Numa

[Lunien]

Numa nació en algún lugar del oeste de Anauroch, en el seno de una tribu bedín. El día que nació había luna llena. Nunca conoció a su padre, pero se dice que fue un aventurero venido de las tierras templadas. Su madre nunca quiso contarle demasiado por temor a que algún día su pequeña la abandonara en busca de respuestas; los bedín son gente de fuertes lazos familiares. Su infancia, hasta donde llegó, fue una infancia feliz, aunque el estigma de ser diferente la acompañó desde el día en que nació. Al hecho de ser hija de un extranjero se unía el misterioso color de su pelo, plateado y brillante como la luna. Aunque su presencia resultaba encantadora, tenía algo sobrehumano que nadie se atrevía a explicar. Algunos sabios de su tribu hablaban de una bendición de Elah, otros de una maldición. Sin embargo, la pequeña Numa no dejaba de ser una bedín y tuvo que ser aceptada. Pero a medida que la niña crecía, su estigma se hacía cada vez más evidente. A los pocos años comenzaron las primeras manifestaciones arcanas. Su madre siempre ocultó estos fenómenos al resto de la tribu, hasta que un día se hizo evidente que Numa era una criatura mágica. Los bedín son un pueblo de férreas tradiciones y prejuicios, y con respecto a la magia sus leyes son claras: “brujas y hechiceras deben ser parias”. A los doce años Numa fue exiliada y dejó el desierto en una caravana hacia la Marca Argéntea.