A Capa y espada
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Re: A Capa y espada
Es un buen nombre I
“Bien, bien” Afirmó su maestro visiblemente cansado. “Has mejorado muchos estos últimos años” sonrió satisfecho.
“Si he mejorado ha sido gracias a ti” contestó el joven.
“¿Qué es eso lo que oigo? ¿Humildad?” Sonrió afablemente. “Has crecido mucho y no solo con la espada, si no aquí” el hombre mayor acompañó las palabras apuntando a la cabeza del muchacho con el dedo “Solo puedo decir: bravo”
“Gracias maestro” dijo Cuervo haciendo una reverencia.
Su maestro negó con la cabeza “No por más tiempo”.
“¿Có… cómo?” el muchacho titubeó confuso.
“Hoy ha sido tu última clase” sonrió el maestro “Mañana te batirás contra mi como danzarín del agua, en un duelo entre amigos y al acabar nos separaremos como hermanos” dijo solemne.
“Pe… pero ¿A dónde iré? Quiero decir ¿y después? No conozco otra vida… yo…” Cuervo divagaba como solía hacer cada vez que su maestro le sorprendía.
El hombre mayor se acerco al muchacho y posó una mano sobre su hombro “Tranquilo, mañana todo te será revelado, no tengas miedo”. Tranquilizó al joven que sólo pudo asentir. “Ahora ve, diviértete o lo que sea que hacéis la juventud, hemos acabado por hoy” le sonrió afablemente.
“Sí maestro” contestó inclinando la cabeza.
“Garren” el muchacho adoptó un gesto de incredulidad. “A partir de hoy ya no soy tu maestro ¿recuerdas?” puso la otra mano en el hombro libre del joven “Garren es mi nombre y tu, Cuervo más te vale buscar un buen nombre para mañana, no eres un animal” se apartó del aún confundido chaval. “¿Te vas a quedar ahí todo el día? ¡Vamos!” Cuervo salió a la carrera obedeciendo a su antiguo maestro dejándose llevar por la costumbre de hacerlo.
“Bien, bien” Afirmó su maestro visiblemente cansado. “Has mejorado muchos estos últimos años” sonrió satisfecho.
“Si he mejorado ha sido gracias a ti” contestó el joven.
“¿Qué es eso lo que oigo? ¿Humildad?” Sonrió afablemente. “Has crecido mucho y no solo con la espada, si no aquí” el hombre mayor acompañó las palabras apuntando a la cabeza del muchacho con el dedo “Solo puedo decir: bravo”
“Gracias maestro” dijo Cuervo haciendo una reverencia.
Su maestro negó con la cabeza “No por más tiempo”.
“¿Có… cómo?” el muchacho titubeó confuso.
“Hoy ha sido tu última clase” sonrió el maestro “Mañana te batirás contra mi como danzarín del agua, en un duelo entre amigos y al acabar nos separaremos como hermanos” dijo solemne.
“Pe… pero ¿A dónde iré? Quiero decir ¿y después? No conozco otra vida… yo…” Cuervo divagaba como solía hacer cada vez que su maestro le sorprendía.
El hombre mayor se acerco al muchacho y posó una mano sobre su hombro “Tranquilo, mañana todo te será revelado, no tengas miedo”. Tranquilizó al joven que sólo pudo asentir. “Ahora ve, diviértete o lo que sea que hacéis la juventud, hemos acabado por hoy” le sonrió afablemente.
“Sí maestro” contestó inclinando la cabeza.
“Garren” el muchacho adoptó un gesto de incredulidad. “A partir de hoy ya no soy tu maestro ¿recuerdas?” puso la otra mano en el hombro libre del joven “Garren es mi nombre y tu, Cuervo más te vale buscar un buen nombre para mañana, no eres un animal” se apartó del aún confundido chaval. “¿Te vas a quedar ahí todo el día? ¡Vamos!” Cuervo salió a la carrera obedeciendo a su antiguo maestro dejándose llevar por la costumbre de hacerlo.
Última edición por Vargas el Lun Ago 29, 2011 5:49 pm, editado 1 vez en total.
Re: A Capa y espada
Es un buen nombre II
Saliendo de la aún abandonada casa tomó la primera calle a la derecha y en seguida se encaramó a una terraza de un primer piso valiéndose de una cañería de desagüe. Cuervo se sabía este camino a la perfección, corriendo y saltando por encima de las calles de Marsémber pretendía llegar a uno de sus puertos.
“¡Auxilio!” Cuervo se paró en seco, no había sido una ilusión había escuchado a alguien gritar. Fue la curiosidad y no el valor lo que hizo que se dirigiese a la fuente del sonido.
Cuando llego al borde del techo en el que estaba pudo ver claramente como dos grandullones mangoneaban a una mujer de apariencia humilde, sin detenerse a pensar bajó saltando de terraza en terraza y de asidero en asidero para acabar cayendo entre victima y atacantes con una elaborada pirueta. Si se hubiese detenido a pensar se habría percatado de que no llevaba arma alguna.
“¿Pero mira que tenemos aquí?” Se mofó uno de los asaltantes.
“Parece un monete” Bromeó el otro mostrando una dentadura podrida.
“Corre” Dijo entre dientes Cuervo a la chica y esta obedeció sin titubear.
“¿Pero que cojones crees que estás haciendo?” Uno de los matones inició la carrera en pos de la muchacha, un pisotón y una patada en la corva bastaron para frenar su carrera y ponerlo de rodillas.
“¡Dejadla ir!” Exclamó aterrado el muchacho.
“¡Mira! El mono habla” dijo el que aún permanecía de pie mientras el otro se levantaba despacio visiblemente enfadado.
“Ya veo, ya” pronunció con un tono que no auguraba nada bueno “¿le gustaran los cacahuetes?” Su compinche contestó levantando los hombros “¿Sabes monete? Es una lástima, porque no tengo cacahuetes” Decía mientras ambos se acercaban despacio.
Cuervo buscaba frenéticamente una salida pero en su último movimiento se había posicionado entre los grandullones y una pared lisa.
“Hermano, si no tenemos cacahuetes ¿Qué le vamos a dar?” Preguntó divertido uno de los hombres.
“¿Qué te parece…? ¡ESTO!” Con la exclamación desenvainó una gran y fea espada ancha que impactó con fuerza desproporcionada contra la pared donde antes había estado el chico. “¿Cómo cojones…?”
“¡Hermano a tu derecha!” Gritó el otro hombre.
