
Tres gotas de zumo de hongo negro y jengibre raspado en láminas. Agitar mientras se cuece a fuego lento, sin apartar el vial de la llama.
Los movimientos de la elfa eran precisos y metódicos, nacidos de la práctica y el perfeccionamiento. Tan sumida estaba en su labor, en el tranquilo patio de la Flecha, que no percibió el primer tirón en su capa.
Continuó pendiente del líquido a la espera de los primeros indicios de hervor. Un nuevo tirón en su capa trato de reclamar su atención lográndolo en esta ocasión.
A sus pies un tejon se afanaba por mantener agarrada la capa y tirar de ella.
Las primeras burbujas aparecieron en el líquido y la druida dejo reposar el vial, a la par que se agachaba para acariciar el tejon.
- Un mensaje de Mok?- miró curiosa al tejon mientras este chillaba y fruncía el hocico.
Mientras el tejon comenzaba a transmitir el corto, aunque intrincado mensaje para el, una pantera hizo acto de presencia. Grácil, sigilosa… La pantera de Zeras.
Ambos mensajeros traían el mismo mensaje, provenientes de distintas personas.
La parquedad y escasez de términos en el idioma de gruñidos y gestos, dejaron claro los conceptos básicos: La buscaban dos personas para una… ¿junta?
Asintió a ambos y agradeció su labor, encomendándoles a ambos transmitir que habían transmitido su mensaje.
Horas después…
Meditaba recostada en el árbol, arropada por su capa y con el Cayado en su regazo. Mantenía los ojos cerrados y su respiración se acompasaba con el murmullo de la cercana agua y el crepitar de la hierba por el viento.
Poco a poco la tranquilidad fue rota por sonidos que parecían distantes pese a estar a escasos metros, no había aullido ni sintió la presencia de Sabre… fuese lo que fuese lo cercano, no parecía ser un peligro.
Dejó pasar unos instantes más antes de abrir los ojos. Frente a ella, una joven elfa permanecía sentada. Vildiara ladeó la cabeza curiosa mientras miraba alrededor. Un pequeño grupo se había reunido allí.
Heahcliff tomó asiento al lado de la joven elfa, tras ellos una conversación en altos susurros se mantenía.
La druida sonrió a ambos. Alassänte tomó la palabra presentándose y exponiendo la petición.
- Claro. No tengo ningún inconveniente en uniros ante el Gran roble, si estáis seguros de querer unir vuestras sendas. ¿Esta noche? ¿Tenéis algún sitio especial en mente?
Ambos pretendientes trocaron su cara de nerviosismo en agobio, luego en seguridad, nuevamente en nerviosismo… Vildiara sonrió recordando, quizás afortunadamente, ella no había tenido que pasar ese mal trago.
- ¿Esta noche? No,no. Me gustaría decírselo a mi padre, antes. Ya sabe como son. –dijo Alassänte con nerviosismo en su voz.
Por una fracción de segundo se imaginó una escena, no con ella misma como protagonista… si no con Naldina, un breve esbozó de sonrisa, por un tiempo futuro quizás por llegar, surgió en los labios de la druida.
- Claro. Cuando estéis listos para el enlace, contad conmigo.
Una ceremonia sencilla, tranquila… El lugar ideal se perfiló en la mente de Vildiara, aunque antes tendría que pedir permiso.
En escasos minutos, zanjado los pormenores del tema de la boda, el tema principal se volvió a uno que desde hacia ya unas dekhanas preocupaba a todos. El agua.
La corriente del Lanzagelida seguía siendo un caudal ponzoñoso. Varios habían tomado muestras del agua en diversos puntos, adentrándose en las nacientes de adbar, a lo largo del camino de la Bifurcación rumbo a Sundabar…
Vildiara había tomado sus muestras y en vano había buscado la cueva que Heathcliff le había mencionado, habría querido ve ella misma el artefacto que el arcano le describió, pero la fortuna no quiso que diese con la cueva submarina.
Varias voces se alzaron, nuevas voces llegaron. Acostumbrada a la quietud y calma de los bosques, el ruido de tantas voces hablando a la par, hacían que Vildiara tuviese que centrarse en poder oír y atender a casi todas, una laboriosa tarea para la elfa.
Miraba a unos y a otros, cuando distinguió un viajero que pasaba cerca del grupo, observaba a los reunidos, escuchaba lo que hablaban y luego tomaba asiento en una roca cercana, con cuidado de que los frascos azulados que pendían en su cinto no chocasen entre ellos.
- ¿También ha llegado aquí el agua contaminada? ¿Y la tomáis a broma? – las palabras del viajero cayeron con rudeza ante los presentes, levantando curiosidad en unos y ánimos de defensa en otros.
Voces, voces, voces… Bufó cual gato y se acercó al viajero.
- ¿También?
