Silveil D'Erthendyl

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Nombre completo: Silveil D'Erthendyl.
Alineamiento: caótico bueno.
Raza: elfo, sin que a él se le aprecie ningun rasgo de subraza.
Clase: mago.
Edad: un nombre indeterminado de pyesigens, joven.
Dios: no es ferviente devoto de ninguna deidad, pero siente admiración hacia Corellon Larethian, líder del panteón élfico, y Mystra, Madre de toda la Magia.
Personalidad: es un elfo tolerante, más aun que un elfo lunar; afable, ingenioso, inteligente y bromista.

Historia (introducción):
Silveil (magia en élfico), es el hijo del más que poderoso mago Silfianor D'Erthendyl, el mismísimo fundador de la Orden de Magos y Hechiceros de Nevesmortas, que junto con otros poderosos compañeros de aventuras salvó de innombrables peligros los habitantes de dicha ciudad y las de los alrededores, en sus inicios y durante varios pyesigens.

Parece ser que su padre se ausentaba a menudo en búsqueda de un conocimiento arcano superior y éste regresaba cada nevada para llevarle un presente en la celebración de su cumpleaños. Aprovechaba esos días para quedarse una temporada con la familia, repasar conjuros, contar mil y una aventuras y adoctrinar a Silveil en el saber arcano.

Hasta que llegó el día que Silfianor no regresó y Silveil emprendió la búsqueda de su padre resiguiendo su viejo diario que le dejó como presente en su anterior cumpleaños. El diario estaba lleno de anotaciones interesantes, algunas algo confusas e inexactas y había adjuntos en él mapas de lugares inhóspitos y parajes maravillosos.

El viejo diario lo ha conducido esta vez a Nevesmortas, donde espera hallar respuestas o pistas que le lleven hacia el paradero de su padre. En su viaje le acompaña Tula, la ancestral y sabia dragona faélica que acompañaba Silfianor en sus aventuras y que desde que nació Silveil le acompaña y protege.

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Historia (capítulo primero: antecedentes)

Silveil nació en una pequeña, aunque acogedora, casa de madera situada en un extenso y espeso bosque no muy lejos de la ciudad de Argluna, cuyo nombre nunca es revelado.
El emplazamiento de dicha casa, también, es secreto y solo se puede llegar a ella mediante el uso de unos poderosos colgantes mágicos elaborados para esa finalidad.

Lo más seguro que os estaréis preguntando el por qué de la ocultación de la ubicación de la casa pero la respuesta es muy sencilla:

Tiempo ha, los ancestros de Silveil viajaron continuamente, y sin descanso, en busca de la comprensión de “La Urdimbre”, recorriendo todas las tierras y ciudades imaginables e inimaginables hasta llegar a un lugar conocido como el “Vado de Argluna”, que era travesado por un río llamado Rauvin. No era de extrañar que el sitio hubiera tomado prestado el nombre del puente que cruzaba dicho río, pues allí no había ninguna otra construcción ni nada que se le pareciese, bueno, miento, había una... aunque no acabada, ya que en esos momentos estaban construyendo una grande y robusta posada, de aspecto indestructible. Me apostaría, sin dudar una sola vez, 1000 po a qué nunca se vendría abajo una vez estuviera finalizada!

Pues bien, ese desolado aunque bello lugar, es donde los ancestros de Silveil se establecieron por un largo periodo de tiempo, pues alrededor de él, y la recién construida posada llamada “Luna Argéntea” se estaban asentando muchos y variados aventureros de distintas procedencias, historias y conocimientos que de buen seguro ayudarían a su causa. En el ambiente se percibía que se estaba gestando un prometedor proyecto.

Pasaron los años y lo que al principio fue un asentamiento alrededor de un céntrico puente y de una majestuosa posada se convirtió en una gran villa, que dejaría paso a una casi perfecta ciudad, que a día de hoy se conoce como Argluna.

Los ancestros de Silveil, como tantos otros aventureros y viajeros establecidos, contribuyeron a los cambios, unos más que otros, pues la esperanza de vida de los habitantes de Fareûn, como bien es sabido por todos, no es la misma... pero esperanzas de vida a parte, un grupo de sabios entre los cuales se encontraban los ancestros de Silveil ayudaron a recopilar información y aportaron una grande suma de libros de incalculable valor, de distintos artes, orígenes y lenguas, unas veces elaborados por ellos mismos y otras donados de colecciones privadas, para capturar todo conocimiento posible y guardarse para posteriores consultas en la biblioteca de a ciudad. Ahora no ahondaré en ellos pero el conocimiento que albergaban los libros de sus bibliotecas eran conocidos más allá de los confines de la Marca Argéntea.

Pasaron los años y la ciudad entró en la “Era de los Grandes Mágicos”, con la elección de Ecamane Argêntica, como su primer Gran Mágico, todos lo recuerdan como una época de avances, de arte, de aprendizaje, de magia... tal y como habían soñado los ancestros de Silveil, antaño. Raro era el día que no sucedía algún accidente menor protagonizado por parte de los niños de la escuela de magia de la ciudad: polimorfarse en troll y asustar a la panadera era todo un clásico, seguido de los niños que lanzaban proyectiles mágicos rompiendo los cristales de la vecina o ver alguna que otra aberración convocada por los novicios, paseando por la ciudad, aunque eso sí, inofensivas como el trasgo-geranio, tejones con seis patas o algún que otro elemental de aire maloliente.

Al tiempo, y contra toda previsión, el señor de la guerra Lashtor, asesinó a todo mago de Argluna, saqueó la Biblioteca de la dama (la predecesora de la Cámara de los sabios) y quemó el templo de Mystra hasta sus cimientos.

Pero... esto no es del todo cierto pues, hubo un mago y una maga que consiguieron escapar (el como ya es otra historia) huyendo hacia los bosques, donde se mantuvieron escondidos hasta que paso el peligro. Fue entonces cuando decidieron quedarse a vivir allí, en el sitio que había sido su refugio durante varios días, y para asegurarse que nunca los encontrarían decidieron construir una pequeña casa de madera, equipada con varias protecciones mágicas, acordando que desde aquel mismo instante sería sitio de referencia y de niñez para todos los Erthendyl.

Esa pequeña casa de madera se convirtió al tiempo en el hogar de Silfianor y más tarde en el de su hijo, Silveil.