Mientras su supuesto hermano forcejeaba con la espada atascada en la pared, Cuervo, sin pensarlo dos veces, saltó utilizando el muslo derecho del hombre como trampolín y propinó una patada con todas sus fuerzas y todo el impulso del salto en el codo de su oponente haciendo que su brazo se doblase en un ángulo extraño. El hombre gritaba como probablemente jamás lo habría hecho y mientras aún gritaba Cuervo comenzó un giro de cadera para proyectar el talón derecho sobre la mandíbula del herido. El golpe impacto y el muchacho pudo sentir como algo se rompía, dientes y sangre salieron proyectados contra la pared.
En cuanto posó el pie una punzada de dolor le recorrió la pierna hasta la cadera haciendo que se quedase sobre una rodilla “¡Joder!” ahogó una exclamación de dolor.
El otro hombre que había asistido atónito a como un muchacho había dejado inconsciente a un hombre que le doblaba en estatura en dos movimientos, reaccionó de inmediato cargando ferozmente al verlo desvalido. Cuervo rodó evitando la acometida. “Pequeño hijo de puta” gruño el hombre mientras el joven bailaba por su vida a su alrededor sobre una sola pierna. “Estate quieto, joder”. El hombre intentó un corte bajo a la única pierna sobre la que el muchacho se movía, este saltó y cayó con todo el peso sobre la mano de su rival destrozándosela.
Mientras gritaba sujetándose la mano herida, Cuervo recogió la espada del suelo y todavía a la pata coja apunto al hombre con ella.
“¡Lárgate!” ordenó con voz temblorosa.
El hombre confuso y desorientado por el dolor, salió del callejón dando tumbos todo lo rápido que pudo. Cuando el joven perdió de vista al hombretón comenzó a temblar derrumbándose sobre sus rodillas, el dolor hizo presa de él nublándole la vista y haciendo que vomitase, finalmente se desmayó.
Saliendo de la aún abandonada casa tomó la primera calle a la derecha y en seguida se encaramó a una terraza de un primer piso valiéndose de una cañería de desagüe. Cuervo se sabía este camino a la perfección, corriendo y saltando por encima de las calles de Marsémber pretendía llegar a uno de sus puertos.
“¡Auxilio!” Cuervo se paró en seco, no había sido una ilusión había escuchado a alguien gritar. Fue la curiosidad y no el valor lo que hizo que se dirigiese a la fuente del sonido.
Cuando llego al borde del techo en el que estaba pudo ver claramente como dos grandullones mangoneaban a una mujer de apariencia humilde, sin detenerse a pensar bajó saltando de terraza en terraza y de asidero en asidero para acabar cayendo entre victima y atacantes con una elaborada pirueta. Si se hubiese detenido a pensar se habría percatado de que no llevaba arma alguna.
“¿Pero mira que tenemos aquí?” Se mofó uno de los asaltantes.
“Parece un monete” Bromeó el otro mostrando una dentadura podrida.
“Corre” Dijo entre dientes Cuervo a la chica y esta obedeció sin titubear.
“¿Pero que cojones crees que estás haciendo?” Uno de los matones inició la carrera en pos de la muchacha, un pisotón y una patada en la corva bastaron para frenar su carrera y ponerlo de rodillas.
“¡Dejadla ir!” Exclamó aterrado el muchacho.
“¡Mira! El mono habla” dijo el que aún permanecía de pie mientras el otro se levantaba despacio visiblemente enfadado.
“Ya veo, ya” pronunció con un tono que no auguraba nada bueno “¿le gustaran los cacahuetes?” Su compinche contestó levantando los hombros “¿Sabes monete? Es una lástima, porque no tengo cacahuetes” Decía mientras ambos se acercaban despacio.
Cuervo buscaba frenéticamente una salida pero en su último movimiento se había posicionado entre los grandullones y una pared lisa.
“Hermano, si no tenemos cacahuetes ¿Qué le vamos a dar?” Preguntó divertido uno de los hombres.
“¿Qué te parece…? ¡ESTO!” Con la exclamación desenvainó una gran y fea espada ancha que impactó con fuerza desproporcionada contra la pared donde antes había estado el chico. “¿Cómo cojones…?”
“¡Hermano a tu derecha!” Gritó el otro hombre.
Mientras su supuesto hermano forcejeaba con la espada atascada en la pared, Cuervo, sin pensarlo dos veces, saltó utilizando el muslo derecho del hombre como trampolín y propinó una patada con todas sus fuerzas y todo el impulso del salto en el codo de su oponente haciendo que su brazo se doblase en un ángulo extraño. El hombre gritaba como probablemente jamás lo habría hecho y mientras aún gritaba Cuervo comenzó un giro de cadera para proyectar el talón derecho sobre la mandíbula del herido. El golpe impacto y el muchacho pudo sentir como algo se rompía, dientes y sangre salieron proyectados contra la pared.
En cuanto posó el pie una punzada de dolor le recorrió la pierna hasta la cadera haciendo que se quedase sobre una rodilla “¡Joder!” ahogó una exclamación de dolor.
El otro hombre que había asistido atónito a como un muchacho había dejado inconsciente a un hombre que le doblaba en estatura en dos movimientos, reaccionó de inmediato cargando ferozmente al verlo desvalido. Cuervo rodó evitando la acometida. “Pequeño hijo de puta” gruño el hombre mientras el joven bailaba por su vida a su alrededor sobre una sola pierna. “Estate quieto, joder”. El hombre intentó un corte bajo a la única pierna sobre la que el muchacho se movía, este saltó y cayó con todo el peso sobre la mano de su rival destrozándosela.
Mientras gritaba sujetándose la mano herida, Cuervo recogió la espada del suelo y todavía a la pata coja apunto al hombre con ella.
“¡Lárgate!” ordenó con voz temblorosa.
El hombre confuso y desorientado por el dolor, salió del callejón dando tumbos todo lo rápido que pudo. Cuando el joven perdió de vista al hombretón comenzó a temblar derrumbándose sobre sus rodillas, el dolor hizo presa de él nublándole la vista y haciendo que vomitase, finalmente se desmayó.
Re: A Capa y espada
Es un buen nombre III
“Despacio, más despacio” Dijo una voz.
“¿Quién me habla?” Pensó el muchacho mientras intentaba incorporarse. “¡Mi cabeza!” exclamó a causa del dolor.
“¡Por las barbas de cien enanos! ¿Qué te acabo de decir?” Le reprochó la misma voz ronca. La obscuridad de la inconsciencia se disolvía y el joven paulatinamente recuperó la vista. Ante él un enano bien vestido, con la barba cuidada y adornada, intentaba ayudarle a incorporarse. “Has estado en un no se qué de shock o show o algo así… jerga de clérigos, ya sabes” continuó con tono desenfadado.
“¿Clerigos?” Preguntó Cuervo confundido.