Los siguientes minutos el hombre narró detalles que alarmaron, enfadaron y desconcertaron.
Provenía de las inmediaciones de Felbarr, donde al parecer llevaban tiempo investigando las muestras que se habían llevado… y experimentando con ellas.
Si bien algunos de los habitantes de la villa habían cometido la osadía de experimentar con convocaciones… las palabras del viajero dejaron notar lo mucho que se desconocía de los efectos del agua.
- He visto trasgos mantener conversaciones fluidas como si fuesen grandes arcanos, orcos fabricar armas templadas como el mejor de los enanos. He visto a otros convertirse en monstruos, a aquellos que se llaman Caballeros – dijo mientras señalaba al Este, a la no muy lejana residencia de la Orden.- He visto una inmensa araña con alas capaz de devastar una villa.
Mientras hablaba destapó uno de los frascos y dejó que una gota cayese en el suelo…
- Este es el agua que he conseguido.- la druida preguntó como… la respuesta fue simple- La robé.
La gota tocó el suelo, un olor entre el afrutado del vino y un tinte amargo inundó la zona, en el suelo la hierba se estremeció y creció veloz.
- No sabemos que efecto podía tener en humanos, no? Solo que da dolor de estomagó.
Zaph, un heraldo nativo del plano de fuego avanzó ofreciéndose a probar el agua.
Una arcana dijo que había dado a probar el agua a una convocación celeste y que se había convertido en humano, otros negaron a zaph su proposición.
- Yo os he dicho lo que sabia – dijó el viajero- En vuestra mano queda creerme o no. – acto seguido descolgó uno de los frascos y lo bebió.
Un refulgente rayo tronó cayendo sobre el viajero, desvaneciéndolo.
- Ey, preparaos. ¿No dijo que se convertían en bestias quien bebía?
El suelo tembló como respuesta y enredaderas espinosas surgieron del suelo atacando. Una de ellas lanzó el tentáculo hacía la druida quien interpuso su Cayado, acto seguido lo clavó en la bullente tierra e invocó a las raíces que incesantemente lo recorrían.
Del Cayado brotaron nuevas enredaderas, finas pero resistentes, que se afanaron en cubrir al grupo del ataque.
Las pertenencias del viajero reposaban en el suelo, Vildiara se agachó a revisarlas y una garra entró en su visión.
Un gruñido y un chasquido… “En esto es en lo que me he convertido”
La figura tenia el tamaño de un gran lobo, una mandíbula cuadrada y espinas de diversos tamaños a lo largo de su cuerpo.
La druida gruñó sin apartar la mirada del transformado viajero. “Curable?”
El animal negó. Vildiara suspiró “Demasiado arriesgado”
Una de las piernas del viajero trastabilló, luego otra, heridas comenzaron a aparecer en su piel, mientras una sangre azul brotaba.
Las manos de la druida se posaron sobre la criatura, tratando de transferir la energía regeneradora necesaria.
” investigadme”. El último gruñido antes de que los ojos de la criatura se cerrasen y comenzase a descomponerse.
Y ocurrió… El mundo fluctuó. La esencia animal… las fuerzas elementales… la energía de la vida primigenia… todo de lo que era consciente Vildiara, se arremolinó en su interior con fuerza.
La sangre vertida por el animal, sus manos ensangrentadas con ese tinte azul, la esencia que lo conformaba… Todo aquello parecía querer hacerse un sitio en su interior.
Sangre y espíritu.
Se sintió mareada por unos segundos, luego abrió los ojos nuevamente.
Paz… Calma… Serenidad… La sensación refrescaba cada parte de su ser.
- ¿Quemamos su cuerpo?
La voz sonó aun muy lejana pero la druida alzó una mano y negó.
Se tomaban muestras, se hablaba nervioso en mil conversaciones… y sin mucho esfuerzo la druida captaba y entendía. Algo fluía en su interior… y aunque no sabía lo que era… la calmaba y enfocaba.
Percibía el latir de la vida, de los elementos… Y recordaba lo dicho por el viajero.
- Heathcliff.
El llamado fue atendido por unos segundos, sin mucho acierto. Todos parecían inquietos.
El elfico brotó suave de sus labios llamando a la joven Guardiana.
Apartadas del grupo, le contó a la joven Zeras lo sucedido. No sabia lo que le sucedía y no quería convertirse en un peligro imprevisto si algo se torcía.
- ¿Qué haremos?
- Estate atenta al cielo… Intentare hacer una reunión lo antes posible. – Acto seguido la druida se encaminó al Norte, sin dejar de echar una mirada recelosa al pasar por las cercanías de la Orden.
// Y hasta aquí esto. Darle las gracias a Tym por el entretenido rato!

Continuación en otro post, ya que abarca varios temas pendientes (pero es que ya hay MUCHOS)