Previously on “Rata de la calle”
No puede evitar sentir una punzada de dolor en lo más hondo al volver a la entrada del lugar que significaba para mí tanto sufrimiento, pero esa punzada fue como la chispa que prende las hojas y ramas secas de una hoguera, me encendió, prendió de nuevo ese fuego negro que latía con fuerza dentro de mí. Calándome la capucha y resguardándome en mi capa oscura, avancé hacia la oscuridad, antes temida, ahora sugerente y compañera, en busca de mi presa... en busca de mi venganza.
Las cadenas del pasado
El tiempo pasado vagando por las distintas grutas, creyendo encontrar lugares que recordaba de mi alocada huida para encontrarme con callejones sin salida, sólo sirvieron para que la rabia se atemperara y se afianzara como un rugir lejano de un mar embravecido, pero la perseverancia siempre tiene su recompensa, ahora me encontraba parapetada en una abertura pétrea en la gran caverna que el grupo de mercenarios drows utilizaban como refugio, la necesidad de fuego que tenían sus diversos esclavos guerreros me permitía observar el movimiento del campamento con una relativa seguridad, ya que su visión quedaba alterada por la tenue luz.
No esperaban que nadie se acercara hasta este lugar y menos que treparan por la chimenea natural que daba paso a mi puesto de observación, me tomó una semana encontrar ese camino, y más de dos o tres sustos con los centinelas que vigilaban las demás entradas.
La rutina del grupo no era ya un secreto para mi, tras estudiarles detenidamente, había decidido el modo de actuar, el enorme mestizo que acompañaba a Dhlen, su lugarteniente, realizaba las labores de aprovisionamiento cada tres o cuatro días, cuando se alejara con su grupo, sería mi momento. Pero hasta entonces, sólo me quedaba esperar y descansar, sin perder de vista mi objetivo, esa tienda que no hace mucho tiempo fuera el centro de mi son vivir y que ahora, era el obstáculo para poder avanzar a donde quisiera que me llevaran mis pasos.
El día o noche (en esa caverna había perdido la noción del tiempo) llegó, el ajetréo previo de la partida era más que visible y la reunión habitual entre Dlhen y Urus se estaba dando, es curioso el saber que contra la única persona que tenía algún tipo de posibilidad era aquel al que tarde o temprano me tendría que enfrentar.
La rutina de los exploradores se llevó a cavo, rastrando todas y cada una de las entradas a la caverna para despejarla de posibles peligros... en este caso, tampoco se libraba mi escondrijo, lo sabía y estaba preparada.
Al llegar el drow a la abertura, su posible sorpresa o grito de alarma fue sustituido por el gorgojeo resultado de tener una espada corta atravesada en la garganta. Tenía que actuar presta, en menos de un minuto, llevaba sobre mi armadura, las ropas del drow, dando gracias a Tymora y a mis desconocidos padres, por darme una complexión tan menuda. Repetí los gestos que conocía de vista y añadí en la lengua infracomún que el paso estaba despejado. El tiempo que tardara en bajar de mi alto asidero, sería más que suficiente para que el grupo de suministros se encontrara lo suficientemente lejos.
Al poner pie en el suelo de la caverna me encaminé con la mirada gacha hacia el primer centinela, que me recibió con una sonrisa y un comentario sobre mi tardanza, gesto y comentario que quedaron a mitad, ya que mi espada yacía descansando en su corazón antes de que se diera cuenta de que estaba sucediendo.
El campamento se puso en alerta, la decena de drows que se encontraban en la caverna se arremolinaron a mi alrededor, apuntándome con sus ballestas y desenfundando sus peligrosos filos... pero sabía que no atacarían, aun no... era extraño que alguien llegara tan lejos y que hiciera semejante estupidez.
¡¿Quién eres y que haces aquí, criatura?! - instó el encargado del campamento, mientras los cinco integrantes del perímetro exterior comenzaban a dispersarse por las salidas, en busca del resto del grupo de atacantes, no pude evitar sonreír ante ese gesto... todo según lo pla... Ya no prestaba atención al drow que me preguntaba sobre el resto de mi grupo, ¿quién en su sano juicio atacaría un campamento drow en los márgenes de la infraoscuridad, sin un grupo numeroso que le secundara?
Pero eso ahora mismo no importaba, mis ojos, atentos y acostumbrados a la oscuridad y claridad por igual, seguían ese atisbo de sombra que bordeaba a los drows que me cercaban, ese tintineo característico de la armadura... Dlhen hacía acto de presencia, decidí destaparme la cabeza, a lo que el drow que llevaba la voz cantante, quedó en silencio... pero fue otro el que comenzó a hablar.
Vaya, vaya, vaya... la gatita ha vuelto a casa... ¿acaso no podías dejar de pensar en mi y mis atenciones? - se deshizo del manto de sombras que le cubría, con las cadenas de la armadura tintineando insolentes.
No lo hubiera definido mejor.... - es curioso como el tiempo de preparación ahora conseguía que mi rabia fuera como una chimenea con paso de aire, una leve llama esperando el momento en que el aire se abriera paso para estallar.
¿Quieres que te de un abrazo, pequeña? ¿ O una azotaina? - rió, a la par que el resto del grupo – No debiste quitarme mi juguete...