El enano resopló y agarro directamente el pié herido con fuerza. El joven se preparó para el inminente dolor y el grito que proseguiría, pero no pasó nada.
“Abre los ojos idiota” El muchacho obedeció avergonzado, primero un ojo, luego el otro. “A esto me refería” señaló el pié curado con un rechoncho dedo “El clérigo que te curó esto, dijo un montón de cosas y gilichorradas, lo segundo más importante que descansases y lo más importante sus honorarios que por supuesto he descontado de tu parte”.
El joven negó con la cabeza sin entender “¿Mi parte?”
La voz del enano volvió a tronar rozando la exasperación “Los dioses decidieron darte la capacidad de atención del mismísimo Brandovaris ¿eh?” el muchacho sólo pudo contestar adoptando una mueca de incomprensión que hizo que el enano resoplase resignado y continuase “ A ver cerebro de mosquito, luchaste como un idiota te heriste tu mismo pero en cierta manera ganaste, yo lo vi todo así que te recogí a ti y a la bolsa que la muchacha a la que salvaste se dejó por el camino y de ahí y de lo que llevaban los rufianes encima desconté los honorarios del clérigo que te ha dejado como los chorros del oro ¿vale?” recitó de seguidillo.
Cuervo algo mareado asintió en principio hasta que se le ocurrió preguntar “¿eso no es robar?”.
El enano prorrumpió en una sonora carcajada que nada habría envidiado a los truenos del mismísimo Talos y cuando se tranquilizó respondió secándose las lagrimas “Técnicamente sería hurto por mi parte, ya que yo no ejercí violencia y de todas formas robar a ladrones no es delito” Y antes de que le muchacho pudiese objetar nada prosigió “Y si te preocupa la muchacha, descuida estoy seguro de que habrá corrido sin parar hasta su hogar y ahora estará dando las gracias a Lathander por ver un nuevo día amanecer y a Yelmo porque apareciese un protector de la nada y sus padres estarán igualmente agradecidos o incluso más porque no llegaron a llevarse la virtud de su hija y si me vas a preguntar que es la virtud de una dama mejor te lo guardas para ti ¿entendido?”.
Ninguno dijo nada por unos minutos mientras el muchacho asimilaba tanta información. “Mira canijo” rompió el silencio el enano “si crees que tendrías que haberle devuelto el dinero intenta verlo de esta manera, sufriste un percance y ese dinero ha servido para remediarlo y como pago de un trabajo bien hecho ¿no crees?”. Finalmente Cuervo asintió “Chico listo, Marsémber no necesita más paladines descerebrados” al joven le hizo gracia y ambos rieron.
“Bueno muchacho, levanta que me estas deshaciendo toda la cama, levanta y coge tu parte, está encima de la mesa” Le apremió el enano mientras Cuervo se levantaba con dificultad todavía inseguro de que su pié fuera a aguantar.
“Gracias eeerr…” Empezó a decir el humano.
“Osguld, gran maestro del comercio Osguld bajo la bendición de Tymora, si buscas algo yo lo tengo mejor y más barato, no hay fallo” Recitó.
Cuervo asintió sonriendo “Muchas gracias por todo, Osguld” Mientras recogía el pequeño saco de cuero que estaba sobre la mesa, no debía tener más de un dragón en puntas y alguna lágrima. Cuando el muchacho se disponía a salir el enano le interrumpió “¿Cuál es tu nombre, canijo?”
El joven se giró pensativo, mañana ya no sería un animal y ya había elegido “Vargas” dijo dubitativo “Mi nombre es Vargas” esta vez sonó más convencido.
El enano asintió “Es un buen nombre” y se acerco “Toma un escudo de Osguld” Le tendió una moneda de hierro grabada “no te valdrá en ningún sitio salvo en mis establecimientos y tiene un fin muy particular” adoptó un tono misterioso “siempre ando necesitado de muchachos valientes y capaces como tu, así que si algún día no sabes que hacer con tu vida, recuerda que eres amigo de Osguld y esta moneda te acredita” sonrió ampliamente mostrando algunos dientes de oro y mithril “cuando una puerta se cierra otra se abre” concluyó. “No te entretengo más” le dio un empujón cariñoso.
Vargas asintió y cruzando la puerta desapareció con una extraña sensación de satisfacción.
“Garzt, Kohn” Llamó con tono serio. Dos enormes semiorcos entraron en la habitación desde una contigua. ”Garzt, llévala ya sabes donde” lé entregó una nota y el semiorco en silencio asintió y sin dilación cruzó el umbral “Y tu Kohn encárgate de lo dos matones, están heridos no te supondrá un problema, que nadie te vea y se discreto” el segundo semiorco imitó al primero saliendo en silencio.
Osguld resopló cansado sentándose delante de su tomo de cuentas. Cogió la pluma y comenzó a escribir números. Por ahora las cuentas eran positivas. Sonrió para si mismo.
“Despacio, más despacio” Dijo una voz.
“¿Quién me habla?” Pensó el muchacho mientras intentaba incorporarse. “¡Mi cabeza!” exclamó a causa del dolor.
“¡Por las barbas de cien enanos! ¿Qué te acabo de decir?” Le reprochó la misma voz ronca. La obscuridad de la inconsciencia se disolvía y el joven paulatinamente recuperó la vista. Ante él un enano bien vestido, con la barba cuidada y adornada, intentaba ayudarle a incorporarse. “Has estado en un no se qué de shock o show o algo así… jerga de clérigos, ya sabes” continuó con tono desenfadado.
“¿Clerigos?” Preguntó Cuervo confundido.
El enano resopló y agarro directamente el pié herido con fuerza. El joven se preparó para el inminente dolor y el grito que proseguiría, pero no pasó nada.
“Abre los ojos idiota” El muchacho obedeció avergonzado, primero un ojo, luego el otro. “A esto me refería” señaló el pié curado con un rechoncho dedo “El clérigo que te curó esto, dijo un montón de cosas y gilichorradas, lo segundo más importante que descansases y lo más importante sus honorarios que por supuesto he descontado de tu parte”.
El joven negó con la cabeza sin entender “¿Mi parte?”
La voz del enano volvió a tronar rozando la exasperación “Los dioses decidieron darte la capacidad de atención del mismísimo Brandovaris ¿eh?” el muchacho sólo pudo contestar adoptando una mueca de incomprensión que hizo que el enano resoplase resignado y continuase “ A ver cerebro de mosquito, luchaste como un idiota te heriste tu mismo pero en cierta manera ganaste, yo lo vi todo así que te recogí a ti y a la bolsa que la muchacha a la que salvaste se dejó por el camino y de ahí y de lo que llevaban los rufianes encima desconté los honorarios del clérigo que te ha dejado como los chorros del oro ¿vale?” recitó de seguidillo.
