Malak había llegado al Pozo de la Oscuridad sediento de venganza. Nunca había odiado a ninguna raza, ni siquiera a las malignas, pero el hecho de que los elfos oscuros hubieran hecho daño a su amor le hacía cambiar de parecer. Pensaba vengarse... y lo haría esta noche.Wantu escribió: Retales
-La última aventura juntos-
Sentí una punzada aguda en el pecho que me hizo parar en seco, como si algo se hubiese roto dentro de él y tras la punzada las lágrimas empezaron a brotar sin razón aparente ¿qué sucedía? Pronto iba a tener la certeza de lo que posiblemente pasó.
Seguí tras este hecho con mis quehaceres habituales, a veces me dirigía a las ciudades cercanas para seguir con la búsqueda que tiempo antes comenzase en la Catedral de Fuego.
Algo les pasó a Goyth y a Malak allí, Vildiara y yo no imaginábamos qué podría ser aunque Humo me lo contaría apenas llegásemos a su casa. Malak no recordaba su pasado, no recordaba qué era, tal vez como me decía siempre, fuese el ser más despreciable de Faerum pero siempre le recordaba lo mismo… “En tal caso, serías mi ser despreciable, me es igual lo que seas porque siempre serás tú” pero aun con mis contestaciones Malak necesitaba saber quién era, saber de su familia, y de la vida anterior a la que reconocía. En el mismo corazón de la Catedral una visión se le presentó en su mente, una visión en la que se reconocía pero poco más antes de esfumarse sin embargo, aquello le trastocó. Decidimos entre los dos investigar la forma de saber acerca de su vida desconocida para poder avanzar. Malakai empezó a pensar en tener hijos conmigo pero antes quería saber qué criatura nacería. Poco sabíamos sobre aquello, la posibilidad remota de información se esfumó en las cercanías de Sutchard la noche que sesgué la vida de Karen, la cambiaformas. No conocíamos si engendraría un ser con la apariencia que siempre tenía conmigo o si lo engendraría con su verdadera identidad, era complicado, un reto que decidimos tomar. Nuestras pesquisas siempre se veían retrasadas por el curso de la guerra con Malar, Malakai era el Guardián del Círculo y como tal estaba en permanente presencia cerca de las huestes enemigas, era un cambiante poderoso y sus múltiples formas le hacían pasar desapercibido. Allí, entre el enemigo y protegiendo a la semilla pasaba largas temporadas, cuando regresaba a casa seguíamos con el día a día nuestro hasta la siguiente partida y fue en una de esas cuando le hablé de la gema azulada que había comprado en la Atalaya.
“¿Tres mil monedas por una piedra azul, Ashnar? ¿No os parece excesivo?
No, no me parece excesivo el precio, se trata de una gema Ilícida que esconde los misterios de la mismísima infraoscuridad”
Francamente me pareció exagerado, pero nunca antes había visto una igual por lo que la adquirí y guardé. Cuando Humo regresó le mostré la gema contándole lo que el clérigo me había dicho. Malak sabía de mis miedos, algunos logró que se fuesen y ahora recuerdo las primeras palabras que me dijo cuando confió en mí y pasó de la forma de lobo a algo que le permitiese hablar “Estaré contigo y no permitiré que nadie te haga daño, eres muy fuerte pero aun no lo sabes. Me encargaré de que lo sepas amiga mía” en aquella época comenzaba nuestra amistad pues antes, sólo veía a un lobo de pelaje gris como el humo nuevo que sale de las ramas húmedas.
Nunca había visto la transformación de un cambiante, sabía de ellos pero jamás vi a uno cambiar, a partir de ese día conocería mil formas que sólo me llevaban a la admiración más absoluta y ésta pronto se mezcló con la pasión y ésta acabó por transformarse en amor. Como decía, Malak sabía lo que yo temía, y de todo lo temido lo peor fue mi experiencia en la Infraoscuridad.
Malak me dijo que para saber donde conducía esa gema tendríamos que volver allí abajo, acepté a regañadientes.
Los dos, nos adentramos en lo más recóndito de infraoscuridad, recorrimos las cavernas que se abrían bajo la ciudadela de Abdar, encontramos a nuestro paso criaturas terribles, los más temidos los Desolladores mentales, además de éstos una tribu de enanos de las profundidades. Malak podía tomar una forma adecuada pero yo no, mi sangre elfica era demasiado patente además, todos sabemos qué puede pasarle a alguien como yo ahí abajo; lo mejor que puede pasar es la muerte.
Avanzamos por las galerías subterráneas, pero no encontrábamos el origen de aquella gema. Decidimos salir a la superficie y volver en otra ocasión.
Humo y yo nos despedimos nuevamente, él debía continuar sus labores de Guardián.
El tiempo pasaba despacio, muy despacio… regresó de nuevo sano y salvo a mi lado.