No podías seguir con ese intercambio de pullas, demasiado dolor como para mantener el fuego controlado, sería mejor no retrasar más lo que había venido a hacer.
Hay demasiada luz... - en el tiempo justo que transcurría en el alzado de ceja de Dlhen, mi mano activó el broche del Piwafi, sumiendo el campamento en una oscuridad insondable.
La risa de Dhlen se hizo audible en la oscuridad – Acabas de cometer la may... - su alegato quedó silenciado por el grito agónico del primer desgraciado al que fui capaz de cercenar la espina dorsal.
Sabía que posiblemente, la mayoría de los drows de ese grupo, serían capaces de ver en la oscuridad, contaba con ello y con su confianza, yo era ahora parte de las sombras, maté a dos drows del centro del campamento antes de que el resto comenzaran a sospechar que algo iba mal, al cuarto, en el perímetro, ya era patente la treta, intentaron huir de la oscuridad, cayeron dos, cercenados los tendones que permitían mantenerse sobre sus piernas.
El tintineo me avisó y salvó, la espada corta paso rozando mi cabeza y maldice por mi estupidez, rodando como una loca por el suelo, esquivando los tajos del avezado drow, con más suerte de la que me permitiría admitir, mi impulsé con las piernas, en un salto acrobático para volver a sumergirme en las sombras y calarme la capucha, escuchando con atención lo que me rodeaba, despacio, pivotando de lado, alejándome del lugar donde se había producido el ataque, para volver sobre mis pasos hacia el lugar del ataque... intentando actuar de manera imprevisible y pasando a escasos centímetros de mi atacante sin ser vista, pero si oída, el silbido de las hojas contra su torso fue suficiente para que este interpusiera las suyas y el silbido de los virotes, suficiente motivo para postergar el cruce de espadas, mientras los dos rodábamos por el suelo, alejándonos de los disparos envenenados.
¡Dejad de disparar, estúpidos! - bramó Dhlen, mientras una daga salía de la oscuridad, haciendo caer a otro de los drows, con una empuñadura saliendo de uno de sus cuencas oculares.
Decisión siguiente... eliminar al resto de drows, alejándome de Dhlen, cayeron dos incapacitados antes de darme cuenta que había dejado de oírle, la espada rasgo el aire rasgando el piwafi y haciéndolo saltar en jirones, demasiado cerca.... demasiado cerca... mis sentidos puestos en Dhlen, antes de darme cuenta que el drow restante cargaba hacia mi espalda, fácil eliminarle en la oscuridad, imposible evitar el ataque de Dlhen, lo que hizo que una de mis cortas saliera volando por los aires, saltando hacia atrás, trastabillé con el último desgraciado que tuvo el gusto de probar mi acero, rodé, salí de la oscuridad, agazapada y alerta.
El silencio se hizo a mi alrededor, miraba hacia todos lados, sabía que estaba jugando conmigo, pero no dejaría que me volviera a capturar... o me mataba o le mataba, así estaban las cosas.
Fue el tintineo de nuevo, a mi espalda, lancé mi espada al sonido y la corta se hundió a la altura del hígado, hundiéndola hasta la empuñadura, el rugido que salió de mi garganta, fue una liberación como lo fueron las lágrimas que empezaron a brotar de mis ojos, mientras estos se clavaban en la cara de sorpresa de mi captor y torturador...
Tras unos segundos el drow empezó a caer, aun vivo, con la cara contorsionada en una mueca de sufrimiento atroz, me incorporé y le miré con frialdad, examinando la situación.
Te he atravesado el hígado... sufrirás una agonía lenta si no te asisten pronto – miré alrededor y me acerqué a recuperar la espada perdida – por desgracia para ti... creo que ninguno de tus compañeros está en condiciones – me arrodillé frente a él y le retiré la armadura para poder ver el cuerpo desnudo que durante la noche sin fin me había aterrorizado... y de paso, dar rienda suelta a toda la rabia reprimida, entre heridas y amputaciones, bañada en sangre, sólo surcada por las lágrimas de mis mejillas...
Entregada a la rabia, no me percaté del grupo que se acercaba por la espalda, del espadón del brutal lugarteniente que se alzaba sobre mi espalda... fue un brillo en las cadenas de la armadura... un suave tintineo el que me alertó antes de oír el grito que seguía al descenso de la hoja... la hoja se hundió en mi espalda según me movía, llevándome la armadura... si no me llego a mover, este sería el final de mi historia... me abracé a las sombras entre el fuego del dolor que había hundido mi espalda.
No se el tiempo que pasé arrastrándome entre el dolor y las fiebres... cuantas dekhanas pasaron... el viaje se pierde entre nieblas inconexas y rojas pesadillas de dolor... aun no estoy muy segura de como llegué hasta aquí... ni que hacer ahora que las puertas del sur de Nevesmortas se alzan ante mi persona....
¿Cuanto tiempo ha pasado?...
Danzando en la oscuridad
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Re: Danzando en la oscuridad

"Lanzadora profesional de bolas infernales"
LARGA VIDA A MIS ENEMIGOS PARA QUE SUFRAN CON MIS VICTORIAS
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