Cuervo algo mareado asintió en principio hasta que se le ocurrió preguntar “¿eso no es robar?”.
El enano prorrumpió en una sonora carcajada que nada habría envidiado a los truenos del mismísimo Talos y cuando se tranquilizó respondió secándose las lagrimas “Técnicamente sería hurto por mi parte, ya que yo no ejercí violencia y de todas formas robar a ladrones no es delito” Y antes de que le muchacho pudiese objetar nada prosigió “Y si te preocupa la muchacha, descuida estoy seguro de que habrá corrido sin parar hasta su hogar y ahora estará dando las gracias a Lathander por ver un nuevo día amanecer y a Yelmo porque apareciese un protector de la nada y sus padres estarán igualmente agradecidos o incluso más porque no llegaron a llevarse la virtud de su hija y si me vas a preguntar que es la virtud de una dama mejor te lo guardas para ti ¿entendido?”.
Ninguno dijo nada por unos minutos mientras el muchacho asimilaba tanta información. “Mira canijo” rompió el silencio el enano “si crees que tendrías que haberle devuelto el dinero intenta verlo de esta manera, sufriste un percance y ese dinero ha servido para remediarlo y como pago de un trabajo bien hecho ¿no crees?”. Finalmente Cuervo asintió “Chico listo, Marsémber no necesita más paladines descerebrados” al joven le hizo gracia y ambos rieron.
“Bueno muchacho, levanta que me estas deshaciendo toda la cama, levanta y coge tu parte, está encima de la mesa” Le apremió el enano mientras Cuervo se levantaba con dificultad todavía inseguro de que su pié fuera a aguantar.
“Gracias eeerr…” Empezó a decir el humano.
“Osguld, gran maestro del comercio Osguld bajo la bendición de Tymora, si buscas algo yo lo tengo mejor y más barato, no hay fallo” Recitó.
Cuervo asintió sonriendo “Muchas gracias por todo, Osguld” Mientras recogía el pequeño saco de cuero que estaba sobre la mesa, no debía tener más de un dragón en puntas y alguna lágrima. Cuando el muchacho se disponía a salir el enano le interrumpió “¿Cuál es tu nombre, canijo?”
El joven se giró pensativo, mañana ya no sería un animal y ya había elegido “Vargas” dijo dubitativo “Mi nombre es Vargas” esta vez sonó más convencido.
El enano asintió “Es un buen nombre” y se acerco “Toma un escudo de Osguld” Le tendió una moneda de hierro grabada “no te valdrá en ningún sitio salvo en mis establecimientos y tiene un fin muy particular” adoptó un tono misterioso “siempre ando necesitado de muchachos valientes y capaces como tu, así que si algún día no sabes que hacer con tu vida, recuerda que eres amigo de Osguld y esta moneda te acredita” sonrió ampliamente mostrando algunos dientes de oro y mithril “cuando una puerta se cierra otra se abre” concluyó. “No te entretengo más” le dio un empujón cariñoso.
Vargas asintió y cruzando la puerta desapareció con una extraña sensación de satisfacción.
“Garzt, Kohn” Llamó con tono serio. Dos enormes semiorcos entraron en la habitación desde una contigua. ”Garzt, llévala ya sabes donde” lé entregó una nota y el semiorco en silencio asintió y sin dilación cruzó el umbral “Y tu Kohn encárgate de lo dos matones, están heridos no te supondrá un problema, que nadie te vea y se discreto” el segundo semiorco imitó al primero saliendo en silencio.
Osguld resopló cansado sentándose delante de su tomo de cuentas. Cogió la pluma y comenzó a escribir números. Por ahora las cuentas eran positivas. Sonrió para si mismo.
Última edición por Vargas el Lun Ago 29, 2011 5:55 pm, editado 1 vez en total.
Re: A Capa y espada
Es un buen nombre (Conclusión)
Vargas había dormido en el suelo de edificio abandonado en el que hasta ahora había estado entrenando con su maestro, estaba tan emocionado por todo que casi no había podido dormir nada y hacía horas que estaba despierto. Escuchó entonces el sonido de la puerta, el muchacho se levantó corriendo y bajo a saltos la precaria escalinata de la casa.
“¡Maestro… Garren ya tengo nombre!” exclamó
“¡Ah! ¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? ¿No sabes que esto es una propiedad privada? Guardias ¡Guardias!” El que gritaba era un hombre más bien escuálido, bien vestido y que tenía más miedo de Vargas que él de este extraño personajillo.
El joven reaccionó rápido y para cuando el hombrecillo quiso darse cuenta y los guardas llegaban Vargas ya no estaba.
¿Qué había pasado se preguntaba? No entendía nada “¿Dónde estás Garren?” preguntó al aire desde su posición elevada desde la que podía vigilar el edificio. El día dio paso a la noche y esta a la mañana siguiente, Vargas no se había movido un ápice y estaba agotado después de tanta vigilia. Para cuando había entrado la tarde se rindió bajó al nivel del suelo y comenzó a caminar, hasta que llegó sin quererlo a su puerto favorito de Marsémber, allí se sentó y rompió a llorar. Se sentía perdido, solo y sobre todo confundido. Apenas si había empezado a entrar y entender el mundo de los adultos y este ya le estaba dando un golpe directo. Ese día Beshaba estaría complacida.
Llegó la noche y mientras jugueteaba despistado con una moneda se percató de que era el escudo de Osguld “Cuando una puerta se cierra otra se abre” recordó. Sin ceremonias se levantó decidido en la firme creencia de tomar las riendas de su vida sin encomendarse a nadie.
Vargas había dormido en el suelo de edificio abandonado en el que hasta ahora había estado entrenando con su maestro, estaba tan emocionado por todo que casi no había podido dormir nada y hacía horas que estaba despierto. Escuchó entonces el sonido de la puerta, el muchacho se levantó corriendo y bajo a saltos la precaria escalinata de la casa.
“¡Maestro… Garren ya tengo nombre!” exclamó
“¡Ah! ¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? ¿No sabes que esto es una propiedad privada? Guardias ¡Guardias!” El que gritaba era un hombre más bien escuálido, bien vestido y que tenía más miedo de Vargas que él de este extraño personajillo.
El joven reaccionó rápido y para cuando el hombrecillo quiso darse cuenta y los guardas llegaban Vargas ya no estaba.
