Voy a comenzar con la historia de la figura que crió a Haken, Hrolf Hachasangrienta, hermano del padre de Erik y Haken.
Esta historia la había creado para justificar el por qué la espada que lleva Haken tiene daño eléctrico, y en un futuro pedir alguna espada de similares características pero con algunas cositas más por bonos rol (Algo que retrasaré, pues estoy juntando para algo mejor, mwahahaha XD), pero en fin, esta historia sirve para dar trasfondo al bárbaro, y justificar el por qué lleva una espada eléctrica...
Vamos con ello...
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Asi que quieres que vuelva a contarte la historia de mi vieja espada, sobrino mío? *Preguntó Hrolf Hachasangrienta, tío de Haken y Erik, al pequeño Haken*
Era una tarde muy fría, el viento helaba los huesos, y la niebla apenas dejaba ver a una corta distancia… Ese día partí de la aldea junto a otros hombres, para seguir a los orcos que rondaban por nuestras tierras… Los malditos llevaban varias dekhanas vagando por los alrededores de nuestra aldea… Sabíamos que planeaban algo.
Nos separamos los más fuertes de los nuestros, y seguimos a los diferentes grupos que logramos encontrar… Harold, Skarf y yo fuimos guiados por el rastro de un pequeño grupo de ellos hasta las montañas…
Debías oir el sonido del helado viento al pasar por los valles y grandes picos nevados, Haken… El viento silbaba como el quejido de un dragón malherido… Como el llanto en pena de un alma errante…
Nos acercamos más y mas a los orcos, y pudimos oír lo que hablaban… Su campamento principal estaba cerca, planeaban invadir la aldea.
Utilizamos la misma táctica que cuando viajamos contigo, sobrino… Los orcos pueden ser fuertes, pero no son tan listos como nosotros… Aun asi, sus hachas y flechas son mortales…
El escarpado paso de las montañas cada vez se hacía mas empinado y peligroso… Podíamos ver a los orcos tomando un pequeño camino, abajo nuestro… Nos guiaban hasta su campamento, y allí podríamos ver la verdadera cara del enemigo… Pero esa tarde las montañas nos jugaron una mala pasada… Los peldaños no resistieron, y luego de un gran estruendo, el suelo debajo de Skarf se había desmoronado, cayendo éste en medio de los orcos… Murió por la caída…
Cuando giré a Harold para advertirle del peligro, ya era tarde… Su rostro estaba partido a la mitad… Aun recuerdo el hacha orca clavada en su cara, y la sangre brotando bruscamente… Los orcos subían por el paso elevado, directo hacia donde nos encontrábamos…
Estaba preparado para el combate, pero fueron mas rápidos… Antes de poder descolgar mi espada, una flecha me dio en el brazo… El maldito brazo ardía como si mil demonios danzasen sobre él, quemando todo a su paso… Solté mi espada… La tormenta empeoraba, el viento se tornaba más agresivo, y el frío ya perforaba mi cuerpo…
En ese momento, Haken, pedí a los dioses una última oportunidad… Un último aliento de fuerza… Rodeado, con mi brazo herido, y solo, en medio de las montañas… Solo quería un último aliento… Las fuerzas para poder tomar mi espada, apretar mi puño, y pelear una última batalla…
Luego de suspirar y con mi brazo aún ardiendo y sangrando, logré levantar mi espada y gritar a los dioses… ¡DADME LA FUERZA, PARA COMBATIR UN ÚLTIMO COMBATE!
