Sangre sucia
“El camino... el camino es el único compañero del comerciante...” la verdad es que nunca he sido un comerciante, así que esta frase podría aplicarse también a los mercenarios, trotamundos, vagabundos, artistas errantes y todas esas gentes que salpican los caminos de Faerun... pero supongo que la diferencia en mi caso es que no busco compañía más que el camino, mi arco y mis flechas, a fin de cuentas, salvo mi madre, autora de esta frase que siempre me ha seguido a cada paso por el pedregoso, o polvoriento, o enfangado camino, pocos son los seres vivos que merecen el esfuerzo que supone intentar ser una persona que no soy... aparte, a la mayoría de los viajeros les basta una mirada para desistir en cualquier intento de conversación o compañía, los que superan esta criba, no suelen superar mis... modales... así que, salvo raras excepciones, el camino es y será mi compañero. Un compañero silencioso, que siempre te acompaña y nunca te molesta, peligroso, si, ¿pero qué no lo es en los tiempos que nos ha tocado vivir? Y, lo que es más importante, un compañero que te deja pensar y recordar... recordar para no olvidar el fuego que inflama cada uno de mis pasos, la traición, el asesinato...
Supongo que todo empezó incluso antes de que naciera entre los eriales sacudidos por el gélido viento del Valle del Viento Helado...
Mi madre, una joven humana de una belleza que haría tirarse de sus trenzas a todas esas elfas estiradas y pagadas de si mismas, perteneciente a una casa itinerante de comerciantes que recorrían el ancho y largo de los reinos, cayó en la mayor de las tretas, en las garras de un petimetre elfo, que tras seducirla y dejarla encinta, aun tuvo a desfachatez, debido a su posición, perdonar la vida de ambos (mi madre y el que crecía en su interior) marcándola con la deshonra y la humillación, a lo cual se apuntaron los miembros de mi humana familia, pasando a ser mi persona y la de mi madre, las ovejas negras de una caravana extensa...
Supongo que el fío que me acompañó en mi salida al mundo, no era más que una promesa de los dioses de que ese sería el único calor que iba a encontrar, el que me diera mi madre, única capaz de protegerme de toda esa hueste de víboras que nos señalaba y nos ninguneaba.
Se esmeró en enseñarme todo lo que su brillante mente podía albergar, me enseñó el manejo del arco y la utilización de ciertos objetos mágicos, al ver que no tenía, como ella, aptitudes para lo arcano... a su vez, fue ella la que me explicó el porque de mi serenidad en la oscuridad más cerrada, como si la propia oscuridad me envolviera como una manta protectora... pero no me desviaré de mi hilo mental, la rabia y la ira son un combustible preciado y como tal, hay que explotarlo, poco a poco... recordando cada una de las humillaciones que sufrí en mi infancia, indiferencia y odio que me azotaban a pesar de los esfuerzos de mi madre por protegerme.
Supongo que parte de mi carácter hosco y borde, me viene de mi infancia.... al menos no me volví loco y me dediqué a matar uno por uno a todos los que formaban la caravana mientras dormía... bueno, lo intenté... pero mi madre me disuadió antes de que fuera demasiado tarde.
Aun y con esas, puedo decir que aprendí en mis viajes y la genética del bastardo de mi padre me doto de una complexión física excelente, mientras mi madre se encargó de engrasar las piezas que hacen funcionar mi cabeza.
El momento álgido de mi infancia, aconteció en el momento en que la caravana de mercaderes llegó al lugar en el que se me concibió, todo parecía en calma, hasta que mi padre y su familia, se enteraron de la presencia de mi madre y su sucia progenie... tras intentar envenenarme y darme por muerto, asesinaron a mi madre y a parte de la caravana, la parte que no había avisado y planificado tal acto contra nosotros.
Tras darme por muerto y dejarme rodeado de cadáveres, abrazado a mi madre en una pose que les debió parecer graciosa, conseguí recuperar la consciencia y arrastrarme lejos de allí, sin compañía y forzado a un mundo sin color como consecuencia del veneno... decidí que aprovecharía el regalo de mi padre, su sangre élfica, para tomarme con calma mi venganza, e ir cazando, uno por uno, a todos los elfos de esa infame familia, así como a los humanos que conspiraron en mi muerte...
El camino ha sido desde entonces mi compañero fiel, el que ha perfeccionado mis habilidades, me lo he tomado con calma y las cosas parecen ir dando sus frutos... algunas personas ya han probado en sus carnes mi estoque o alguna flecha atravesada en su garganta... la frustración de no poder apreciar el rojo de su sangre en mis manos, hace que la ira y la rabia sigan creciendo, y mis métodos se hagan más satisfactorios para mi y menos gratificantes para mis victimas...
Hoy mis pasos me han llevado al norte, cerca del lugar donde nací, huyendo de cierto altercado con un elfo ruin al que dejé ahogándose en su sangre, tras intentar matar a otra “sangre sucia” como yo... pero eso, es otra historia, es hora de prestar atención al grupo de trasgos que han empezado a seguirme... quizás el camino me enseñe una nueva lección, quizás mi arco entone su cantar de tañidos y silbidos, y sean los trasgos los que no puedan aprender nada más en sus insignificantes vidas...
Blanco y negro
Moderadores: DMs de tramas, DMs