¿Qué había pasado se preguntaba? No entendía nada “¿Dónde estás Garren?” preguntó al aire desde su posición elevada desde la que podía vigilar el edificio. El día dio paso a la noche y esta a la mañana siguiente, Vargas no se había movido un ápice y estaba agotado después de tanta vigilia. Para cuando había entrado la tarde se rindió bajó al nivel del suelo y comenzó a caminar, hasta que llegó sin quererlo a su puerto favorito de Marsémber, allí se sentó y rompió a llorar. Se sentía perdido, solo y sobre todo confundido. Apenas si había empezado a entrar y entender el mundo de los adultos y este ya le estaba dando un golpe directo. Ese día Beshaba estaría complacida.
Llegó la noche y mientras jugueteaba despistado con una moneda se percató de que era el escudo de Osguld “Cuando una puerta se cierra otra se abre” recordó. Sin ceremonias se levantó decidido en la firme creencia de tomar las riendas de su vida sin encomendarse a nadie.
Re: A Capa y espada
Lecturas amenas
“De verdad, créeme, créeme” el mediano hablaba nerviosamente “¿es que no te fías de mi palabra? Llevo vendiendo desde mucho antes de que llegases a la villa y nadie se ha quejado ¡Jamás!”
El hombre de sombrero emplumado examinó al mediano por un segundo desde debajo del ala ancha.
“Bueno casi nadie… apenas… sólo unos poquitos” concedió con una risilla histérica el comerciante.
“Esta bien Jáskar” Decía mientras examinaba dos libros “Me los llevo” anunció con su habitual tono tranquilo.
“Bien, bien, perfecto…” dijo con alegría “siempre me hace feliz hacer feliz a un cliente”
“Claro” dijo Vargas mientras le tendía el precio acordado por cada libro “Espero que sean unos buenos libros”
“Los mejores libros” Contestó automáticamente el mediano.
Sin decir nada el hombre giró sobre sus talones y salió de la tienda de Jáskar en silencio. Mientras caminaba hacia la taberna pudo leer en el lomo de cada libro: “Las aventuras trepidantes de Teo el guerrero cósmico interplanar y la silla de la cocina” y “Manual de la esgrima y las buenas y malas maneras al ejercer la esgrima por Jaskar”
“mmmph” Fue todo lo que dijo Vargas.
//y aqui los screens de la que surgió esta mini-historieta
“Las aventuras trepidantes de Teo el guerrero cósmico interplanar y la silla de la cocina I”

“Las aventuras trepidantes de Teo el guerrero cósmico interplanar y la silla de la cocina II”

“Manual de la esgrima y las buenas y malas maneras al ejercer la esgrima por Jaskar”

“De verdad, créeme, créeme” el mediano hablaba nerviosamente “¿es que no te fías de mi palabra? Llevo vendiendo desde mucho antes de que llegases a la villa y nadie se ha quejado ¡Jamás!”
El hombre de sombrero emplumado examinó al mediano por un segundo desde debajo del ala ancha.
“Bueno casi nadie… apenas… sólo unos poquitos” concedió con una risilla histérica el comerciante.
“Esta bien Jáskar” Decía mientras examinaba dos libros “Me los llevo” anunció con su habitual tono tranquilo.
“Bien, bien, perfecto…” dijo con alegría “siempre me hace feliz hacer feliz a un cliente”
“Claro” dijo Vargas mientras le tendía el precio acordado por cada libro “Espero que sean unos buenos libros”
“Los mejores libros” Contestó automáticamente el mediano.
Sin decir nada el hombre giró sobre sus talones y salió de la tienda de Jáskar en silencio. Mientras caminaba hacia la taberna pudo leer en el lomo de cada libro: “Las aventuras trepidantes de Teo el guerrero cósmico interplanar y la silla de la cocina” y “Manual de la esgrima y las buenas y malas maneras al ejercer la esgrima por Jaskar”
“mmmph” Fue todo lo que dijo Vargas.
//y aqui los screens de la que surgió esta mini-historieta
“Las aventuras trepidantes de Teo el guerrero cósmico interplanar y la silla de la cocina I”

“Las aventuras trepidantes de Teo el guerrero cósmico interplanar y la silla de la cocina II”

“Manual de la esgrima y las buenas y malas maneras al ejercer la esgrima por Jaskar”

Re: A Capa y espada
// y ahora aclarados estos puntos me toca terminar la razón de Vargas para haberse ausentado, ya tengo dos de las 4 partes... pero ahora mismo me da vagancia ponerlas en formato y además ya os he dado bastante el coñazo con semejante biblia...
y lo que dije lo mantengo no pienso entrar hasta que publique esos capitulos de la vida de "el bigote silencioso"... por mucho que me cueste... lamento si se hacen tediosos y farragosos en algún punto pero primero no soy escritor XD y segundo me estoy forzando a escribir en poco tiempo. Ale, disfrutad y sed felices.
PD: Bueno... cuando acabe de publicar los siguientes capítulos este mensaje se autodestruirá.
y lo que dije lo mantengo no pienso entrar hasta que publique esos capitulos de la vida de "el bigote silencioso"... por mucho que me cueste... lamento si se hacen tediosos y farragosos en algún punto pero primero no soy escritor XD y segundo me estoy forzando a escribir en poco tiempo. Ale, disfrutad y sed felices.
PD: Bueno... cuando acabe de publicar los siguientes capítulos este mensaje se autodestruirá.
Re: A Capa y espada
El pasado nos persigue I
Caminaba pesadamente a través de un callejón que le era conocido, estaba exhausto, agotado, pero por fin había alcanzado su objetivo. Abrió la puerta como tantas veces en el pasado, la habitación, la mesa, el olor, nada había cambiado ni si quiera había cambiado apenas el enano que permanecía sentado al fondo de la sala.
“Tu” dijo con tono lóbrego el maese.
“Yo” fue toda la respuesta que obtuvo.
Caminaba pesadamente a través de un callejón que le era conocido, estaba exhausto, agotado, pero por fin había alcanzado su objetivo. Abrió la puerta como tantas veces en el pasado, la habitación, la mesa, el olor, nada había cambiado ni si quiera había cambiado apenas el enano que permanecía sentado al fondo de la sala.
“Tu” dijo con tono lóbrego el maese.
“Yo” fue toda la respuesta que obtuvo.
Re: A Capa y espada
El pasado nos persige II
“Vargas, ¡Vargas! ¡Despierta de tu ensoñación maldita sea! ¡Y combate de una vez!” Como siempre el espadachín fintaba a su oponente con cara despistada y desorientada, le encantaba ver la reacción que producía en su mecenas.
Vargas, esquivando un nuevo ataque de su oponente, se acercó al graderío donde estaba sentado el enano. “¿Eh? ¿Cómo? ¿A que te refieres Osguld?” preguntó.
