestado su ayuda sin pedir nada a cambio, su compañía a pesar de no poder comunicarse, ahora estaba seguro, fue en aquel preciso instante cuando comprendió que la civilización jamás le daría lo que aquellos animales “irracionales” le daban.
Abrió los ojos y volvió a observar a los orcos.
-No me he equivocado de enemigo, sino a quien defiendo, ahora estoy seguro- susurro levemente desenvainando su espada.