Una vez más retomamos todos nuestros planes y volver ahí abajo entraba en ellos. Contamos en aquella ocasión con Vildiara. Los tres volvimos a adentrarnos en las profundidades desde Abdar, las mismas criaturas nos hicieron frente, hasta que nos vimos de nuevo ante varias puertas de oscuro metal forjado. Allí, tras las puertas, estaban sus defensores. Criaturas que te anulaban la mente convirtiéndote en un miserable guiñapo, por suerte estábamos protegidos y no sin esfuerzo, les derrotamos. Las puertas se abrieron cuando deposité la gema en el mecanismo Anterior a los portalones.
Habíamos descubierto donde conducía esa gema azulada. Avanzamos por el lugar, oscuro como el alma de un sharita, era curioso pero no encontramos a nadie que presentase batalla. Así pues, los tres llegamos hasta lo que parecía el mercado de una ciudad. No conocíamos nada de allí por lo que tampoco teníamos la posibilidad de descanso, Vildiara poderosa como pocas empezaba a cansarse, yo también y por añadidura la sangre elfica de ambas se retorcía ante tanta oscuridad y rastros de esencia de los malditos elfos oscuros. Conocíamos ya el secreto de la gema azulada así que emprendimos con la suerte de nuestro lado el camino al claro de Silvanus.
Pocos días después Humo partió de nuevo.
Deckanas después de su partida sentí la punzada en mi pecho ¿Qué me pasaba? Traté de olvidar esto y seguí con mi vida en Neves.
Humo no ha regresado más, desconozco qué pasó, como fue y si fue, desconozco qué le impidió o impide regresar pero sí sé que gracias a él vencí el último de mis terrores y recordé sus palabras hacía más de diez años “Eres fuerte y haré que lo sepas amiga mía” Días después de la punzada me encontré con Vildiara y juntas bajamos por el pozo oscuro. Había vencido mis miedos en su totalidad y ahora lo sabía. Vencía mis miedos en el mismo instante que él desaparecía… que Silvanus te guíe hacia los bosques eternos Humo, allí quizá nos encontremos.
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Bueno, este retal está especialmente dedicado a Malakai porque ha sido un verdadero placer compartir roles contigo. El relato queda abierto por si acaso. Habrá cosas que no se ajusten a la realidad pero me tomo la licencia.
Un abrazo enorme
Un ágil kobold bajaba por la cuerda hacia la oscuridad del pozo. Sus movimientos eran precisos, milimétricos. Llevaba una pequeña espadita atada al cinto, y ésta rezumaba un fluido verde, que al contactar con el suelo generaba vapor. Con mucho sigilo, se movía por los pasadizos de la antigua mina, deslizándose de túnel en túnel, pensando sólo en el momento en que tendría lugar su venganza contra los drows...
...Un drow con armadura roja oscura caminaba en las inmediaciones de Belaragh. Malak sonreía, pronto tendría lugar su venganza. Al avanzar un paso, de repente, notó dolor en su mente, el más agudo y mortal que nunca soportó. Lo último que vio fue a un ser que parecia tener tentáculos en la boca, un ser que ya conocía y al que imitaba algunas veces... azotamentes.. y él... estaba preso de ellos.
10 años después...
Vildiara descansaba tranquila junto a Sabre en un árbol cercano a la ciudad de Nevesmortas, cuando de repente, vio a un hombre acercarse tambaleándose. Tenía aspecto de bárbaro del Espinazo del Mundo, sus ropas estaban sucias y desgarradas, apenas llevaba nada encima y el hombre además parecía enfermo. Sus ojos estaban completamente blancos, sin brillo, como vacíos o muertos, su boca jadeaba y dejaba soltar la saliva, su respiración era agitada, daba la sensación de estar muy grave.
La archidruida colocó sus manos en su frente y murmuró unas palabras que sólo se escuchan entre los árboles del bosque. A partir de ese conjuro de regeneración, los síntomas del hombre fueron desapareciendo paulatinamente. Malak notaba cómo su mente se recomponía... muy lentamente.
Mientras se recuperaba, Vildiara le iba ayudando a calmarse y a sanar, sin ninguna prisa por intentar saber qué le había pasado al cambiante tras todos estos años. Sólo parecía que quisiera que él mismo recuperara su mente.
Una mujer llamada Drum miraba la escena con curiosidad. Malak recordaba fragmentos de su vida pasada, y Drum sólo puso mayor atención cuando escuchó un nombre: "Daya". Interrogando a Malakai, supo finalmente quién era, lo que desencadenó su furia, y la descargó con él torturándolo acerca de cómo había sufrido Daya por su culpa. El antiguo cambiante no sabía qué decir, no recordaba nada en absoluto, no podía hacer más que sollozar por su amor perdido.
"Descansa, recupérate, medita..." fueron las últimas palabras de Vildiara.
Malakai se encaminó hacia las cascadas para comenzar su meditación.
//Wantu, si estás viendo esto... va por ti.