“¡LA MADRE QUE TE TRAJO! Ya esta bien de tanta coña ¡Acaba con él de una puñetera vez! ¡Mal nacido!” Osguld gritaba y gesticulaba señalando de una manera cómica al semiorco rival de Vargas para disfrute de los espectadores que había allí reunidos “¡Muchacho si llego a saber que me ibas a liar unas como estas no te habría dado de comer, ni te habría dado un trabajo! ¡Me cago en tu estampa! ¡POR TODO EL PANTEON DE TODAS LAS CAPAS DEL ABISMO! O luchas o me hago un orinal con tu cráneo, palabra de enano”.
El semiorco algo confundido por las risas del público cargó con furia contra la espalda de su contrincante, quien fintando y agachándose a un lado desapareció durante un instante de su campo de visión para propinarle un sonoro golpe con la cazoleta de su ropera en la mandíbula. “Vamos Maese… no hagáis de esto un drama, además todo el mundo sabe que tenéis de todo menos de enano” El público estalló en carcajadas y el enano apretó con fuerza los puños y la mandíbula
“Cuida de no morderte esa lengua tuya o morirás envenenado, ¡Serpiente!” exclamó arrancando su asiento de los puntales, arrojándoselo al joven humano. Éste esquivo sin problemas y la escena no hizo más que avivar las risas de los espectadores. “O acabas con este teatro y ganas la puta pelea o te buscas otro que te pague”.
“Bien, bien… si insistís, maese” remarcó la última palabra e hizo una reverencia quitándose su emplumado sombrero. Mientras la gente aún reía Vargas se dirigió con paso firme al todavía aturdido semiorco, apuntó su estoque al cuello y espero a que su rival recuperase la consciencia plena. “No sé tu, pero yo ya he tenido suficiente por hoy ¿Qué tal si sueltas el hacha y te rindes y así evitamos que me manche las botas con su sangre?” El semiorco con un gruñido de rabia arrojó su gran hacha a un lado y levantando la mano derecha con el índice y el corazón extendidos dio a entender al público que se rendía.
La multitud prorrumpió en vítores, gritando el nombre del vencedor y el humano, pavoneándose, les correspondió con una vuelta de honor, unas cuantas reverencias y algún que otro guiño a mujeres y muchachas.
“¡Maldito bocazas engreído! Te juro… te juro” El enano se acercaba a Vargas señalando con mano inquisitoria, mientras la gente se dispersaba al haber acabado la pelea.
“Calma, calma” contestó el joven levantando ambas manos en señal de paz.
“¿Qué me calme? Cuando te arranque esa lengua tuya me voy a calmar” le espetó Osguld mientras se ponía a su altura.
“Oye… que la lengua me hace falta, ya me entiendes” el enano se puso rojo de furia.
“¡¿Pero quien cojones te crees que eres?! ¡TRABAJAS PARA MI!” dos semiorcos enormes se acercaban a paso ligero hacia ambos.
“Escucha ¿me haces el favor?” El tono del humano seguía siendo tranquilo “¡Leches! ¿Qué les das de comer a tus guardaespaldas?” Dijo Vargas cuando ambos semiorcos se habían posicionado a cada lado del enano “A ver Osguld ¿Cuánto hemos ganado hoy?”
“Mucho” respondió impaciente.
Vargas bufó “Siempre tan preciso… el caso ¿por qué crees que hoy hemos ganado tanto?”.
“No por tu forma de combatir muchacho, parecías más una bailarina que un guerrero ¡Maldita sea!” Contestó gesticulando exageradamente el enano.
El humano esbozó una sonrisa y prosiguió “Evidentemente ¿No has pensado que quizás es por que les doy al público lo que quieren?”.
El maese instantáneamente adoptó una postura relajada y comenzó a mesarse la barba con gesto serio “Continúa”.
“Sabes perfectamente que puedo con cuatro de estos a la vez” Señaló a los semiorcos que permanecían en silencio y quietos a los lados del enano. “¿Qué sentido tiene entonces luchar solo contra un oponente que podría batir con los ojos vendados? ¿Hmm? ¡Ninguno!” Se respondió así mismo. “Así pues le doy al público lo que desea: espectáculo” el humano enfatizó esta última palabra adoptando una postura teatrera.
Osguld permanecía en silencio, pensativo y de súbito comenzó a reír grave y profundo como solo un enano podría hacer. “Chico listo” dijo entre risas “Ven aquí truhan” agarrándole de un brazo bajo la cabeza del humano para propinarle dos capones fraternales “Los dioses saben que Tymora me sonrió cuando te encontré… pero me parta un rayo ahora mismo, sabes como buscarle las cosquillas a este viejo comerciante” Soltó a Vargas todavía riendose. En el rostro del humano se dibujó una sonrisa de satisfacción. “Tu… tu…” le señaló con uno de sus rechonchos índices mientras negaba con la cabeza.
“No, tu…” respondió el joven en una especie de código que sólo ellos dos entendían.
El enano negó tres veces más todavía riéndose “Procura entonces no cabrearme demasiado, no vaya a ser que te corte algo” añadió sonriendo “Ya sabes que tengo mucho genio” añadió sin darle importancia.
“Quien no arriesga no gana” sentenció Vargas.
“Chico listo, te he enseñado bien” respondió satisfecho de si mismo “Toma tu parte” Le tendió un saquito “Te lo has ganado ¡Vaya si te lo has ganado!” emitió una sonora carcajada “Ve y diviértete… aunque estuviese ciego de ira pude ver como se les caían las bragas a tres o cuatro muchachas entre el público” se rió de su propia broma.
“Yo conté diez” dijo con tono tranquilo el muchacho.
“¡JA! No tienes cura, sigue así… vamos a ser ricos” giró sobre sus talones mientras hablaba “Descansa, nos vemos mañana y aféitate esa pelusa que llamas bigote” mientras se alejaba de Vargas seguido por los dos enormes semiorcos.
Por fin solo en el medio de la arena el joven tomo aire profundamente y comenzó a caminar con calma, no había prisa y la noche es larga en Marsémber.
“Vargas, ¡Vargas! ¡Despierta de tu ensoñación maldita sea! ¡Y combate de una vez!” Como siempre el espadachín fintaba a su oponente con cara despistada y desorientada, le encantaba ver la reacción que producía en su mecenas.
Vargas, esquivando un nuevo ataque de su oponente, se acercó al graderío donde estaba sentado el enano. “¿Eh? ¿Cómo? ¿A que te refieres Osguld?” preguntó.
“¡LA MADRE QUE TE TRAJO! Ya esta bien de tanta coña ¡Acaba con él de una puñetera vez! ¡Mal nacido!” Osguld gritaba y gesticulaba señalando de una manera cómica al semiorco rival de Vargas para disfrute de los espectadores que había allí reunidos “¡Muchacho si llego a saber que me ibas a liar unas como estas no te habría dado de comer, ni te habría dado un trabajo! ¡Me cago en tu estampa! ¡POR TODO EL PANTEON DE TODAS LAS CAPAS DEL ABISMO! O luchas o me hago un orinal con tu cráneo, palabra de enano”.