En ese momento, pequeño, todo a mi alrededor se volvió negro… Las nubes se oscurecían, y de entre la niebla se oyó un gran estruendo… Una gran luz azul cayó de los cielos, tocó mi espada, y paralizó mi brazo… Haciéndome soltar mi arma, mi ultima esperanza…
…¿Me habrán abandonado los dioses? ¿Será esta una prueba de los ancestros?... Dudé, pequeño… Pero una cosa era segura… No podía morir allí…
Aprovechando la sorpresa de los orcos ante la luz, tomé mi espada de la nieve, con mi otra mano… La hoja tenía un gran brillo azul, y poseía el poder de los rayos… El rayo que paralizó mi brazo y casi me mata, estaba ahora impregnado en la hoja…
…Esa tarde combatí, Haken… Con un solo brazo y una espada brillante, combatí y triunfé… ¿Una prueba de los dioses, pequeño?... Quizás… Pero aún estaba sorprendido… Yo, un guerrero, uno de los mas fuertes de nuestra aldea… Mi mejor brazo, ahora inmóvil… No podría seguir combatiendo como antes…
Cuando volví a la aldea, agradecí por estar aún vivo… Pero aún maldecía por haber perdido mi brazo… Fui al curandero de la tribu para que me lo mirase, y es aquí, Haken, donde la historia se pone interesante… *El viejo Hrolf sonríe mientras la cuenta, acariciando el pomo de la espada con su único brazo que aún se mueve*
Luego de contarle la historia al curandero, sabes cuales fueron sus palabras?
“Hrolf, los dioses no te han abandonado… Has recibido un gran regalo de los dioses… El veneno de la flecha orca que impactó en tu brazo es de los más mortales, y no sería posible hacer una cura a tiempo… Unas horas más, y el veneno hubiera alcanzado tu corazón… Tu brazo está muerto, es verdad… Pero a cambio de un brazo, los dioses te han regalado la vida… Y esa espada que allí posees, tu vieja espada, ha sido tocada por los dioses… La luz que emana de ella es signo inequívoco de ello…” *El viejo Hrolf toca ahora su otro brazo, cubierto desde hacía años por una capa*
Desde ese día, Haken, lo comprendí, y nunca más volví a combatir… *En la aldea muchos rumoraban que Hrolf no había vuelto a combatir debido a la pérdida de uno de sus brazos, pero el viejo ocultaba más de lo que parecía*
Quieres saber la razón por la que alguien como yo, un guerrero, de los más fuertes de la aldea, no ha combatido nunca más, aún teniendo mi otro brazo bueno?... Es porque se lo juré a los dioses, pequeño Haken…
…Se lo juré a los dioses en esa tarde tormentosa, en medio de la montaña… “¡Dadme la fuerza, para combatir un ÚLTIMO combate!” fueron mis palabras… A cambio de dejar mi orgullo y mi poder, los dioses me dieron la fuerza para sobrevivir, y la sabiduría para seguir ayudando a nuestra aldea, sin necesidad de volver a derramar sangre…
Algún día entenderás este sacrificio, Haken…
*Al día presente, Haken recuerda a su viejo tío, Hrolf Hachasangrienta… Aquel anciano recluído, casi ermitaño, que cuidó y enseñó al mayor de los Hachasangrienta todo lo que sabe. Hasta el día de hoy, recuerda sus palabras antes de morir*
“Toma mi espada, Haken… Toma la espada tocada por los dioses… Utilízala para proteger a los nuestros, y siempre lucha por tu sangre y los ancestros… Ya he cumplido con mi promesa… A los dioses… A los ancestros… Y a mis hermanos… Ahora ve, mi querido sobrino… Y llévate la vieja espada de tu tío… Deja al viejo descansar en paz… *Hrolf cierra los ojos, y sonríe* …Y recuerda, que te estaré observando… Para ver en que clase de hombre te conviertes…”
*Esas fueron las últimas palabras de Hrolf Hachasangrienta, tío de los hermanos Hachasangrienta. El día que su tío murió, Haken tomó la espada, salió de su choza, y se dirigió a las montañas. Entre los bárbaros se rumorea la leyenda de que, a partir del día que Hrolf dio su último aliento, su espada vibra levemente antes de cada combate… Recordando las viejas batallas del anciano… Recordando su promesa con los dioses… Y recordando a Haken, su sobrino, de que en algún lugar remoto, su tío lo está observando… Pues los ancestros, no le han abandonado…”
