Qu'el' Faeruk, ese es mi rango, ese es el camino el cual estoy siguiendo actualmente dentro de la casa Veldruk.
Supongo que tarde o temprano tendria que cubrir un puesto así dentro de la casa de mi señora; dejé claro en su momento que yo buscaba un objetivo el cual seguir, ya sea dentro o fuera de su "familia" y creo que he encontrado un lugar en el que puedo permanecer y aprender almenos durante una larga temporada sin temor a ser apuñalada en cualquier esquina de la ciudad.
Por supuesto tube que hacer algún que otro pacto en el ritual para pertenercer a tan iluestre casa, sinembargo como mago pienso que todo poder "divino" otorgado a los clerigos no es ilimitado, tiende a desvanecerse a medida que sus acciones le fallan igual que las seres que les rodean, solo sería cuestión de tiempo ver si realmente esta casa merece la pena o no, por lo que acepté el pacto.
La matrona es estricta y hace de guia tanto para los varones como para las hembras perdidas. Sin ninguna duda, es muestra de autoridad y sabiduria, se hace temer al mismo tiempo que se hace respetar, por ello prefiero seguir con mi papel dentro de la casa haciendo todo cuanto se me ordena sin rechistar y de buena gana, no temo, pues no hay nada que temer si haces bien tu trabajo.
Me he ganado buenas relaciones dentro de la casa, tanto con varones como con las hembras, aún así todos usan mascaras que esconden los monstruos que son realmente, mi maestro me dijo una vez, que los "humanos" no son muy diferentes a nosotros, la verdad es que ha dejado de molestarme esta situación tan agobiante llegandome a acostumbrar y a actuar como siempre he hecho. ¿Soy retorcida? no estoy segura, solo les doy lo que estos quieren escuchar y quieren ver, es tan facil tener a mis hermanas y a los varones conentos...
Tal vez haya pasado desapercibida ante las sospechas y complots que hay dentro de toda casa u organización en la infraoscuridad por mi siempre respetuoso modo de actuar, una sonrisa siempre con los ojos cerrados y mostrando seguridad en mis consejos. Todo ha cambiado mucho, ya no recuerdo cuando perdí la capacidad de mostrar otro gesto diferente al que siempre tengo, pues las palizas habituales que recibia en la anterior casa, me han dejado con un rostro que denota una expresión indiferente ante cualquier situación.