El semiorco algo confundido por las risas del público cargó con furia contra la espalda de su contrincante, quien fintando y agachándose a un lado desapareció durante un instante de su campo de visión para propinarle un sonoro golpe con la cazoleta de su ropera en la mandíbula. “Vamos Maese… no hagáis de esto un drama, además todo el mundo sabe que tenéis de todo menos de enano” El público estalló en carcajadas y el enano apretó con fuerza los puños y la mandíbula
“Cuida de no morderte esa lengua tuya o morirás envenenado, ¡Serpiente!” exclamó arrancando su asiento de los puntales, arrojándoselo al joven humano. Éste esquivo sin problemas y la escena no hizo más que avivar las risas de los espectadores. “O acabas con este teatro y ganas la puta pelea o te buscas otro que te pague”.
“Bien, bien… si insistís, maese” remarcó la última palabra e hizo una reverencia quitándose su emplumado sombrero. Mientras la gente aún reía Vargas se dirigió con paso firme al todavía aturdido semiorco, apuntó su estoque al cuello y espero a que su rival recuperase la consciencia plena. “No sé tu, pero yo ya he tenido suficiente por hoy ¿Qué tal si sueltas el hacha y te rindes y así evitamos que me manche las botas con su sangre?” El semiorco con un gruñido de rabia arrojó su gran hacha a un lado y levantando la mano derecha con el índice y el corazón extendidos dio a entender al público que se rendía.
La multitud prorrumpió en vítores, gritando el nombre del vencedor y el humano, pavoneándose, les correspondió con una vuelta de honor, unas cuantas reverencias y algún que otro guiño a mujeres y muchachas.
“¡Maldito bocazas engreído! Te juro… te juro” El enano se acercaba a Vargas señalando con mano inquisitoria, mientras la gente se dispersaba al haber acabado la pelea.
“Calma, calma” contestó el joven levantando ambas manos en señal de paz.
“¿Qué me calme? Cuando te arranque esa lengua tuya me voy a calmar” le espetó Osguld mientras se ponía a su altura.
“Oye… que la lengua me hace falta, ya me entiendes” el enano se puso rojo de furia.
“¡¿Pero quien cojones te crees que eres?! ¡TRABAJAS PARA MI!” dos semiorcos enormes se acercaban a paso ligero hacia ambos.
“Escucha ¿me haces el favor?” El tono del humano seguía siendo tranquilo “¡Leches! ¿Qué les das de comer a tus guardaespaldas?” Dijo Vargas cuando ambos semiorcos se habían posicionado a cada lado del enano “A ver Osguld ¿Cuánto hemos ganado hoy?”
“Mucho” respondió impaciente.
Vargas bufó “Siempre tan preciso… el caso ¿por qué crees que hoy hemos ganado tanto?”.
“No por tu forma de combatir muchacho, parecías más una bailarina que un guerrero ¡Maldita sea!” Contestó gesticulando exageradamente el enano.
El humano esbozó una sonrisa y prosiguió “Evidentemente ¿No has pensado que quizás es por que les doy al público lo que quieren?”.
El maese instantáneamente adoptó una postura relajada y comenzó a mesarse la barba con gesto serio “Continúa”.
“Sabes perfectamente que puedo con cuatro de estos a la vez” Señaló a los semiorcos que permanecían en silencio y quietos a los lados del enano. “¿Qué sentido tiene entonces luchar solo contra un oponente que podría batir con los ojos vendados? ¿Hmm? ¡Ninguno!” Se respondió así mismo. “Así pues le doy al público lo que desea: espectáculo” el humano enfatizó esta última palabra adoptando una postura teatrera.
Osguld permanecía en silencio, pensativo y de súbito comenzó a reír grave y profundo como solo un enano podría hacer. “Chico listo” dijo entre risas “Ven aquí truhan” agarrándole de un brazo bajo la cabeza del humano para propinarle dos capones fraternales “Los dioses saben que Tymora me sonrió cuando te encontré… pero me parta un rayo ahora mismo, sabes como buscarle las cosquillas a este viejo comerciante” Soltó a Vargas todavía riendose. En el rostro del humano se dibujó una sonrisa de satisfacción. “Tu… tu…” le señaló con uno de sus rechonchos índices mientras negaba con la cabeza.
“No, tu…” respondió el joven en una especie de código que sólo ellos dos entendían.
El enano negó tres veces más todavía riéndose “Procura entonces no cabrearme demasiado, no vaya a ser que te corte algo” añadió sonriendo “Ya sabes que tengo mucho genio” añadió sin darle importancia.
“Quien no arriesga no gana” sentenció Vargas.
“Chico listo, te he enseñado bien” respondió satisfecho de si mismo “Toma tu parte” Le tendió un saquito “Te lo has ganado ¡Vaya si te lo has ganado!” emitió una sonora carcajada “Ve y diviértete… aunque estuviese ciego de ira pude ver como se les caían las bragas a tres o cuatro muchachas entre el público” se rió de su propia broma.
“Yo conté diez” dijo con tono tranquilo el muchacho.
“¡JA! No tienes cura, sigue así… vamos a ser ricos” giró sobre sus talones mientras hablaba “Descansa, nos vemos mañana y aféitate esa pelusa que llamas bigote” mientras se alejaba de Vargas seguido por los dos enormes semiorcos.
Por fin solo en el medio de la arena el joven tomo aire profundamente y comenzó a caminar con calma, no había prisa y la noche es larga en Marsémber.
Re: A Capa y espada
El pasado nos persigue III
“¡Buenas noticias!” Irrumpió en la habitación un Osguld pletórico abriendo la puerta de golpe casi arrancándola de sus bisagras.
“¿Tienes idea de que hora es?” Vargas estaba en la cama remoloneando.
“La hora de hacer negocios” Contesto maquinalmente el enano mientras disponía unos papeles encima de la mesa y hacia cuentas mentales.
La reacción de Vargas fue cubrirse con las sábanas “Para ti siempre es esa hora” rezongó el humano bajo su fortaleza de ropas de cama.
“¿Qué has dicho?” dijo el enano con tono de pocos amigos.
“Que… me cuentes esa noticia sin demora” improvisó.
“Eso pensaba” Mientras atendía a sus papeles le ordenó “vístete” pero volvió a mirar al joven al captar movimientos extraños por el rabillo del ojo “¿Qué cojones estás haciendo?” al percatarse de que su mecenas le volvía a prestarle atención, Vargas interrumpió una serie de aspavientos ridículos. “¿Quién está ahí?” comenzó a caminar con paso airado hacia el armario, el joven intentó interponerse sin éxito.
“Verás es que…” Comenzó a excusarse, el enano estaba ya enfrente del armario y sin pararse abrió de par en par las puertas.
Primero miró el armario y luego al muchacho “Bien, es una mujer, dos piernas, dos brazos y dos tetas… sí es una mujer” miró a Vargas con gesto despreocupado “Muchacho si crees que el hecho de que tuvieses compañía anoche me iba alterar de alguna forma es que no me conoces tan bien”. Volvió la vista a la mujer “Buenos días si no le molesta tengo asuntos que atender con mi socio… así que largo” dijo con tranquilidad.
“Si yo ya me iba” respondió mientras recogía sus ropas a toda prisa. Vargas la siguió con la mirada hasta que cruzó la puerta.
“¡Vuelve! Y ponte ya los puñeteros pantalones...” Abofeteó al joven.
“¡Eh!” Protestó mientras se ponía en marcha.
Una vez subidos los pantalones el enano arrastró al humano hasta la mesa donde había dispuesto varios papeles “Atiende gañan, mira” Le señaló un mapa detallado de Marsémber “¿Qué ves?”.
El muchacho extrañado contestó lo primero que le paso por la cabeza “un mapa de Marsémber”.
El enano comenzó a reír “Tan cierto como que las barbas del padre son tan fuertes como el acero” palmeó el hombro de Vargas “No, yo me refiero a la gente, a toda la gente de de Marsémber… clientes potenciales, oro, gemas y riquezas por explotar” hizo un gesto hacia el horizonte que se veía por la ventana.
“Pero las demás islas son territorios de otros… comerciantes, como tú” dijo con cierto grado de inseguridad.
El enano sonrió mostrando su dientes de oro y mithril “Ahí viene lo mejor” de entre el montón de papeles sacó uno, era un panfleto de publicidad de un gran evento.
“¿Duelos entre campeones?” Leyó en alto Vargas.
“¡Exactamente!” Explotó el enano paseando de un lado al otro de la habitación “¿No es una genialidad? Todos los grandes de las islas estamos de acuerdo” se frotaba las manos con avaricia “No solo vendrá gente de las islas de los campeones si no que vendrá gente de todo Marsémber ¡E incluso de fuera!” Agarró al muchacho y lo zarandeó exaltado “Estoy tan contento que incluso podría cantar”.
“Vale… vale” articuló Vargas mientras lo zarandeaba “pero mejor no cantes”.
“Así que ya te estas comprando un buen sombrero unas botas altas y algo que te de un porte señorial… una capa ¡Sí una capa!” Prosiguió el enano ignorando al muchacho.
Confundido el joven preguntó “Espera… ¿una capa?”.
“¿No lo entiendes aún sesos de mono? Tú eres mi campeón”
“¡Buenas noticias!” Irrumpió en la habitación un Osguld pletórico abriendo la puerta de golpe casi arrancándola de sus bisagras.
“¿Tienes idea de que hora es?” Vargas estaba en la cama remoloneando.
“La hora de hacer negocios” Contesto maquinalmente el enano mientras disponía unos papeles encima de la mesa y hacia cuentas mentales.
La reacción de Vargas fue cubrirse con las sábanas “Para ti siempre es esa hora” rezongó el humano bajo su fortaleza de ropas de cama.
“¿Qué has dicho?” dijo el enano con tono de pocos amigos.
“Que… me cuentes esa noticia sin demora” improvisó.
“Eso pensaba” Mientras atendía a sus papeles le ordenó “vístete” pero volvió a mirar al joven al captar movimientos extraños por el rabillo del ojo “¿Qué cojones estás haciendo?” al percatarse de que su mecenas le volvía a prestarle atención, Vargas interrumpió una serie de aspavientos ridículos. “¿Quién está ahí?” comenzó a caminar con paso airado hacia el armario, el joven intentó interponerse sin éxito.
“Verás es que…” Comenzó a excusarse, el enano estaba ya enfrente del armario y sin pararse abrió de par en par las puertas.
Primero miró el armario y luego al muchacho “Bien, es una mujer, dos piernas, dos brazos y dos tetas… sí es una mujer” miró a Vargas con gesto despreocupado “Muchacho si crees que el hecho de que tuvieses compañía anoche me iba alterar de alguna forma es que no me conoces tan bien”. Volvió la vista a la mujer “Buenos días si no le molesta tengo asuntos que atender con mi socio… así que largo” dijo con tranquilidad.
“Si yo ya me iba” respondió mientras recogía sus ropas a toda prisa. Vargas la siguió con la mirada hasta que cruzó la puerta.
“¡Vuelve! Y ponte ya los puñeteros pantalones...” Abofeteó al joven.
“¡Eh!” Protestó mientras se ponía en marcha.
Una vez subidos los pantalones el enano arrastró al humano hasta la mesa donde había dispuesto varios papeles “Atiende gañan, mira” Le señaló un mapa detallado de Marsémber “¿Qué ves?”.
El muchacho extrañado contestó lo primero que le paso por la cabeza “un mapa de Marsémber”.
El enano comenzó a reír “Tan cierto como que las barbas del padre son tan fuertes como el acero” palmeó el hombro de Vargas “No, yo me refiero a la gente, a toda la gente de de Marsémber… clientes potenciales, oro, gemas y riquezas por explotar” hizo un gesto hacia el horizonte que se veía por la ventana.
“Pero las demás islas son territorios de otros… comerciantes, como tú” dijo con cierto grado de inseguridad.
El enano sonrió mostrando su dientes de oro y mithril “Ahí viene lo mejor” de entre el montón de papeles sacó uno, era un panfleto de publicidad de un gran evento.
“¿Duelos entre campeones?” Leyó en alto Vargas.
“¡Exactamente!” Explotó el enano paseando de un lado al otro de la habitación “¿No es una genialidad? Todos los grandes de las islas estamos de acuerdo” se frotaba las manos con avaricia “No solo vendrá gente de las islas de los campeones si no que vendrá gente de todo Marsémber ¡E incluso de fuera!” Agarró al muchacho y lo zarandeó exaltado “Estoy tan contento que incluso podría cantar”.
“Vale… vale” articuló Vargas mientras lo zarandeaba “pero mejor no cantes”.
“Así que ya te estas comprando un buen sombrero unas botas altas y algo que te de un porte señorial… una capa ¡Sí una capa!” Prosiguió el enano ignorando al muchacho.
Confundido el joven preguntó “Espera… ¿una capa?”.
“¿No lo entiendes aún sesos de mono? Tú eres mi campeón”